lunes, 31 de mayo de 2021

 

 

 

 

 

La retórica oficializada tuerce los significados

 

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 

“¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela íntegra?

Fuimos siempre tan jóvenes, tan a punto de adquirir carácter,

rasgos decisivos, nitidez que nos acecha el riesgo de continuar

siendo una incesante acumulación de fragmentos, de parcialidades sin integración…"

José Balza. Pensar a Venezuela. Pág. 6

 

 

De todos es bastante conocido que cada término tiene una curiosa historia; y algunas veces, dando rienda suelta a la imaginación, un inmenso caudal de relatos adquiere cierta síntesis en un solo étimo. Con un único vocablo, usted adquiere un espectro de posibilidades de decir y enunciar.

Así también, se conoce que una palabra empleada con falsedades; pronunciada con extravagancia o embadurnada, para que diga lo que no le corresponde, constituye un camino oculto o riesgoso.

Aunque los códigos lingüísticos se encuentren en permanente dinamismo; operando --según las épocas- con variaciones y cambios; si no se precisa qué es lo que desean decir, corren a contrapelo de la realidad. Recordemos que el lenguaje es un fenómeno social, que debe calzar con lo que tal hecho social envuelve.

Acaso no nos ha sucedido que; no obstante, lo que queremos percibir se halla muy cerca de nosotros como para juzgarlo, sucede que la neoretórica --que trata de construirse desde las esferas gubernamentales-- altera y tergiversa   los significados, y los hace "saber distintos". 

Cada vez se aprecia menos pronunciable el discurso socio-político dominante.

Prevalece un clima que lo enreda todo.

Las palabras comunes con las que quisiéramos intentar definir las cosas, o por lo menos irlas llamando por sus nombres, se han vuelto vacías.

.

Por eso los enunciados oficialistas en su mayoría son falsos.

Nos queda la sensación de que hay que aprender de nuevo a pensar y a escribir.

Pareciera que “las respuestas no siguen a las preguntas, el saber no sigue a la duda y las soluciones no siguen a los problemas” (Larrosa, dixit).

 El uso indiscriminado y abusivo de los vocablos no sería tan grave si éstos no fueran instrumentos para llegar a conocer, analizar e interpretar la realidad. Por supuesto que Los significados de las palabras son senderos abiertos para conocer el mundo.

Toda la descripción anterior viene con el certero propósito; porque escuchamos en los disímiles escenarios que monta “el Proceso” que nos encontramos en una interesante etapa de emancipación.  gesta patriótica para liberarnos de los imperios, con nuestras propias posibilidades y potencialidades.

Que es como decir: hay una acción para quedar liberados de un poder o procurarnos una nueva independencia frente a algo. Tamaña desfachatez.

Prestemos atención al término mancipium, que es una herencia idiomática legada por el latín.

Mancipium define toda cosa tomada, agarrada de la mano. Sostenida con fuerza; ejerciendo sobre ella cualquier símbolo que represente autoridad.

Pues bien, no es necesario profundizar en discusiones intelectuales, o académicas de alto nivel para percatarnos que las decisiones que se vienen dando en los últimos años en nuestro país a lo que menos apunta, precisamente, es a una emancipación: a desplazar hacia fuera, a desligarnos de las estructuras poderosas que nos tienen atrapados para imponer sus designios, ajenos a nuestra propia identidad.

 

El presente régimen político en Venezuela, se ha encargado de hipotecar el destino y futuro de la nación, tanto a empresas transnacionales como a países con los cuales ha trazado ligazón ideológica. Cuyas funestas   consecuencias, denominadas por ellos “estrategias de vínculos internacionales", ya son suficientemente conocidas: nos encontramos atragantados y comprometidos --agarrados de las manos-- con las hordas comunistas-terroristas-fundamentalistas que enervan al mundo.

Entonces, nos preguntamos, de qué emancipación estamos hablando.

Frente a lo anteriormente descrito, cabe destacar el hecho que nuestra cultura socio-política, siempre ha asumido una impronta civilista, en un irreductible sustrato de democracia y de paz.

 

 Pero, ya no resulta sorprendente para los investigadores sociales la tipología militarista que caracteriza al actual régimen nacional. De nuevo el poder político se encuentra una vez más en los cuarteles.

 La verdadera emancipación debe comenzar por erradicar tales despropósitos.

Estamos obligados a emanciparnos de los pensamientos alienantes; con mucha más razón cuando sabemos que en el tramo civilizacional que transcurre se asume el conocimiento ya prácticamente como un “factor de producción”.  Emanciparnos de las cartografías mohosas y de las entelequias rancias.

 

Nos permitimos exponer --con transparencia-- que en la actualidad los conocimientos se construyen a partir de las confrontaciones de ideas; además, a partir de las profundas transformaciones subyace la competitividad en tanto estrategia-medio para alcanzar los objetivos. Entonces digamos, qué emancipación, ni qué babosadas.

 Emancipémonos si, y rápido de quienes se atreven a sostener que individuo y colectivo jamás serán complementarios. Que son elementos mutuamente excluyentes.

 De esa manera de apreciar la realidad debemos emanciparnos.

 Emanciparnos de   quienes ven malas palabras en expresiones tales como: libre albedrío, libertad de pensamiento y de acción; pluralidad, democracia, diversificación de criterios. Porque para combatir las injusticias sociales y los desequilibrios obscenos de ningún modo hace falta anular al individuo y su lógica conexión con la sociedad.

 Vamos a emanciparnos de quienes -- en su perverso juego con las palabras-- tuercen intencionadamente sibilina la posibilidad de que el ser humano se desarrolle de manera integral.

 El psiquiatra y psicoanalista francés Jacques Marie Émile Lacan advertía a cada momento a los estudiantes del Mayo Francés de 1968, en los siguientes términos: “Ah, ustedes ¿son revolucionarios? Muy bien. Pues sepan que la revolución siempre está en busca de un amo. No se preocupen, lo van a encontrar”.

 Ante tan lapidario aserto, uno llega a concluir: cómo cuesta después emanciparse de los amos

 

 

La retórica oficializada tuerce los significados

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la lengua

¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela íntegra?
Fuimos siempre tan jóvenes, tan a punto de adquirir carácter,
rasgos decisivos, nitidez que nos acecha el riesgo de continuar
siendo una incesante acumulación de fragmentos, de parcialidades sin integración…."
 José Balza. Pensar a Venezuela Pág. 6


De todos es bastante conocido que cada término tiene una curiosa historia; y algunas veces, dando rienda suelta a la imaginación, un inmenso caudal de relatos adquiere cierta síntesis en un único étimo. Con un único  vocablo, usted adquiere un espectro de posibilidades de decir y enunciar.

Así también, se conoce  que una palabra empleada con falsedades; pronunciada con extravagancia o  embadurnada, para que diga lo que no le corresponde, constituye un camino oculto o riesgoso.

 Aunque los códigos lingüísticos se encuentren en permanente dinamismo; operando --según las épocas- con  variaciones y cambios; si no se precisa qué es lo que desean decir,   corren a contrapelo de la realidad. Recordemos que el lenguaje es un fenómeno social, que debe calzar con lo que tal hecho social envuelve.

Acaso no nos ha sucedido que; no obstante,  lo que queremos  percibir  hallarse  muy cerca de nosotros como para juzgarlo, sucede que  la neoretórica --que trata de construirse desde las esferas gubernamentales--  altera y tergiversa   los significados, y  los hace "saber distintos".  
Cada vez se hace menos pronunciable el discurso socio-político dominante.
Prevalece un clima que lo enreda todo. 
Las palabras comunes con las que quisiéramos intentar definir las cosas, o por lo menos irlas llamando por sus nombres, se han vuelto vacías. 
. 
Por eso los enunciados oficialistas en su mayoría son falsos. 
Nos queda la sensación de que hay que aprender de nuevo a pensar y a escribir. 
Pareciera que “las respuestas no siguen a las preguntas, el saber no sigue a la duda y las soluciones no siguen a los problemas (Larrosa, dixit).
 El uso indiscriminado y abusivo de los vocablos no sería tan grave si éstos no fueran instrumentos para llegar a conocer, analizar e interpretar la realidad. Por supuesto que  Los significados de las palabras son senderos abiertos para conocer el mundo.

Toda la  descripción anterior viene con el certero propósito;  porque escuchamos en los disímiles escenarios que monta “el Proceso” que nos encontramos en una interesante etapa de emancipación.  gesta patriótica para  liberarnos  de los imperios, con nuestras propias posibilidades y potencialidades.
Que es como decir: hay una acción para quedar liberados de un poder o procurarnos una nueva  independencia frente a algo. Tamaña desfachatez.

Prestemos atención al término mancipium, que es una herencia idiomática legada por el latín. 
Mancipium define toda cosa tomada, agarrada de la mano. Sostenida con fuerza; ejerciendo sobre ella cualquier símbolo que represente autoridad. 

Pues bien, no es necesario profundizar en discusiones intelectuales, o académicas de alto nivel para percatarnos que las decisiones que se vienen dando en los últimos años en nuestro país a lo que menos apunta, precisamente, es a una emancipación: a desplazar hacia fuera, a desligarnos de las estructuras poderosas que nos tienen atrapados para imponer sus designios, ajenos a nuestra propia identidad.

El presente régimen político en Venezuela, se ha encargado de hipotecar el destino y futuro de la nación, tanto a empresas transnacionales como  a países con los cuales ha trazado  ligazón ideológica. Cuyas funestas   consecuencias  funestas, denominadas por ellos  "estrategias de vínculos internacionales", ya son suficientemente conocidas: nos encontramos atragantados y comprometidos --agarrados de las manos-- con las hordas comunistas-terroristas-fundamentalistas que enervan al mundo.
Entonces, nos preguntamos, de qué emancipación estamos hablando.
Frente a lo anteriormente descrito, cabe  destacar el hecho que nuestra cultura socio-política, siempre ha  ha asumido una impronta civilista, en  un irreductible sustrato de democracia y de  paz.

 Pero, ya no resulta sorprendente para los investigadores sociales la tipología militarista que caracteriza al actual régimen nacional. De nuevo el poder político se encuentra una vez más en los cuarteles.
 La verdadera emancipación debe comenzar por erradicar tales despropósitos.
Estamos obligados a emanciparnos de los pensamientos alienantes; con mucho más razón cuando sabemos que en el tramo civilizacional que transcurre se asume el conocimiento ya prácticamente como un factor de producción.  Emanciparnos de las cartografías mohosas  y de las  entelequias rancias.

Nos permitimos exponer --con transparencia-- que en la actualidad los conocimientos  se construyen a partir de las confrontaciones de ideas; además, a partir de las  profundas transformaciones subyace la competitividad en tanto estrategia-medio para alcanzar los objetivos. Entonces digamos, qué emancipación, ni qué babosadas..
 Emancipémonos si, y rápido de quienes se atreven a sostener que individuo y colectivo jamás serán complementarios. Que son elementos mutuamente excluyentes.
 De esa manera de apreciar la realidad debemos emanciparnos.
 Emanciparnos de   quienes ven malas palabras en expresiones tales como: libre albedrío, libertad de pensamiento y de acción; pluralidad, democracia, diversificación de criterios. Porque para combatir las injusticias sociales y los desequilibrios obscenos de ningún modo hace falta anular al individuo y su lógica conexión con la sociedad.
 Vamos a emanciparnos de quienes  -- en su perverso juego con las palabras-- tuercen intencionadamente sibilina la posibilidad de que el ser humano se desarrolle de manera integral.
 El psiquiatra y psicoanalista francés Jacques Marie Émile Lacan advertía a cada momento a los estudiantes del Mayo Francés de 1968, en los siguientes términos: “Ah, ustedes ¿son revolucionarios? Muy bien. Pues sepan que la revolución siempre está en busca de un amo. No se preocupen, lo van a encontrar”. 
 Ante tan lapidario aserto, uno llega a concluir, cómo cuesta después emanciparse de los amos.






domingo, 23 de mayo de 2021

 

  ¿De qué socialismo estamos hablando?

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 abrahamgom@gmail.com

 

La libertad constituye la  característica más esencial de los seres humanos. Le es inmanente.

Estamos conscientes que, para alcanzar la libertad, todo cuanto se ha podido – a lo largo de la historia—se ha hecho.

Innumerables dispositivos diseñados, imaginados y practicados, con la única intención de conservarla.

Nadie hipoteca, voluntaria u obsequiosamente, sus principios libertarios; por los que lucha de modo incansable. Y si en algún instante, producto de ligeras circunstancias se ve sometido, más temprano que tarde logra reivindicarse.

El Estado es una institución creada por los ciudadanos para convenir los arreglos, dirimir confrontaciones, pactar los comportamientos societales; pero jamás como entidad de supra imposición a la “condición humana”.

Los Estados cuando no tienen en sí mismos una explícita contención constitucional y/o legal cometen los peores desmanes y atrocidades contra los ciudadanos. Aunque, – a decir verdad-- a veces por muy afinada que se encuentre la norma para restringir los abusos estatales, quienes administran los asuntos propios de los Estados cometen actos opresivos en perjuicio de los ciudadanos al saberse, circunstancialmente detentadores del poder, en posiciones ventajosas frente al común de la gente.

Significa además que asumen, de modo casi normal, la desigualdad de derechos ciudadanos, las inequidades sociales, culturales y económicas tanto que les parece natural no percibir las tropelías que cometen y en las que han caído.

Los Estados no se constituyen para enfrentar a los ciudadanos; de tal manera que nos resulta vergonzoso que alguien, en el presente tramo civilizatorio contemporáneo --de plena reivindicación de las libertades-- quiera convertirse en émulo de Hobbes y desempolvar sus deleznables tesis; que nos permitimos sintetizarlas  con la expresión siguiente  “...En el gobierno de un Estado bien establecido; cada particular no se reserva más libertad que aquélla que precisa para vivir cómodamente y en plena tranquilidad; ya que, el Estado no quita a los demás más que aquello que les hace temibles. ¿Pero, qué es lo que les hace temibles? Su fuerza propia, sus apetencias desenfrenadas, su tendencia a tomar decisiones discrepantes de la unanimidad mayoritaria…”    !.Casi nada...!  

Con seguridad usted coincidirá conmigo en que quienes participan en el denominado en el “socialismo del siglo XXI”, han aceptado (sin discusión) que cuando alguien pronuncie cerca la palabra solidaridad, no les causará ninguna sensación o emotividad; por cuanto, ellos han renunciado a sus libertades, al pensamiento crítico y a sus   propias consideraciones.

No son más, decimos nosotros, que sustratos de indignidades, por cuanto la dignidad se explica en buena medida por la autonomía intrínseca e inherente del ser humano.

Reforcemos, hoy como ayer, el viejo enunciado que señala: “sólo el que sabe gobernarse así mismo según su principio racional resulta señor de sus acciones y en consecuencia, al menos parcialmente, un sujeto libre, es un ciudadano”.

La dignidad se basa en el reconocimiento a la persona de ser merecedora de respeto. La dignidad propugna tolerar las diferencias para que afloren las virtudes individuales con lo cual se vigoriza la personalidad, se fomenta la sensación de plenitud y el equilibrio emocional.

 La práctica política, aunque orientada a la formación ideológica; basada además al ejercicio del poder para la toma de decisiones en procura de un objetivo, no implica, obligadamente, que quien haga política de entrada deja hipotecada su dignidad. Menos en un sistema político que se precie ser en esencia socialista.

Las definiciones y desenvolvimientos de regímenes socialistas han tenido sus variaciones y matices a lo largo de la historia.

Hay quienes se atreven a apuntar que ni socialismo ni comunismo propiamente tales hemos tenido hasta ahora. Sin embargo, insistimos en señalar que mientras vinculemos socialismo, conforme a sus orígenes doctrinales, con: la búsqueda del bien común, con la distribución de las riquezas, con la igualdad social (que no igualación) y con la participación regulatoria del Estado en las actividades socio-económicas; diremos que  bastan estas premisas para concederle al socialismo —atenuadamente-- como sistema de pensamiento y acción, un prominente basamento de dignidades; por cierto, bastante  lejos de lo que atravesamos en estos tiempos aciagos en Venezuela.

 La realidad impone cierta velocidad ante la cual debemos ubicarnos a tono Uno observa con perplejidad que quienes se dicen militantes del actual régimen huyen de las tareas de autocríticas, menos aceptan que se les diga que las muy pocas diligencias practicadas para el crecimiento de las ideas y la organización partidaria únicamente han tenido escasos resultados hacia adentro.  

También con la intención de formular contraste directo frente al socialismo de cualquier tipo o talante diremos que la democracia, (con la que nos regustamos a pesar de sus errores e imperfecciones) no sólo queda definida como forma de organización política sino en tanto modo de convivencia y estructuración social: menos vertical, con búsquedas más igualitarias (que no igualación) de las relaciones entre sus miembros.  Que, aunque sean muchos y muy variados los escenarios políticos escogidos por la gente para participar (de este o de aquel lado) prevalece el respeto y la tolerancia hacia el otro.

En fin, es la democratización: proceso desde donde se hace común y corriente el disenso que será siempre fértil, si dejamos a un lado los estigmas, exclusiones y descalificaciones.

domingo, 16 de mayo de 2021

 

Lo peor de nuestra historia contemporánea

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia venezolana de la Lengua

 

Comienzan a despejarse las dudas. Ya no quedan sospechas. A partir de ahora, se acelerará y acentuará el    derrumbamiento político en todos los intersticios de lo que aún denominan “Proceso”; entelequia dañina pronunciada con menos fuerza. De ingrata recordación

Ellos lo saben; por cuanto, la Comunidad Internacional ya los tiene retratados a cuerpo entero. No se necesitan más diagnósticos para conocer –con certeza—lo que realmente son; por eso, hay una intuición que capta en la masa roja la cercanía del descalabro.  

Los copartidarios   lo perciben e intentan darse ánimos unos con otros.

Resulta que se han convertido en los más interesados en concretar, con prontitud, el Acuerdo de Salvación Nacional que estructuró y propuso el Ing. Juan Guaidó, en su condición de líder de la verdadera oposición venezolana. Idea de reivindicación ampliamente acogida por los países y gobiernos democráticos del mundo.

Sin embargo, estamos obligados a señalarles ---a quienes han estado por más de veinte años conculcando derechos y atropellando a todo un pueblo--- que la voluntad de su “presunta rectificación” no basta ante la realidad que los acusa y acecha.

 La principal característica de la histeria colectiva que exhiben viene dada por el desconcierto patológico que manifiesta un gran número de comilitantes del régimen. Preste usted atención para que capte que hasta los más recalcitrantes ortodoxos del inefable “socialismo” transpiran los quejidos.

 Hubo un momento en que parecían invencibles, y a la otra parte de la sociedad; dígase quienes asumimos desde siempre la libertad y la democracia en tanto Principio existencial: antagónica de sus indigestiones ideológicas, nos estuvieron considerando   escuálidos y guarimberos.

 Cómo olvidar que fuimos sometidos a las más abyectas de las humillaciones quienes hemos tenido la legítima y natural actitud de adversar las posiciones oficialistas, no por ultrancismo – que jamás hemos practicado-- sino por avizorar el fraude en las ejecutorias de las desacertadas políticas públicas, en las que nos han pretendido encallejonar este hatajo (con h) de hitlerianos tropicales.

 

 ¿A cuál socialismo se referían cuando hablaban de socialismo? ¿Qué   transformación dicen que estaban haciendo?  ¿Cuál sociedad ideal tenían para que la hiciéramos réplica en nuestras especificidades?  

 Nada serio había en sus pobrísimos discursos cuando nos plantearon hasta la obstinación que iríamos a un mundo mejor, parecido a Cuba, China o Corea.

 Los “planificadores” del gobierno asomaban, como mascarón de proa inflexibilidades en las decisiones. Nunca aceptaron justificadas observaciones de nadie.

 La inocultable ineptitud la estuvieron maquillando con arrogancia y soberbia. Fruncían el ceño para espantar las incómodas críticas bien fundamentadas. La autocrítica les resbalaba; porque se creían y se la estuvieron dando de autosuficientes.

Únicamente ellos poseían el prodigio – incompartible-- de atesorar “la verdad absoluta” e incuestionable. La deleznable situación del país hoy devela la ruindad ideológica que los atraviesa.

Por eso y sólo por ellos es que estamos como estamos en las peores condiciones sociales y económicas, en la más patética inseguridad jurídica y ciudadana, en un descrédito internacional. Nos han conducido a tamaña precariedad ética y moral.

 Una nación con su extraordinario potencial para el sostenible desarrollo humano integral no merece la abominación causada por parte de estos detentadores circunstanciales del poder.  Que están “pidiendo cacao”. Que quieren irse, en un sálvese quien pueda.

 Ellos provocaron que en nuestro país únicamente prevaleciera, en los últimos años, la detestable militarización de los espacios naturales de la sociedad civil, con el agravante de pretender hacer tolerable tal engendro “como si” se tratara de una circunstancia normal y rutinaria.  Siempre aspiraron que, a fuerza de marchas, persecuciones, juicios amañados la sociedad civil y democrática se tragara la militarización.

Ya hay suficientes evidencias de la abominación que causan los regímenes totalitarios-militaristas de derecha o de izquierda. Esto que dieron en llamar “socialismo,” de extraño acuñamiento ideológico, buscó arreglársela “como si” hubiera una revolución.

 Más de una vez, nos sorprendimos al ver a intelectuales que creíamos densos en sus pensamientos y criterios, desempeñar la función de exégetas del régimen, para   propagar “las bondades” educativas, sociales, culturales. Cuánta desvergüenza tendrán que cargar o arrastrar, en lo sucesivo. 

La acumulación incontenible e insoportable de errores y desaciertos en todos los ámbitos, sectores y áreas ubica al actual régimen como el peor de la historia contemporánea de Venezuela. Estamos considerados, por la irresponsabilidad e ineptitud de estos facinerosos el país más miserable de la tierra.  Las expectativas levantadas de justicia social y reivindicación de los pobres constituyen en la actualidad un inmenso fraude.

 

domingo, 9 de mayo de 2021

Guayana Esequiba: si no es en la Corte, entonces dónde y cómo

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizo de Venezuela (IDEFV)

 

 

Cifras considerables -- producto de análisis y registros creíbles-- del Fondo Monetario Internacional revelan que Guyana obtuvo, en 2020, un crecimiento de su PIB, por el orden del 86%; incluso, se especula que sobrepasó en un 14 por ciento a la misma China, en su incremento de riquezas.

Nos enteramos que, en el primer trimestre de este año, han aumentado las operaciones de “exploración y las exportaciones petroleras de Guyana” (¿…?). Aprovechamiento de  lo que no les pertenece.

La temeraria aseveración anterior la colocamos entre comillas adrede y con interrogantes dudosas; porque el Bloque Stabroek (donde se han activado los pozos Payara, Liza y Uaru) se encuentra en la proyección atlántica tanto de la Zona en Reclamación, como en la prolongación marítima correspondiente al Delta del Orinoco (que no entra y jamás ha estado involucrada en el presente   litigio).

El Bloque Stabroek tiene (26.800) kilómetros cuadrados; con recursos recuperables descubiertos actualmente; cuya estimación alcanza a más de 8 mil millones de barriles de petróleo.

No hay el menor recato para dar a conocer, por parte de La ministra de Recursos Naturales de Guyana Vickram Bharrat, que el descubrimiento citado se suma a la consideración en cifras que ellos manejan de recursos de aproximadamente 9.000 millones de barriles de petróleo de reservas probables que se calculan para la zona. Área—precisamente-- que la hemos puesto siempre en contención. Proyección atlántica aún por definirse, en lo que atañe a la Zona en reclamación.

 Las autoridades guyanesas se ufanan que sus estimaciones proporcionan una perspectiva entre 700.000 y un millón de barriles diarios; pero –diremos nosotros—dentro del ámbito geográfico, que reivindicaremos, porque siempre ha sido nuestro. Además, añaden sin remilgos, que la excolonia británica puede llegar a ser el país con el mayor caudal financiero líquido disponible y de ingreso per-cápita. Tal vez, la nación en el mundo, con el mayor número de barriles de petróleo por habitante.

La Zona Esequiba (y su proyección marítima) donde están operando las citadas empresas nunca ha sido ni británica ni guyanesa; lo que ha habido es una descarada   ocupación abusiva de las transnacionales, a partir de concesiones fraudulentas e ilegales que recibieron de los gobiernos guyaneses. Entregas impregnadas de añagaza económica; por cuanto, contrarían el espíritu, propósito y razón del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.

Pronunciemos –para que lo escuchen allá-- una y muchas veces: los convenios suscritos, de buena fe, entre Estados son para ser cumplidos; tal como en efecto lo admite de suyo el principio Pacta Sunt Servanda.

Sin embargo, nos preguntamos: hacia dónde apuntan las miradas de las autoridades de nuestra Cancillería.

 Nos parece que ya es tiempo que quienes manejan la política exterior de Venezuela consignen las debidas denuncias --suficientemente documentadas-- ante las instancias internacionales correspondientes, por la vileza cómo viene operando ese enjambre de empresas transnacionales, con la anuencia de los gobiernos guyaneses.

Cuando tuvimos la ocasión de recorrer el país – en casi todas sus universidades—dictando la conferencia, “Guayana Esequiba: litigio histórico y reivindicación en justicia”, nos agradó el inmenso interés que la mencionada controversia ha despertado y concitado en bastantes sectores de la población venezolana. Como nunca, debo decirlo con honestidad, la gente desea explicaciones sobre lo acaecido el 03 de octubre de 1899, y suscrito en la írrita y nula sentencia arbitral, denominada Laudo Arbitral de París.

Con objetividad y detenimiento, hacemos en cada exposición discursiva un análisis crítico del vil despojo del cual fuimos víctima, hace más de un siglo, mediante la citada tratativa perversa de talante político-diplomática.

Motivado a la pandemia, ahora los intercambiamos los llevamos a cabo vía zoom, en las redes sociales, por   radio o televisión.  Importante y lo que interesa es no quedarnos callados, ni dejar “adormecer” este asunto de inmensa repercusión nacional.

Reconocemos que han aflorado en todas las regiones aportes significativos para alcanzar pronto un arreglo “práctico y satisfactorio”, en este pleito. Esa alternativa pudo haber sido una solución, algunos años atrás. A mi modo de ver, ya está superada; porque el asunto controversial escaló a nivel de la Corte Internacional de Justicia; y en ese Tribunal no hacen “arreglo” de tal tipo; sino que aplican el derecho; y solo, excepcionalmente, por mutuo acuerdo de las partes, podría dar una solución ex aequo et bono.

Por las redes, nos hemos encontrado con todas las opiniones habidas y por haber. Conjeturas inimaginables, posiciones contradictorias; críticas   bien fundamentadas hacia las autoridades de la cancillería, por la opacidad informativa en la aparente defensa de los intereses del Estado venezolano. Señalan los silencios cómplices, las declaraciones destempladas o extemporáneas, las elogiosas frases a la contraparte, en escenarios internacionales.

Estudiosos del litigio, que piden la palabra en las video-conferencias, para   preguntar:  por qué tantas permisividades, de parte de Venezuela para con las empresas transnacionales, que están esquilmando nuestros recursos (de todo tipo) incalculables.

Afloran varias propuestas un poco desentonadas o desencajadas; pero, respetadas también por la forma, el fondo y la intención como son expuestas. Todas son oídas y analizadas.

Tenemos una reclamación centenaria que ahora se dirime en la Corte Internacional de Justicia.

 Juicio que se lleva adelante; el cual no se paralizará por ausencia de alguna de las partes. Y que incluso, de acuerdo con el artículo (53) del Estatuto de la CIJ puede llegar a haber resolución sentencial, así alguna representación concernida no se haga presente.

Este Alto tribunal de la Haya – como ya se sabe— el 18 de diciembre del año pasado, admitió su jurisdicción y competencia para proceder a conocer forma y fondo en este pleito, conforme al recurso interpuesto por Guyana; cuya pretensión procesal (contenida en su petitorio) nos resultará fácilmente desmontable; por cuanto, no poseen el menor asidero histórico-jurídico de lo que en el escrito solicitan a la Sala juzgadora de la Organización de las Naciones Unidas.

Nuestra delegación fue citada, el 26 de febrero del 2021, para la primera audiencia oral (denominada vistas procesales); con la finalidad de exponer nuestros alegatos de los hechos, sustentados en el pleno derecho que poseemos sobre esas tierras; así también argumentar, a nuestro favor, con los elementos de probanza que tenemos – y que son bastantes-. Nuestros escritos no admiten prueba en contrario

 ¿Qué pasó en esa fecha? No asistimos al citado evento. Para entonces, hubo una decisión del   Ejecutivo Nacional de no comparecer. Se prefirió provocar una “reunión de cortesía internacional”; que, aunque válida en estos casos de controversias entre Estados, no surte mayores efectos jurisdiccionales.

Hay quienes se inclinan – como estrategia de recuperación-- un enfrentamiento bélico; Sin embargo, mayor sensatez percibimos en quienes piensan que el desarrollo conjunto sería una opción valedera.

 Mucha gente en Venezuela, cree que debemos denunciar (desaplicar contenido) el Acuerdo de Ginebra para buscar soluciones, con mayor libertad, no obligantemente según el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.

Escuchamos exposiciones que mencionan la venta de la Zona en Reclamación, y proceder a repartir el producto entre Venezuela y Guyana. Otros que prefieren que de darse una sentencia en la Corte Internacional de Justicia sea favorable a las (9) etnias que allí habitan. Hay quienes aportan como solución la conformación, en esa área, de una nueva nación, con población de Venezuela y Guyana.

Mi posición sigue invariable, y la he justificado en los siguientes términos: si poseemos suficientes elementos probatorios para exponer y alegar que la Guayana Esequiba siempre ha sido nuestra jurídica, cartográfica, demográfica e históricamente, no debemos rehuir el “combate” al que estamos convocados para el 08 de marzo del 2023.  Debemos solicitar que se transmita para el mundo entero, el momento cuando hagamos la consignación por escrito de nuestro memorial de contestación de la demanda; la cual estará munida de argumentos irrebatibles.