viernes, 28 de marzo de 2025

 

Guayana Esequiba: La contraparte jamás aceptó los buenos oficios.

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

 

En la presente contención que sostenemos por la extensión territorial que nos desgajaron, en alguna ocasión creíamos que la alternativa de la Corte Internacional de justicia había sido despejada, quedaba  descartada; sin embargo,  nos conseguimos  que Guyana hizo todo lo posible por dejar a un lado las alternativas de entendimiento directo con Venezuela a través de un sano trato bilateral  pacífico entre países vecinos; apelando  a la  figura de la conciliación, la mediación y/o  del Buen Oficiante que se habilitó por varios años; porque, precisamente lo contempla el artículo (33) de la Carta de las Naciones Unidas:

“Arreglo pacífico de controversias

Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección.

El Consejo de Seguridad, si lo estimare necesario, instará a las partes a que arreglen sus controversias por dichos medios”.

Resulta que no hubo forma ni manera de que las delegaciones de las cancillerías de Venezuela y Guyana lograran hacer avances significativos en (25) años, con la presencia de dignos funcionarios designados por el Secretario General de la ONU, para mediar en este pleito.

Mientras que las delegaciones diplomáticas de nuestra nación insistían, en el mencionado lapso, que el Acuerdo de Ginebra, del 17 de febrero de 1966, constituye el único documento válido y con pleno vigor jurídico para alcanzar una solución satisfactoria para ambas partes; ellos se “anclaron” en el írrito y nulo Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899 y una supuesta aceptación de demarcación que admitió Venezuela en 1905. Cuestión absolutamente falsa. 

En todos los escenarios, los voceros de la cancillería guyanesa nos catalogan ante la comunidad internacional como una nación grande que atropella a un país pequeño.

 

Debemos ser enfáticos en pronunciar con insistencia ante el mundo que no le estamos quitando las dos terceras partes del territorio de Guyana, como ellos arguyen.

Nosotros debemos demostrar (y tenemos con qué y cómo) que fue el Imperio Británico que nos invadió y despojó, a través de la tratativa perversa denominada “Laudo Arbitral” de una séptima proporción de la geografía venezolana, que luego la cede para que se forme la República Cooperativa de Guyana, el 26 de mayo de 1966.

El venidero (11) agosto -si así lo decide el jefe de Estado, por cuanto es su atribución constitucional-   la representación de expertos nuestros en Derecho Internacional, que los tenemos, tendrán la ocasión de presentarse por ante la Sala Juzgadora y probar, con justos títulos traslaticios, que la disputada extensión territorial, siempre ha sido nuestra: histórica, jurídica y cartográficamente.

Ha aflorado demasiada inquietud en conocer si no hay otra alternativa que no sea el precitado Tribunal Internacional.

Mucha gente se hace tal pregunta.

Esa ha sido la estrategia jurídica que ha jugado Guyana. Una especie de emboscada jurídica, que estamos dispuestos a encarar.

Ellos nunca quisieron    la figura del Buen oficiante para que resolviera este caso, con su mediación.

Concretamente, desde el 2015 para acá los gobiernos guyaneses   han recibido considerables sumas de dinero de la transnacional Exxon y de otras empresas para cancelar los honorarios y demás gastos que ha ocasionado el hecho de accionar contra Venezuela jurisdiccionalmente, en el 2018; y llevar la controversia a instancias del mencionado Juzgado internacional.

Hacemos saber que La Corte Internacional de Justicia tiene su sede en el Palacio de la Paz en la Haya (Países Bajos) y está encargada de decidir las controversias jurídicas entre Estados. También sus quince magistrados emiten opiniones consultivas.

Permítanme añadir un comentario. Una sentencia de la CIJ es inapelable y su mandato absolutamente vinculante (artículo 60 de su Estatuto).

Eso no nos debe impactar ni espantar, por cuanto tenemos excelentes profesionales del Derecho, que estarán allí defendiendo nuestra causa.

Todos los elementos probatorios nos asisten satisfactoriamente, y conforman un legajo de documentos importantes para exponerlos en una mesa de discusión con los pares guyaneses. Eso sí, ante imparciales árbitros internacionales.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Guayana Esequiba: Un Asunto de Estado

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios fronterizos de Venezuela

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

 

Tengo la seguridad que una inmensa mayoría de compatriotas venezolanos coincide conmigo cuando expreso que lo peor que podemos hacer es abrir una innecesaria e inconveniente confrontación política-partidista interna en nuestro país, relacionada a la Guayana Esequiba, precisamente en este momento apremiante cuando nos encontramos concernidos en un serio pleito jurídico, en el Alto Tribunal de La Haya por la séptima parte de la geografía venezolana, que nos arrebataron de manera alevosa y vil.

 

Hoy, más que nunca, se hace imprescindible la absoluta y sólida unidad de todos los sectores, sin excepciones. Hay una inmensa acechanza desde el exterior que nos obliga a encarar unidos, en una sola determinación patriótica; indistintamente a las diferencias que tengamos, que las tenemos.

Insisto en señalar que debemos reforzar la estructuración de defensa jurídica, sin recelos ni mezquindades, un bloque opinático compacto, para contrarrestar las pretensiones de la Parte que nos rivaliza, por las acciones unilaterales en contra nuestra que ellos interpusieron por ante la Corte.

 

Sería desastroso si nos peleamos internamente; si cada quien cree que le puede sacar provecho para su parcela política-partidista o nos ausentamos del Ente Juzgador; porque, de todas maneras, el juicio sigue su curso.

 No hay vuelta atrás. La Corte podría llegar a sentenciar en nuestra ausencia (Artículo 53 del Estatuto de la Corte).  ¡Mucho cuidado con eso…!

 

La contención por la Guayana Esequiba rebasa los egos individualistas mal curados, los particularismos confesionales, raciales o de cualquier otra índole.

 Este caso nos necesita unidos como país, con criterios unánimes.

 

Destacamos la labor   de las ONG que han sido creadas para adelantar hermosas actividades al respecto; así, además, hacemos el reconocimiento debido al Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela; lo propio cabe para el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales(COVRI), para las      Fundaciones en su insistente afán  de concienciación; igualmente la determinante posición de La Academia de Ciencias Políticas y Sociales , igualmente la tarea que ha cumplido la Alta  Comisión Presidencial en Defensa del Esequibo y  la Comisión que para tales efectos se conformó en la Asamblea Nacional.. Todos en una sola motivación y propósito - de esfuerzos elogiadamente ponderados- constituye un ejemplo de lucha sostenida sin actitudes atrabiliarias o estrepitosas; porque, aquí se requiere talento y densidad en la formación documental y doctrinaria, para insistir en la reclamación y defender en la Corte Internacional Justicia o donde   haya lugar lo que honradamente siempre ha sido nuestro; que vilmente nos arrebataron, en una tratativa perversa mediante añagazas jurídicas.

Este caso litigioso estamos obligados a estudiarlo y manejarlo invocando la solidaridad de toda la población venezolana; concitando las mejores voluntades e inteligencias.

 

Para el 11 de agosto de este año, cuando el Jefe de Estado –por cuanto es su atribución constitucional-- determine la comparecencia o no de Venezuela, para la fase de pruebas para representar a nuestro país en el mencionado juicio, será densa la alforja de Títulos históricos y jurídicos (que no admiten cuestionamiento en contrario) que presentaremos para la examinación e investigación por parte del Jurado sentenciador de la Corte Internacional de Justicia.

En el caso litigioso que nos ocupa frente a la pretensión guyanesa --el cual ha escalado hasta la Sala Juzgadora de La Haya -- nos atrevemos a exponer el carácter de cogencia de nuestros Justos Títulos —iuris et de iure-- que acompañan a la enjundiosa cartografía que nos respalda. Títulos y mapas de incuestionables probanzas.

El principio de cogencia, por ejemplo, tan interesante en otras situaciones, también aplica en este caso.

En el ámbito jurídico, concretamente en el Derecho Internacional, la cogencia se refiere a las normas que se imponen de manera obligatoria y que no pueden ser alteradas por los particulares. Digamos que son normas necesarias o imperativas; por cuanto, poseen, en sí mismas, eficacia incontrovertible, irrebatibles, por los asideros que las respaldan, vale decir, no se pueden suprimir o alterar.

Su aplicación no depende de la voluntad de los particulares. Se imponen forzosamente.

 

Decimos que hay suficiente cogencia en la solicitud nuestra restitución; porque, los argumentos jurídicos, históricos, cartográficos que atesoramos confirman nuestra propiedad sobre esa extensión territorial en contención.

Todos los mencionados registros señalan, en sus premisas, afirmativamente que la Guayana Esequiba siempre ha sido nuestra; así entonces, las conclusiones a tales elementos inductivos arrojan aportes deductivos a nuestro favor.

 

Con la mayor modestia, me permito explicar.

Nuestro portafolio cartográfico ha adquirido la condición de argumento cogente; porque sus componentes constituyentes (los mapas registrados y asentados) han resultado, en sí mismos, premisas de solidez histórica hacia nosotros.

Toda la cartografía de la región —hasta ahora estudiada y examinada-- ha develado de modo conclusivo que la Guayana Esequiba ha estado siempre, en cualquier mapa, correspondiendo a la Capitanía General de Venezuela (1777) y sucesivamente a la República de Venezuela.

 

Si todos los mapas inductivamente confieren categoría afirmativa de la propiedad de Venezuela sobre la Guayana Esequiba, entonces la conclusión deductiva debe ser afirmativa.

Una manera de construir y comportar un razonamiento de lógica jurídica cogente e irrebatible.

 

 

 

domingo, 23 de marzo de 2025

 

Nietzsche fue lo que pensó

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

 

Quizás el mayor y exquisito riesgo que hemos corrido con las diversas lecturas de filosofía en los últimos años, de antemano ya lo conocíamos. Quedar atrapados en sus encantos. La fuerza seductora de la filosofía se hace tan subyugante que no permite miradas traicioneras o que la atiendas a medias. Ella disfruta verte en tu desesperación de querer encontrar siempre una explicación lógica a las cosas.

 La filosofía teje sus propias lúdicas para buscar la sabiduría desde ella misma. Determinista e impositiva. Sí ciertamente así es. Las tomas a través de un compromiso totalizante o las apartas de tu vista.

Las vertientes de la filosofía son tan intensas y tan extensas; pero, sin embargo, ella hace los trámites necesarios para que aligeres tu “desquiciante recorrido”.

Grato en extremo. Nos complace escuchar que bastantes personas estén leyendo asuntos de filosofía; cuestión impensable hasta hace poco, tal vez por las mismas circunstancias difíciles que atravesamos.

 Constituye un hecho celebratorio que alguna gente se mande a hacer   análisis interpretativos del filósofo más incomprendido de la época moderna. Del mismísimo Nietzsche.

Fama obtenida por su fina irreverencia.

Nietzsche proporciona, en sus textos, las claves para acercarnos a su pensamiento. Y en la medida en que lo vamos leyendo y re-leyendo le encontramos nuevas imágenes, distintas nociones, irrupción de otras ideas (que no habíamos percibido) como apropiada referencia para una resistencia intelectual.

 

Estemos claros. A Nietzsche no se le puede abordar por las ramas. Ni querer ganar prebendas con sus aforismos, porque te descubre el ardid tramposo:

  “lleno de bufones solemnes está el mercado! ¡y el pueblo se gloria de sus grandes hombres!, ¡Estos son para él los señores del momento…no tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amantes de la verdad! Jamás se ha colgado la verdad del brazo de un incondicional” (Así habló Zaratustra: de las moscas del mercado).

 

 A lo que menos aspiraba Nietzsche era a tener legión de seguidores, y lo explicitó en Ecce Homo, de esta manera: “no quiero creyentes” … “pienso que soy demasiado maligno para creer en mí mismo, no hablo a las masas…”

 Acaso se conformaba con que apenas hiciéramos el esfuerzo de interpretar su obra llena de contradicciones, incertidumbres e “invadida de máscaras”.

 La Máscara viene a constituir una destacada categoría en su “tragedia existencial”; consciente como siempre estuvo que el hombre en su mundo-realidad, en el combate de todos los días tiene que apelar a las “identidades múltiples”.

 Cuando Nietzsche escribe esto, pareciera señalar que los seres humanos se ven limitados en todas sus actuaciones a ocultarse en unas máscaras, dice: “pues el disimulo es también una máscara, por muy ligera que esta sea. Y que de tanto maquillar nuestro verdadero rostro, hasta en las situaciones más benévolas posibles ya éste desapareció”.

Todo hace de Nietzsche un pensador estimulante, al tiempo que “peligroso” e indomesticable.

Bastantes intentos hubo en su época para someterlo; en su momento quisieron normalizarlo, convertirlo en pensador políticamente correcto.

Por eso creemos que se han llevado   sino un chasco por lo menos un sustico quienes están deslumbrados ahora con sus escritos; e ilusionados con pretender etiquetar o meter a Nietzsche “dentro del corral” para sacarle provecho.

 Ni él mismo se soportaba.

Leamos: “Recientemente, cuando intenté reconocer escritos míos antiguos que había olvidado, me espantó una característica común a todos: hablaban el lenguaje del fanatismo. ¡El fanatismo corrompe el carácter, el gusto y no en último lugar la salud, quien quiera establecer las tres cosas debe resignarse a un largo período de curación…!

Viene esta última expresión nietzscheana a dejar por sentado que una cosa es la voluntad de poder y otra un presunto proceso ideológico, de persecución y exclusión, sin ningún sentido histórico.

 

El filósofo de la irreverencia afirmaba, aunque a escondidas, los testimonios de sí mismo, las condiciones de su alma en cada una de las palabras escogidas para tejer sus aforismos.

 

Acaso sea verdad, pocos pensadores hasta ese momento habían sido tan autobiográficos.  Sus ideas plasmadas con espléndido dominio discursivo más que describir un mundo exterior dan cuenta del estado anímico que portaba, y que le corroía por dentro, como fuego inextinguible.

Nietzsche se construyó a partir de las infinitas posibilidades de ser que consiguió.

Lo hizo de punta a punta en su tramo existencial; desde su primera obra que denominó “De mi vida”, escrita con apenas catorce años de edad en tan sólo quince días, hasta “Ecce homo” terminada un poco antes de caer en la locura.

¿Cómo leer los textos de quien algunos llamaban cariñosamente el Zaratustra?

Según las respuestas posibles a esta pregunta se abren opciones para aproximarnos o alejarnos al juego de sus imágenes.

 

           Nietzsche fue lo que pensó

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

 

Quizás el mayor y exquisito riesgo que hemos corrido con las diversas lecturas de filosofía en los últimos años, de antemano ya lo conocíamos. Quedar atrapados en sus encantos. La fuerza seductora de la filosofía se hace tan subyugante que no permite miradas traicioneras o que la atiendas a medias. Ella disfruta verte en tu desesperación de querer encontrar siempre una explicación lógica a las cosas.

 La filosofía teje sus propias lúdicas para buscar la sabiduría desde ella misma. Determinista e impositiva. Sí ciertamente así es. Las tomas a través de un compromiso totalizante o las apartas de tu vista.

Las vertientes de la filosofía son tan intensas y tan extensas; pero, sin embargo, ella hace los trámites necesarios para que aligeres tu “desquiciante recorrido”.

Grato en extremo. Nos complace escuchar que bastantes personas estén leyendo asuntos de filosofía; cuestión impensable hasta hace poco, tal vez por las mismas circunstancias difíciles que atravesamos.

 Constituye un hecho celebratorio que alguna gente se mande a hacer   análisis interpretativos del filósofo más incomprendido de la época moderna. Del mismísimo Nietzsche.

Fama obtenida por su fina irreverencia.

Nietzsche proporciona, en sus textos, las claves para acercarnos a su pensamiento. Y en la medida en que lo vamos leyendo y re-leyendo le encontramos nuevas imágenes, distintas nociones, irrupción de otras ideas (que no habíamos percibido) como apropiada referencia para una resistencia intelectual.

 

Estemos claros. A Nietzsche no se le puede abordar por las ramas. Ni querer ganar prebendas con sus aforismos, porque te descubre el ardid tramposo:

  “lleno de bufones solemnes está el mercado! ¡y el pueblo se gloria de sus grandes hombres!, ¡Estos son para él los señores del momento…no tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amantes de la verdad! Jamás se ha colgado la verdad del brazo de un incondicional” (Así habló Zaratustra: de las moscas del mercado).

 

 A lo que menos aspiraba Nietzsche era a tener legión de seguidores, y lo explicitó en Ecce Homo, de esta manera: “no quiero creyentes” … “pienso que soy demasiado maligno para creer en mí mismo, no hablo a las masas…”

 Acaso se conformaba con que apenas hiciéramos el esfuerzo de interpretar su obra llena de contradicciones, incertidumbres e “invadida de máscaras”.

 La Máscara viene a constituir una destacada categoría en su “tragedia existencial”; consciente como siempre estuvo que el hombre en su mundo-realidad, en el combate de todos los días tiene que apelar a las “identidades múltiples”.

 Cuando Nietzsche escribe esto, pareciera señalar que los seres humanos se ven limitados en todas sus actuaciones a ocultarse en unas máscaras, dice: “pues el disimulo es también una máscara, por muy ligera que esta sea. Y que de tanto maquillar nuestro verdadero rostro, hasta en las situaciones más benévolas posibles ya éste desapareció”.

Todo hace de Nietzsche un pensador estimulante, al tiempo que “peligroso” e indomesticable.

Bastantes intentos hubo en su época para someterlo; en su momento quisieron normalizarlo, convertirlo en pensador políticamente correcto.

Por eso creemos que se han llevado   sino un chasco por lo menos un sustico quienes están deslumbrados ahora con sus escritos; e ilusionados con pretender etiquetar o meter a Nietzsche “dentro del corral” para sacarle provecho.

 Ni él mismo se soportaba.

Leamos: “Recientemente, cuando intenté reconocer escritos míos antiguos que había olvidado, me espantó una característica común a todos: hablaban el lenguaje del fanatismo. ¡El fanatismo corrompe el carácter, el gusto y no en último lugar la salud, quien quiera establecer las tres cosas debe resignarse a un largo período de curación…!

Viene esta última expresión nietzscheana a dejar por sentado que una cosa es la voluntad de poder y otra un presunto proceso ideológico, de persecución y exclusión, sin ningún sentido histórico.

 

El filósofo de la irreverencia afirmaba, aunque a escondidas, los testimonios de sí mismo, las condiciones de su alma en cada una de las palabras escogidas para tejer sus aforismos.

 

Acaso sea verdad, pocos pensadores hasta ese momento habían sido tan autobiográficos.  Sus ideas plasmadas con espléndido dominio discursivo más que describir un mundo exterior dan cuenta del estado anímico que portaba, y que le corroía por dentro, como fuego inextinguible.

Nietzsche se construyó a partir de las infinitas posibilidades de ser que consiguió.

Lo hizo de punta a punta en su tramo existencial; desde su primera obra que denominó “De mi vida”, escrita con apenas catorce años de edad en tan sólo quince días, hasta “Ecce homo” terminada un poco antes de caer en la locura.

¿Cómo leer los textos de quien algunos llamaban cariñosamente el Zaratustra?

Según las respuestas posibles a esta pregunta se abren opciones para aproximarnos o alejarnos al juego de sus imágenes.

miércoles, 19 de marzo de 2025

 

Guayana Esequiba: El “laudo” siempre ha sido nulo y avergonzante

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

Dado por hecho, desde hace varios años, que la Corte Internacional de Justicia admitió la demanda que accionó la República Cooperativa de Guyana contra nuestro país; además, el citado ente sentenciador se limitó y reservó, única y exclusivamente, para conocer la forma y fondo de la “validez e invalidez” del Laudo Arbitral de París. Tratativa perversa concretada con vileza el 03 de octubre de 1899.

La Sala desestimó las otras tres causas de pedir que la excolonia británica quiso e intentó que entraran en ese paquete.

Por eso, en todas partes y medios nos piden que expliquemos porqué el señalado adefesio jurídico es írrito y de nulidad absoluta.

Así entonces, como nuestros compatriotas desean conocer y documentarse sobre este tema litigioso, nos proponemos – modestamente- dejar sentado que aquella determinación vil y artera que nos perpetró el desgajamiento de una séptima parte de nuestra geografía nacional constituyó una abominación, conforme al Derecho Internacional.

Nuestro país ha reafirmado permanentemente ante el mundo que la aludida sentencia fue una maniobra, devenida en un ardid tramposo, que jamás hemos legitimado y menos ejecutoriado; porque la consideramos   inválida, sin eficacia jurídica y sin fuerza para constituirse en elemento oponible a nada.

Los tratadistas más renombrados del mundo han percibido con estupor tal maniobra contra Venezuela; e inclusive se han permitido dejar sentados criterios sobre el particular; como es el caso del extraordinario aporte del reconocido jurista sueco Gillis Weter, quien, en un enjundioso estudio de cinco tomos, denominado “Los Procedimientos Internacionales de Arbitraje” (Edición-1979); precisamente en su 3er. tomo, dedicado al arbitraje entre Venezuela y la Gran Bretaña, concluye que:

 

 “…Ese laudo Arbitral constituye el obstáculo fundamental para que se consolide la fe de los pueblos en el arbitraje y en la solución de controversias por vías pacíficas. Tal sentencia adolece de serios vicios procesales y sustantivos, y fue objeto de una componenda de tipo político”

 

Hemos dicho, muchas veces, en todas nuestras conferencias en las universidades que si la Corte se dispone a examinar los hechos en estricto derecho; y si el “Laudo” en efecto es el objeto de fondo del Proceso; siendo así entonces, tengámoslo por seguro que se le   presenta la mejor ocasión a Venezuela para desmontar (procesalmente), desenmascarar y denunciar la perversión jurídica de la cual fuimos víctima.

El Laudo ha estado siempre viciado de nulidad absoluta. Insubsanable.

 

Tal decisión arbitral vergonzosa e infeliz está desprovista de elementos esenciales para que pueda ser considerado jurídicamente válido.

 

No es que el Laudo sea anulable, es que es nulo de nulidad absoluta. No nace a la vida jurídica; y lo termina de “sepultar” la aceptación plena por parte de la representación inglesa y guyanesa cuando suscriben el Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966, que señala y sostiene en su artículo primero: “

Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido, surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo Arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e írrito”.

 

Cuando se aceptan las categóricas calificaciones de nulo e írrito es porque se admiten –tácitamente- también que lo allí contenido es inexistente; vale decir que   no genera efectos jurídicos, ni ninguna prescripción puede extinguir el vicio original; equiparable a la nada; y el Derecho no tiene porqué estarse ocupando de eso; porque se estaría ocupando de la nada.

 

Los vicios en los que incurrió la decisión arbitral -concertación criminosa encabezada por el ruso DeMartens—han sido magistralmente estudiados y tratados en el “Informe de los expertos venezolanos Hermann González Oropeza y Pablo Ojer”, publicado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, fechado el 18 de marzo de 1965.

 

Este trabajo contiene muchas de las pruebas de las que dispone nuestro país para encarar, en justo derecho por ante el Alto Tribunal de La Haya, el juicio al que hemos sido emplazados; y que en abril-2024 comparecimos a consignar la contestación de la demanda, y el 11 de agosto nos presentaremos a la fase de pruebas, si así lo determina el jefe de Estado.

 

El mencionado adefesio ignora totalmente en su decisión nuestros Justos Títulos: la Real Cédula de Carlos III, del 8 de septiembre de 1777, cuando crea la Capitanía General de Venezuela; elude también, los documentos traslaticios conferidos –con honores- a Venezuela por parte de España, en el evento histórico de reconocimiento de nuestra independencia, el 30 de marzo de 1845.

Sospechosamente, el cuerpo arbitral obvia los precitados escritos; por cuanto, colocar sobre la mesa los documentos que nos acreditan por herencia esa extensión territorial, significaba –determinantemente-   examinar fechas, y compulsar las legitimidades probatorias que nunca presentarían los delegados ingleses; y menos lo han hecho, en ninguna ocasión (y no lo harán) los representantes guyaneses en el actual litigio que ellos provocaron unilateralmente. No tienen cómo ni con qué.

 

Otro aspecto que vicia la decisión arbitral es el referente a la cláusula de Prescripción; porque jamás llegó a clarificarse a partir de qué fecha se daría por válida y la cantidad de años de posesión legítima del reclamante sobre el territorio, para hacerse efectiva su aplicación, conforme al compromiso contenido en el Consenso de Washington de 1897.

El jurado omitió adrede esa valiosa consideración de fondo; porque los representantes del Reino Unido se conseguirían y chocarían de frente –inexorablemente—con el principio del Uti-possidetis-iuris, al cual ellos no estaban dispuestos a someterse o a contrastarse.

Adicionemos esta otra irregularidad. No estaba prevista ni acordada resolver la contención venezolana sobre la Guayana Esequiba, por la vía de la transacción o componenda, que en efecto fue lo que hicieron; cuyo catastrófico  resultado, finalmente, es que ese fallo arbitral carezca de motivación; con lo cual contrarían todo lo dispuesto en las Convenciones de Arbitraje de La Haya de 1899, donde se afianzó el carácter judicial del arbitraje, cuyos antecedentes provienen desde  1872, con  la célebre sentencia arbitral del Alabama.

 

En el único caso que la doctrina justifica que una decisión arbitral no sea motivada es cuando el arbitraje corresponda a un Monarca; sin embargo, la Reina Isabel II motivó ampliamente el Laudo que pronunció sobre la isla de Aves, favorable a Venezuela, el 30 de junio de 1865.

Catalogamos como sumamente grave una decisión arbitral sin motivación emanada de un Cuerpo Arbitral ad-hoc.

La solución del Tribunal   Arbitral estaba obligada a ofrecer, explícitamente, una exposición clara y completa de los hechos y de las razones que determinan el fallo, naturalmente.

Analicemos, además, que la Comisión Arbitral en las pocas ocasiones que deliberaron lo hizo siempre en base a cartografías adulteradas proporcionadas por el Royal Geographical Society (Instituto geográfico del Reino Unido):

 

En ningún momento hubo aquilatamiento de las pruebas correspondientes.

En el texto de la ominosa resolución arbitral se perciben como causales de nulidad, aparte de las arriba expuestas, las denominadas incongruencias sentenciales por extra petita (decidir asunto que no había sido previamente convenido): caso de la autorización para la libre navegación internacional de los ríos Barima y Amacuro; y por ultra vires (exceso de poder): decidir a favor del Reino Unido la franja suroeste (región de Pirara) en el área controvertida, que pertenecía a Brasil.

 

Incurrió el cuerpo arbitral que decidió el írrito y nulo laudo en una descarada prevaricación y colusión.

Estaba consciente ese árbitro que cometía un dolo procesal y en las disposiciones; pero que, no obstante, continuó con tales hechos y presentó el abominable veredicto que Venezuela jamás ha consentido.

Desde el inicio obtuvo el calificativo de cuestionada junta arbitral, espuriamente conformada, porque no aceptó la presencia de la delegación venezolana; siendo, legítimamente, parte concernida.

Quedó nulo el laudo por la demostrada y denunciada coacción (y parcialización) de DeMartens, quien se suponía iba a desempeñarse como fiel ponderante, en esa comisión, donde jamás hubo equilibrio e igualdad de las partes; y menos reciprocidad procesal, con lo cual sesgaron el Proceso.

La torpeza con que actuaron los llevó a precipitar la añagaza decisional; por lo que no hicieron una obligada investigación en locus (en el área controvertida).

 

 

 

 

viernes, 7 de marzo de 2025

 

    En el Día Internacional de la mujer

Indudablemente, el presente siglo XXI es el siglo de las mujeres.

Vamos a permitirnos esa profecía razonable.

Con certeza, la presencia de la mujer en los cargos de responsabilidades había sido lenta, pero se ha vuelto indetenible.

La pregunta que se formula la mujer ante los retos de la sociedad, ya no es cómo acceder en las distintas disciplinas o responsabilidades sino la trascendencia de su participación y las consecuencias de sus decisiones.

Para alcanzar la equidad de género debemos, junto con ellas, deconstruir la cultura patriarcal-machista; que es, precisamente, donde se alojan, reproducen y encriptan, en su mayoría las racionalidades que se les   imponen al género femenino.

Admitamos, con honestidad, que en estos y en los próximos tiempos habrá muchas mujeres en desempeños públicos y privados para orgullo de los seres humanos y de ellas en particular.

A pesar de las relativas limitaciones socio-políticas, la mujer ha logrado reivindicarse. Ha procurado sus propios reconocimientos históricos. Ha alcanzado la igualdad de oportunidades y la equidad en el ejercicio de sus derechos; hasta transformar y hacer una resignificación de la palabra mujer, una nueva conceptuación; para que deje atrás la heredad desde sus orígenes.

Nos regocija que la mujer haya ido alcanzando sus propias superaciones y venciendo desafíos.

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Delta del Orinoco, 8 de marzo de 2025

 

Guayana Esequiba: Desmemoria histórica interesadamente inoculada

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Presidente del Observatorio Regional de Educación Universitaria (OBREU)

 

Cuando el militarote Forbes Burnham decidió hacerse dictador e inició de inmediato una implacable persecución contra la población civil que se oponía a sus desmanes, fuimos nosotros en Venezuela que albergamos, protegimos y prohijamos a quienes se vieron obligados – por los terribles actos inhumanos cometidos-a abandonar la llamada para entonces “zona en reclamación”; ahora, orgullosamente, para nosotros estado Guayana Esequiba.

 En los peores y más aciagos eventos económicos por los que atravesó la nación vecina (que nos confronta) nosotros dispusimos de la ayuda suficiente y a tiempo para socorrerlos, para que solventaran la crisis que los golpeaba duro y recurrentemente.

 Recibieron de nosotros un trato preferencial en el proceso de compra-venta de petróleo y bastantes otros rubros, con lo cual aliviaban su calamidad de entonces.

 Venezuela les permitió ingresar a la Organización de Estados Americanos; a pesar de que la Carta de OEA los limitaba; porque había un diferendo por solapamiento limítrofe que aún no se había definido.

 Al crearse Petrocaribe (por expresa iniciativa de nuestro país), las demás naciones integrantes aguardaron por la opinión de Venezuela para ver si permitía el ingreso o no de Guyana en esta corporación.

 Venezuela jamás objetó su incorporación; y les ofreció recursos energéticos con amplias y cómodas posibilidades de cancelación.

 Hemos sido respetuosos (hasta lo indecible) del Acuerdo de Ginebra – que en ninguna parte le reconoce soberanía a Guyana en el espacio controvertido; pero que, sin embargo, observamos con paciencia la instalación de compañías ilegalmente autorizadas por los gobiernos guyaneses.

 La ligazón oportunista y juego de intereses dinerarios con las empresas transnacionales obnubiló la perspectiva histórica a la dirigencia guyanesa; y les provocó “amnesia selectiva” que les impidió admitir a conciencia que fuimos nosotros los primeros en reconocerlos como nuevo Estado naciente en la comunidad internacional; exactamente, el mismo día que alcanzaron su independencia del Reino Unido, el 26 de mayo de 1966.

 Bajo ninguna circunstancia o motivo nuestro país merecía la demanda unilateral accionada contra Venezuela por la República Cooperativa de Guyana.

Sobran razones para aducir que hubo demasiada ingratitud en el comportamiento de quienes ahora asumieron la condición de contraparte en este proceso litigioso que ellos trabaron, por ante la Corte Internacional de Justicia; entidad juzgadora ante la cual compareceremos el 11 de agosto de este año, si así los decide el jefe de Estado venezolano; dado que es su atribución de su absoluta reserva constitucional, conforme al artículo (236) de nuestra Carta Magna:

 Son atribuciones y obligaciones del Presidente o Presidenta de la República: 1. Cumplir y hacer cumplir esta Constitución y la ley. 2. Dirigir la acción del Gobierno. 3. Nombrar y remover al Vicepresidente Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva; nombrar y remover los Ministros o Ministras. 4. Dirigir las relaciones exteriores de la República y celebrar y ratificar los tratados, convenios o acuerdos internacionales. 5. Dirigir la Fuerza Armada Nacional en su carácter de Comandante en Jefe, ejercer la suprema autoridad jerárquica de ella y fijar su contingente. 6. Ejercer el mando supremo de la Fuerza Armada Nacional…” (Omissis).

 Frente a la acción de Guyana interpuesta contra nosotros, el 29 de marzo del 2018, una vez que el Secretario General de la ONU remitió el asunto controversial al Alto Tribunal de La Haya, ¿qué nos quedaba hacer?

Defendernos, como en efecto lo estamos haciendo, con las disímiles estrategias que nos sean factibles y lícitas desarrollar hasta lograr la restitución de lo que nos desgajaron.

 Esa extensión territorial nos la arrebataron.

Fuimos despojados de esa séptima parte de nuestra geografía nacional con el denominado Laudo Arbitral de París de 1899; adefesio jurídico que desde entonces lo hemos calificado de írrito y de nulidad absoluta. Inexistente.

 Digamos también, por otra parte, que hemos estado reclamando con ímpetu para nuestra Nación la devolución de la Guayana Esequiba.

 Ha habido desde hace muchos años y gobiernos -lo reconocemos-  algunos deslices e impropiedades.

 De cualquier forma, la fuerza contencional ha sido indetenible e implacable.

Los reclamos que hemos intentado por vías diplomáticas, políticas y jurídicas no están sustentados en caprichos chauvinistas, reacciones intemperantes, desproporcionadas o injustas.

Tenemos los justos títulos traslaticios que nos asisten en justo derecho.