lunes, 23 de mayo de 2016



 -- Pero en deuda histórica con Venezuela--
   50 años de la  Independencia de Guyana

Tucupita. (Especial).- Este venidero 26 de mayo la población guyanesa celebrará  lo que ellos consideran como su fecha histórica más importante: la independencia lograda luego de haber sido por muchos años  una colonia británica. “Nosotros seguimos viendo con tristeza y profunda indignación la pasividad de los entes competentes  y de muchos sectores de la sociedad venezolana; y en las pocas reacciones del gobierno observamos  lamentables torpezas. Da la impresión que hay un juego perverso o ineptitudes entre quienes dirigen la política exterior venezolana. No han enseriado la situación de invasión descarada que ha hecho Guyana en la propia plataforma continental por el estado Delta Amacuro y en la Zona en Reclamación”. Luego expone el Dr. Abraham Gómez “Toda colonia tiene derecho a constituirse, conforme al Derecho Internacional Público, en un Estado-Nación, pero sin cabalgar con deudas históricas en asuntos de soberanía, como  en este caso donde nos arrebataron este territorio y después lo solaparon con raras tratativas para constituirse en república. Sin embargo no ha habido un comunicado contundente, de reivindicación con nuestra  Guayana Esequiba.  Qué hay por debajo de la mesa”. El Dr. Gómez, quien ha visitado la Isla de Anacoco: San Martín de Turumban (Venezuela) y Etereiban (Guyana) para efectos de estudios académicos, mantiene en esta denuncia “Guyana ha dicho que con el Laudo Arbitral de París de 1899 ya este espacio geográfico, entregado a ellos de manera nula e írritamente, es cosa juzgada. Además, recientemente el gobierno guyanés de Granger recibió el respaldo del Comisionado del Reino Unido en Guyana, de la Commonwealth, del Caricom y del pasado gobierno brasileño. “Da la impresión, continúa exponiendo Gómez, que hay complicidades escondidas, juegos extraños entre algunos gobiernos para permitir a la Exxon-mobil, La Shell, La Anadarko, el consorcio chino Shi Ban Lin y muchas otras empresas la explotación a diestra y siniestra de los recursos petrolíferos, madereros, energéticos, acuícolas, piscícolas etc. Explotación y comercialización de bastantes rubros del mar y de la tierra en provecho de los guyaneses quienes venden, por ejemplo, arroz a Surinam y ésta lo revende a Venezuela. Las transnacionales tienen años operando en los  yacimientos correspondientes a los bloques Stabreak, Roraima, Pomaroon, Hess, SC. Minerals, CNOOC (por cierto, empresa de China). “Debo enfatizar que la explotación petrolera, en provecho de Guyana la están haciendo en nuestras propias narices, no sólo en el Mar Territorial que genera la Zona de reclamación del Esequibo, que es otra cosa, sino en el espacio que pertenece a nuestra demarcación territorial que no está en discusión. Es decir de Punta de Playa para acá.”
“Debo manifestar--- sigue exponiendo el conocido profesor Abraham Gómez cuya tesis doctoral es precisamente sobre fronteras-- a quienes detentan este régimen, que se dice nacionalista, un conocido principio aplicado siempre: en el Derecho Internacional Público, los silencios de los Estados que son vulnerados en su territorialidad propician derechos en los Estados que se imponen. Es decir que si usted calla lo que le están haciendo es porque está otorgando. Luego no tiene moral ni argumentos para reclamar. Técnicamente se conoce como Aquiescencia, y si después usted sale alabando el trabajo de la parte en litigio, elogiando constantemente como lo han hecho los voceros oficialistas, se le aplica la figura de Estoppel; y cualquier reclamo en la ONU se cae. Se vicia.”
“La excanciller guyanesa mandó, hace poco, al Acuerdo de Ginebra al cipote. El actual canciller ha dicho que de esa zona ni una grama es venezolana. El Acuerdo de Ginebra de 1966 es  el único documento del cual asirnos para señalar en las instancias internacionales respectivas que fuimos despojados de 159.500 kilómetros cuadrados, en el írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899”.
“La historia --enfatizó Gómez—les cobrará esta omisión permisiva a los revolucionarios de pacotilla que no han tenido la disposición para defender nuestra soberanía, y se han arrastrado, militares incluidos, a la estrategia que está jugando Cuba en estos asuntos.”. Concluyó.


viernes, 13 de mayo de 2016



 SIEMPRE CIUDADANOS, JAMÁS SÚBDITOS.
   
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Las sociedades avanzan o retrogradan según como piensen los ciudadanos que la componen. Así como manifiesten éstos también su modo de ser generan y difunden la cultura.
 La edad de piedra no se acabó porque se agotaron las piedras sino porque quienes vivieron en esas sociedades sintieron el impulso arrollador de progresar.
 Hoy con el inmenso caudal de tecnologización a quién se le ocurriría regresar a la época cavernaria, porque a la época del trueque parecía que no volveríamos y ya regresamos triste y vergonzosamente.
Los seres humanos tenemos un destino inexorable: estamos obligados a vivir juntos. A muchos les resulta complicado con-vivir, cuya acepción vendría a significar “tejerse a la piel del otro”.
 Con-vivir comporta mucha más admiración que llenar de personas un espacio territorial o asentar a una considerable porción de gente en un lugar determinado para que satisfaga, conforme a las circunstancias, sus necesidades existenciales.
Admitamos que somos seres humanos con nuestros instintos y aprendizajes. Que estamos obligados  a compartir. Com-partir para reencontrar en un crisol lo que en realidad sabemos con anticipación es diverso.  Qué debemos Com-partir. Compartir espacios, motivaciones, emociones, sensibilidades, valores, conocimientos, normas. Cuando hacemos nuestro el principio y la condición de educabilidad, en procura de una sociedad vivible, trazamos reglas y cuidamos los desempeños porque todos los entes colectivos son seres vivos, por tanto propensos a sufrir enfermedades, a padecer de alguna sociopatología. El  cuerpo social también se  enferma.
Tal vez sea la cultura el vector de mayor importancia que nos vincula como sociedad: la cultura en tanto expresión humana con sus mitos y ritos que  a veces por son cuestionados. La cultura generadora permanente de diferenciadoras posiciones ideológicas y de tensiones y pulsiones. En fin,  todo este andamiaje nos confiere idiosincrasia y (a lo mejor) suficiente piso identitario.
Con escasa seriedad algunos sostienen que nada tiene que ver el  hombre político (el antrophos zoon politikon) con el hombre pensante (el  antrophos zoon logos echon). Es decir que una cosa es arreglar los asuntos de desenvolvimientos en la polis y otra muy distinta consiste en reflexionar.
 Consideramos que tal tesis carece de algún asidero. Veamos por qué. Si la razón (logos) sirve de asiento a la polis, y  en ésta a su vez descansa el modo de pensar, cómo puede una parte del cuerpo social reñirse con la otra y marcarle distancia. Dicho de otra manera: pensamos de acuerdo con “nuestro-mundo-de-vida” y éste último fija nuestras ideas. Razón y polis se reenvían permanentemente.
Algunos otros detalles para seguirle entrando a esto: hoy, cuando en el mundo entero se reconocen y  constitucionalizan los Derechos Humanos como prerrogativas y principios de aceptación universal de las personas, que garantizan jurídicamente su dignidad en su dimensión individual, social, material y espiritual frente al Estado, a quién se le antojaría replicar las ideas de Hobbes, del siglo XVII, quien sostenía que la soberanía de los seres humanos, por   no alcanzar nunca la suficiente madurez, estaban obligados a delegarla indefinidamente en un ente jurídico-político llamado Estado para que tutelara los comportamientos sociales y evitar que “el hombre sea el lobo del hombre”.

 A veces tenemos más preocupación por arreglar los problemas de las urbes (asientos físicos-patrimoniales de las ciudades), desde lo cual asumimos una especie de pacto de urbanidad, un trato anónimo, impersonal, distante, consuetudinario. Mientras que la condición de ciudadanos, originada en las cívitas, se genera cuando asumimos concientemente la civilidad al intercambiar modos de ser. Cuando damos manifestaciones afectivas, demostraciones de pertenecer y querer tal socialidad, y en consecuencia obtener los debidos reconocimientos por parte de la comunidad natural. Debemos saber leer los signos sociales de nuestra cívita.