sábado, 25 de diciembre de 2021

 

Guayana Esequiba: ¿obligantemente ante la Corte?

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 Miembro de la ONG “Mi mapa de Venezuela”

 

El  Alto tribunal de la Haya – como ya se sabe— el 18 de diciembre del año pasado, admitió su jurisdicción y competencia ( en una resolución rara, pero inevadible) para proceder a conocer forma y fondo en este pleito, conforme a la demanda, contra nuestro país,  interpuesta por Guyana; cuya pretensión procesal (contenida en su petitorio) resultará fácilmente desmontable para la delegación venezolana, si  se determina nuestra  comparecencia y hacernos parte del juicio; por cuanto, hasta el día de hoy, la excolonia británica  no posee el menor asidero histórico, cartográfico, ni jurídico de lo que en el escrito solicitan a la Sala Juzgadora de la Organización de las Naciones Unidas.

A pesar de que nuestro país, como Estado-Parte, no ha dado su consentimiento para que se lleve adelante tal Proceso jurídico; mucho menos haber suscrito –con antelación- cláusulas compromisorias de obligación; esta acción de juzgamiento no se paralizará por ausencia de alguna de los concernidos directos. Y que incluso, de acuerdo con el artículo (53) del Estatuto de la CIJ, puede llegar a haber resolución sentencial, así alguna delegación no se haga presente.

Por supuesto, para resolver en ausencia de alguna representación estatal –porque invoque no comparecencia --antes debe la Corte examinar –muy bien— los contenidos de los artículos 36 y 37 de su propio Estatuto, para asegurarse “de que la demanda está bien fundada en cuanto a los hechos y al derecho”.

Cuando tuvimos la ocasión de recorrer el país –en casi todas sus universidades—dictando la conferencia, “Guayana Esequiba: litigio histórico y reivindicación en justicia”, nos agradó el inmenso interés que la mencionada controversia ha despertado y concitado en bastantes sectores de la población venezolana.

Como nunca, la gente desea explicaciones sobre lo acaecido, en contra de Venezuela, el día 03 de octubre de 1899, y suscrito en la írrita y nula resolución, denominada Laudo Arbitral de París.

Hemos venido haciendo –con detenimiento y objetividad-- en cada exposición discursiva un análisis crítico del vil despojo del cual fuimos víctima hace más de un siglo, mediante la citada tratativa perversa de talante político-diplomática, por parte de los imperios de entonces.

En casi todos estos intercambios de opiniones en las universidades y otros organismos o a través de la red y los medios de comunicación se nos hace la misma pregunta: ¿Por qué estamos obligados a discernir con la contraparte por ante la Corte Internacional de Justicia?

La respuesta que ofrecemos resulta invariable. Porque exactamente ha sido esa la estrategia (como una especie de emboscada jurídica) que siempre estuvo jugando Guyana.

Sus asesores: el iraní Payam Akhavan y el excanciller guyanés Shridath Ramphal les han recomendado que, habiendo llegado la contención a la CIJ, deben mantenerse en ese escenario, con la aviesa intención de procurar una sentencia rápida y sin más dilaciones, que les favorezca. Agréguese allí una “ayudita” de algunos países y otros entes, caso de la Commonwealth y Caricom.

Suficientemente es sabido que la Corte Internacional de Justicia (CIJ) convocó, para actos por separados, a las delegaciones o coagentes de Venezuela y Guyana; configuradas ambas naciones como Partes en litigio en la controversia sostenida por la Guayana Esequiba.

Para el día 08 de marzo del 2022, le corresponderá comparecer a la representación de la ex colonia británica para que exponga, con carácter de ratificación ( si es el caso), los alegatos de su demanda.

Guyana volverá a pedir en su Pretensión Procesal que la Corte ratifique que el citado Laudo constituyó una “liquidación completa, perfecta y definitiva” de todas las cuestiones relacionadas con la determinación fronteriza. En otras palabras, aspiran que el Alto Tribunal de La Haya sentencie como Cosa Juzgada (res judicata) con base en los hechos que narra en su escrito la contraparte guyanesa, sumamente interesada y a su conveniencia.

Los gobiernos ingleses y guyaneses que han ocupado 159.500 km2, la séptima parte de nuestra soberanía por el costado este; fundamentalmente, a partir de Burnham hasta el presidente actual Irfaan Ali, en la obsesiva búsqueda de invocar la denominada Prescripción Adquisitiva (darle eficacia jurídica al apoderamiento perpetrado; justificado por el tiempo en que allí han permanecido) sobre la extensión geográfica venezolana que nos arrebataron con vileza.  En esta ocasión, pretenden que sea la Corte que   falle a su favor.

 Frente a la interposición incoada en contra nuestra que está conociendo, como Proceso jurisdiccional, la Corte Internacional de Justicia, ¿qué debemos hacer?

Prestemos atención a lo siguiente. Primero, para que quede claro, es una decisión de Política de Estado; por cuanto, la presencia de la delegación venezolana en la Corte la determina–únicamente-- el presidente de la República. Sería recomendable que consultara a algunos estudiosos en la materia.

A partir de un hipotético “visto bueno” para comparecer, qué procede entonces. Veamos:  nos correspondería presentarnos el 08 de marzo del año 2023, ante tal entidad sentenciadora; con lo cual estaríamos –de hecho y derecho-- admitiendo su competencia y jurisdicción. Paso siguiente, sería nombrar un juez ad-hoc, que pasaría a incorporarse de pleno derecho a la Corte, en nuestro nombre; procederíamos, consecuencialmente, a consignar el Memorial de Contestación de la demanda. Obviamente, todo lo anterior: nuestra comparecencia o no ante la Corte Internacional de Justicia está condicionada—repito-- a la determinación que sobre el particular tome el Jefe de Estado venezolano, conforme a sus atribuciones contenidas en el artículo (236) de nuestra Constitución Nacional.

Reconocemos que han aflorado en todas las regiones de Venezuela aportes significativos para alcanzar pronto un arreglo “práctico y satisfactorio”, en este pleito.

Tales alternativas pudieron haber resultado elogiables aproximaciones, algunos años atrás, para solucionar el litigio.

A mi modo de ver, las etapas de negociación directa (que no la quiere Guyana), la conciliación, la mediación y el arbitraje prácticamente han sido superadas; porque el asunto controversial escaló a nivel de la Corte Internacional de Justicia; y en ese Tribunal no hacen “arreglos” de los citados tipos; sino que aplican el derecho; y solo, excepcionalmente, por mutuo acuerdo de los Estados contrapuestos, podría dar una solución ex aequo et bono ( actuando por lo equitativo y bueno) ; si las partes así lo convinieren, según el numeral segundo,  artículo 36 del Estatuto de la Corte.

 

viernes, 17 de diciembre de 2021

 


La autonomía universitaria atormenta a las dictaduras

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro del Instituto de Estudios de las Fronteras de Venezuela

 

Los procesos socio-históricos, algunas veces, debemos analizarlos y aproximar ciertas interpretaciones   conforme se vayan produciendo   acaecimientos similares, que retrotraen nuestro imaginario colectivo y nos lucen como una “colocación” en escena, una vez más.

Observemos con detenimiento el siguiente hecho: transcurridos trecientos años de la transformación del famoso Colegio Seminario Santa Rosa de Lima en la Real Universidad de Caracas; nos corresponde señalar que, sin dudas, las Reformas Borbónicas cumplieron con los objetivos de dar un nuevo impulso a la economía americana; además incrementar el aporte inevitable al imperio español, y armar un entramado burocrático, aunque rústico, pero rendidor, eficiente y leal.  Sin embargo, también quedaron seriamente comprometidos los intereses de los insurgidos monopolios que habían cogido cuerpo en estas tierras; grupos poderosos que habían estado capitalizando sus ganancias a diestra y siniestra, sin rendirle cuentas a nadie.

 La presencia y control administrativo de España sobre los entes mencionados y su aplicación fue tan arbitraria, que contribuyeron a provocar un clima de resentimiento que fueron echando las bases sociales y políticas para la emancipación de América.

A la descripción anterior hay que sumar, en simultáneo, que las grandes visiones independentistas en este continente se fueron fraguando en el seno de la propia Universidad.

 En la interioridad de las aulas de la naciente Universidad (1721) se configuraron y reforzaron las brillantes ideas   libertarias; a partir de las densas lecturas de los Clásicos por parte   de los preclaros hombres que diseñaron las luchas y estrategias republicanas, las cuales se avivaron, ulteriormente, en los campos de batallas.

La Universidad ha sido permanente faro de luz ductora para impulsar a las sociedades a desatar los lazos opresores.

 Las universidades, y su fuerza de iluminación emancipatoria, han sido causantes de tormentos y mortificaciones a los sátrapas; quienes han pretendido—casi por innatismo—el sometimiento a los pueblos y al acortamiento de la condición de ciudadanía de la gente.

 A los opresores la Universidad libre, irreverente y crítica les causa escozor y dolor punzante.

Una vez más, confieso el inmenso agrado que siento cada vez que seleccionamos el tópico universitario para nuestras reflexiones.

Elucidar sobre los espacios universitarios genera inocultables emociones; de cualquier aspecto de lo que hablemos atinente de la Universidad –en mayúscula, porque enfatizo en su institucionalidad--, en su siempre despierta inquietud y ganas de seguir aportando soluciones. Eso constituye un tributo hermoso de gratitud.

Comencemos por reflexionar, a propósito de la fecha que hoy rememoramos:   la fundación de nuestra UCV.  Por aquel entonces (s.XVIII), la presencia determinante de la Casa de Borbón al trono de España; luego del fallecimiento de Carlos II, el último de los Austrias peninsulares.

Admitimos que, aunque fue Carlos III, quien mayormente emprendió las denominadas Reformas Borbónicas en las posesiones ultramarinas; fundamentalmente, para nosotros, con la creación de la Capitanía General de Venezuela, el 08 de septiembre de 1777; no obstante, el nacimiento de la Universidad de Caracas aconteció el 22 de diciembre de 1721, bajo los designios de Felipe V.

Nuestra excelsa casa de estudios, conocida al principio con la denominación de Real Universidad de Caracas; luego también Pontificia por Bula de Inocencio XIII en 1722.

Nuestra institución universitaria representó el más relevante acontecimiento de todo el período colonial venezolano, comprendido entre los siglos XVI y principios del XIX.

Algunos no se atreverán a acompañarnos en un juicio de tanta monta; sino que preferirían tal catalogación para otros acontecimientos. Por ejemplo, esperar ¿cincuenta y seis años más tarde, la Cédula Real que crea la Capitanía General de Venezuela?

De todas maneras, estamos conscientes --por supuesto-- que ambos hechos sociohistóricos, a pesar de sus distancias temporales son muy complejos.

El primero que reseñamos, con bastante orgullo: la elevación a Universidad Real y Pontificia al hermoso Seminario que recibía a los hijos de las familias pudientes de la Caracas de aquella época. Digamos que   significó principalmente que la sociedad colonial venezolana estaba decidida a ser libre; y la Universidad constituía la plataforma imprescindible de todas las sociedades para alcanzar sus transformaciones.

En este momento celebratorio del tricentenario de su creación, resulta innegable que la Real y Pontificia Universidad de Caracas (nuestra Universidad Central de Venezuela) amalgamó las primigenias ideas de libertad, irrumpió en su debido tiempo para imponer criterios y facilitó las bases estructurantes internas y externas para asumir nuestra condición republicana   a partir del Grito Declaratorio de Independencia, el 19 de abril de   1810.

A la universidad, en sentido institucional, la han pretendido no pocas veces acallar, encriptar; y cuando no han podido someterla han intentado esclerosarla, en su interior.

Además, por lo anteriormente descrito, la universidad ha resistido los embates disparados desde diversos lados. Inclusive han deseado implosionarla con fetiches ideológicos.

Permanentemente, a los regímenes totalitarios les incomodan los ámbitos de la sociedad donde se respire absoluta pluralidad.

Acaso es una exageración mencionar que a los detentadores de los gobiernos de talante militarista les causa escozor cuando en los espacios universitarios se piensa con cabeza propia; donde no se admiten actitudes troperas, ni sargenterías que intenten comandar pelotones, mucho menos en nuestros espacios plurales.

No sólo a los capitostes militares, sino también a los militantes (aplaudidores) de regímenes de opresión, persecución y atrocidades les incomoda la amplitud cómo se debaten y confrontan las tesis, propuestas, y posiciones, en la Universidad.

La indigencia mental que padecen y exhiben los dictadores y sus cortesanos les hacen que vean en cada Docente Universitario un acérrimo enemigo; a alguien a quien hay que combatir; y si no pueden hacerlo doblegar o renegar de sus Principios, lo golpean por sus medios de subsistencia.

 

 

 

 

 

 

 

 


domingo, 12 de diciembre de 2021

 

El eterno carpe diem de nuestro Horacio

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 Miembro del Instituto de Estudios de las Fronteras de Venezuela.

 

Desde que nació la genial ocurrencia por parte del más brillante de los poetas latinos, de vivir y disfrutar al máximo todo cuanto la vida te depare para un día o momento efímero, bastó para que a partir de tan preciso instante — y aún hoy—se desanudara en las sociedades una interminable polémica.

Un considerable bastión humano se ubica, solazadamente, del lado más cómodo; que es como decir, aprovechar el presentismo y fugacidad como irrumpen, devienen y declinan las cosas.

Aparejadamente, la repensada expresión horaciana –dice uno, ahora-- también ha arrastrado con buena parte de detractores.

En tan interesante disyunción, digamos en voz alta el asunto con más detalles y cuidado, de la siguiente manera: “Vivamos. Derrochemos lo que al día de hoy corresponde; porque de mañana nada se sabe. Hay que vivir cada día como si fuera un finiquito; porque, efectivamente, alguno será el último”.

Y añaden, en su aseveración, los propaladores del carpe diem una osadía de este calibre.   El futuro es completamente incierto; ya que una pandemia, un accidente, un hecho fortuito o contingencial puede cambiar el destino en cuestión de segundos y de manera irremediable.

Profundizando, hasta donde ha sido posible en este registro, en verdad la expresión se ha acortado con el paso de los años; porque los historiadores aseguran que la frase completa que creó Horacio fue la siguiente: «carpe diem quam mínimum credula postrero», que se traduce —más o menos-- como «aprovecha cada día, no te fíes del mañana».

El padre literario y filosófico del Carpe Diem, que todavía repetimos y nos siembra de dudas e incertidumbres existenciales, fue Quinto Horacio Flaco un escritor satírico y lírico latino que vivió entre los años 65 a.C y 8 a.C. Además, considerado uno de los mejores poetas de la historia. Poseía, por naturaleza, una facilidad perlocutiva (Austin, dixit); y gozaba de extraordinaria versatilidad para expresar, de cualquier disciplina a su alcance, todo aquello que deseaba y sentía con suma perfección.

En este tramo de nuestra época; más concretamente en América Latina (Venezuela), nos honra con sus luces y proyectado talento el insigne maestro Horacio Biord Castillo, a quien dedicamos este sincero aporte, con la mejor modestia, a propósito de su más reciente publicación( poemario) “Tiempo de Diluvio, tiempo de demonios”. Círculo de Escritores de Venezuela. Editorial Diosa Blanca. Noviembre-2021.

Nuestro Horacio, quien se desempeña –con reconocidos méritos y aciertos-- en la presidencia de la Academia Venezolana de la Lengua (AVL) desde el 2015, resume su convicción filosófica en estos términos:

“creo que no hay absolutos ni universales. La escritura es un don de Dios, un regalo de la vida, acaso una herencia de vidas pasadas, no lo sé. Descubrir ese talento y pulirlo es un trabajo de años, que requiere lecturas y prácticas. Pero no creo que haya absolutos en esto. No está relacionado con la profesión. Es un manantial que brota de las profundidades de cada ser. He visto profesores de Física que son grandes escritores (Ernesto Sábato lo fue) y profesores de Literatura que no logran apuntalar un buen poema”.

Digamos, con todo el ímpetu que permiten las fuerzas prosódicas en los enunciados, es que nuestro Horacio ha hecho de su vida un apostolado brillante en cada desempeño.

Licenciado en Letras, magíster en Historia de las Américas y doctor en Historia. investigador asociado y jefe del Centro de Antropología del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas. Especialista en Asuntos Indígenas.

Venezuela y varios países acreditan la inteligencia de nuestro Horacio en áreas de etnohistoria, sociolingüística y de investigador   sobre pueblos, culturas y lenguas caribes de las regiones central y oriental de país.

Nuestro Horacio, quien ha aquilato (de lo cual ha sacado admirable provecho) su particular Carpe Diem con prolija producción en casi todos los géneros literarios; cultiva – como se sabe suficientemente-- la poesía, el ensayo, la narrativa.

Se incorporó a la AVL el 7 de julio de 2008 con un trabajo titulado “Perspectivas de una lectura postoccidental de estudios coloniales sobre lenguas indígenas caribes”. Una evidencia del fruto de cada día, de su singular carpe diem.

Descubrimos en este denso poemario de Biord castillo una vertebración de las metáforas utilizadas, por muy distantes que se nos presenten y aparezcan en los poemas.

Sin dudas, constituye su particularísimo uso estético del lenguaje, con el cual nuestro Horacio dice y hace.

Hay una especie de involuntaria y desprevenida ilación, que se acerca y “fisgona” con lo que alguna vez nos entregaba Emil Cioran, a través de sus conceptos-claves: el pecado original, el sentido trágico de la historia, el fin de la civilización, la negativa del consuelo por la fe, la obsesión por la vida eterna, como una expresión del hombre metafísico, el exilio. Hasta allí. Sin llegarse a declarar, como el nihilista escritor rumano, enemigo de Dios.
Por el contrario, nuestro Horacio se confiesa, devocionalmente, creyente del Padre celestial. Leámoslo, de seguidas:

 E l p r o f e t a   n o s   c o n v o c ó

Su rostro huraño anunciaba tormentas

cuchicheábamos

Algo grave sin duda anunciaría

La voz se lo había revelado

Él no era solo un profeta

Era el Mesías

enviado de nuevo a redimirnos.

Obediencia, adoración

Nada más pedía

Nos mirábamos

Alguien tiró una piedra

la primera

Su cuerpo yació mucho tiempo

sobre las losas de la plaza

pálido

inerte

mesiánico, tal vez.

 

Ya a estas alturas, uno está tentado a preguntarse, de dónde le vino tanta inteligencia a nuestro Horacio.  Responderemos, quizás, apelando a   las claves narrativas de Walter Benjamín, con su proverbial manera de enunciar:

 “lo que llamamos sabiduría era una inteligencia que venía de lejos; pero que poseía cierta autoridad, aunque ésta no fuera sujeta a verificarse.  La inmediatez de la efímera información contrasta con el tiempo expansivo y cualitativo de las narraciones, las cuales pueden ser distendidas y destiladas en cualquier momento, sin caducar, generando siempre un entendimiento de la existencia”.

Acaso, no nos suena a “eterno retorno” –un modo raro de estarse acabando y naciendo al mismo tiempo --las explicitaciones a ”Quitarse la vida” que nos “espeta” nuestro Horacio; asimilándolo, con naturalidad, a un acto cotidiano y reversible:

 “…Como perseverante en el oficio, ayer me suicidé o esta mañana. Le diría con desparpajo a mis amigos y a los compañeros anónimos de los viajes en metro. Me volveré a suicidar mañana antes del mediodía…”


sábado, 4 de diciembre de 2021

 

Guayana Esequiba: preferencia de títulos y cartografía irrefutable

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

En cualquier desenvolvimiento lógico; fundamentalmente en el caso que nos ocupa del conocido litigio centenario, debe prevalecer, más aún, la lógica jurídica; disciplina formal que demuestra los elementos y las relaciones en el discurso jurídico; es decir, que los argumentos que vayamos aportando en un proceso inductivo, la verdad de las premisas sólo permite suponer, en el mejor de los casos, que es probable que la conclusión también sea verdad.

 Hemos sostenido por nuestras indagaciones documentales - y dadas a conocer a todo el país -- la verdad del vil despojo que se nos perpetró.  Conclusión que aumenta con el descubrimiento de nuevas evidencias que la corrobora. Nos hemos encontrado con todas las premisas favorables, positivas y certeras; así entonces, no caben dudas que las conclusiones, que aspiramos – en sentencia—en la Corte Internacional de Justicia-- así mismo serán.

 Debemos suponer que en el juicio que se sigue en la Corte no sólo debe importar la narratología de los hechos sino también el contenido en estricto derecho para determinar su corrección.

Significa que, si el Alto Jurado sentenciador se compromete con este tipo de argumentaciones de cogencias, fortalece   la verdad de las premisas (Justos Títulos y cartografías), y reivindica la conclusión jurídica, esperada en justo derecho.

El concepto jurídico y Principio de la Efectividad ha sido discutido en relación al título sobre un territorio; donde el Derecho Internacional ha marcado la preferencia del título jurídico por encima de la ocupación o la posesión ilegítima.

Por lo pronto, atendamos a la siguiente observación/pregunta: ¿cómo observa el Derecho Internacional las efectividades en el establecimiento de las fronteras?

La Corte ha decidido en una serie de sentencias, que han creado jurisprudencias, que un Título Jurídico preexistente (como en nuestro caso con la Cédula Real de Carlos III, de 1777) prevalece sobre una administración del territorio en controversia, por parte de otro Estado.

Un Estado puede completar, pero no contradecir el título jurídico preestablecido.

Las fronteras han tenido, por su propio ámbito de aplicación, una relación estrecha con la cartografía. Este es otro punto de nuestro aprendizaje.

Prestemos mucha atención a lo siguiente. La propia Sala sentenciadora de la ONU, ha dictaminado siempre que las cartografías constituyen – apenas– elementos auxiliares en una controversia interestatal.

Los mapas suelen jugar un rol importante, ya sea como integrante del tratado que se aplica al caso concreto, o porque muestran una forma de interpretar la intención real de las Partes, y pueden servir de prueba auxiliar o confirmatoria de aquélla.

La Corte siempre ha   dictaminado que un mapa anexo a un título jurídico es un elemento complementario del cual forma parte integral.

La Corte sentó la jurisprudencia que la cartografía alegada por un Estado Parte, en un proceso de litigación, constituye, ciertamente, una expresión física de la voluntad del Estado concernido; pero no es suficiente como elemento de probanza definitiva.

La Sala decidió que, en las delimitaciones fronterizas, los mapas condensan (representativamente) simplemente información, y nunca títulos territoriales por sí solos. Son meramente pruebas extrínsecas, que pueden usarse, junto con otras, para determinar los hechos reales. Su valor depende de su fiabilidad técnica y de su neutralidad en relación con la controversia y las Partes.

A partir de los mapas presentados no se puede efectuar una inversión de la carga de la prueba. Conforme a la Corte, los mapas no poseen –eo ipso– fuerza probatoria en un litigio.

No obstante, en el caso que nos ocupa, en la actualidad, en la Corte Internacional de Justicia nos atrevemos a exponer el carácter de cogencia de nuestra enjundiosa cartografía.

Me permito explicar. Nuestro portafolio cartográfico ha adquirido la condición de argumento cogente; porque sus elementos constituyentes (los mapas que lo componen) resultan, en sí mismas, premisas de certificación histórica. Los mapas han hecho veracidad en su conclusión: la Guayana Esequiba ha estado siempre en cualquier cartografía venezolana.

Si todos los mapas inductivamente dicen que sí, entonces la conclusión deductiva es sí.

Vamos por partes. Conforma un legajo incuestionable todo el mapeado del reconocido geógrafo y académico Juan de la Cruz Cano y Olmedilla del año 1775. Un mural realizado con ocho planchas de cobre, valorado como el más completo mapa que se haya hecho de América del Sur hasta la utilización de métodos cartográficos contemporáneos.

Otra inducción: hay bastante fortaleza argumentativa en la obra cartográfica del inglés Joseph Hadfield, de 1839; la cual fue hallada en Londres, en el año 2018, por el abogado Ugo Giuliani, quien donó al Estado venezolano esos mapas legítimos y auténticos, que demuestran la inclusión de la Guayana Esequiba, en el contexto geográfico venezolano.

Más argumentación al respecto. El mapa político y atlas de las provincias venezolanas, realizado por Agustín Codazzi, en 1840; el cual ha sido considerado un elemento de cogencia (respaldado por investigaciones geográficas, sobre todo en la provincia de Guayana). Añadamos, también, el elogiable aporte cartográfico, plasmado en el enjundioso trabajo del ingeniero y exrector de la UCV, Muñoz Tébar, en 1887, fundamentalmente hacia la parte oriental de nuestro país.

Nuestra delegación, si aceptamos hacernos parte del Juicio en La Corte, tendría la solidez como prueba auxiliar extrínseca –elemento de cogencia al momento de elaborar el Memorial de contestación de la demanda –de una fortaleza cartográfica auténtica.

 

 

sábado, 27 de noviembre de 2021

 

  Para Balza, con buena parte de sus exquisitas letras

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

Nos ha ocurrido que cada vez que mencionamos –intencionadamente— el vocablo Deltanidad se devela un hermoso “tejido de piel social “, que impronta de forma espontánea nuestras valoraciones, motivaciones, costumbres, conocimientos, emociones, sensibilidades, mitos, ritos, triunfos y desaciertos.

Digamos, en resumen, la Deltanidad concita las respectivas vivencias, sin eludir que también atravesamos carencias. En el Delta todos cabemos y sentimos en una bella relación de identidad.

Nos constituimos en una inmensa familia asentada en más de cuarenta mil kilómetros cuadrados.

A partir de la Deltanidad nos hemos permitido enhebrar nuestra especificidad cultural.

Hay una efervescente imantación colectiva, inexplicable. Una natural magia telúrica que dimana con el propósito de entrelazarnos con hilos de emoción.

Interminable legión de hombres y mujeres, de nuestro Delta del Orinoco, destacados y prominentes han recorrido el mundo – y lo continuarán haciendo—bajo distintas circunstancias; sin embrago, conseguimos un elemento vertebrador en cada narrativa y experiencia: la tierra, que los vio nacer, va muy acendrada en sus corazones.

Quizás, se llegue a comprender que lo que hemos sido y vamos siendo se lo debemos a la matriz social que rige nuestro trasfondo vivencial, ese mundo de vida que nutre el modo de conocer individual y socialmente. Que cada quien le añade su singularidad, su estilo para simbolizar y decir con palabras las realidades.

Los asiduos lectores de los textos del laureado maestro José Balza aprehendemos sus escurridizas lúdicas en cada relato; y en bastante de su entramado escritural aparece el Delta.

Acaso constituya una hermosa estrategia, de su parte, que incita a darle completitud a las ideas que apenas insinúa.

Sus ejercicios narrativos nos llevan de la mano como ductores hacia la realidad esperanzadora o hacia la proliferación de preguntas sin necesarias respuestas.

 

“…pude haber sido otro niño —relata Balza en una entrevista que le hicimos, recientemente —pero había una energía vital que se ubicaba en mí; yo era testigo privilegiado de aquel mundo: agua, cielo inmenso, la vasta selva, montañas, lo que me hizo atrapar la realidad y convertirla en palabras…”

 

Los textos arquetípicos de Balza han irrumpido para provocar, para desencadenar innumerables controversias; a veces para ir contra lo establecido, para antagonizar las ideas esclerosadas por dogmatismos. Le fascina dejar sentado en sus escritos pensamientos a contracorriente, en los cuales el cinismo tiene un sitio preponderante.

 Nuestro insigne escritor, nacido a orillas del Caño Manamo, hoy recibe el VIII premio Pedro Henríquez Ureña (2021), otorgado por la Academia Mexicana de la Lengua; con suficientes méritos, con base a su amplísima producción literaria.

El exigente jurado del premio también hizo bastante relevancia en que Balza edifica lingüísticamente en su trabajo ensayístico un espacio amplio e inteligente donde figuras y renombres como Baltasar Gracián, Juan Espinosa Medrano y Hernando Domínguez Camargo, todas aparejadas con la obra del Manco de Lepanto.

El nombre de Balza se suma al de Emilio Lledó, Pedro Lastra, Luce López-Baralt, Alfredo López Austin, Noé Jitrik, Francisco González Crussí y Santiago Kovadloff, quienes ganaron las ediciones pasadas

Balza es considerado en el presente tramo epocal contemporáneo, uno de los escritores más importantes de Latinoamérica y buena parte de otras latitudes del mundo.

Siempre hemos abrigado la esperanza de solicitar a nuestro compañero de la Academia Venezolana de la Lengua que nos devele el hermoso componente filosófico que encierra su sentencia: “una novela es el resultado de la pasión por el sinsentido”.

 No hay fatalismos en su campo léxico.

Sus textos nos guían como cuerpos vivos, inclusive aquellos escritos de su época juvenil que fueron arrojados a las aguas de su avecindado río, en acto inconsciente de metafórico esparcimiento.

 El cuento como género literario, según enuncia Balza con reiteración, no admite vacilación, en ninguno de sus vocablos. Cada palabra deja de existir por sí misma para conducir a la próxima. Y la última – nos dice—es proporcionalmente la primera.

En agradables tertulias hemos coincidido en que las palabras no son neutras; cada una tiene su propia carga axiológica – lo cual no es motivo de  discusión entre nosotros—por cuanto, prohijamos  la idea de que cada térmico se construye para que dé cuenta de su específico tramo de mundo-historia.

Supimos que con tan solo (16) años, Balza decide labrarse sus propios horizontes, fuera del Delta: “Me fui por casualidad, y porque ya había leído mucho. Los libros te abren mundos distantes, como si los tuvieras a la mano. Nadie se imagina cuántos lectores ha habido en mi tierra, en los últimos cien años”.

Tuviste confianza en ti mismo —le señalamos concordantemente--. Creíste absolutamente en tu potencial creativo con las palabras; como imaginador de cosas que luego propenderías a narrar.

Balza posee una intrínseca cualidad para distanciarse de las hipocresías y de las lisonjas inoportunas; no obstante, sabe ser fino con los sinceros reconocimientos – como el que ahora ha obtenido; por cierto, uno de los más prestigioso de América.

A pesar de que las distinciones le abruman; dice Balza porque llevan implícitas adulancias o demasiados compromisos; pero si vienen con afectos, de seguro proporcionan alegrías.

 

lunes, 22 de noviembre de 2021

 

Guayana Esequiba: ni de brazos cruzados, ni bocas silentes

Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

A cada instante y en todas partes nos preguntan que, si con la decisión que tomó la Corte Internacional de Justicia, el 18 de diciembre del año pasado, mediante la cual se atribuyen jurisdicción y competencia, para conocer forma y forma, de este asunto litigioso, estaríamos corriendo el riego de perder de manera definitiva, la Zona en Reclamación.

Sobre el particular, comienzo por señalar que vienen aflorando bastantes inquietudes; y que estamos, en la medida de nuestras posibilidades, impelidos a dar respuestas para concienciar, como siempre, a la opinión pública nacional, sobre este álgido caso de Derecho Internacional.

 

Admitamos, de entrada y sin lugar a elucubraciones, que tenemos una seria amenaza en ciernes.

 

A raíz de tal pronunciamiento, con carácter sentencial, que emitió el Alto Tribunal de La Haya—en la fecha arriba mencionada-- sobre el caso confrontado entre Venezuela y Guyana; por cierto, veredicto escabroso y raro, que escuchamos (hace casi un año) con detenimiento; inmediatamente nos propusimos contactar a nuestros amigos esequibistas, para comparar opiniones y conjeturas.

 

Establecimos comunicación, además, con estudiosos de los vericuetos y de los otros caminos estrechos y difíciles de transitar en el Derecho Internacional Público.

 Lo hicimos adrede para saber si tenemos puntos de coincidencias, en nuestros respectivos análisis, sobre lo que decidió la Corte, con base a la contención centenaria, por todas conocidas.

 

Sin lugar a dudas que Guyana aguardó la ocasión, casi como una emboscada jurídica, para demandar a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ); yéndose, directamente al “arreglo judicial”, como una solución –no precisamente la inmediata—que contempla el artículo (33) de la Carta de las Naciones Unidas.

 

Voy a repetirlo una vez más, si ya el litigio tomó el rumbo y calificación que la propia Corte le confirió; qué nos queda entonces, sino   apertrecharnos con nuestros recursos históricos; con los Justos Títulos que poseemos; absolutamente irrebatibles, que no admiten pruebas en contrario (iuris et de iure) para exponerlos y defendernos con justeza el 08 de marzo del año 2023, cuando nos corresponderá asistir ante la entidad juzgadora.

 

En el marco de una Política de Estado, que concite la solidaridad de todo el país; una vez más,  sugiero a nuestra Cancillería ( recibidas las debidas  instrucciones desde la Presidencia de la República) insistir en  todo  lo concerniente a un Referendo Consultivo,  con dos o tres preguntas muy precisas;  considerando que es una materia de especial trascendencia, conforme al artículo (73) de nuestra Constitución Nacional: “…Serán sometidos a referendo los tratados, convenios o acuerdos internacionales que pudieran comprometer la soberanía nacional o transferir competencias a órganos supranacionales…” (Omissis).

 

A partir de un Referendo Consultivo el pueblo venezolano se expresará libremente, y dirá si está de acuerdo que vayamos a la sede del Alto Tribunal donde se dirime nuestra contención y hagamos las alegaciones   que en justicia nos asisten.

 

Guyana se siente envalentonada y soberbia. Se cree que ya su mandado está hecho.

 

Hemos venido escuchando con detenimiento todas las intervenciones del presidente guyanés Irfaan Ali, donde rechaza plenamente la creación del Territorio para el Desarrollo de la Fachada Atlántica de la República Bolivariana de Venezuela; y lo hizo en los términos más desconsiderados. Además, continúa entregando concesiones – a diestra y siniestra—en la zona disputada, a empresas transnacionales

 En cada discurso, percibo al primer mandatario de la excolonia británica engreído y prepotente; inclusive asoma la posibilidad de esperar una sentencia definitiva, presuntamente favorable para ellos, por parte de la Corte Internacional de Justicia, con lo cual piensan que se avalará como válido y vinculante (y con carácter de Cosa Juzgada) la nula e írrita tratativa tramposa que nos despojó de una séptima parte de nuestra geografía venezolana.

 

Que quede claro que no estamos rehuyendo la confrontación jurídica; por cuanto, poseemos los Justos Títulos traslaticios, que confieren carácter posesorio sobre los disputados 159.500 km2 y su proyección atlántica, desde el 8 de septiembre de 1777, con la Cédula Real de Carlos III, al crearse la Capitanía General de Venezuela; donde quedaron integradas las provincias de Caracas, Maracaibo, Nueva Andalucía (Cumaná), Guayana hasta el río Esequibo, Margarita y Trinidad.

Nacimos al mundo como Capitanía General de Venezuela, teniendo al río Esequibo como nuestro costado limítrofe por el este.

 

Nada de quedarnos callados o inertes. El Estado Venezolano debe invocar su absoluta soberanía para decidir (a través de un Referendo Consultivo) si admite la Jurisdicción de la Corte; esta vez con nuestros coagentes presentes en la Corte, para defender lo que nos arrebataron con vileza.

Aprovechemos que ya ha pasado el clima electoral, en nuestro país.

¿Saben por qué? Porque el juicio – ya emprendido—no se paralizará, por ausencia de la delegación de Venezuela.

Que quede claro, no hemos despojado nada a ningún país, ni pretendemos hacerlo. Fue a nuestra Nación a la que se le perpetró, con alevosía, un desgajamiento de una séptima parte de nuestra posesión geográfica.

 

 

 

 

domingo, 14 de noviembre de 2021

 

Por la democracia y la libertad

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia venezolana de la lengua

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

Asumimos con determinación participar en el presente proceso electoral.

Particularmente confieso que, luego de varios años de inactividad en estos menesteres políticos, he asimilado y valorado experiencias extraordinarias; mismas consustanciadas de vivencias que fueron imprimiendo e imponiendo la obligante aceleración de las acciones y a todo cuanto íbamos haciendo y diciendo.

Es suficientemente conocido que los últimos treinta y cinco años se los he dedicado, integralmente, a la docencia en postgrado y a dictar conferencias en institutos culturales, etnohistóricos y en varias universidades del país y del exterior, a los cuales he sido invitado para discernir sobre un tema-tópico de tanta trascendencia para Venezuela: el litigio histórico y la reivindicación en justicia de nuestra Guayana Esequiba.

Conformo, también,  el Consejo Académico del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela, junto a destacados venezolanos de excepcional inteligencia y dominio del Derecho Internacional Público.

Aparejado a todo el mencionado trabajo; expreso, además, que por varios años me he ocupado – con recurrencia—a asistir y participar en las sesiones ordinarias y extraordinarias en nuestra Academia Venezolana de la Lengua, de la cual soy miembro correspondiente y aspirante a integrar las comisiones de lexicografía y gramática.

De modo que, como puede colegirse, de los asuntos políticos-partidistas por estas tres décadas, había yo permanecido distante, pero no indiferente.

Evidencia cierta, de lo estrictamente aseverado en el párrafo anterior, son las publicaciones de mis artículos semanales en los diarios El Nacional, Primicia, Opinión y Noticias y en las redes sociales; cuyos contenidos siempre sintetizan mi posición de absoluto antagonismo severo y contundente a esta inmerecida situación calamitosa y de ruindad en que se encuentra la población venezolana.

De seguidas, paso a relatarles que, a   comienzos del presente año, fui convidado –con deferencia—por un equipo político elogiable: la Alianza Democrática, para que me postulara a la candidatura a la gobernación del estado Delta Amacuro.

Tal hermosa circunstancia me llenó de sano orgullo.

Me sentí honrado; y luego de superar algunos escollos y contratiempos iniciamos de lleno una sostenida labor de proselitismo, aseguradora del triunfo sistemático y organizado, bajo la conducción del abogado deltano Jesús Gabriel Hidalgo, quien supo demostrar su acumulada experiencia de operador político.

Entonces, nos dispusimos a recorrer al Delta del Orinoco; en su amplia y exuberante extensión.

Nuestro equipo percibió – con carácter diagnóstico—las ilimitadas necesidades y carencias.

Nos identificamos con los pueblos, caseríos, barrios, sectores sociales y comunidades en la búsqueda de soluciones que pudiéramos alcanzar, muy pronto, para sus problemas; sin estridencias ni monumentalismos.

 Estamos obligamos –porque así clama este pueblo – a resolver sin innecesarias demoras y en la medida de las posibilidades.

A cada paso que damos y en cada palabra que pronunciamos, ante una población esperanzada, nos acompaña, permanentemente, la protección de nuestro Padre celestial.

Digamos también, que teniendo la humildad como principio rector que ha regido mi filosofía de vida, construimos el enunciado: “Hacia el Delta que queremos y nos merecemos”, el cual se fue exteriorizando y sembrando hasta multiplicarse en las sensibilidades de nuestros deltanos; anhelantes de cambios y transformaciones por obtener más temprano que tarde, calidad de vida.

He empeñado mi futuro desenvolvimiento en los términos que abrevio así: gobernaremos con los mejores. Con el más puro desprendimiento e inclusión de los deltanos de buena voluntad.

 Lo digo ahora en esta etapa electoral y lo cumpliré con determinación: para alcanzar los mayores niveles en su calidad de vida, nos requerimos todos. Dejar, bien lejos, estas condiciones de abandono en que nos encontramos, por irresponsabilidad de gobernantes ineptos.

 los funcionarios serán designados sin mezquindades, sin hacer distinciones de ninguna naturaleza política, económica, religiosa, social. Sin diferenciaciones odiosas. Basta que la persona desee trabajar con formación y mística, para recuperar y consolidar el desarrollo de nuestro estado. A nadie se le pedirá, algo tan detestable, como el carné del partido o la postulación de los jefes políticos.

Nos encontramos a muy escasos días y horas para la definición del destino – para el próximo cuatrienio—de nuestro Delta del Orinoco.

 Invocamos la conciencia y la profunda reflexión de quienes vamos a decidir – mediante el sufragio—lo que más y mejor le conviene a nuestra gente, en procura de una existencia digna y un mejor vivir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por la democracia y la libertad

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia venezolana de la lengua

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

Asumimos con determinación participar en el presente proceso electoral.

Particularmente confieso que, luego de varios años de inactividad en estos menesteres políticos, he asimilado y valorado experiencias extraordinarias; mismas consustanciadas de vivencias que fueron imprimiendo e imponiendo la obligante aceleración de las acciones y a todo cuanto íbamos haciendo y diciendo.

Es suficientemente conocido que los últimos treinta y cinco años se los he dedicado, integralmente, a la docencia en postgrado y a dictar conferencias en institutos culturales, ethistóricos y en varias universidades del país y del exterior, a los cuales he sido invitado para discernir sobre un tema-tópico de tanta trascendencia para Venezuela: el litigio histórico y la reivindicación en justicia de nuestra Guayana Esequiba.

Aparejado a toda la mencionada ocupación; además, expreso que por varios años me he ocupado – con recurrencia—a asistir y participar en las sesiones ordinarias y extraordinarias en nuestra Academia Venezolana de la Lengua, de la cual soy miembro correspondiente y aspirante a integrar las comisiones de lexicografía y gramática.

 De modo que, como puede colegirse, de los asuntos políticos-partidistas por estas tres décadas, había yo permanecido distante, pero no indiferente.

Evidencia cierta, de lo estrictamente señalado, en lo que asevero en el párrafo anterior, son las publicaciones de mis artículos semanales en los diarios El Nacional, Primicia, Opinión y Noticias y en las redes sociales; cuyos contenidos siempre sintetizan mi posición de absoluto antagonismo severo y contundente a esta inmerecida situación calamitosa y  de ruindad en que se encuentra la población venezolana.

 A comienzos del presente año, fui convidado –con deferencia—por un equipo político elogiable: la Alianza Democrática, para que me postulara a la candidatura a la gobernación del estado Delta Amacuro.

Tal hermosa circunstancia me llenó de sano orgullo.

Me sentí honrado; y luego de superar algunos escollos y contratiempos iniciamos de lleno un trabajo, asegurador del triunfo, sistemático y organizado, bajo la conducción del abogado deltano Jesús Gabriel Hidalgo, quien supo demostrar su acumulada experiencia de operador político.

Entonces, nos dispusimos a recorrer al Delta del Orinoco; en su amplia y exuberante extensión.

Nuestro equipo percibió – con carácter diagnóstico—las ilimitadas necesidades y carencias.

Nos identificamos con los pueblos y caseríos, barrios, sectores y comunidades en la búsqueda de soluciones que pudiéramos alcanzar, muy pronto, para sus problemas; sin estridencias ni monumentalismos.

 Estamos obligamos –porque así clama este pueblo – a resolver sin innecesarias demoras y en la medida de las posibilidades.

A cada paso que damos y en cada palabra que pronunciamos, ante una población esperanzada, nos acompaña, permanentemente, la protección de nuestro Padre celestial.

Digamos también, que teniendo la humildad como principio rector que ha regido mi filosofía de vida, construimos el enunciado: “Hacia el delta que queremos y nos merecemos”, el cual se fue exteriorizando y sembrando hasta multiplicarse en las sensibilidades de nuestros deltanos; anhelantes de cambios y transformaciones por obtener más temprano que tarde, calidad de vida.

Nos encontramos a muy escasos días y horas para la definición del destino – para el próximo cuatrienio—de nuestro Delta del Orinoco.

 Invocamos la conciencia y la profunda reflexión de quienes vamos a decidir – mediante el sufragio—lo que más y mejor le conviene a nuestra gente, para una existencia digna y un mejor vivir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 7 de noviembre de 2021

 

Guayana Esequiba: concesiones cómplices (pero revocables)

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

La Guayana Esequiba constituye un inmenso espacio con incalculables riquezas mineras, hídricas, forestales, energéticas, edafológicas, petroleras etc. Territorio muchísimo más grande que algunos países europeos, asiáticos y centroamericanos.  Lo hemos mencionado, como referente, en bastantes ocasiones: todos los estados del occidente venezolano son comparables, en extensión, con los 159.500 km2 que nos arrebataron, por el costado este de la nación.

La mencionada área posee un extraordinario potencial de desarrollo sostenible.

Una aseveración – que no debe quedar sesgada-- fuimos vilmente despojados con el denominado Laudo Arbitral de París de 1899, que desde entonces hemos calificado tal documento de írrito y nulo.

Por tal hecho antijurídico e injusto hemos estado reclamando para nuestra Nación venezolana la devolución de lo que nos quitaron, mediante una trampa de los imperios.

Hay que dejar sentado suficientemente que La contención por la Guayana Esequiba rebasa las parcelas ideológicas, partidistas, confesionales, raciales o de cualquier otra índole. Este caso nos necesita unidos como país, con criterios unánimes.

 

Este caso litigioso estamos obligados a estudiarlo y manejarlo invocando la solidaridad de toda la población venezolana. Concitando las mejores voluntades e inteligencias.

 

La labor   de las ONG, que han sido creadas para adelantar su trabajo al respecto; así también, el reconocimiento debido al Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela; lo propio cabe además para el Consejo Venezolano de Relaciones Internacionales, las      Fundaciones en su insistente actividad de concienciación. Todos en una sola motivación y propósito. Esfuerzos suficientemente ponderados; lo cual constituye un destacado ejemplo de una lucha sostenida sin actitudes atrabiliarias o estrepitosas; porque, aquí se requiere talento y densidad en la formación documental y doctrinaria para insistir en la reclamación y defender en la Corte Internacional Justicia o donde   haya lugar lo que por honor y justicia siempre ha sido nuestro; que vilmente nos arrebataron, en un ardid o una tratativa perversa mediante añagazas jurídicas.

 

Desde entonces nuestra lucha ha sido implacable. Emprendida ayer por quienes nos antecedieron en esas lides, y hoy nosotros como heredamos en la presente lucha en la contemporaneidad.

 

Estos reclamos no están anclados en una malcriadez diplomática o un empecinamiento sin asidero; por el contrario, estamos munidos de documentos que muestran, demuestran y comprueban que la denominada Guayana Esequiba, desde siempre ha sido nuestra

 

Tenemos bastantes elementos probatorios, exhibibles en cualquier escenario internacional, donde se pueda escrutar legítima y válidamente los registros que avalan la propiedad de Venezuela sobre el área extendida a la margen izquierda del río Esequibo y consecuentemente sobre su proyección atlántica: Mar Territorial, Zona Contigua y Zona Económica Exclusiva; de tal manera, que no hemos despojado nada a ningún país, ni pretendemos hacerlo. Fue a nuestra Nación a la que se le perpetró, con alevosía, un desgajamiento de una séptima parte de nuestra posesión geográfica.

 

Guyana no ha cesado en aprovechar el inmenso potencial de recursos que tiene la Guayana Esequiba, en tierra y mar. Ha hecho concesiones de todo tipo, en complicidad con algunos países; irrespetando el espíritu, propósito y razón del Acuerdo de Ginebra: único documento al cual asirnos para proseguir nuestros reclamos donde tengamos que ir. Para denunciar ante el mundo el descaro y la ignominia a la que se nos han sometido en más de dos siglos.

Ya decíamos que, si confrontamos un problema de reclamo de soberanía en el área terrestre, en la zona marítima la situación es mucho más álgida por cuanto Guyana ha cercenado nuestra proyección hacia el atlántico, frente al Delta del Orinoco.

Como es bien sabido, la transnacional ExxonMobil ha obtenido del gobierno guyanés concesiones de petróleo en lo que ellos denominan, torcidamente “la cuenca de Guyana en alta mar”: bloque con un valor estimado de 20 veces del Producto Interno Bruto (PIB) de esa excolonia británica, y un procesamiento aproximado de más de un millón de barriles de petróleo.

la CGX de Canadá y Anadarko y Exxon de Estados Unidos, para mencionar algunas entre muchísimas, operan libremente en el territorio que hemos estado reclamando en las distintas instancias internacionales.

La empresa Muri Brasil Venture y consorcios chinos adelantan el desarrollo de una represa hidroeléctrica gigante en Amaila, para la que se han hecho ya las vías de comunicación y buena parte de su infraestructura.

La compañía petrolera ExxonMobil, conjuntamente con más de (59) empresas transnacionales especializadas llevan a cabo actividades de exploración y explotación aurífera, hídrica, forestal, petrolera, de extracción de uranio y de bauxita.

Podemos decir --en carácter de denuncia— que se han asentado en el territorio de la Guayana Esequiba, con la complicidad de los gobiernos de Guyana, del Reino Unido, de Brasil, Holanda, Canadá, Surinam, de Estados Unidos, de China, entre otros.