sábado, 30 de junio de 2018




Guayana Esequiba: estrategias inteligentes y criterios unánimes.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.

Había tardado demasiado el gobierno guyanés en iniciar una descomunal campaña en los medios, cuyo contenido apunta a manipular la decisión de Venezuela de invocar la No comparecencia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Según la sibilina y machacona programación no poseemos los recursos argumentativos probatorios de nuestra contención; por eso rehuimos el Arreglo Jurídico, en tan Alto Tribunal.

La torcida información que difunden los coagentes guyaneses, en su condición de contraparte en este litigio, deja entrever que los venezolanos no poseemos suficientes elementos para desmontar lo que Venezuela califica de írrito, nulo, sin eficacia y efecto legal: el Laudo Arbitral de París de 1899; y que, contrariamente, ellos lo consideran res judicata (cosa juzgada), con validez plena.

Estamos observando y analizando el despliegue inusitado en los canales internacionales, en los diarios de mayor circulación: de credibilidad y prestigio y los más leídos en el mundo la incansable propaganda que la excolonia británica se está haciendo en torno al histórico caso del Esequibo. Se están tratando de diseñar una matriz opinática favorable.

No quedan dudas que todo la detestable parafernalia mediática, que estamos denunciando, recibe cuantioso financiamiento de las casi cincuenta compañías, de distintas procedencias, con lo cual pretenden   resguardar sus intereses en la exploración, explotación y comercialización de los inmensos recursos de la Zona en Controversia.

Debemos ser enfáticos en pronunciar con insistencia ante el mundo que no le estamos quitando las dos terceras partes del territorio de Guyana, como ellos arguyen.

Nosotros tenemos enjundiosa documentación para demostrar que fue el Imperio Británico que nos invadió y despojó, mediante las trampas y demás tratativas políticas-diplomáticas urdidas a finales del siglo XIX, de una séptima proporción de la geografía venezolana, (con la aviesa disposición de arrebatarnos, inclusive hasta el Delta del Orinoco y parte del estado Bolívar) que luego la cede (por las presiones de descolonización) para que se forme la República Cooperativa de Guyana, el 26 de mayo de 1966.

Después  de conocer nuestra incomparecencia para dirimir en la CIJ, el gobierno guyanés  se ha desatado con ferocidad, en dos vertientes: a lo interno con la utilización de la televisión mañana, tarde y noche contra Venezuela; haciéndonos pasar como avaros en la reclamación o imbéciles e ignorantes del Derecho Internacional Público; también  las sistemáticas visitas diarias a la Guayana Esequiba (a sus cinco regiones administrativas, según ellos) del presidente Granger, ministros, miembros de la Fuerzas Armada, empresarios, representantes de todas las organizaciones políticas e iglesias.

La opinión pública venezolana debe saber y asumir a concierna que no estábamos obligados a admitir la competencia de la Corte Internacional de Justicia para que conociera de nuestra centenaria reclamación, y menos sentenciar al respecto.

Venezuela no es signataria del Pacto de Bogotá de 1948, también denominado Tratado Americano de Soluciones Pacíficas.

Lo que hemos descrito, de manera somera, es lo que vergonzosamente ha emprendido Guyana; preguntémonos, asimismo, qué debemos hacer nosotros para ponderar y proyectar nuestras verdades sobre este litigioso caso.

Hemos leído y escuchado conjeturas y opiniones infundadas y dispares de compatriotas.
Eventualmente percibimos reacciones esporádicas de los voceros oficiales, con cierto sesgo ideológico o partidista. Casi no hay cabida sostenida en los medios de comunicación para los expertos.

En fin, estamos obligados a concitarnos como País para que la comunidad internacional, aprecie en su justo valor que conocemos, integrativamente, lo que estamos reivindicando.





domingo, 24 de junio de 2018




Esequibo: deuda por desidia.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Haber decidido por la no comparecencia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), luego de la demanda que interpuso el gobierno guyanés contra Venezuela en ese alto tribunal, todavía no hemos obtenido solución definitiva en la contención que seguimos sosteniendo.

Invocar la no comparecencia, como lo hizo nuestra delegación, resultó, ciertamente, una postura estratégica inteligente; y evitó que los coagentes de la excolonia británica se salieran con la suya en la celada tendida.

 Es verdad que la no comparecencia nos da un respiro, pero no aporta un último desenlace en esta histórica controversia.

Los enviados por el presidente Granger y el canciller Greennedge imaginaron que la representación nuestra iba a optar por la figura jurídica denominada fórum prorogatum; es decir, admitir de pleno derecho la competencia de la CIJ para conocer la causa y sentenciar.

Aunque Venezuela jugó bien la carta de la no comparecencia, debemos ser responsables ante el país y manifestar que   el mandado no está hecho, completamente. Hay que afinar los pasos siguientes.

Debemos estar conscientes de la importancia y alcance de haber optado por la no comparecencia.

Un aspecto bastante significativo y destacable, en la aproximación tuvieron las partes en litigio en al CIJ, es que quedó en evidencia que ellos están asesorados por abogados con experiencias en controversias entre Estados, y financiados por todas compañías, estadounidenses, canadienses, holandesas, chinas que explotan nuestros recursos petroleros, energéticos, hídricos, mineros, madereros, de flora y fauna en general.

Así también, la delegación guyanesa demostró que está dispuesta a jugársela completa; inclusive hasta con una extraña y tramposa manipulación del propio estatuto de la Corte.

Reiteramos que en muchas ocasiones estuvimos haciendo las advertencias a las autoridades de la cancillería venezolana; en el sentido,  de que quedarse callados, dar aquiescencias o permisividades;  omitir las denuncias oportunas y contundentes; o tolerar que los  gobiernos guyaneses, desde Cheddi Jagan hasta hoy, otorgaran concesiones a más de (39) empresas transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de los vastos recursos que tiene la Guayana Esequiba ( violatorio del Acuerdo de Ginebra de 1966); todos estos silencios cómplices  y/o las alabanzas imprudentes e inconvenientes en favor de la contraparte (  Principio de Estoppel),  iban a conspirar contra nosotros en los reclamos, que desde hace más de un siglo hemos hecho de esa zona, que siempre ha sido nuestra.

Si decimos con propiedad que siempre ha sido nuestra, nos basamos en el Justo Título que nos confiere la Cédula Real de Carlos III, cuando crea la Capitanía General de Venezuela, el 8 de septiembre de 1777; Justo Título que lo hemos hecho traslativo en cada una de nuestras Constituciones; desde la promulgada el 5 de julio de 1811 hasta la Carta Magna vigente.

Sin embargo, reconozcamos, con carácter de autocrítica generalizada, que hemos tenido demasiada desidia para mantener altivo el interés en la opinión pública nacional por la Guayana Esequiba.

No exageramos si decimos que hay compatriotas que se pierden en el mapa, y no logran precisar dónde les queda la séptima parte de nuestra geografía que vilmente nos arrebataron.

Aparejado a esta crítica, nos complace saber del impulso de tantas organizaciones no gubernamentales (Mi Mapa de Venezuela, y Venezuela Esequiba, entre otras) que han desarrollado un elogiable trabajo informativo, actividades de concienciación nacional sobre nuestra Guayana Esequiba. Así también, del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV), del Consejo Venezolano de la Relaciones Internacionales (COVRI), del Comité Pro Defensa del Esequibo y  de muchos  intelectuales que nos hemos tejido en este hermoso apostolado.

Asumamos, modestamente, que todo lo hecho hasta ahora parece que resulta poco para tamaño emprendimiento.

 ¿Acaso no estamos a tiempo de seguir haciendo más labor de reivindicación venezolanista, por  nuestra Guayana Esequiba,  dejando a un costado cualquier sesgo ideológico o partidista que intente diferenciarnos en este noble propósito?

lunes, 18 de junio de 2018




Guyana nos amenaza e intenta intimidarnos

“Luego de cumplirse la reunión pautada para este lunes, en el despacho del honorable Abdulqawi Ahmed Yusuf, presidente de la Corte Internacional de Justicia, entre la delegación venezolana y la guyanesa. Nuestro país no aceptó la competencia de ese tribunal para dirimir y menos sentenciar sobre la controversia que sostenemos por la Guayana Esequiba, con la excolonia británica”

Lo dice el Dr. Abraham Gómez, quien ha sido estudioso, a tiempo completo, de este asunto de interés nacional.
“como se recordará – añadió Gómez – habíamos dicho que conforme al Derecho Internacional Público, Venezuela tenía dos opciones denominadas: No comparecencia o fórum prorogatum.  La primera consiste en asistir, una única vez, como se hizo hoy, para señalar, explícitamente, con todo respeto que la mencionada Corte no tiene atribuciones para conocer en cuanto a la contención que sostenemos por el vil arrebato que nos hicieron con el Laudo Arbitral de París en 1899; y la otra medida era admitir como bueno y propio los discernimientos de esta Corte y someterse a sus determinaciones sentenciales al respecto”

Quisimos conocer, entre otras cosas, qué va a pasar, con esta pelea por el Esequibo de ahora en adelante, a lo que el docente universitario y conferencista, nos expuso:

“déjeme mencionar antes que la decisión que tomó la delegación venezolana hoy, en La Haya, está plenamente ajustada a derecho; inclusive propuso rehabilitar la vía del Buen Oficiante, como medio que encuadra en el Artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas, para arreglos pacíficos,  prácticos y satisfactorios de conflictos entre Estados. ¿Qué va pasar en lo sucesivo?, que el Presidente de la Corte debe reenviar el caso al  Secretario General de la Naciones Unidas para que continúe conociendo y mediando, a través de la designación de un nuevo Buen Oficiante, de común  acuerdo con las Partes en litigio”


“El comunicado que emitió esta tarde la cancillería guyanesa nos parece desconsiderada e intenta atemorizar, cuando leemos textualmente, lo siguiente ‘si Venezuela persiste en su negativa a participar, las reglas prevén que la Corte proceda, después de una audiencia completa del caso, a una sentencia definitiva que sea legalmente vinculante tanto para las Partes como para los no participantes. Qué buscan los guyaneses con este ardid, sembrar desconfianza entre la opinión pública nacional; y tal vez, darse ellos algunos ánimos”

Pero, aclárenos esta duda: ¿En qué se basan ellos, los guayaneses, para sentirse tan seguros que ese Tribunal Internacional les pueda dar la razón, y entregarles, ya definitivo, por ley, la Guayana Esequiba?

“Ellos están invocando el artículo 53 del estatuto de la Corte, que contempla que cuando una de las Partes no comparezca (que fue la decisión tomada por nuestro país, No Comparecencia) ante la Corte o no defienda su caso (lo que se llama confesión ficta); la otra Parte podrá solicitar al Tribunal que decida a favor de su reclamación. Pero, ellos omiten adrede, que ese mismo artículo 53, contempla en su numeral 2, que antes de dictar su decisión, la Corte deberá asegurarse no sólo de que tiene competencia conforme a las disposiciones de los Artículos 36 y 37, sino también de que la demanda está bien fundada en cuanto a los hechos y al derecho; y aquí sí es verdad que no hay leguleyismo que valga”

¿Entonces, este caso va para largo?

Parece que sí. Aprovecho esta ocasión para hacer un llamado a las autoridades de la cancillería venezolana, en el sentido de evitar partidizar o sesgar con ideologías este asunto que debe concitar al pueblo venezolano en general. Concluyó.

sábado, 16 de junio de 2018




Guayana Esequiba: incomparecencia o fórum prorogatum.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com                  

Estamos obligados, como venezolanos, a concitar una inteligente estrategia para enfrentar, a partir de hoy, un complejo dilema ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Lo que siempre había sido centro de sospechas, en el asunto de la controversia por la Guayana Esequiba, ya constituye para nosotros una realidad que no nos conviene seguir esquivando.

Este lunes 18 de junio, en acto solemne, la delegación de Venezuela que adquiera el nombramiento y legitimidad   para que nos represente en la CIJ debe dilucidar la inflexión crítica siguiente: si impugnamos al mencionado Tribunal Internacional, por no tener competencia donde dirimir la histórica controversia o por el contrario, admitimos como buena y propia la instancia jurisdiccional mencionada, y en consecuencia nos sometemos a las determinaciones sentenciales  que se establezcan allí, para el caso en cuestión.

Frente a tamaña disyuntiva, deseo explicar una y otra decisión, con la finalidad de hacernos de opiniones densas, por lo que habrá de trascender, de ahora en adelante.

Resulta válido que Venezuela se dé por citada y asista, por primera y única vez, con el propósito de dejar sentado que no acepta la competencia de la CIJ, para dirimir la contención que sostenemos en el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966, donde denunciamos por írrito y nulo el Laudo Arbitral de París de 1899.

La determinación que podemos tomar, y que se describe en el párrafo anterior, se denomina: No Comparecencia; la cual es perfectamente admisible, conforme a la doctrina del Derecho Internacional Público.

Sin embargo, hacemos la advertencia que un Estado, como lo hizo Guyana el 29 de marzo de este año, puede unilateralmente presentar una solicitud para iniciar los procedimientos ante la Corte sin tener el consentimiento de la otra Parte en litigio.

Examinado el hecho así, la Corte Internacional de Justicia no tiene jurisdicción para encargarse de la solicitud de demanda que nos hace el gobierno guyanés; conforme artículo 38(5) del Estatuto de la Corte.

Surge aquí una interesante pregunta: ¿qué le corresponde hacer, entonces, a la Corte, si Venezuela invoca la Incomparecencia?

La Corte transmite la solicitud al Estado demandado, lo cual ya se hizo. La Cancillería Venezolana recibió, e inmediatamente respondió, mediante un comunicado, que nos lució insustancial, destemplado y poco contundente. En el mismo evento Venezuela se dio por citada, para comparecer a La Haya, juntamente con la representación guyanesa.

La Corte no puede tomar otra acción, más que citar por primera vez y oír las Partes.
Si no se llega a un acuerdo se apelará a otro medio establecido en el artículo 33 de   la Carta de las Naciones Unidas.

A menos que Venezuela, en su condición de Estado demandado consienta la jurisdicción de la Corte para tratar el caso: el vil despojo que nos hicieron de una séptima parte de nuestro territorio nacional.  A menos que Venezuela acuerde el arreglo judicial. Ya veremos.

Venezuela puede admitir y avalar la jurisdicción de la Corte por medio de una declaración, o a través de   acciones sucesivas que suponen su aceptación; por ejemplo: presentando un escrito, adicionando memorias y contramemorias en la fases escrita y oral, promoviendo testigos, compareciendo, de manera recurrente a la citas, aceptando el cronograma de entrevistas, aportando documentación,  solicitando copias certificadas de las audiencias, discutiendo con los coagentes demandantes ante la Corte.

Estaríamos, sin lugar a dudas, en presencia activa del conocido Fórum Prorogatum. Venezuela,  el Estado demandado, ha aceptado a la CIJ, como propia y competente para decidir.

Si fuera tal la determinación de Venezuela, para el caso de la Guayana Esequiba, la Corte adquiere jurisdicción y puede proceder a sentenciar sobre el asunto litigioso; el cual Guyana lo ha venido sosteniendo como irrecurrible y res judicata (cosa juzgada).

La doctrina de Fórum Prorogatum ha sido invocada, hasta ahora, en apenas el 10% de los casos de controversias entre Estados, desde la conformación de la Corte en 1945.




lunes, 11 de junio de 2018




MILITARISMO CHAPUCERO
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Abrahamgom@gmail.com

Si nos atuviéramos nada más que a la retórica vacía que a cada rato escuchamos de los propagandistas de este esperpento sociopolítico que ellos llaman revolución, no habría motivos para temer. Por cuanto, así como son incongruentes con la supuesta ideología que propalan, del mismo modo transpiran insustancialidad en las consignas que vocean.

Un día se les antoja elevar proclamas altisonantes para acabar con todo lo que signifique pasado —Cuarta República, según sus pretensiones--- sin tener la menor noción del verdadero modo cómo se ha construido la  Historia  Republicana de nuestro país.

No hay en los incitadores de este vergonzoso “socialismo del siglo XXI” suficientes asideros teóricos que le den plataforma a lo que dicen. No poseen, incluyendo a militarotes, apreciable piso argumentativo que fortalezca el discurso con el cual aspiran convencer.

 Se les abren las costuras  por donde quiera y dejan al descubierto las engañifas de su cansona retórica.

 Hoy balbucean babosadas, mañana regurgitan en sentido contrario.

El mayor señuelo o gancho para pescar incautos: poner a militares en detestables bufonadas, es una aberración.

Escuchar a militares repetir, como clientela fija del régimen: “Viviremos y Venceremos”, “Chávez vive, la lucha sigue”, “ Viviremos y Venceremos”, “ El sol sale por el Esequibo” ( sin saber dónde les queda el Esequibo), trae a la memoria con ingrata recordación aquella consigna “patria o muerte” del totalitario régimen cubano. Exactamente, tales estrategias de contaminación política han introducido en los cuarteles venezolanos, con la sumisa complacencia de la superioridad castrense.

La fuerza armada venezolana (minúsculas adrede) ha devenido en una vergüenza nacional.  Parece que a la oficialidad lo que le interesa es seguir usufructuando las prebendas y canonjías que consiguen por y a través de medios e instrumentos nada lícitos.

Cuando los militares venezolanos desembuchan, como autómatas: “patria, socialismo o muerte”, “las fuerzas armadas son socialistas, antiimperialistas y profundamente chavistas” contrarían el espíritu, propósito y razón de nuestra Constitución Nacional en su artículo 328 que a la letra señala:

“La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica”.

Estamos seguros que una vez que este tormento orgiástico sea derrocado, los militares tendrán que responder ante la justicia por las múltiples tropelías cometidas, los desmanes desatados,  los silencios cómplices y las  ejecuciones contra los Derechos Humanos: delito que no prescribe.

Ya es bastante conocido que desde los cuarteles venezolanos, dirigidos coactivamente por cubanos, han decretado para la ciudadanía venezolana un pensamiento único, adocenado, acrítico e inflexible. Alguna voz en vía contraria debe acallarse y destruirse; por eso encarcelan a tantos inocentes, presos de conciencia; por el único hecho de emitir una voz disidente.

De lo que si estamos seguros, porque nos lo relata la historia, es que los militarotes siempre han temido a las explosivas manifestaciones de los pueblos enardecidos.-


miércoles, 6 de junio de 2018




   Para defender a Venezuela hay que estar preparados.

“Pareciera que las autoridades de la cancillería venezolana despertaron de un larguísimo e inapropiado letargo, luego del voto de Guyana en la OEA, recientemente, con el cual solicitarán la suspensión de nuestro país de ese organismo internacional”

La anterior forma parte de la opinión del Dr. Abraham Gómez, que como ya se sabe es un estudioso en los asuntos de la Guayana Esequiba, y ha venido dándole seguimiento al caso de la controversia, en la Zona de Reclamación.

“celebramos, parcialmente, el contenido del comunicado que emite el Ministerio de Relaciones Exteriores de Venezuela, donde deja sentado que están dispuestos a defender el inmenso territorio, del cual fuimos despojados de modo vil y sibilino.”

Preguntamos a Abraham, por qué elogia, sólo en parte el pronunciamiento de la cancillería?
“Por cuanto debió darse con anterioridad y con más contundencia; además, deja en evidencia que es una actitud reactiva, a la saga de la decisión que tomó el gobierno guyanés, al cuadrase con la posición del Secretario General de la OEA, Almagro, y al lado de los Estados Unidos; y no como una determinante posición proactiva de sostenida venezolanidad”

“Fíjese, por ejemplo lo que expresa la cancillería nuestra, en este penúltimo párrafo del comunicado de fecha 5 de junio ‘Venezuela ejercerá todas las acciones ante las instancias legales, diplomáticas y políticas correspondientes, privilegiando el alto interés nacional y la permanente reivindicación de los derechos legítimos e irrenunciables del Pueblo venezolano sobre el territorio de la Guayana Esequiba’ Acaso, no ha sido éste nuestro llamado, en tantos años. <nuestra invitación siempre ha sido a prepararnos y concienciar a la opinión pública nacional sobre esta problemática, con lo cual concitamos la plena solidaridad”

“otra cosa que siempre hemos expuesto en las intervenciones por los medios y en las conferencias universitarias --- dice Gómez – No tenemos porqué rehuir al discernimiento legal, ya que el Arreglo Judicial forma parte, junto con otras, de las vías contenidas en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas, para las soluciones prácticas y satisfactorias en litigios entre Estados”

¿Usted cree, Dr. Gómez, que podemos lograr algo, en la Corte Internacional de Justicia, precisamente hacia donde el Secretario General de ONU, envió este caso?

“Claro que sí. Es justicia lo que reclamamos. Aprovecho para reiterar que Venezuela tiene suficientes títulos probatorios: socio-históricos, políticos, morales y jurídicos, que nos asisten, y conforman un legajo de documentos importantes para exponerlos en una mesa de discusión ante los pares guyaneses; para desmontar la trastada de la cual fuimos objeto; eso sí, contando con un procedimiento sentencioso justo y jueces probos, honestos e imparciales”

“Debo informar – concluye diciendo el Dr. Abraham Gómez--- que no nos intimida que ya Guyana conformó su comisión que la defenderá en la Corte Internacional de Justicia; por cierto encabezada por el ex canciller guyanés y ex secretario general de la Commonwealth Sir Shridath Ramphal. Lo más importante es que los venezolanos asumamos a conciencia el nuevo desafío histórico; que nos documentemos, integralmente, para que sepamos de qué hablamos;  cómo y cuándo opinar al respecto”.

lunes, 4 de junio de 2018




    TAPONAR LA CONCIENCIA
       Dr. Abraham Gómez R.
       Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
       abrahamgom@gmail.com

Cierran emisoras y televisoras sin recato o pudor. Niegan el papel para los medios impresos porque les da la gana. Les espanta que la gente sepa las barbaridades que a diario cometen.
Coaccionan, extorsionan y aterrorizan a los medios de comunicación para que no informen.

Habíamos pensado que con el derrumbamiento del Muro de Berlín también se hacía posible el descalabro estrepitoso de teorías políticas anacrónicas: comunismos, socialismos de baja ralea, fascismos, totalitarismos, populismos, militarismos, personalismos, absolutismos, estatismos, y todos los ismos que condicionan las libertades humanas.

Tales ideologías, de ingrata recordación, mantuvieron la intención siempre de separar a los seres humanos, en sus sensibilidades y emociones.

Fracturar los lazos familiares, dividir las amistades o apartar a la gente porque piensan distinto; además con estrategias de indoctrinación los detentadores del poder buscan, de manera imbécil, ubicar a los ciudadanos forzosamente en posiciones dicotómicas: si no estás con el régimen eres su enemigo.

Precisamente así Lo piensan, dicen y hacen: si no estás con esa comparsa te excluyen, descalifican y aborrecen. Aplican hoy en Venezuela la rancia cartilla cubanoide.

En los tiempos que transcurren resulta impensable que alguien (o secta de ineptos facinerosos) por muy osados que sean puedan convocar (tal vez contaminar) a una multitud con sus ideas totalitarias y salir ilesos.  Saben por qué?, porque la cultura democrática del pueblo venezolano no se va a calar esta “ orgía ideologizante” de un régimen  que se está cayendo a pedazos, y que sólo lo sostiene las puntas de bayonetas.

Un militarismo que pronto será de ingrata y vergonzosa recordación.

Constriñen las libertades en el ejercicio de la educación, de la propiedad privada, de la producción, del comercio, de decisión de movilidad, de la participación social en condición de ciudadanos independientes.

Todo en nuestro país pretenden sellarlo con los tintes de partido único, oficializado, a cuyo frente se construye la figura de un “jefe absoluto” con poderes ilimitados, siendo él mismo el superior jerárquico de la estructura estatal; aunque su estampa sea la de un “indigente mental”.

 Lo anterior bajo la estricta vigilancia de un cuerpo civil-militar: mezclote de paramilitares y colectivos con una lógica y discurso cuartelario, amenazante; con la finalidad de asegurar la imposición sectaria de una ideología. Cualquier manifestación en contrario pretenden acallarla con represión a mansalva.

Lo que Foucault estudió en la década del setenta como el biopoder hoy en día va haciéndose, en nuestro país más evidente.

Ha venido este régimen haciendo uso de los manuales de medios típicos para el control ciudadano: acortamiento de las libertades, abierta o sibilinamente, de expresión, de información, taponar con crudeza y sin escrúpulos bocas y oídos para que no digan, para que no escuchen. Obturar las conciencias.
En el presente tramo epocal la humanidad enarbola un pensamiento plural.