Por la democracia y la libertad
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la
Academia venezolana de la lengua
Miembro del
Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Asumimos con
determinación participar en el presente proceso electoral.
Particularmente
confieso que, luego de varios años de inactividad en estos menesteres
políticos, he asimilado y valorado experiencias extraordinarias; mismas
consustanciadas de vivencias que fueron imprimiendo e imponiendo la obligante
aceleración de las acciones y a todo cuanto íbamos haciendo y diciendo.
Es suficientemente
conocido que los últimos treinta y cinco años se los he dedicado,
integralmente, a la docencia en postgrado y a dictar conferencias en institutos
culturales, etnohistóricos y en varias universidades del país y del exterior, a
los cuales he sido invitado para discernir sobre un tema-tópico de tanta
trascendencia para Venezuela: el litigio histórico y la reivindicación en
justicia de nuestra Guayana Esequiba.
Conformo, también, el Consejo Académico del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela, junto a destacados venezolanos de excepcional
inteligencia y dominio del Derecho Internacional Público.
Aparejado a todo el
mencionado trabajo; expreso, además, que por varios años me he ocupado – con
recurrencia—a asistir y participar en las sesiones ordinarias y extraordinarias
en nuestra Academia Venezolana de la Lengua, de la cual soy miembro
correspondiente y aspirante a integrar las comisiones de lexicografía y
gramática.
De modo que, como
puede colegirse, de los asuntos políticos-partidistas por estas tres décadas,
había yo permanecido distante, pero no indiferente.
Evidencia cierta, de
lo estrictamente aseverado en el párrafo anterior, son las publicaciones de mis
artículos semanales en los diarios El Nacional, Primicia, Opinión y Noticias y
en las redes sociales; cuyos contenidos siempre sintetizan mi posición de
absoluto antagonismo severo y contundente a esta inmerecida situación
calamitosa y de ruindad en que se encuentra la población venezolana.
De seguidas, paso a relatarles
que, a comienzos del presente año, fui convidado –con
deferencia—por un equipo político elogiable: la Alianza Democrática, para que
me postulara a la candidatura a la gobernación del estado Delta Amacuro.
Tal hermosa
circunstancia me llenó de sano orgullo.
Me sentí honrado; y
luego de superar algunos escollos y contratiempos iniciamos de lleno una
sostenida labor de proselitismo, aseguradora del triunfo sistemático y
organizado, bajo la conducción del abogado deltano Jesús Gabriel Hidalgo, quien
supo demostrar su acumulada experiencia de operador político.
Entonces, nos
dispusimos a recorrer al Delta del Orinoco; en su amplia y exuberante
extensión.
Nuestro equipo
percibió – con carácter diagnóstico—las ilimitadas necesidades y carencias.
Nos identificamos con
los pueblos, caseríos, barrios, sectores sociales y comunidades en la búsqueda
de soluciones que pudiéramos alcanzar, muy pronto, para sus problemas; sin
estridencias ni monumentalismos.
Estamos obligamos –porque así clama este
pueblo – a resolver sin innecesarias demoras y en la medida de las
posibilidades.
A cada paso que damos
y en cada palabra que pronunciamos, ante una población esperanzada, nos
acompaña, permanentemente, la protección de nuestro Padre celestial.
Digamos también, que teniendo
la humildad como principio rector que ha regido mi filosofía de vida,
construimos el enunciado: “Hacia el Delta que queremos y nos merecemos”, el
cual se fue exteriorizando y sembrando hasta multiplicarse en las
sensibilidades de nuestros deltanos; anhelantes de cambios y transformaciones
por obtener más temprano que tarde, calidad de vida.
He empeñado mi futuro
desenvolvimiento en los términos que abrevio así: gobernaremos con los mejores.
Con el más puro desprendimiento e inclusión de los deltanos de buena voluntad.
Lo digo ahora en esta etapa electoral y lo
cumpliré con determinación: para alcanzar los mayores niveles en su calidad de
vida, nos requerimos todos. Dejar, bien lejos, estas condiciones de abandono en
que nos encontramos, por irresponsabilidad de gobernantes ineptos.
los funcionarios serán designados sin
mezquindades, sin hacer distinciones de ninguna naturaleza política, económica,
religiosa, social. Sin diferenciaciones odiosas. Basta que la persona desee
trabajar con formación y mística, para recuperar y consolidar el desarrollo de
nuestro estado. A nadie se le pedirá, algo tan detestable, como el carné del
partido o la postulación de los jefes políticos.
Nos encontramos a muy
escasos días y horas para la definición del destino – para el próximo
cuatrienio—de nuestro Delta del Orinoco.
Invocamos la conciencia y la profunda reflexión
de quienes vamos a decidir – mediante el sufragio—lo que más y mejor le
conviene a nuestra gente, en procura de una existencia digna y un mejor vivir.
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