viernes, 27 de diciembre de 2019




Félix Adam: digno maestro de América

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua


En bastantes ocasiones, cuando provocaba los encuentros de saberes en Tucupita, el maestro Adam asumía una extraordinaria actitud incitativa hacia nosotros: cursantes de la maestría en Andragogía, hace ya muchos años; de lo cual estamos eternamente agradecidos.

Nos señalaba, con suficiente determinación, que no habrá excusa que valga para, quienes somos hechuras y estamos comprometidos con la academia. Que sería imperdonable si    pretendiéramos escurrir el obligado debate y la plural confrontación que explorara nuevos horizontes y desplegara múltiples miradas por el futuro de la educación en Venezuela.

“Tienen que atreverse o se apartan”. “Porque –exponía en su cátedra— definitivamente es un atrevimiento teñido de audacia que escrutemos a la educación desde sus interioridades. Eso es lo hermoso, aunque produzca vértigos”.

Quiénes más sino nosotros, en sentido genérico para reconocer, luego del diagnóstico más descarnado,  que la educación nuestra, en sus distintos niveles y modalidades  ha devenido en  una estructura ambigua, que poco o nada ha hecho para ir adaptando sus mecanismos  y procedimientos conforme a  las exigencias de los tiempos actuales; con lo cual admitimos que las realidades externas llevan un ritmo de aceleración superior, en todo, valga decir hasta para la construcción de conocimientos, menos para propender a la Sociedad de la creatividad y la innovación.

Una de las premisas que hemos sostenido quienes abrigamos, por razón y emoción, a la Andragogía (hechura del maestro Adam) viene dada en que no basta enseñar, aunque sea rápidamente, hay que hacerlo también sólidamente. Con emoción y amorosidad.

El maestro Adam insistía en que, en vez de recurrir, casi sin escapatoria a los “libros muertos”. Seamos más creativos:  a los niños, jóvenes y adultos deben presentárseles las vivencias.
Lo pregonó, en diversos escenarios académicos, Félix Adam: “Sólo haciendo se puede aprender a hacer. En vez de palabras: sombras de las cosas, lo que hace falta en las escuelas es el conocimiento de las cosas mismas”.

Nos indicaba, de modo reiterado, que la educación primero pedagógica y luego andragógica transcurre toda la vida, en sus diversas etapas; porque siempre estamos aprendiendo. La educación andragógica – su hija predilecta-- se desarrolla a través de una praxis fundamentada en los principios de participación y horizontalidad, con carácter sinérgico, para que se incremente el pensamiento, la autogestión, la calidad de vida y la creatividad del participante adulto.

Prestemos atención a este dato curioso: habiendo nacido en un pueblito llamado El Toro, jurisdicción del municipio Antonio Díaz del estado Delta Amacuro, Venezuela, el 24 de diciembre de 1921, nuestro ilustre educador luchó con dedicación y esfuerzos titánicos para fracturar la voracidad de tal “genética social”; para que el medio rural-indígena no lo absorbiera. Logra proyectarse en el mundo en razón de sus aquilatados conocimientos.

Un excepcional y admirado maestro de escuela, de comienzos del siglo XX, en nuestro Delta, tan preterido por los decisores de las políticas públicas. Fogoso en el discurso, denso y brillante en su cultivado léxico y severamente crítico para lograr que las cosas y las causas se dieran con justicia y eficiencia.

Félix Adam fue el gran promotor de “hacer” y no “decir”.

La acción siempre lo llevó al hecho; y esto me hace recordar que los filósofos orientales hablan de la acción continua; del hacer en el instante presente.

Alguna vez, cuando me asesoraba para la creación del Tecnológico del Delta, me dijo: “Lo que importa es lo que hacemos con la conciencia lúcida y los cambios que permanentemente se están ejecutando alrededor de uno; porque cada instante es único e irrepetible”.

Cuántas veces el docente puede ahorrarle al estudiante, de cualquier grupo etario, años de sufrimiento y frustración sólo con una palabra amable, un gesto de identificación, la ubicación en su mismo plano de aprendizaje. Pero, un educador con la autoestima baja, poco remunerado, como el nuestro, tanto en dinero como aliciente vocacional, jamás podrá dar a los otros lo que él mismo está necesitando, como el aire que respira. Al respecto, Adam inducía a la participación comprometida, fundamentada en el estudio, al análisis crítico de cualquier problemática.


Maestro por vocación y empeñoso realizador de sus grandes ideales, dejó huellas profundas en todas las actividades que le correspondió desempeñar.

Fue un hombre que amó la naturaleza y nunca olvidó su origen, ni a “la tierra de las aguas” donde nació.

Me manifestaba que sentía la pobreza, la miseria, la desnutrición, las enfermedades, el dolor del pueblo, la mirada de desesperanza campesina, y que por eso aceptó el reto de ser educador. Y fue un verdadero Maestro, en la proyección inextinguible de esta palabra; que en todos los idiomas del mundo sirve para eternizar la sabiduría y la dignidad del ser humano sobre la tierra.

miércoles, 18 de diciembre de 2019



Guayana Esequiba: ¿Se atreverá a tanto la Corte?

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
abrahamgom@gmail.com

En la oportunidad cuando fue citada por la Corte Internacional de Justicia (CIJ), la delegación de agentes de Guyana ratificó su Pretensión Procesal; es decir, lo que la excolonia británica ha venido solicitando, sin basamento alguno. Ahora con el añadido de un nuevo elemento: que Venezuela sea sentenciada en ausencia, en caso en que continúe invocando la No Comparecencia. De esto último entraremos en  detalles más adelante.

Por nuestra parte, los delegados de la cancillería venezolana, en las dos ocasiones que han contactado a la CIJ  para tal caso, han insistido avenirse al contenido exacto (nomen juris) del Acuerdo de Ginebra de 1966.

Nosotros manejamos el criterio de que la controversia, ya centenaria, por la Guayana Esequiba, puede seguirse dirimiendo mediante la figura del Buen Oficiante, que es en sentido estricto un  recurso legítimo y admitido, para esta contención, conforme al artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.

Hemos explicado en las conferencias dictadas en muchas universidades, durante este año,  que no es poca cosa lo que Guyana aspira que le sea concedido en su petitorio ante la Corte.

Veamos: Ellos, en la interposición del Recurso incoado contra Venezuela,están solicitando que la CIJ confirme la validez legal y efecto vinculante del írrito y nulo Laudo Arbitral de París, del 03 de octubre de 1899.

Los coagentes guyaneses, como Alta Parte en el litigio, piden en el señalado procedimiento que la CIJ declare, según sus “competencias judiciales”, que la decisión del Laudo constituyó una “liquidación completa, perfecta y definitiva” en todas las cuestiones relacionadas con la determinación de la línea fronteriza entre la excolonia británica y Venezuela.

En concreto, piden ante la CIJ que se deje sentado lo anteriormente descrito, como Cosa Juzgada.

 Han dicho, sin escrúpulos , que la cuestionada "sentencia” arbitral, ha sido ejecutoriada por nuestro Estado, y que conlleva implícita los elementos impeditivos de impugnaciones.

Desde que se conoció la vil tropelía perpetrada contra Venezuela no escatimamos circunstancias ni tiempos para adjetivar, de manera enfática, que la citada tratativa política-diplomática fue un ardid tramposo, urdido entre ingleses, estadounidenses y el ruso De Martens. Por lo tanto, dicha   sentencia nace viciada de forma y fondo y  sin eficacia jurídica. Por tal carácter nunca ha sido admitida como Res Judicata.


La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha considerado prioritario y necesario, que ese Tribunal debe estar informado de todos los motivos de hecho y de derecho, en el que las partes se basan en lo que atañe a su competencia y jurisdicción en este específico caso.

Entonces la CIJ, en su ya conocida Orden del 19 de junio del 2018, fijó los lapsos para que las Partes conflictuadas presentaran sus respectivos escritos. Efectivamente así se hizo, por ambos lados.
 Lo que nos extraña, es que habiendo presentado Venezuela el recurso de No Comparecencia, en su Memorial de contestación de la demanda. Vale señalar, explícitamente nuestro país no reconoce la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia para discernir y menos sentenciar en este asunto litigioso. Entonces preguntamos: ¿Por qué la Corte insiste en llamar para las Audiencias Orales de las Partes para el 23 de marzo del próximo año?

Hay una amenaza en ciernes. Hay serias sospechas de que la CIJ al parecer va a sentenciar, aunque Venezuela no se haga presente en el juicio.

 Supuestamente la ausencia de nuestro país no será impedimento para que la CIJ decida sobre la contención que hemos llevado adelante.

¿Está dispuesta la Corte a llevarse por delante sus propios estatutos?

Se hace oportuno que citemos con suficiente propiedad el artículo 53 de los estatutos de la CIJ, que a la letra señala:
.”1.- Cuando una de las partes no comparezca ante la Corte, o se abstenga de defender su caso, la otra parte podrá pedir a la Corte que decida a su favor.
2. Antes de dictar su decisión, la Corte deberá asegurarse no sólo de que tiene competencia conforme a las disposiciones de los Artículos 36 y 37, sino también de que la demanda está bien fundada en cuanto a los hechos y al derecho”. ( subrayado nuestro)

 Queremos  dejar  la advertencia  de que en la misma resolución de la Corte Internacional de Justicia quedan asentadas, algunas interesantes consideraciones, que describimos de seguidas: (1) Venezuela preserva las posibilidades de hacer valer sus Derechos Procesales. (2) Debe resolverse primero la cuestión de la jurisdicción de la Corte. (3) Es obligante que se determine por separado: jurisdicción de la CIJ y el Proceso, antes de cualquier decisión de fondo. (4) La Corte debe decidir, como prioritario, si esta instancia tiene competencia para sentenciar sobre tal caso.