viernes, 22 de marzo de 2024

 

Guayana Esequiba: a tan solo 15 días

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Comisión de la Asamblea Nacional por el Esequibo y la Soberanía Territorial

 

Nuestro país debe conocer en detalles la determinación que tomará el jefe de Estado -en definitiva- si se comparecerá o por el contrario la calificada delegación de expertos venezolanos no asistirá por ante la Corte Internacional de Justicia, el 8 del próximo mes de abril, adonde ha sido emplazada para que consigne el memorial de contestación de la demanda.

 

Hacemos una expresa advertencia - de entrada—que es menester mencionar: en la fecha señalada, en el párrafo anterior, no termina el juicio, y mucho menos habrá sentencia sobre este centenario pleito.

Apenas se formaliza la litis, en la fase postulatoria, entre las partes concernidas: la República Cooperativa de Guyana, en su condición de demandante (acción que interpuso el 29 de marzo de 2018) y la República Bolivariana de Venezuela, en tanto demandada, a la cual procesalmente le asiste el derecho de resistir y defenderse de la causa que cursa por esa Sala Jurisdicente.

 

 Conforme a exhaustivas investigaciones jurisprudenciales, experiencias y comparación con casos controversiales similares, todavía queda “mucho camino” por recorrer; por cuanto, sigue la interesantísima etapa de pruebas (dentro de algunos meses más tarde) que vendría a constituir para nosotros, tal vez, el evento procesal más significativo, importante y favorecedor; donde tendremos la ocasión de mostrar y demostrar todo el acervo que nos asiste, desde el punto de vista jurídico, histórico, cartográfico etc.

 

El ciclo de pruebas entraña un extraordinario escenario y oportunidad para exponer ante tan digno Jurado Juzgador, y con proyección a la comunidad internacional, desde cuando es nuestra la disputada extensión territorial de 159.500 km2, ubicados al este de la geografía venezolana.

 

Con nuestra aportación afirmativa y eficaz – que surtirá todos los efectos jurídicos-- se sabrá, entonces, ¿qué contienen las  alforjas que nos avalan y fortalecen la presencia venezolana  en un juicio de tamaña categoría y naturaleza; ¿así, además, por qué nos sentimos tan seguros con nuestros irrebatibles asideros, basamentados en los justos títulos traslaticios?

 

Le hemos dicho al país, muchas veces, que no hay nada que temer; siempre y cuando el juicio transcurra y se lleve en justo derecho; con las aportaciones de los respectivos sujetos procesales.

Posteriormente, La Sala establecerá un compás de espera de aproximadamente un año, para volver a citar a las Partes para que formulen sus precisas alegaciones.

 

Exactamente, tal acaecimiento conformará otro momento para que nuestra delegación se luzca plenamente; dadas las propicias circunstancias para explayar todos los pormenores de  cómo nos arrebataron con vileza y alevosía el inmenso espacio geográfico, que heredamos (y por lo tanto se le atribuye  intangibilidad  por principio del Derecho Internacional) desde la conformación de la Capitanía General de Venezuela, el 8 de septiembre de 1777, mediante la Real Cédula de Carlos III; y ratificado en el notable e histórico “ Tratado de Paz y Amistad “ suscrito entre España y Venezuela, el 30 de marzo de 1845, en cuyo escrito nos reconocen la Independencia  y la extensión territorial que poseíamos antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810.

 

A partir de los documentos que nos respaldan jurídicamente, arriba precitados; cabe una acuciante pregunta.

¿Tendrá la delegación guyanesa argumentos para rebatirnos o contrariar las históricas acreditaciones, absolutamente comprobatorias (iuris et de iure – de pleno derecho); que no tienen la menor posibilidad de presunciones; donde ha quedado registrado para la posteridad la legítima propiedad de Venezuela sobre la Guyana Esequiba y su proyección atlántica?

 

Sospechamos que quizás, la contraparte insista en el írrito y nulo Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899 y con la añadidura de la tramposa y abusiva demarcación de 1905. Por cierto, a ambos elementos aspira la excolonia británica, lo siguiente: primero que Venezuela acepte como “válido y vinculante” el forcluído “laudo”; y luego, que la Corte le dé la categoría de “cosa juzgada” a la tratativa perversa perpetrada contra nuestro país hace más de un siglo.

 

Frente al menor asomo de esa tropelía, nos reservamos para la dúplica de contestación, cuando haya lugar, que tanto el “laudo” por adefesio, como la presunta demarcación quedaron rechazados cuando se suscribió y ratificó el Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966; único documento – en la actualidad —con pleno vigor jurídico para todo lo concerniente al presente asunto litigioso.

 

Entendemos que la sentencia o  el fallo definitivo  de la Corte estaría pautado para dentro de dos o tres años, una vez que se hayan cumplido con todos y cada uno de los trayectos procesales, conforme al  Derecho Internacional Público y en acatamiento al Estatuto de tan Alto Tribunal.

 

Deseo dejar sentado una vez más -lo que ya es del conocimiento público- que la Política Exterior de nuestro país, según el artículo (236) de la  Carta Magna, es una atribución de reserva constitucional del jefe de Estado; por consiguiente, le corresponderá al señor presidente determinar con inteligencia y a consciencia lo que mejor convenga al presente y futuro de la restitución para Venezuela de la controvertida extensión territorial.

 

 

 

 

 

 

miércoles, 20 de marzo de 2024

 

Guayana Esequiba: a tan solo 15 días

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Comisión de la Asamblea Nacional por el Esequibo y la Soberanía Territorial

 

Nuestro país debe conocer en detalles la determinación que tomará el jefe de Estado -en definitiva- si se comparecerá o por el contrario la calificada delegación de expertos venezolanos no asistirá por ante la Corte Internacional de Justicia, el 8 del próximo mes de abril, adonde ha sido emplazada para que consigne el memorial de contestación de la demanda.

 

Hacemos una expresa advertencia - de entrada—que es menester mencionar: en la fecha señalada, en el párrafo anterior, no termina el juicio, y mucho menos habrá sentencia sobre este centenario pleito.

Apenas se formaliza la litis, en la fase postulatoria, entre las partes concernidas: la República Cooperativa de Guyana, en su condición de demandante (acción que interpuso el 29 de marzo de 2018) y la República Bolivariana de Venezuela, en tanto demandada, a la cual procesalmente le asiste el derecho de resistir y defenderse de la causa que cursa por esa Sala Jurisdicente.

 

 Conforme a exhaustivas investigaciones jurisprudenciales, experiencias y comparación con casos controversiales similares, todavía queda “mucho camino” por recorrer; por cuanto, sigue la interesantísima etapa de pruebas (dentro de algunos meses más tarde) que vendría a constituir para nosotros, tal vez, el evento procesal más significativo, importante y favorecedor; donde tendremos la ocasión de mostrar y demostrar todo el acervo que nos asiste, desde el punto de vista jurídico, histórico, cartográfico etc.

 

Extraordinario escenario y oportunidad para exponer ante tan digno Jurado Juzgador, y con proyección a la comunidad internacional desde cuando es nuestra la disputada extensión territorial de 159.500 km2, ubicados al este de la geografía venezolana.

 

Se sabrá, entonces, ¿qué contienen nuestras alforjas que nos avalan y fortalecen la presencia en un juicio de tamaña categoría y naturaleza; ¿así, además, por qué nos sentimos tan seguros con nuestros irrebatibles asideros, basamentados en los justos títulos traslaticios?

 

Le hemos dicho al país, muchas veces, que no hay nada que temer; siempre y cuando el juicio transcurra y se lleve en justo derecho; con las aportaciones de los respectivos sujetos procesales.

Posteriormente, se establece un compás de espera de aproximadamente un año, para volver a citar a las Partes para que formulen sus precisas alegaciones.

 

Otro momento para que nuestra delegación se luzca plenamente; dadas las propicias circunstancias para explayar todos los pormenores de  cómo nos arrebataron con vileza y alevosía el inmenso espacio geográfico, que heredamos (y por lo tanto se le atribuye  intangibilidad  por principio del Derecho Internacional) desde la conformación de la Capitanía General de Venezuela, el 8 de septiembre de 1777, mediante la Real Cédula de Carlos III; y ratificado en el notable e histórico “ Tratado de Paz y Amistad “ suscrito entre España y Venezuela, el 30 de marzo de 1845, en cuyo escrito nos reconocen la Independencia  y la extensión territorial que poseíamos antes de la transformación política iniciada el 19 de abril de 1810.

 

A partir de los documentos que nos respaldan jurídicamente, arriba precitados; cabe una acuciante pregunta.

¿Tendrá la delegación guyanesa argumentos para rebatirnos o contrariar las históricas acreditaciones, absolutamente comprobatorias (iuris et de iure – de pleno derecho); sin la menor posibilidad de presunciones; donde ha quedado registrado para la posteridad la legítima propiedad de Venezuela sobre la Guyana Esequiba y su proyección atlántica?

 

Sospechamos que quizás, la contraparte insista en el írrito y nulo Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899 y con la tramposa y abusiva demarcación de 1905. Por cierto, a ambos elementos aspira la excolonia británica, primero que Venezuela acepte como “válido y vinculante” el forcluído “laudo”; y luego, que la Corte le dé la categoría de “cosa juzgada” a la tratativa perversa perpetrada contra nuestro país hace más de un siglo.

 

Frente al menor asomo de esa tropelía, nos reservamos para la dúplica de contestación, cuando haya lugar, que tanto el “laudo” por adefesio, como la presunta demarcación quedaron rechazados cuando se suscribió y ratificó el Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966; único documento – en la actualidad —con pleno vigor jurídico para todo lo concerniente al presente asunto litigioso.

 

Entendemos que el fallo de la Sala estaría pautado para dentro de dos o tres años, una vez que se hayan cumplido con todos y cada uno de los trayectos procesales, conforme al

Derecho Internacional Público y en acatamiento al Estatuto de tan Alto Tribunal.

 

Deseo, dejar sentado una vez más -lo que ya es del conocimiento público- que la Política Exterior de Venezuela, según el artículo (236) de nuestra Carta Magna, es una atribución de reserva constitucional del jefe de Estado; por consiguiente, le corresponderá determinar con inteligencia y a consciencia lo que mejor convenga al presente y futuro de la restitución para Venezuela de la controvertida extensión territorial.

 

 

 

 

 

 

jueves, 14 de marzo de 2024

 

Guayana Esequiba: en la aritmética fronteriza uno más uno no es suma sino multiplicación

 Dr. Abraham Gómez R.

 

“Poblar las fronteras y garantizar su desarrollo en los procesos de integración interna es básico para preservar la soberanía nacional. La geohistoria moderna nos ha proporcionado patéticas enseñanzas acerca de las consecuencias de ausencias de ocupaciones efectivas de lindes fronterizos”.

 Pedro Cunill Grau. Venezuela: opciones geográficas.1993

 

Aunque luzca contradictorio, es precisamente en su con-vivir cómo los seres humanos vamos aprendiendo que hay espacios para com-partir; así como además aceptamos áreas específicas y delimitadas que pertenecen a otros. También debemos reconocer, que a pesar de que surjan límites, no son limitaciones, por el contrario, constituyen oportunidades de crecimientos y motivaciones para el encuentro hacia el otro. Una interesante ecuación bidireccional.

En un enjundioso trabajo de Frederick Ratzel (1943) se detallan las funciones políticas de los Estados en los espacios fronterizos; donde se conciben estas regiones en tanto ámbitos donde los Estados deben afirmarse a través de múltiples medios la soberanía y control de su jurisdicción y de complementarse en sus quehaceres.

 En el Derecho Internacional Público el proceso de delimitación – como se sabe-- es una operación de suficiente importancia y, para los Estados además de un derecho una obligación su establecimiento. Por cuanto, resulta inevadible, necesario y vital que cada uno conozca hasta dónde llega exactamente el contorno de su soberanía.

Las perpetraciones de arrebato que nos causaron de la séptima parte de nuestra geografía nacional, mediante el alevoso y vil Laudo de París de 1899, comporta una sumatoria de imperfecciones e imprecisiones que heredamos, y que nos disponemos a defender – jurisdiccionalmente—por ante la Corte Internacional de Justicia.

 Poseemos la razón socio-histórica y nos asisten con los documentos probatorios del acto nulo e írrito cometido a través del precitado adefesio jurídico. 

Hemos estudiado, permanentemente, que los fenómenos fronterizos son realidades jurídicas por la delimitación misma. Sí, pero se hace obligante considerar y añadir la dimensión socio-económica por la interactividad que mantienen los habitantes de esos espacios.

La gente que convive, en las áreas correspondientes a la poligonal fronteriza, poca o ninguna importancia le da a la línea, a la raya imaginaria que como figura geodésica del Estado que intenta separarlos. En los espacios fronterizos, nos consta, hay otro modo de valorar y vivir. No basta que se diga “si un centímetro de territorio venezolano es la soberanía, una gota de sangre nuestra también lo es”. Sin embargo, históricamente, las sensibilidades y padecimientos en nuestras regiones colindantes; sus asuntos álgidos deben constituir agenda prioritaria para la acción administrativa del Estado venezolano, y mucho más para la opinión pública nacional.

 Insistimos en reconocer que los nexos vecinales de carácter humano no son ni serán nunca territoriales para que impliquen diferenciaciones sociales.

Nos atrevemos a señalar que la compenetración que dimana de los constantes intercambios de los habitantes de las zonas fronterizas conforman extraordinarios sistemas abiertos de aproximación y complementación de las necesidades humanas, por lo que les resulta indiferentes la ubicación geográfica que ocupen o las imposiciones jurídicas desde el centralismo, desconocedor la mayoría de las veces de las realidades fronterizas.

Para que tengamos un referente inmediato. El espacio fronterizo nuestro equivale casi que un sesenta por ciento del territorio nacional, y está habitado por una quinta parte de la población.

En algunos casos, el Estado venezolano y todo cuanto representa ha mantenido un comportamiento errático y desacertado en el tratamiento que debe dársele a los asuntos fronterizos.

 El uso indiferenciado de los términos límite y frontera por parte de quienes suponemos conducen la “política fronteriza” ya nos dice bastante de lo que hay que corregir.

Estamos conscientes que no será tarea fácil que el lenguaje cotidiano se ciña a darle a cada categoría la denotación adecuada y precisa.

 La gente común emplea por igual límite y frontera como si se tratara de lo mismo.

 Nunca es demasiado tarde para comenzar; para saber de qué hablamos cuando nos referimos al Límite como ente jurídico, abstracto de origen político, convenido y visualizado en forma lineal; mientras que la Frontera comporta el espacio de anchura variable donde convergen seres humanos con potencial de integración, que crea un modo de vida común, con sentido dinámico y vital.

De allí que le corresponda al Estado venezolano, como Política (supremas decisiones) asumir la presencia poblacional en las zonas fronterizas como un sistema de consolidación de pueblos y ciudades a lo largo del cordón fronterizo, con suficiente fuerza y patriotismo.

El conflicto existe. Está vivo; y lo hemos venido arrastrando.

Frente a las causales de la demanda que ha presentado la contraparte en el Alto Tribunal de La Haya de que “hay un Laudo Arbitral definitivamente firme y ejecutoriado”, nuestra delegación debe rebatir – en la audiencia del próximo ocho de abril- con contundencia que nos asisten los justos títulos traslaticios, que si son examinados por la Sala  en estricto derecho saldremos favorecidos.

Añádase el vigente Acuerdo de Ginebra firmado el 17 de febrero de 1966, que viene a ser el único instrumento con pleno vigor jurídico donde está viva la controversia y pone en tela de juicio la supuesta “cosa juzgada”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

domingo, 10 de marzo de 2024

 

 “Fuimos juguetes del río”

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la lengua

 

Nos atrevemos a pesquisar las interioridades de los tejidos escriturales del laureado escritor contemporáneo José Balza en la densidad de su versátil obra, que trasciende su propio discurso.

Conscientes que tales tareas comportan un obligante desafío para revisitar todo cuanto define su manera de ser, su alforja de imaginarios y sensibilidades; sin embargo, por lo pronto nos conseguimos que hay una indesligable simbiosis entre su vida y su narratología.

En Balza también queda sintetizado el axioma que lo que hemos sido y vamos siendo se lo debemos a la matriz epistémica que rige nuestro trasfondo vivencial; ese mundo de vida que nutre el modo de conocer individual y socialmente.

 Que a cada quien le impronta su singularidad, su estilo para simbolizar y decir con palabras las realidades.

 

Los lectores aprehendemos escurridizas lúdicas en cada texto de Balza.

 Acaso constituya una hermosa estrategia, de su parte, que incita a darle completitud a las ideas que apenas insinúa. 

Sus ejercicios narrativos   nos llevan de la mano como ductores hacia la realidad esperanzadora o hacia la proliferación de preguntas sin necesarias respuestas.

 

“…pude haber sido otro niño —relata Balza en una entrevista que le hicimos, recientemente —pero había una energía vital que se ubicaba en mí; yo era testigo privilegiado de aquel mundo: agua, cielo inmenso, la vasta selva, montañas, lo que me hizo atrapar la realidad y convertirla en palabras…”

 

Sus textos arquetípicos han irrumpido para provocar, para desencadenar innumerables controversias; a veces para ir contra lo establecido, para antagonizar las ideas esclerosadas por dogmatismos.

Le fascina dejar sentado en sus escritos pensamientos a contracorriente, en los cuales el cinismo tiene un sitio preponderante.

 

Busca hacer cosas con las palabras. Exactamente lo que J. Austin denomina enunciado performativo (“Cómo hacer cosas con las palabras” .1962), con lo cual el escritor no se limita a enunciar o describir un acaecimiento, sino que en el mismo instante de estar expresándolo se realiza el hecho.

 

Con toda seguridad, si digo el presente aserto obtendré bastantes coincidencias: leer no es sólo consumir signos lingüísticos, sino crear, elucidar, proponer, recomponer.

Acaso es una exageración que a menudo somos los lectores quienes les revelamos a los autores qué fue lo que en realidad escribieron; porque, aunque no toda lámpara tiene su genio, de lo que si estamos seguros es que lo que brota también depende del espíritu, la mentalidad y las sensibilidades de quien frota la lámpara.

 

Cuando nos disponemos a leer --a frotar la lámpara para desafiar al genio-- abandonamos la multiplicidad de inquietudes de la mente y accedemos a concentrarnos; a seguir el curso de una idea, de una argumentación, a confrontarla con nuestras propias consideraciones.

 ¡Los libros son objetos mágicos! Ni más ni menos.

El deltano Balza, de proyección internacional, sin dudas es un extraordinario manejador del lenguaje; por cuanto, crea, recrea y transforma toda idea, frase o expresión. Las aprovecha morfosintácticamente en su condición de artista literario, escultor de la palabra. A los vocablos les confiere resignificados que a veces ni nos percatamos.

Se ha hecho tan versátil y prolijo, que suficientes críticos literarios han advertido que quizás ha llegado el preciso momento – y lo estamos haciendo-- de ir estudiando la narrativa literaria balziana por etapas, géneros, giros estructurantes, contenidos referenciales, motivaciones o cuerpo anecdótico de los relatos; porque sus tendencias e intencionalidades expresivas se han vuelto una cartografía multiforme.

Balza sostiene discursivamente conceptos guías que son metarrelatos para dar cuenta de lo que hemos vivido en constantes sustituciones.

Lo que hoy admitimos – lo expone con asiduidad en sus escritos -- como interesante y deslumbrante proyecto nacional; ya mañana lo dejamos a un costado; mientras seguimos rebuscando una y otra vez, distinguidamente, en todos los tramos epocales.

 

Balza siente nostalgia por los designios oraculares de las aguas del Delta del Orinoco:

“…Un enigmático amor me ata al río. Ese tipo de pasión que nos condensa, en el pasado y en futuro. El Orinoco ha estado siempre donde lo encuentro hoy, frente a mi casa. Su presurosa inmovilidad tiene un lugar de asiento en mi propia vida. El río fue mi más poderoso juguete en la infancia. Los días se llevaron mi infancia. Yo cambié, cambié para querer ser siempre el mismo. ¿No seríamos acaso, en 1939, los juguetes que el río usaba para fijarse en alguna memoria? Fuimos juguetes del río con el cual se cree jugar…”

 

A decir verdad, el extenso y exuberante espacio natural y humano del Delta del Orinoco comporta un escenario multívoco que hoy impacta por su belleza; no obstante, mañana se transforma en algo, quizás mucho más maravilloso. Y así va siendo y haciéndose constante y sostenidamente.

Se dibuja una ilación de sueños interminables que nos apasionan.

 

 

 

                “Fuimos juguetes del río”

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la lengua

 

Nos atrevemos a pesquisar las interioridades de los tejidos escriturales del laureado escritor contemporáneo José Balza en la densidad de su versátil obra, que trasciende su propio discurso.

Conscientes que tales tareas comportan un obligante desafío para revisitar todo cuanto define su manera de ser, su alforja de imaginarios y sensibilidades; sin embargo, por lo pronto nos conseguimos que hay una indesligable simbiosis entre su vida y su narratología.

En Balza también queda sintetizado el axioma que lo que hemos sido y vamos siendo se lo debemos a la matriz epistémica que rige nuestro trasfondo vivencial; ese mundo de vida que nutre el modo de conocer individual y socialmente.

 Que a cada quien le impronta su singularidad, su estilo para simbolizar y decir con palabras las realidades.

 

Los lectores aprehendemos escurridizas lúdicas en cada texto de Balza.

 Acaso constituya una hermosa estrategia, de su parte, que incita a darle completitud a las ideas que apenas insinúa. 

Sus ejercicios narrativos   nos llevan de la mano como ductores hacia la realidad esperanzadora o hacia la proliferación de preguntas sin necesarias respuestas.

 

“…pude haber sido otro niño —relata Balza en una entrevista que le hicimos, recientemente —pero había una energía vital que se ubicaba en mí; yo era testigo privilegiado de aquel mundo: agua, cielo inmenso, la vasta selva, montañas, lo que me hizo atrapar la realidad y convertirla en palabras…”

 

Sus textos arquetípicos han irrumpido para provocar, para desencadenar innumerables controversias; a veces para ir contra lo establecido, para antagonizar las ideas esclerosadas por dogmatismos.

Le fascina dejar sentado en sus escritos pensamientos a contracorriente, en los cuales el cinismo tiene un sitio preponderante.

 

Busca hacer cosas con las palabras. Exactamente lo que J. Austin denomina enunciado performativo (“Cómo hacer cosas con las palabras” .1962), con lo cual el escritor no se limita a enunciar o describir un acaecimiento, sino que en el mismo instante de estar expresándolo se realiza el hecho.

 

Con toda seguridad, si digo el presente aserto obtendré bastantes coincidencias: leer no es sólo consumir signos lingüísticos, sino crear, elucidar, proponer, recomponer.

Acaso es una exageración que a menudo somos los lectores quienes les revelamos a los autores qué fue lo que en realidad escribieron; porque, aunque no toda lámpara tiene su genio, de lo que si estamos seguros es que lo que brota también depende del espíritu, la mentalidad y las sensibilidades de quien frota la lámpara.

 

Cuando nos disponemos a leer --a frotar la lámpara para desafiar al genio-- abandonamos la multiplicidad de inquietudes de la mente y accedemos a concentrarnos; a seguir el curso de una idea, de una argumentación, a confrontarla con nuestras propias consideraciones.

 ¡Los libros son objetos mágicos! Ni más ni menos.

El deltano Balza, de proyección internacional, sin dudas es un extraordinario manejador del lenguaje; por cuanto, crea, recrea y transforma toda idea, frase o expresión. Las aprovecha morfosintácticamente en su condición de artista literario, escultor de la palabra. A los vocablos les confiere resignificados que a veces ni nos percatamos.

Se ha hecho tan versátil y prolijo, que suficientes críticos literarios han advertido que quizás ha llegado el preciso momento – y lo estamos haciendo-- de ir estudiando la narrativa literaria balziana por etapas, géneros, giros estructurantes, contenidos referenciales, motivaciones o cuerpo anecdótico de los relatos; porque sus tendencias e intencionalidades expresivas se han vuelto una cartografía multiforme.

Balza sostiene discursivamente conceptos guías que son metarrelatos para dar cuenta de lo que hemos vivido en constantes sustituciones.

Lo que hoy admitimos – lo expone con asiduidad en sus escritos -- como interesante y deslumbrante proyecto nacional; ya mañana lo dejamos a un costado; mientras seguimos rebuscando una y otra vez, distinguidamente, en todos los tramos epocales.

 

Balza siente nostalgia por los designios oraculares de las aguas del Delta del Orinoco:

“…Un enigmático amor me ata al río. Ese tipo de pasión que nos condensa, en el pasado y en futuro. El Orinoco ha estado siempre donde lo encuentro hoy, frente a mi casa. Su presurosa inmovilidad tiene un lugar de asiento en mi propia vida. El río fue mi más poderoso juguete en la infancia. Los días se llevaron mi infancia. Yo cambié, cambié para querer ser siempre el mismo. ¿No seríamos acaso, en 1939, los juguetes que el río usaba para fijarse en alguna memoria? Fuimos juguetes del río con el cual se cree jugar…”

 

A decir verdad, el extenso y exuberante espacio natural y humano del Delta del Orinoco comporta un escenario multívoco que hoy impacta por su belleza; no obstante, mañana se transforma en algo, quizás mucho más maravilloso. Y así va siendo y haciéndose constante y sostenidamente.

Se dibuja una ilación de sueños interminables que nos apasionan.

 

 

miércoles, 6 de marzo de 2024

 

                   Carta pública al Jefe de Estado

Por expresa y digna formalidad reciba mi respeto, con los mejores augurios de todo cuanto venga y sea provechoso para nuestra patria; aparejado a los más productivos emprendimientos.

En mi vida académica, me he permitido estudiar por más de cuarenta y cinco años el caso concerniente a la Guayana Esequiba; en sus distintas dimensiones: histórica, política, económica, antropológica, jurídica, cartográfica, geoestratégica etc.; a través de tales experiencias he acaudalado conocimientos (fundamento de mis tesis de pregrado, doctorado y postdoctorado) y vivencias – en el propio sitio de los acontecimientos- que he compartido en relatos y periódicas publicaciones en los medios y  en  las distintas plataformas.

Al crearse la ONG Mi Mapa y la Fundación Venezuela Esequiba me solicitaron mi modesta cooperación con asesorías; así también he venido dictando conferencias y otras actividades de desarrollo presencial en casi todas las universidades del país.

Tuve el honor de ser incorporado como asesor de la Comisión Especial de la Asamblea Nacional por la Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial. He asumido además una membresía en el Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV).

Desde hace (10) años, soy miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.

Siempre he considerado que hay que saber diferenciar entre casos de gobierno y Asuntos de Estado: teórica y jurídicamente.

 Un Asunto de Estado trasciende particularismos, diferenciaciones de cualquier índole, egos exaltados o mal curados, fijaciones ideológicas; en fin, parcelas o intereses individuales.

Un Asunto de Estado nos convoca y concita a estrechar solidaridades por el futuro promisor de la Patria.

 Señor Jefe de Estado tuve la ocasión, disposición y voluntad de acompañarlos en el referendo consultivo; porque lo valoré como un Asunto de Estado.

 Sin embargo, la perspectiva en este litigio nos asoma que la contraparte va al pleito a jugársela completo; sin el más mínimo elemento probatorio que demuestre, en estricto derecho, cómo adquirieron esa extensión territorial. No tienen cómo ni con qué.

Mucho menos cómo justificar la ocupación y explotación esquilmatoria que han venido haciendo de sus incuantificables recursos.

Nosotros somos poseedores de los Justos Títulos Traslaticios desde el 08 de septiembre de 1777, mediante la Real Cedula de Carlos III, al crearse la Capitanía General de Venezuela, y también asistidos en el “Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela” del 30 de marzo de 1845, cuando se nos reconoce la Independencia y la configuración geográfica heredada desde el siglo XVIII.

Ambos documentos (entre bastantes otros) constituyen nuestro más hermoso, contundente e irrebatible acervo de probanza en cualquier Sala Juzgadora, donde se dirima la controversia.

Señor Jefe de Estado fuimos emplazados a comparecer el próximo ocho de abril (dentro de un mes) por ante la Corte Internacional de Justicia, donde cursa un juicio al respecto, con la finalidad de consignar el memorial de contestación de la demanda.

Dejamos la debida advertencia que en tal instante y mediante ese evento no se acaba todo.

Comienza la denominada, procesalmente, fase postulatoria donde se traba la litis, que apenas se inicia, que puede durar unos cuantos años; dado que luego vendría la etapa de pruebas, alegaciones, preconclusivas etc.

Comparto con usted las gestiones que viene adelantando con el presidente Irfaan Ali referidas a la diplomacia directa, pacífica, de entendimiento bilateral.

Actividades importantes que no tienen por qué limitar o excluir nuestra presencia en el Alto Tribunal de La Haya.

 Inclusive se podría dar el caso que estando los jueces examinando la aportación de las partes en controversia, usted alcance una solución extraprocesal.

 Dos escenarios perfectamente probables y factibles.

El artículo (236) de nuestra Carta Magna le confiere a usted la indelegable atribución constitucional, la facultad de autorizar o no la presencia de nuestra delegación por ante el Cuerpo Jurisdicente, en la fecha precitada.

Debemos asumir la responsabilidad histórica que nos corresponde en el presente tramo epocal.

Su libre determinación quedará sentada en los registros de venezolanos que supieron gestionar con inteligencia la defensa de los sagrados interesas de la Patria.

 

Dr. Abraham Gómez R.

Delta del Orinoco, 6 de marzo de 2024

abrahamgom@gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

sábado, 2 de marzo de 2024

 

Guayana Esequiba: debemos comparecer con la seguridad de poseer los justos títulos

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Consultor de la ONG Mi Mapa

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

 

Ha llegado el momento para que demostremos con contundencia nuestra   reafirmación venezolanista con hechos concretos; entre otros, decidir nuestra probable comparecencia por ante la Corte Internacional de Justicia, dentro de un mes, con la finalidad de consignar el memorial de contestación de la demanda.

Ya lo he dicho en bastantes ocasiones que nuestra presencia o no en ese Alta Tribunal corresponde a una indelegable determinación del jefe de Estado; por cuanto, es una absoluta atribución constitucional de su expresa reserva

 

Guyana, con la interposición de acciones contra nuestro país y ratificarla en todas las audiencias celebradas, insiste, en su causa de pedir, que la Sala obligue a Venezuela a reconocer el presuntamente ejecutoriado Laudo Arbitral de París de 1899, como cosa juzgada.

 

A partir de abril, parece que la contraparte viene dispuesta a   arreciar para asegurar y proteger los intereses de las transnacionales que están operando ilegalmente en la extensión territorial que nos desgajaron y su respectiva proyección atlántica.

 En la recién celebrada asamblea ordinaria  de la CARICOM, esta entidad internacional ratificó su apoyo a Guyana.

 

Diremos también que, imprudentemente, el presidente Irfaan Ali (burlando el Acuerdo de Argyle del 14-12 2023) ha dado instrucciones, y hasta órdenes escritas a las mencionadas empresas para que se activen en cualquier coordenada marítima hacia su costado oeste, sin el más mínimo respeto a la soberanía venezolana en esa área; desconociendo, por completo y   como le da la gana, el Acuerdo de Ginebra de 1966.

 

A pesar del artificial y baboso intercambio de regalos entre los dos presidentes, la excolonia británica nos ha venido atropellando y vulnerando en nuestro legítimo e histórico contexto geográfico; y aun así los voceros de aquella cancillería hacen la desvergonzada afirmación de que nosotros estamos violando su integridad territorial por la presencia del componente de la Armada Venezolana en la zona controvertida.

 

Ellos tienen varios años haciendo cabildeo en el Palacio de la Paz, sede de la Corte. Eso no nos amedrenta.

Además, se han atrevido a declarar que la “sentencia los favorecerá”; así la delegación venezolana no se encuentre presente, al invocar – nuevamente-  la No Comparecencia, el cual constituye un recurso perfectamente válido conforme al Derecho Internacional Público.

Por encimita, argumentamos (en cualquier Cuerpo Sentenciador) que el adefesio denominado Laudo Arbitral de París de 1899 es nulo de nulidad absoluta; por lo tanto, se le califica como Inexistente jurídicamente.

 

Debemos dar a conocer que el equipo de asesores de la Parte guyanesa en este litigio ha recomendado que pidan, además, el envío de la "presunta decisión sentencial" de la CIJ, al Consejo de Seguridad de la ONU, para imponerla a Venezuela y hacer que la cumpla, inexorablemente.

No nos atemoriza que la presidencia protempore del Consejo Seguridad la esté ejerciendo la delegación guyanesa.

 

Han dicho que Guyana no se contentará con que la Corte decida mediante una resolución consultiva, conforme al artículo (65) de su propio Estatuto. Ellos exigen, de manera determinante una sentencia, definitivamente firme, con efectos impeditivos de impugnaciones ulteriores; en tanto Arreglo Judicial, contemplado en el Artículo 33 de la carta de las Naciones Unidas.

 Se siente envalentonados y presumen de sus “aliados y socios internacionales”.

 

Han sido reiteradas   las conversaciones que he sostenido con los directivos de las Academias, en las universidades del país; interesantes charlas con los integrantes de casi todas las ONG.s, cuyos miembros   siguen siendo reconocidos, y al tiempo elogiables adalides en la defensa de nuestros derechos en la Guayana   Esequiba.

Lo hemos reiterado, en todas nuestras conferencias por Venezuela: se hace obligante concitar una verdadera Unidad Nacional. Este caso trasciende a los gobiernos.

 

Sin embargo, entre todos nosotros aflora una común y compartida inquietud, que se manifiesta en interrogantes del tipo: qué estrategia habrá diseñado la cancillería venezolana para seguir enfrentando, con suficientes elementos probatorios, la demanda que ha ratificado permanentemente el gobierno guyanés; donde además pide que la CIJ sentencie a Venezuela en ausencia.

 

Nos llama la atención que siendo, como lo volvemos a mencionar, un Asunto de Estado haya tanta opacidad y displicencia por parte de quienes manejan la Política Exterior en nuestro país.

Entendemos que no todo deba debatirse a   luz pública; sin embargo, admitida la Diplomacia Abierta, según las bases teóricas de Woodrow Wilson; hay elementos fundamentales que la población debe conocer con anticipación, para que aflore un despertar de conciencias y constantes solidaridades.

 

Hemos insistido en advertir que no es poca cosa la Pretensión Procesal de Guyana; y con de ellos, una lúdica de intereses de múltiples aristas. Se la están jugando completo.

Las generaciones presentes y futuras no tolerarán torpezas o desidias en este caso de reafirmación nacionalista, de tanta trascendencia.

Nuestra reivindicación por la Guayana Esequiba está hablando a tiempo por sí misma, para que se evite alguna salida deleznable.

Esa inmensa zona permanentemente ha constituido un apetecible territorio, con extraordinario potencial de desarrollo sostenible por sus incalculables riquezas mineras, hídricas, forestales, energéticas, edafológicas, petroleras etc. Territorio muchísimo más grande que algunos países europeos, asiáticos y centroamericanos.

 

Quienes están asesorando a la contraparte deben estar conscientes que en cualquier proceso judicial hay que obligarse a demostrar lo pretendido.

 

 ¿Cómo se les ocurre afirmar en la interposición de acciones contra Venezuela –en procura de acreditación de la Sala Juzgadora-- que el inefable “Laudo” es cosa juzgada y debe configurarse (y aceptarse) como válido y vinculante para nosotros?

 Con esa patraña no nos ganarán jamás, en justo derecho. Nosotros poseemos los títulos de propiedad, desde 1777, con la creación de la Capitanía General de Venezuela, con la Real Cédula de Carlos III.

 

Por lo pronto, nos mantenemos a la expectativa – como se encuentra toda Venezuela -- por la resolución que pueda tomar la Corte a partir del ocho de abril, luego de cumplidas las Audiencias Públicas; donde tendremos la ocasión de explayar la contramemoria y alegar en justo derecho.