martes, 30 de diciembre de 2014


Las ignorancias tienen un alto precio

Dr. Abraham Gómez R.


 

Confieso el inmenso agrado que siento cada vez que  seleccionamos el tópico  educativo en general y el universitario particularmente para nuestras reflexiones; de cualquier aspecto de la Universidad: ese  espacio, algunas veces, inmerecidamente esclerosado. Allí, donde se  crean, re-crean, preservan, difunden y legitiman los conocimientos. La  escuela primaria venezolana y la universidad han resistido los embates desde diversos lados. La institución universitaria que algunos temerarios desearían que desaparezca. Otros, no pocos, apelan a los ardides más inimaginables para intentar “arrodillarla”, creen que así respondería a sus específicos intereses ideológicos. La universidad por su pura y clásica definición jamás estará al servicio caprichoso de parcelas y menos hará juegos a conveniencias individualistas. Tal vez, por eso, su fama bien ganada de irreverente, protestaria y crítica. Pues sépase,  que así la queremos y necesitamos. Y defenderemos la Escuela Primaria en tanto fuente donde comienza la germinación y formación de nuestras personalidades.

 En este año que fenece aunque hubo algunos asomos  del régimen vigente para “crear” determinados entes dispensadores de educación superior; todo constituyó una farsa, por cuanto mediante  simples oficios no hicieron otra cosa que darle carácter de universidades a institutos y colegios universitarios que de hecho ya cumplían a duras penas tales tareas,  ya venían funcionando en esos propósitos con serias limitaciones de toda calaña, obstrucciones a disposiciones democráticas para elegir sus autoridades, déficits presupuestarios, restricción de infraestructuras, escogencia con abyecta manera del personal docente, sin suficiente acreditación.

Las universidades experimentales siguieron siendo  dominios ideologizados del partidismo que detenta el poder. En estas universidades no ha habido  posibilidades que se practiquen la opinión libre y  la  decidida escogencia mediante procedimientos electorales de los cuerpos rectorales. El gobierno y sus adláteres imponen a directivos, sin exámenes anticipados de sus respectivos credenciales. Lo importante para ellos es la obediencia y genuflexión.

La peor parte la han llevado las Universidades Autónomas. Han recibido las consecuencias de  cualquier maniobra oficial para someterlas, para arrodillarlas, las quieres hacer desaparecer, porque con bastante dignidad dan muestras de ser huéspedes incómodos para las tropelías del incipiente totalitarismo a la venezolana.

Pero también tengamos presente que nuestras universidades sufren de entrabamientos burocráticos. Que están aquejadas de una deplorable desestructuración en su organicidad y en su conexión externa. Que están demasiado ideologizadas. Que la descontextualización en que se encuentran las ha hecho perder pertinencia social, y como consecuencia pertenencia e identidad en su mundo de vida. Con este diagnóstico, que bordea el catastrofismo, y porque anhelamos a la  Universidad en constante combate, sin entregas obsequiosas al poder, se asoman variadas opciones: dejar que algunos se sigan haciendo los locos. Otros tantos que pasen  displicentes, indiferentes como que la cosa no fuera con ellos.  Contemplar a los huidizos en estampida, esos quienes dejan el asunto para que los demás lo resuelvan, y una considerable pléyade que deseamos encararlo comprometidamente.

El régimen a trote y moche ha querido, en este año, someter e improntar en la escuela primaria con la infeliz Colección Bicentenaria, una suerte de compendio de las “gestas épicas” del fallecido presidente Chávez; con la intención de perpetuar su endeble figura en la historiografía nacional. Un estrepitoso fracaso académico por lo intragable del despropósito.

Así también, a través de la inefable  resolución 058 quisieron que los consejos comunales, conformados  por  militantes del partido oficial, determinaran en asambleas de padres y representantes las directrices de las escuelas: designación de coordinadores, docentes, horarios de clases, ingreso y permanencia de los docentes, contenidos programáticos, sistemas de evaluación, supervisión constante. La propia sargentería en los intersticios de los espacios y la vida escolar.

Quienes han administrado las Políticas educativas en Venezuela en los dos últimos lustros, y concretamente en este 2014, lo han hecho vilmente. Poco o nada les ha importado el futuro del país, sino mantenerse en el poder, gozando de sus canonjías, a cualquier precio.

 El resumen de los colapsos que hoy aquejan a la educación nuestra: escuelas, liceos y universidades conspiran para que se comprenda y aprehenda que estamos inmersos en una sociedad que valora intensamente las múltiples posibilidades generadoras de conocimientos: fuente sustantiva de sus propias realizaciones, además, querernos como sociedad. En la actualidad las ignorancias tienen un alto precio.

 Para el próximo año 2015, invocamos la Bendición del Padre de todo lo Creado, a partir de un sustrato verdaderamente humanista, y si la  intención viene a ser construir saberes, desarrollo y sostenibilidad en un  país anhelante pues, entonces, anudemos dos previsibles estrategias en los espacios educativos: pensamiento crítico y libertad. Esto no es ni pecaminoso ni ingenuo. Por cuanto pensamiento crítico y libertad conforman una síntesis intrínseca en y desde la escuela y la universidad.

miércoles, 10 de diciembre de 2014


 

        El Socialismo del  “como  si”

           Dr. Abraham  Gómez R.   

                                                

Entre el crítico más osado que afila con  agudeza  los juicios y quien anda por ahí sólo mirando pasar las cosas queda tejida una común conclusión: el desbarajuste ideológico de este Proceso. Hasta ahora no encuentran sustentación ideológica que les sirva de piso.

Los teoricistas del régimen en el afán de acomodarle algo de soporte doctrinario a la transición han agotado, prontamente, las canteras de ideas socio-políticas. Hoy acuñan una idea, mañana dicen lo contrario.

Al inicio ningún recato tuvieron para hacer aparecer como digerible, en las primeras de cambio, un híbrido entre Marx y Bolívar. El mundo entero tiene pleno  conocimiento del desprecio que sentía el autor y divulgador del Materialismo Histórico por nuestro Libertador. Una prueba de lo aquí afirmado está contenida en la carta fechada el 14 de Febrero de 1858 dirigida por Marx a  su carnal  y financista Engels. Para entender la ruindad del hijo de Tréveris, basta sólo esta perla: “me hubiera pasado de la raya si presento a Bolívar como un Napoleón I. Bolívar es el verdadero Soulouque. Es un canalla, cobarde, Brutal y miserable que mandó a fusilar a Piar bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra su vida y aspirado al poder supremo…”. Cómo le echaron imaginación  los pensadores de la izquierda tarifada  para construir un una ligazón ideológica entre Bolívar y Marx. Rebuscaron bastante argumentación por todas partes para que al final se vieran las costuras de un tejido que la realidad nuestra se encargó de desbaratar. Bolívar, el Padre Libertador, no admite remiendos.

Figurarnos la posibilidad de un socialismo-revolución bolivariana asentada en las ideas del escribidor de El capital luce, por mucha dialéctica que le pongamos: incongruente e intragable. Marx calificaba al  Padre de la Patria con los idénticos elementos categoriales que utilizaba para referirse al  dictador haitiano, de esa época, arriba nombrado, quien surgió de entre los esclavos para cometer fechorías contra su propia gente.

Obligados por el dedócrata, hubo que virar y seguir buscando. Los pujadores del ideario  han tenido que recomponer el pretendido    disfraz ideológico   ante tamaño despropósito. Al  quedar descubierta la patraña volcaron sus miradas hacia Mariátegui, autodenominado el             “amauta”. Pero el  peruano, sacado de emergente, está demasiado impregnado de etnicidad. Desde sus adentros rechaza  cualquier réplica a su modo de pensar “no queremos que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra realidad, en nuestro propio lenguaje al socialismo indo-americano…”. Así pues que la iconografía a quienes pergeñan una doctrina para el “proceso socialista” se les va apocando. Los márgenes de maniobra se pusieron chiquitos. ¿Qué va quedando por ahí? Se  preguntan en plan de corifeos…! El Che Guevara..! Responden, al tiempo que dilucidan ¡cuidado ¡ El Ché  resulta demasiado poroso para el pensamiento plural y de dignidad  de los seres humanos. Surgen como consecuencia, algunas interrogantes de difícil respuestas: ¿A cuál socialismo se refieren cuando hablan de socialismo, qué   transformación dicen que están haciendo, a cuál  sociedad ideal tienen cómo réplica para la nuestra, en fin  cuando nos plantean que iremos a un mundo mejor, el señalamiento es serio? En nuestro país únicamente ha prevalecido, en los últimos años, la detestable militarización de los espacios naturales de la sociedad civil, con el agravante de pretender hacer tolerable tal engendro “como si” se tratara de una circunstancia normal y rutinaria. Que a fuerza de marchas y vestimentas  aspiran que la sociedad civil se trague la militarización. Ya hay suficientes evidencias de la abominación que causan los regímenes totalitarios-militaristas de derecha o de izquierda. Este socialismo, de extraño acuñamiento ideológico, aspira arreglársela “como si” hubiera una revolución. Los exégetas del proceso asumen la obligación, con su travestismo rojo, de propagar las bondades  del régimen “como si” a enjundiosos estudios estuvieran invocando, aunque la realidad los desmienta.

jueves, 4 de diciembre de 2014



Al Profesor Universitario, en su día
Dr. Abraham Gómez R.

Si desde hace bastantes años hemos escogido los espacios universitarios para nuestro desempeño laboral, por vocación y convicción, es porque siempre ha significado un inmenso orgullo convivir en estas “casas que vencen las sombras”, lo cual se incrementa cada vez que la Universidad como Institución se ve en aprietos o serios atascos, y ella misma  encuentra satisfactorias soluciones.
No han sido pocas las ocasiones en que la Academia Universitaria, y todo cuanto comporta, ha sido vilipendiada y sometida a condiciones ominosas para intentar ponerla de rodillas. A los regímenes totalitarios les incomodan los ámbitos donde se respire absoluta pluralidad, donde haya un disenso fértil. A los detentadores de los gobiernos de talante militarista les causa escozor cuando la gente en los espacios universitarios piensa con cabeza propia; de allí que vean en cada Docente Universitario un acérrimo enemigo, a alguien a quien hay que combatir; y si no pueden hacerlo doblegar por sus ideas, lo golpean por sus medios de subsistencia.
Lo padecimientos y demás brutalidades afines perpetradas contra los Profesores de Educación Superior han sido calamidades de vieja data, que para una específica gestión de gobierno adquiere de suyo modalidades y circunstancias peculiares. Cada régimen le coloca su propio sello, como para distinguirse en la manera de hacerse atroz frente al profesional de la docencia universitaria.
¡.. Hermosa gesta de venezolanidad…! el 5 de diciembre de 1958 el Presidente de la Junta de Gobierno y profesor universitario de la UCV, Edgar Sanabria, decretó la Ley de Universidades, luego reformada en 1970. Empero a partir del marco normativo para las universidades a comienzo de la Democracia  se institucionaliza el pleno reconocimiento de la autonomía universitaria en Venezuela, en su más amplia concepción: orgánica, económica, académica y administrativa.
Hoy rendimos homenaje de recordación y reiteración por la eterna lucha a quienes visualizaron  la dignidad y la importancia que ha tenido en los hechos diarios ante tantos embates canallescos la teoría y la práctica de la Autonomía Universitaria en el país. Constituye nuestro compromiso de reclamo y defensa  de la Autonomía Universitaria, en tanto legado  sociohistòrico.
La comunidad académica ha asumido a conciencia el cumplimiento de sus altas funciones de producción de conocimientos y de formación de profesionales de las nuevas generaciones.
 La autonomía universitaria es condición indispensable para el desarrollo del Pensamiento Crítico…Decir lo que haya que decir sin ataduras; lo que le dicte su conciencia.
La autonomía es para la Universidad su condición esencial. Sin ella no podría haber en toda su plenitud creación, re-creación, preservación y transmisión de cualquiera de las otras importantes tareas universitarias.
Comprendemos las evoluciones que operan a lo interno  del concepto de autonomía  de acuerdo conocimientos, difusión cultural, investigación científica o
con la realidad societal en permanente  transformación

domingo, 2 de noviembre de 2014





Disfraz de los débiles (I)
                                                      Dr. Abraham Gómez R.
                                                 Abrahamgom@gmail.com

El terror, por su parte, es el instrumento realizador del mundo ficticio de la ideología, y la confirmación de su lógica deformada. En la fase de implantación del régimen, el terror golpea a sus enemigos reales. Luego, ya implantado, golpea a sus enemigos "objetivos", según la orientación político-ideológica del gobierno, aunque no tengan posibilidad alguna de obstaculizar su marcha. En su última fase, golpea a víctimas elegidas completamente al azar.
Hanna Arendt. Origen del Totalitarismo.1951

Sin la menor duda, alguien que  sufre de irrefrenable desequilibrio en su autoestima definitivamente requiere con carácter de urgencia de asistencia facultativa. Con mayor urgencia si desempeña altos cargos en el oficialismo. Un individuo  con suficiente fuerza, sobretodo si lo hace desde las prerrogativas del poder, que viva en plan de permanente ataque a sus conciudadanos, que lastima a los demás por gusto y para insuflar su pobrísimo ego, y su precariedad académica, nos devela la premisa de su estropeada psiquis. La persona de quien estamos describiendo tales características es un enfermo. Que se siente rechazado, pero que impone a sus adláteres sumisión, genuflexión y miedo. No es mera coincidencia que esos sujetos en sus creencias de  asumir la condición  de dirigentes políticos obtusos y monocromáticos (y presumen que del mundo) arrastran en sus perturbadas personalidades una tríada, para nada envidiada: megalomanía aliñada con paranoia, y ambas partes coligadas con narcisismo. Esos sicópata cada día amanecen convencidos que el universo gira en torno a ellos y sus designios. Necesitan sin demoras constantemente dosis de superioridad,  brillo e idealización de sus” gestas e ilusas épicas”. Ha quedado demostrado en recientes estudios que un complejo de superioridad pesquisado en alguien no es más que la armadura que cubre lo que la gente desea tapar, que se  odia a sí mismo. Que se rechaza y por lo tanto inventa cosas para tratar de ser “alguien diferente”. Le aterra perder el control absoluto de todo y sobre todos. Lucha por figurar como centro; y aunque en su cara y palabras refiera algún  asomo de seriedad es sólo eso una fachada, porque en el fondo mantiene una reacción anticipada a sufrir de discriminaciones. Para decirlo con Adler “si indagamos en un complejo de superioridad y estudiamos su continuidad, siempre podremos encontrar un complejo de inferioridad más o menos encubierto…por medio de este proceso de huida y evasión, mantienen un sentimiento de ser mucho más fuertes y listos de lo que en realidad son…”.Todo este relato viene a propósito de la vergonzosa declaración, rayana en sus propios deseos, del teniente que funge ( o finge) de presidente de la Asamblea Nacional y toda la corte de militarista que ha impuesto en la sociedad civil, junto al “minusválido mental” que dice  gobernar nuestro país … “así sean muy preparados en la universidad, sino son de la revolución no tienen derecho a trabajar, (Diosdado dixit). Dicho esto como sentencia lapidaria se  hace equiparable con los pronunciamientos hitlerianos de exclusión y arrogancia..  "Para qué imitar la basura de los demás, si de mí brota la perfección"(El Fühler dixit).  La nacionalidad  y la densidad de nuestra formación universitaria, como la de muchos con pensamiento plural ,de la que disfrutamos con inmenso orgullo constituye un producto cultural, originado en las cualidades concurrentes por haber nacido en esta hermosa nación, como venezolanos tenemos  todos los Derechos que nuestra Constitución Nacional consagra para los ciudadanos sin distinciones.. Nos hemos erigido como un único pueblo con nuestra historia plena de gestos libertarios y con nuestras sensibilidades. Adquiere entonces nuestra nacionalidad, conforme al constitucionalismo  moderno que nos damos,  la condición de inarrebatable. Sospechamos la intención de conducir hacia la “nuda vida” a quienes no compartimos las satrapías que propicia el oficialismo y  padece el país. Suficientes antecedentes hay en cuanto a la utilización de la nuda vida, en tanto figura jurídico-política, a través de la cual   quedaba despojado el adversario-enemigo de cualquier personalidad civil. Había un sistemático conculcamiento de los derechos civiles  para quienes se resistieran dentro y fuera de los campos de concentración. Los propaladores del actual régimen asoman la posibilidad de  apelar, sin remordimientos, a la nuda vida para dejar a una considerable parte de  la población venezolana desprovista de alguna cualificación civil, consecuentemente sus vidas valdrán poco menos que nada. Sin embargo, diremos siempre con bastante insistencia que la  identidad que tenemos, en esta colectividad que hemos construido a pulso cada día, no es un simple dato natural, ni un préstamo cancelable a algún  delirante militarote. La nacionalidad con la que vivimos y por la existimos los venezolanos, sin distinción, emerge y enerva a partir de nuestra consistencia socio- histórica. En un reciente texto denominado “Los enemigos íntimos de la democracia” Tzvetan Todorov, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, un ensayo en el que denuncia las tres amenazas más graves que a su juicio afrontan las democracias occidentales. Aprovecha para  revisitar lo que ha sido siempre su tesis superior. Reafirmamos con èl en que todos tenemos necesidad de ver confirmado el sentimiento de nuestra existencia y que, según el filósofo búlgaro, el medio más fácil para hacerlo es el de reconocernos en una identidad colectiva.

domingo, 26 de octubre de 2014






Presumimos de la mejor educación en el mundo hasta que nos toca compararnos
Dr. Abraham Gómez R.
Si, tristemente esa es nuestra realidad. Se nos ven las costuras por las limitaciones y demás falencias  al momento cuando los indicadores de Calidad Educativa quedan patentizados en las Pruebas Pisa: Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, la cual se aplica en estos momentos en 65 países.
No hay excusa que valga para, quienes somos hechuras y estamos comprometidos con la academia,  pretender escurrir el obligado debate y la plural confrontación que abra horizontes y despliegue nuevas miradas por el futuro de la educación en Venezuela. Parece un atrevimiento  teñido de audacia que escrutemos a la educación desde sus interioridades. Eso es lo hermoso. Aunque produzca vértigos. Quiénes más sino nosotros, en sentido genérico para reconocer, luego del diagnóstico más descarnado,  que la educación nuestra, en sus distintos niveles y modalidades  ha devenido en  una estructura ambigua, que poco o nada ha hecho para ir adaptando sus mecanismos,  y procedimientos conforme a  las exigencias de los tiempos actuales, con lo cual admitimos que las realidades externas llevan un ritmo de aceleración superior, en todo, valga decir hasta para la construcción de conocimientos, menos para propender a la Sociedad de la creatividad y la innovación.
Una de las premisas que hemos sostenido quienes abrigamos, por razón y emoción, a la Andragogìa viene dada en que no basta enseñar, aunque sea rápidamente, hay que hacerlo también sólidamente. En vez de recurrir, casi sin escapatoria a los “libros muertos”; a los niños, jóvenes y adultos deben presentárseles las vivencias. Tanto lo dijo, en diversos escenarios académicos Félix Adam “Sólo haciendo se puede aprender a hacer”. En vez de palabras: sombras de las cosas, nos atrevemos a añadir, que lo que hace falta en las escuelas  es el conocimiento de las cosas mismas.
Las sociedades humanas han procurado desde siempre la plena superación, no exentas de tropiezos. Sin embargo, por muy insalvable que aparente ser el obstáculo a vencer irrumpe desde sus cimientes espirituales una fuerza, que algunos osados califican de telúrica, que impele al hombre o mujer a avanzar. De hecho, tal vez con placer o con dolor, todo en la sociedad humana tiene una intencionalidad pedagógica. No le añada usted ningún ápice de dudas, porque así exactamente es. Haga algo, por curiosidad, y al rato conseguirá espontáneos imitadores que desean replicar. Todos aprendemos de todos. En idéntico tenor surgió la Andragogìa, hija predilecta de nuestro laureado Félix Adam. Ciencia de la conducción o problematización --en su mejor sentido-- del adulto en proceso de enseñanza-aprendizaje. Para Adam, deltano de valía académica mundial, la pedagogía y la Andragogìa están obligadas a complementarse. En nuestro país a ambas se las trata con displicencia. El educador, durante el acto pedagógico constituye el eje del proceso educativo, y mediante una relación vertical autoritaria transmite los conocimientos de un contenido programático impuesto, para “adiestrar” más que educar.
La Andragogìa por ser independiente del nivel de desarrollo psíquico y por partir de la densidad del desarrollo cognitivo genera una nueva actitud del hombre frente al reto educativo. Hermosa premisa con la que Félix Adam enarboló la transformación de la educación de los adultos en el mundo.
Nos indicaba, de modo reiterado, que la educación primero pedagógica y luego andragògica transcurre toda la vida, en sus diversas etapas, que siempre estamos aprendiendo. Que la educación andragògica se desarrolla a través de una praxis fundamentada en los principios de participación y horizontalidad, con carácter sinérgico, para que se incremente el pensamiento, la autogestión, la calidad de vida y la creatividad del participante adulto.
Cuántas veces el docente puede ahorrarle al estudiante, de cualquier grupo etario, años de sufrimiento y frustración sólo con una palabra amable, un gesto de identificación, la ubicación en su mismo plano de aprendizaje. Pero, un educador con la autoestima baja, poco remunerado, como el nuestro, tanto en dinero como aliciente vocacional, jamás podrá dar a los otros lo que él mismo está necesitando como el aire que respira. Al respecto Adam, inducía a la participación comprometida, fundamentada en el estudio. Al análisis crítico de cualquier problemática que afectara significativamente el contexto, que conllevara al aporte de soluciones constructivas.
Habiendo nacido en El Toro, jurisdicción del municipio Antonio Díaz del estado Delta Amacuro, Venezuela, el 24 de diciembre de 1921, nuestro ilustre educador luchó con dedicación y esfuerzos titánicos para fracturar el  voraz esquema denominado “genética social”, para que el medio rural-indígena no lo absorbiera hasta lograr proyectarse en el mundo en razón de sus aquilatados conocimientos.
Èl fue un muy digno maestro de escuela, de comienzos del siglo XX, en nuestro Delta tan preterido por los decisores de las políticas públicas. Fogoso en el discurso, denso y brillante en su cultivado léxico, y severamente crítico para lograr que las cosas y las causas se dieran con justicia y eficiencia.
En este contexto, del que Félix Adam fue el gran promotor, me llamó la atención su concepto de “hacer” y no “decir”. La acción siempre lo llevó al hecho y esto me hace recordar que los filósofos orientales hablan de la acción continua, del hacer en el instante presente. Alguna vez me dijo: “Lo que importa es lo que hacemos con la conciencia lúcida y los cambios que permanentemente se están ejecutando alrededor de uno, porque cada instante es único e irrepetible”.
En nuestros enriquecedores encuentros de saberes, llegué a vislumbrar a un Félix Adam que pretendía liberar al ser humano del concepto de “clase educada”, idea esclavista manejada por una sociedad cuyo modelo educativo estaba repleto de cliché. Pues, con gran vehemencia me hablaba sobre:
“El adulto es dueño de sí mismo, él puede autogestionar su propio proceso de aprendizaje a través de la autodidaxia y la autoevaluación, conceptos éstos que llevados hasta sus últimas consecuencias promueven objetivos que lo ayudan a comprender el mundo que lo rodea y lo orientan a buscar soluciones a sus problemas y adoptar los cambios necesarios de conductas, para lograr el perfeccionamiento individual, en el marco de una sociedad más participativa”.
Fue un hombre que amó la naturaleza y nunca olvidó su origen, ni a la tierra de las aguas donde nació. Me manifestaba que sentía la pobreza, la miseria, la desnutrición, las enfermedades, el dolor del pueblo, la mirada de desesperanza campesina, y que por eso aceptó el reto de ser educador. Y fue un verdadero Maestro, en la proyección inextinguible de esta palabra, que en todos los idiomas del mundo sirve para eternizar la sabiduría y la dignidad del ser humano sobre la tierra.
Como escritor, resultó ampliamente productivo. Abordó diversos temas con pleno dominio. Voy a limitarme a destacar algunas de sus obras que recorren el mundo entero, publicadas en varios idiomas, con absoluta vigencia en estos tiempos de cambios y transformaciones en los espacios de las universidades y de las sociedades:
Los estudios universitarios supervisados: una experiencia de educación a distancia; Andragogìa y docencia universitaria; Metodología andragògica; Cuaderno de Metodología Pedagógica; Aspectos psicológicos del menor epiléptico; Técnicas de la enseñanza; Problemas de la educación Venezolana; Andragogìa: ciencia de la educación de adultos; Modelo operacional venezolano, Universidad y educación de adultos; Sobre el carácter universitario de la evaluación, El pensamiento educativo de Herbart y Kapp; La teoría sinérgica y el aprendizaje del adulto, Diseño curricular para el doctorado en Andragogìa, entre muchos otros.
Maestro por vocación y empeñoso realizador de sus grandes ideales, dejó huellas profundas en todas las actividades que le correspondió desempeñar.
En este tramo epocal venezolano cada vez que se ha intentado abrir los ojos para ver en el atolladero en que se encuentra la educación, a alguien se le ocurre que hay que nombrar una comisión de reforma curricular. Esa salida la hemos  antagonizado siempre, porque, pensamos que por el camino de la reforma no vamos para ninguna parte. La re-forma lleva implícita la intención de analizar únicamente las formas, los aspectos, los bordes, los esquemas, las apariencias. Y de lo que se trata, como nos lo enseñó Félix Adam con contundencia, es llegar a la raíz del asunto, trastocar y desmontar las lógicas, desanudar las racionalidades con las cuales de han tejido los pensamiento en  y desde las instituciones dispensadoras de educación. La “perversa invitación” de hoy es para Transformar nuestra educación, para que recobre su talante protestatario-reflexivo, toda ella. Transformar es adentrarnos mucho más allá de la forma. La tarea inicial para que operen esos elementos transformacionales deben y tienen que partir de un cambio actitudinal de nosotros. Lo que ha venido aconteciendo es que en nuestros procesos de enseñanza-aprendizaje  se le confiere casi absoluta legitimación y validación a los saberes que se pesan, que son  medibles, a los conocimientos que se someten a comprobación, verificación, contrastación con la realidad  empírica. En las escuelas y  universidades se han marginado, tal vez execrado, al momento de construir y constituir los conocimientos,  las otras  muchas densidades epistémicas. Las emociones, los valores, por ejemplo.
Una iniciativa de transformación para ensanchar la cognoscibilidad en nuestra educaciòn se obliga a tejer todas las dimensiones inmanentes y trascendentes de los seres humanos.