jueves, 28 de julio de 2011


                         Nietzsche  “con pinzas”  (I)
                                         Dr. Abraham Gómez R.


Creemos que el modo de pensar es libre,
estamos viendo millones de hombres que componen
las grandes naciones, tan conformes con ciertas ideas,
que parecen serles innatas; no obstante, vista socialmente, les son
perjudiciales o inútiles.
SIMÒN RODRÌGUEZ. Obras Completas. (I828)

Quizás el mayor y exquisito riesgo que hemos corrido con las diversas lecturas de filosofía en los últimos años, de antemano ya lo conocíamos: quedar atrapados en sus encantos. La fuerza seductora de la filosofía se hace tan subyugante que no permite miradas traicioneras o que la atiendas a medias. Ella disfruta verte en tu desesperación de querer encontrar siempre una explicación lógica a las cosas. La filosofía teje sus propias lúdicas para buscar la sabiduría desde ella misma. Determinista e impositiva. Sí ciertamente así es. La tomas a través de un compromiso totalizante o la apartas de tu vista. Las vertientes de la filosofía son tan intensas y tan extensas; pero, sin embargo, ella hace los trámites necesarios para que aligeres tu “desquiciante recorrido”. Grato en extremo. Nos complace escuchar que bastante gente está leyendo asuntos de filosofía; cuestión impensable hasta hace poco, tal vez por las mismas circunstancias difíciles que atravesamos. Constituye un hecho celebratorio que el Presidente de una Nación se mande en sus discursos citas y análisis interpretativos del filósofo más incomprendido de la época moderna, fama obtenida por su fina irreverencia. Nietzsche proporciona, en sus textos, las claves para acercarnos a su pensamiento. Y en la medida en que lo vamos leyendo y re-leyendo le encontramos nuevas imágenes, nuevas nociones, nuevas ideas como apropiada referencia para una resistencia intelectual. Entonces, estemos claros. A Nietzsche no se le puede abordar por las ramas. Ni querer ganar prebendas con sus aforismos, porque te descubre el ardid tramposo  “lleno de bufones solemnes está el mercado-¡y el pueblo se gloria de sus grandes hombres!, Estos son para él los señores del momento…no tengas celos de esos incondicionales y apremiantes, amantes de la verdad!. Jamás se ha colgado la verdad del brazo de un incondicional” (Así habló Zaratustra: de las moscas del mercado). A lo que menos aspiraba Nietzsche era a tener legión de seguidores, y lo explicitó en Ecce Homo, de esta manera “no quiero creyentes”… “pienso que soy demasiado maligno para creer en mí mismo, no hablo a las masas…”  acaso se conformaba con que apenas hiciéramos el esfuerzo de interpretar su obra llena de contradicciones, incertidumbres e “invadida de máscaras”. La Máscara viene a constituir una destacada categoría en su “tragedia existencial”, consciente como siempre estuvo que el hombre en  su mundo- realidad, en el combate de todos los días tiene que apelar a las “identidades múltiples”. Cuando Nietzsche escribe esto, pareciera señalar que los seres humanos se ven limitados en todas sus actuaciones a ocultarse en unas máscaras, dice “pues el disimulo es también una máscara, por muy ligera que esta sea. Y que de tanto maquillar nuestro verdadero rostro, hasta en las situaciones más benévolas posibles ya éste desapareció”. Todo hace de Nietzsche un pensador estimulante, al tiempo que “peligroso” e indomesticable. Bastantes intentos hubo en su época para someterlo;  en su momento quisieron normalizarlo, convertirlo en pensador políticamente correcto. Por eso creemos que se llevarán, sino un chasco por lo menos un sustico quienes  están deslumbrados ahora con sus escritos,  e ilusionados en esta atmósfera política nuestra, con pretender meter a Nietzsche “dentro del corral” para sacarle provecho. Ni él mismo se soportaba “recientemente, cuando intenté  reconocer escritos míos antiguos que había olvidado, me espantó una característica común a todos: hablaban el lenguaje del fanatismo. El fanatismo corrompe el carácter, el gusto y no en último lugar la salud, quien quiera establecer las tres cosas debe resignarse a un largo período de curación…!. Viene esta última expresión nietzscheana a dejar por sentado que una cosa es la voluntad de  poder y otra un presunto proceso ideológico, de persecución y exclusión, sin ningún sentido histórico.

                                   

viernes, 22 de julio de 2011


                        SOCIALIZACIÒN DE IDIOTECES
                                  Dr. Abraham Gómez R.
Al que le va todo bien, no ha terminado de ponerse
a pensar nunca, porque no le hace falta. Pensamos cuando
de pronto algo no funciona, cuando algo nos despierta.
Una pesadilla nos  ayuda a pensar. Entonces recurre a  la filosofía,
el que está estremecido por un fracaso, por una derrota, por un horror.
La filosofía es la herramienta que siempre nos permite, en definitiva,
cuestionarnos.
FERNANDO SAVATER. La Aventura de Pensar.2008
Parece un atrevimiento  teñido de audacia que escrutemos las condiciones psicosociales del país  desde nuestras  interioridades como nación. Eso es  hermoso en un estado de derecho. Aunque produzca vértigo. Quiénes más sino nosotros, demócratas de convicción, para aproximar un diagnóstico descarnado o por lo menos para re-conocer que lo que se está viviendo en la actualidad desborda cualquier cosmética cuya intención sea la de  sesgar o  torcer lo que resulta completamente evidente. Todo cuanto uno observa y analiza a partir de un escenario ideológico distante,  percibe que las externalidades llevan un ritmo de develamiento  rápido, todo se vive y descubre con prontitud. Valga añadir hasta para  la construcción de conocimientos. La realidad impone cierta velocidad ante la cual debemos ubicarnos a tono  Uno observa con perplejidad que quienes se dicen comilitantes del actual régimen huyen de las tareas de autocríticas, menos  aceptan que se les diga que las muy pocas diligencias practicadas para el crecimiento de las ideas y la organización partidaria  únicamente  han tenido escasos resultados hacia adentro. Cómo calificamos entonces esto: una estructura dirigencial devenida endogámica. Hay un vaciamiento de criterios. Esos  hechos nos aligeran a  enarbolar orgullosamente  nuestra lapidaria expresión jamás  habrá justicia social si el principio rector para tal ejercicio político  provenga de la sumisión; así tampoco cuando admitan que patria y partido conforman “la misma cosa”, ni en el momento en que hagan saber  que no hay diferencia alguna entre Estado y gobierno. Que les da lo mismo si hablan de nación y de proceso, como  además son idénticas, en estas claves de bajezas y confusiones provocadas, cultura e ideología. Que quien participe en el “socialismo del siglo XXI” acepte sin discusión  que cuando pronuncie solidaridad renuncia ipso-facto al pensamiento crítico y a sus   propias consideraciones. No son más, decimos nosotros, que sustratos de indignidades, por cuanto la dignidad se explica en buena medida por la autonomía intrínseca e inherente del ser humano. Pues  “sólo el que sabe gobernarse así mismo según su principio racional resulta señor de sus acciones y en consecuencia, al menos parcialmente, un sujeto libre, es un ciudadano”. La dignidad se basa en el reconocimiento a  la persona de ser merecedora de respeto. La dignidad propugna  tolerar las diferencias para que afloren las virtudes individuales con lo cual se refuerza la personalidad, se fomenta la sensación de plenitud y el equilibrio emocional. La práctica política, aunque orientada a la formación ideológica, al ejercicio del poder, para la toma de decisiones en procura de un objetivo no implica, obligadamente, que quien haga política  de entrada deja hipotecada su dignidad. Menos en un sistema político que se precie ser en esencia socialista. Las definiciones y desenvolvimientos de regímenes socialistas han tenido sus variaciones y matices a lo largo de la historia. Hay quienes se atreven a apuntar que ni socialismo ni comunismo propiamente tales hemos tenido hasta ahora. Sin embargo insistimos en señalar que mientras vinculemos socialismo, conforme a su doctrina, con la búsqueda del bien común, con la distribución de la riquezas, con la igualdad social (que no igualación) y con la participación regulatoria del Estado en las actividades socio-económicas, bastan estas premisas  para concederle  al socialismo, como sistema de pensamiento y acción, un prominente basamento de dignidades, bien lejos de lo que atravesamos en estos tiempos aciagos en el país.






sábado, 16 de julio de 2011

TRAMPAS   QUE  ENCANDILAN
                                            
                                        Dr. Abraham Gómez

A algunas personas  a veces les parece tan fastidioso e insoportable que seamos los seres humanos entes racionales en permanente fabricación, en un proceso de ilimitado llenado mental y que para alcanzar la completitud la procuramos en escenarios ocasionalmente impensables de nuestra sociedad.
Inmenso desafío tenemos hoy quienes presumimos que hacemos afinadas construcciones de conocimientos, y que además las exhibimos como una exquisita creación cognitiva. Estamos encarando un reto permanentemente. Porque la consistencia sìgnica que aspiramos darle a todo cuanto captamos y expresamos nos obliga a establecer las diferenciaciones sobretodo en la esfera política, por cuanto en este ámbito  el propósito e intención persigue sumirnos en ese  estado de cosas en las que sus propaladores se solazan. Por eso hay que “estar mosca” para no dejarnos engañar. Veamos la reflexión siguiente, que persigue dejar sentado que no todo lo que brilla es oro aunque encandile e ilusione.
Escaso o nulo recato observamos en el detentador superior del poder ( a pesar de su  diezmada condición sicofísica)y su séquito cuando apelan a la escatología, en su más desvestida forma, con tal de aproximar  ideas para sus despropósitos, aunque hundan el escrúpulo en esa abyección. Acaso no ha sido este  el comportamiento en los últimos tiempos: siembra de odios, exclusiones, manifestaciones de regresión a épocas superadas en la historia republicana, bajeza, repudio, ineptitud, inmoralidades, radicalismo, persecuciones y bastante más,  que han aparejado con justificaciones  intragables por devenir en imbecilidades. Las revoluciones  suelen estar signadas por retiradas tácticas, que no es ni búsqueda de rectificación o propósito de enmienda. Ha sido una  vieja conseja y treta manejada de modo hábil y sibilino. Cuando perciben que sus devaneos ideologizantes son deleznados, rechazados popularmente  dan en apariencia marcha atrás, hacen como si se replegaran, con ofrecimientos incluidos de no incurrir nuevamente en esa desfachatez. El peligro que siempre estuvo anidado irrumpe con recurrencia una vez que pasa la resaca del descalabro. La historia de la humanidad tiene retratada por ominosa la característica esencial de esta detestable línea de pensamiento comunista, que en la pretensión  de un igualitarismo de los seres humanos liquidan sus libertades. Cuál es la diferencia entre lo que ya sabemos de estos regímenes totalitarios de fundamentada estirpe militarista y las escenas oficiales en nuestro país actualmente.
Un funcionario con serio padecimiento del Síndrome de Tourette; enfermedad que lleva a la persona que la sufre a experimentar trastornos obsesivo-compulsivos, megalomanía, problemas perceptuales, excesiva irritabilidad, pobre tolerancia a la frustración etc. no está en condiciones de dirigir el Estado; porque constituye un descomunal entrampamiento, del cual nos es fácil librarse. Así también se le oculta al país la gravísima crisis económica en la que estamos y la que se  nos viene encima, a pesar de haber blandido inmoderadamente un tal desarrollo endógeno que  no vemos por ningún lado, mucho  menos cuando el 85 % del presupuesto nacional está destinado a importaciones en general para poder mantener activo una cuarta parte del aparato productivo. Otra trampa que por más que han intentado enmascarar con la reconversión monetaria aflora por  los diversos intersticios de la economía. La actitud revisionista asomada, con sarcasmo, debe corresponder en mayor proporción a las correcciones conductuales demoradas a lo interno de lo que denominan proceso. La insistencia a un retrogradismo de etapas ya superadas ha sido el eje teórico fundamental de los ideólogos del  presente régimen en Venezuela. La realidad del país vislumbra, una perspectiva distinta: más humana, con libertades, respetuosa de las condiciones individuales y de las posibilidades de cada quien en pleno acatamiento al Estado de derecho. La máxima aspiración de la población venezolana no es la  tramposa desaceleración de las acciones que propendan a la inconveniente imposición, a sangre y fuego, de un indescifrado y todavía inexplicado socialismo. Nuestro país anhela una legítima reinserción en los principios  rectores de una verdadera Democracia con justicia social.