domingo, 14 de noviembre de 2021

 

Por la democracia y la libertad

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia venezolana de la lengua

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

Asumimos con determinación participar en el presente proceso electoral.

Particularmente confieso que, luego de varios años de inactividad en estos menesteres políticos, he asimilado y valorado experiencias extraordinarias; mismas consustanciadas de vivencias que fueron imprimiendo e imponiendo la obligante aceleración de las acciones y a todo cuanto íbamos haciendo y diciendo.

Es suficientemente conocido que los últimos treinta y cinco años se los he dedicado, integralmente, a la docencia en postgrado y a dictar conferencias en institutos culturales, etnohistóricos y en varias universidades del país y del exterior, a los cuales he sido invitado para discernir sobre un tema-tópico de tanta trascendencia para Venezuela: el litigio histórico y la reivindicación en justicia de nuestra Guayana Esequiba.

Conformo, también,  el Consejo Académico del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela, junto a destacados venezolanos de excepcional inteligencia y dominio del Derecho Internacional Público.

Aparejado a todo el mencionado trabajo; expreso, además, que por varios años me he ocupado – con recurrencia—a asistir y participar en las sesiones ordinarias y extraordinarias en nuestra Academia Venezolana de la Lengua, de la cual soy miembro correspondiente y aspirante a integrar las comisiones de lexicografía y gramática.

De modo que, como puede colegirse, de los asuntos políticos-partidistas por estas tres décadas, había yo permanecido distante, pero no indiferente.

Evidencia cierta, de lo estrictamente aseverado en el párrafo anterior, son las publicaciones de mis artículos semanales en los diarios El Nacional, Primicia, Opinión y Noticias y en las redes sociales; cuyos contenidos siempre sintetizan mi posición de absoluto antagonismo severo y contundente a esta inmerecida situación calamitosa y de ruindad en que se encuentra la población venezolana.

De seguidas, paso a relatarles que, a   comienzos del presente año, fui convidado –con deferencia—por un equipo político elogiable: la Alianza Democrática, para que me postulara a la candidatura a la gobernación del estado Delta Amacuro.

Tal hermosa circunstancia me llenó de sano orgullo.

Me sentí honrado; y luego de superar algunos escollos y contratiempos iniciamos de lleno una sostenida labor de proselitismo, aseguradora del triunfo sistemático y organizado, bajo la conducción del abogado deltano Jesús Gabriel Hidalgo, quien supo demostrar su acumulada experiencia de operador político.

Entonces, nos dispusimos a recorrer al Delta del Orinoco; en su amplia y exuberante extensión.

Nuestro equipo percibió – con carácter diagnóstico—las ilimitadas necesidades y carencias.

Nos identificamos con los pueblos, caseríos, barrios, sectores sociales y comunidades en la búsqueda de soluciones que pudiéramos alcanzar, muy pronto, para sus problemas; sin estridencias ni monumentalismos.

 Estamos obligamos –porque así clama este pueblo – a resolver sin innecesarias demoras y en la medida de las posibilidades.

A cada paso que damos y en cada palabra que pronunciamos, ante una población esperanzada, nos acompaña, permanentemente, la protección de nuestro Padre celestial.

Digamos también, que teniendo la humildad como principio rector que ha regido mi filosofía de vida, construimos el enunciado: “Hacia el Delta que queremos y nos merecemos”, el cual se fue exteriorizando y sembrando hasta multiplicarse en las sensibilidades de nuestros deltanos; anhelantes de cambios y transformaciones por obtener más temprano que tarde, calidad de vida.

He empeñado mi futuro desenvolvimiento en los términos que abrevio así: gobernaremos con los mejores. Con el más puro desprendimiento e inclusión de los deltanos de buena voluntad.

 Lo digo ahora en esta etapa electoral y lo cumpliré con determinación: para alcanzar los mayores niveles en su calidad de vida, nos requerimos todos. Dejar, bien lejos, estas condiciones de abandono en que nos encontramos, por irresponsabilidad de gobernantes ineptos.

 los funcionarios serán designados sin mezquindades, sin hacer distinciones de ninguna naturaleza política, económica, religiosa, social. Sin diferenciaciones odiosas. Basta que la persona desee trabajar con formación y mística, para recuperar y consolidar el desarrollo de nuestro estado. A nadie se le pedirá, algo tan detestable, como el carné del partido o la postulación de los jefes políticos.

Nos encontramos a muy escasos días y horas para la definición del destino – para el próximo cuatrienio—de nuestro Delta del Orinoco.

 Invocamos la conciencia y la profunda reflexión de quienes vamos a decidir – mediante el sufragio—lo que más y mejor le conviene a nuestra gente, en procura de una existencia digna y un mejor vivir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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