viernes, 27 de septiembre de 2019




Guayana Esequiba: ¿nos amenazan con las   audiencias orales?

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Quienes hemos venido estudiando, en todos sus detalles, la contención que sostenemos por la Guayana Esequiba, y lo propio en  la opinión pública nacional, que se ha mantenido expectante sobre el particular, fuimos sorprendidos por la determinación que acaba de tomar la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Este Tribunal ha enviado sendas comunicaciones a los coagentes de las Partes en contención, Venezuela y Guyana, donde indican que se procederá entre el 23 y el 27 de marzo del venidero año 2020, a la celebración de las audiencias orales; con la finalidad de dirimir el caso por la vía del Arreglo Judicial, en tanto opción pautada en el artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas.

Hagamos una brevísima retrospectiva: en el preciso momento cuando este Alto Tribunal de la Haya admitió la demanda incoada por Guyana contra nuestro país, con su abultada Pretensión Procesal. ¿Qué hizo la parte nuestra, al respecto? La delegación de la cancillería venezolana asistió, una vez que se dio por citada, para consignar el memorial de la contestación.  Acto aprovechado para invocar, ante ese Tribunal, el Principio doctrinal de la No Comparecencia; el mismo que ha sido plenamente reconocido en el Derecho Internacional Público.

Sin embargo, el asunto ha trascendido bastante. Por ejemplo, se acaba de generar un amplio pronunciamiento de la Commonwealth favorable a Guyana.

Por lo pronto, qué debemos hacer: Insistir, de muchas maneras, en que estamos obligados, como venezolanos, a concitar inteligentes estrategias para seguir enfrentando este   complejo asunto litigioso ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

Leímos en un comunicado del gobierno guyanés que ellos acogen con beneplácito la reciente medida de la CIJ, llamando a audiencias orales, para el próximo año. Contundentemente decimos que    Venezuela no está obligada a asistir a tal evento, de lo que parece la formalidad para el inicio de un juicio. Por qué debe desacatar estas instrucciones de la CIJ. Por cuanto hemos dejado sentada nuestra opción de la No Comparecencia. Visto así, las audiencias orales no tienen porqué atemorizarnos.

Resalta el hecho con demasiada suspicacia, de que el gobierno de Guyanés se muestre esperanzado que tal vez están próximos a “una decisión final y vinculante que resuelva esta controversia. Que permita a Guyana y Venezuela desarrollar relaciones como Estados vecinos”. Pareciera que hay urdida una rara tratativa por debajo de la mesa.

 Ubiquemos contextualmente la que ha sido, hasta hoy, la posición venezolana: el 18 de abril de este año, delegados de nuestra cancillería fueron recibidos en el despacho del honorable Abdulqawi Ahmed Yusuf, presidente de la Corte Internacional de Justicia. En esa oportunidad se le hizo saber que nuestro país no acepta la competencia de ese tribunal para discernir y menos sentenciar sobre la controversia que sostenemos por la Guayana Esequiba, con la excolonia británica. Dejamos claro, ante el mundo, que no asumimos la mencionada posición por terquedad diplomática.

Es suficientemente conocido que conforme al Derecho Internacional Público, Venezuela podía optar por la No comparecencia o el Fórum Prorogatum. 

La primera de las mencionadas consiste en asistir, por una única vez, como en efecto ya se hizo, con la intención de  señalar, explícitamente, con todo respeto que la mencionada Corte no tiene atribuciones para conocer  sobre   la contención que sostenemos, basada y justificada en  el vil arrebato que nos hicieron con el Laudo Arbitral de París en 1899.

Nuestra delegación categorizó en el Memorial de Contestación de la demanda que la CIJ no posee la cualidad jurisdiccional para sentenciar en este litigio.

La otra alternativa que teníamos era   el Forum Prorogatum, el cual rechazamos. Admitir el Forum Prorogatum, era asumir como buenos y propios los actos y demás procedimientos de la CIJ; incluidas las audiencias orales.

En consecuencia, nos resulta sorprendente y capciosa la determinación de la Corte Internacional de Justicia, de citar a las Partes para Audiencias Orales; con lo cual prácticamente nos tiende una celada.

Parece que la CIJ pretende decidir sobre el fondo del litigio sin conocer, primero, su competencia jurisdiccional, conforme lo consagran sus propios Estatutos ( artículos 36 y 37); así también, sospechamos que llevan la intención de sentenciar en nuestra  ausencia.

domingo, 22 de septiembre de 2019



   ¿Caben las letras de Balza en la Caja de Madrid?

Dr. Abraham Gómez R.                          
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Todo cuanto somos y sabemos. El más mínimo detalle de nuestros comportamientos individual o socialmente lo define la matriz epistémica donde nos hallamos inmersos; que nos nutre las posibilidades de expresarnos con palabras habladas o escritas; que fortalece nuestros pensamientos, y diseña lo que hemos sido y vamos siendo cada día.

Bastantes filósofos se han atrevido a definir como mundo-de-vida el inevadible trasfondo epistémico que alimenta todo nuestro ser.

Diremos más aún: los saberes únicamente adquieren sentido, proyección e intencionalidad a la luz de los sólidos constituyentes epistémicos, que los condicionan.

Si admitimos como legítimo y propio la aseveración anterior; es decir, el que nos trata de   explicar que somos y seremos todo cuanto la episteme nos imponga; así entonces, nos corresponde reafirmar que la pura verdad en las interioridades de los tejidos escriturales del maestro José Balza debemos pesquisarla más allá del   discurso. Tenemos como obligatoria tarea revisitar su alforja de imaginarios y sensibilidades; porque de seguro sus escritos contienen una hermosa constelación de vivencias en su tierra, relatos inacabables de su prístina Deltanidad.

Balza aporta, incluso en los intersticios de su narrativa suficiente impulso para desenhebrar historias y experiencias.

Sus textos en tanto entidades vivas nos guían.  Aun aquellos escritos en su época juvenil, a los cuales tuvo el atrevimiento de lanzarlos a las aguas de su avecindado Caño Manamo, frente a su humilde vivienda.

Quiso desprenderse de las pocas páginas que recogían, en aquel instante,   la incipiente imaginación, a través de un acto inconsciente; no obstante, de inmedible proyección futurista.

Podemos pensar que todo cuanto ha alcanzado Balza hoy, ha resultado una feliz consecuencia    metafórica, de esparcimiento   universal de sus letras, cuando arrojó sus escritos a las aguas del río para que los diseminara por el mundo.

Permítanme especular sobre lo siguiente: tal parece que siempre hubo para Balza una deidad inspiracional en este brazo del Orinoco, que surca nuestra tierra. Porque, de qué otra manera podemos explicar que quien en su niñez quiso ser músico y pintor haya podido fracturar su propia genética social, sin desprenderse jamás de su cordón epistémico;  y que con aquilatadas herramientas literarias, cultivados méritos, elogiada estilística, que densifican su exquisita narrativa, hoy sea reconocido internacionalmente.

Nos sentimos orgullosos que nuestro escritor deltano José Balza, Individuo de Número de la Academia venezolana de la Lengua, acaba de constituirse en el primer venezolano en ser recibido por la directiva de la Caja de las Letras de Madrid, para consignar un trazo de sus memorias, legado para la posteridad.

La Caja de las Letras, cuyo patrocinio está cargo del Instituto Cervantes en la capital española, se ha configurado como una especie de   "bóveda encriptada del tiempo", para los grandes de la historia.

Más de cincuenta intelectuales, artistas, productores cinematográficos, personalidades de diversos ámbitos han conferido sus legados bajo celoso resguardo en esta entidad tan renombrada.

No sólo documentos quedan allí bajo llave, para que sean abiertos según determine el autor.  Objetos inimaginables se reciben en actos hermosos, y se procede a su custodia.

En la Caja de las Letras del Instituto Cervantes   hay manuscritos, primeras ediciones, cartas personales, libretos y guiones cinematográficos, cuadernos con investigaciones científicas, grabaciones, partituras, libros con anotaciones e ilustraciones.

También se resguarda allí, además, la máquina de escribir del recientemente fallecido Nicanor Parra; una caja de música y una flauta de Mario Muchnik; el reloj que John Elliott adquirió a los 16 años;  la pulsera de latón que el padre de Elena Poniatowska llevaba en la Segunda Guerra Mundial.

La Caja de las Letras aloja en sus arcas legados in memoriam, de afamados ya fallecidas con anterioridad. Por ejemplo: del Nobel colombiano Gabriel García Márquez se conserva una pintura al óleo de su casa natal en Aracataca; mientras que de Antonio Buero Vallejo, su pipa y uno de los bolígrafos con los que escribía las obras dramáticas.

De Miguel Hernández, se guarda una primera edición de su poemario más temprano, "Perito en lunas" (1933). Y del cantor argentino Atahualpa Yupanqui, tarjetas postales escritas a mano y enviadas a su esposa.

La lista de legados seguirá aumentando con nuevos invitados. Entre ellos, el premio Cervantes 2017, el nicaragüense Sergio Ramírez, quien cumplió con la tradicional ceremonia, como lo acaba de hacer Balza.

Las cajas tienen fecha concreta de apertura, elegida por cada invitado.

No tenemos la menor idea qué ha dejado bajo custodia nuestro insigne José Balza en la Caja de Las letras, en Madrid.  Sospechamos que ha sido, tal vez, un poco de su tierra de San Rafael de Manamo.  
          
Importante es reconocer que Balza ha aceptado, como su apostolado, los axiomas de la libertad a partir de los cuales explica los procederes políticos, culturales, religiosos y económicos en nuestro país.  Tales constructos afloran transversalizados, directa o indirectamente en sus textos, en ebullición reiterada

jueves, 19 de septiembre de 2019




Dicho todo en apenas siete palabras
Dr. Abraham Gómez R.                           
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Bastantes escritores han hecho saber en sus textos que las realidades se vuelven siempre inasibles, inatrapables; que no obstante, los suficientes esfuerzos que hagamos para explicar las cosas, éstas se vuelven escurridizas, elusivas.

Nos ha sucedido no pocas veces, que el mundo real o imaginario no se deja congelar en étimos, vocablos o conceptos; porque los significantes (las palabras que escogemos) apenas dan cuenta de pedazos de las existencias, como pinceladas.

Las palabras no siempre dicen todo cuanto la idea encierra. Hay residuos para la inacabable imaginación.

Esta elogiable “terquedad” de lo tangible, de lo cotidiano marca distancia, y se hace ajena a los purismos intelectualizantes: la actitud exigente para contener en palabras lógicas y emociones.  Sin embargo, no basta la disposición intelectualizante para mencionar lo que uno quiere. Casi nunca se alcanzan   elogiables resultados con los discursos estereotipados.

El filósofo Bergson clamaba para que al escribir no se congelara la vida; que apenas, uno debe zambullirse en la mundanidad; y salir a flote a bocetear lo imprescindible con algunas figuras o nociones, sin llegar a   desnaturalizar la esencia vital.

La realidad prefiere que quienes se aproximen, con intención de aprehenderla en escritos, apelen a las insinuaciones descriptivas, a las metáforas, a las borrosidades para decir o callar.

En ese trasfondo escritural se hace admisible el uso de las metonimias: fenómeno de cambio semántico por el cual designamos una cosa o idea con el nombre de otra, sirviéndose de alguna relación semántica, o de otro tipo, existente entre ambas. 

Prestemos atención por un instante a lo siguiente: el cuento más corto en la narrativa contemporánea, contiene únicamente siete palabras, cuyo título “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.”  Ese es el cuento, allí está dicho todo. Ni más ni menos. Tales siete palabras abarca la extensión del discurso, que su autor el guatemalteco Augusto Monterroso quiso expresar. Es un manejo legítimo y valioso para concitar la lúdica en este género literario.

Sí, todo el texto en apenas siete vocablos. Increíble. ¿Usted se imagina la cantidad de ideas que ebullen, a partir de su lectura?...! Nace toda una constelación reflexiva para pensar y elucidar luego de asir   esas pocas palabras, que encierran un ilimitado sentido.

 Ese cuento siempre ha constituido una provocadora insinuación, tal vez invitación, para ahondar nuestras reflexiones, con densidad crítica y carácter diacrónico (la sucesividad a través del tiempo).

Pero, a pesar de su brevedad no por ello resulta ser un cuento simple y sencillo; por el contrario, su cortedad exige un análisis concienzudo para determinar con certeza qué fue lo que nos quiso decir este afamado cuentista.

A cuáles tareas nos conduce la lectura  de este texto:  a  afinar el análisis; como también, a  agudizar nuestra perspectiva para develar las categorías filosóficas que sirven de estribaciones a Monterroso para la construcción de este fino discurso; más aún, intentar pesquisar, en la medida de nuestras posibilidades, cuál es  su eje argumentativo central.

Monterroso es uno de los máximos escritores hispanoamericanos y uno de los grandes maestros del relato corto de la época contemporánea.

Gabriel García Márquez, refiriéndose a la obra de Monterroso escribió: "Este libro hay que leerlo manos arriba: su peligrosidad se funda en la sabiduría solapada y la belleza mortífera de la falta de seriedad".

Recordemos que la expresa manifestación, plena de sentimientos y sobradas emociones, para encadenar rítmicamente las palabras no es un hecho único que distingue a la poesía de la prosa.
Hasta mediados del siglo XIX constituía la mejor forma de diferenciar ambos usos del lenguaje. Una cosa era prosa y otra poesía.

En la actualidad, en verdad, nos conseguimos siempre prosas hermosas que contienen a lo interno de su constitución un inmenso mar de poesía.  Siempre vamos a hallar suficiente poesía que se puede vocear como prosa.

El cuento que aludimos de Monterroso se ha vuelto, a nuestro parecer, tan versátil que vale tanto como una hermosa poesía escrita en prosa.

domingo, 15 de septiembre de 2019




Guayana Esequiba: ocupación, mas no posesión.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

En el presente asunto litigioso que tenemos por la Guayana Esequiba, se hace inevadible e inexcusable que afinemos, con suficiente precisión, las palabras que utilicemos para referir todos y cada uno de los elementos concurrentes.

Por las declaraciones que vienen ofreciendo las autoridades gubernamentales de la excolonia británica, en los diversos escenarios internacionales, uno va sacando cuenta, aproximadamente, cuáles estrategias han urdido los coagentes guyaneses en la controversia, tanto a lo interno de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), donde ahora se dirime la contención; como también en procura de acopiar solidaridades.

Conforme al   Derecho Internacional Público los vocablos Ocupación y Posesión adquieren y preservan, con severo énfasis denotativo, sus propias diferencias conceptuales-estructurales. Cada étimo, aquí aludido, está construido, lexicográficamente, para dar cuenta concreta de hechos muy particulares. No caben confusiones.

Resulta inadmisible, en un caso de tanta monta, que la contraparte apele indistintamente a uno u otro término. Y lo hacen con una marcada intención. Lo hacen aviesamente, para tejer manipulaciones, que insistimos en develar y denunciar.

Permítanme una modesta explicación. Todo acto de Posesión lleva implícito factores inescurribles; los cuales confieren a tal hecho características y especificidades; condicionantes exigibles que se describen de la siguiente manera: la Posesión debe ser pacífica, evento público del conocimiento generalizado, de buena fe para argumentar e improtestada. Que nadie vea lesionado su patrimonio.

Si se actúa así, la Posesión queda protegida jurídicamente, y genera la posibilidad para invocar el Principio de Adquisición por Prescripción.

Digamos algo más, la Prescripción permite la consolidación de una situación jurídica por efecto del transcurso del tiempo; convirtiendo decisiones de hecho en formalidad de derecho. Vale señalar, transformar la Posesión continuada en dominio y propiedad.

En el vil despojo que se nos hizo, mediante el írrito y nulo Laudo Arbitral de París, el 03 de octubre de 1899, no se cumplieron ninguno de las consideraciones arriba citadas; por cuanto el Imperio Inglés, en su insoportable arrogancia, arremetió contra todo vestigio del espacio territorial correspondiente a la Capitanía General de Venezuela, creada por Cédula Real de Carlos III, el 08 de septiembre de 1777; documento con el cual el mundo nos llega a conocer como Nación.

Los ingleses desconocieron reiteradamente la propiedad de España en el inmenso territorio delimitado en la margen izquierda del río Esequibo.

Patentizaron vulgares actos de Ocupación, para crear asentamientos poblacionales en la Guayana Esequiba con migraciones forzosas traídas por ellos desde África, Asia y varias partes del mundo, para ocupar. Como también sucedió con la conocida “Cuestión de Pirara”, luego del desacierto del cartógrafo Schomburgk.

El Imperio Inglés, en la oportunidad cuando se requería, nunca presentó el documento a través del cual Los Países Bajos le “vendieron u obsequiaron” las colonia de Berbice, Demerara y Esequibo.

Guyana tampoco posee Justo Título que consignar al respecto. Ya lo hubieran exhibido en la CIJ. Todo se manejó y se sigue haciendo bajo un encriptamiento, que raya en la clandestinidad.
Mucho antes de que se produjera la firma ominosa del Laudo, ya Venezuela había estado levantando su voz de protesta, por todo el desgajamiento que le estaban perpetrando en un séptima parte de su geografía nacional.

Nuestro Libertador teorizó la doctrina del Utis possidetis Juris para proteger a las naciones que venían alcanzando sus independencias; para preservarlas de las acechanzas y voracidad de los ingleses.

De modo que allí jamás ha habido Posesión, en cabal y estricto sentido que otorga el Derecho Internacional Público.

En ese espacio que siempre ha sido nuestro, desde que se suscribió el Tratado Anglo-Holandés el 13 de agosto de 1814, ha habido Ocupación; entendida como la manifestación violenta  para el  control atrabiliario de lo ajeno, bajo continua impronta de ilegalidades y encubierto, con el citado Laudo,  por el manto de la impunidad.




lunes, 9 de septiembre de 2019




Cancillería, estamos esperando que digas algo!

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua


Un enjambre de empresas transnacionales se ha instalado en la Guayana Esequiba con autorización del gobierno guyanés, contrariando el contenido esencial del Acuerdo de Ginebra de 1966, sin que hayamos leído una nota de protesta o un pronunciamiento de rechazo por parte de quienes conducen la política exterior venezolana.

Consorcios procedentes de países que en el plano político se dicen amigos nuestros; pero sus intereses apuntan al descarado aprovechamiento, como mejor les plazca, de los recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron con el Laudo Arbitral de París de 1899; sino además han recibido permisos   para que  esquilmen en el espacio marítimo, en  la proyección atlántica que genera la Zona en Reclamación.

 Recientemente se han incorporado Singapur y Catar en el reparto ominoso.

Los Esequibistas (así nos hemos dado a conocer quienes estudiamos  este asunto litigioso y defendemos esta séptima parte de nuestra geografía) en bastantes ocasiones formulamos las debidas advertencias a las autoridades de la cancillería venezolana, en el sentido de que quedarse callados, cuyo vocablo específico es dar aquiescencias o permisividades; como también expusimos  que   omitir las denuncias oportunas y contundentes, puede llegar a considerarse como silencios cómplices y/o las alabanzas imprudentes e inconvenientes en favor de la contraparte. Una directa interpretación del Principio de Estoppel (ir contra nuestros propios actos).

Ambas manifestaciones: la dejadez de nuestra cancillería para denunciar ante la ONU, por extensión a la Comunidad Internacional; y el “coqueteo” o juego imprudente que procura solidaridades en la  CARICOM, conspiran contra nosotros en los reclamos, que desde hace más de un siglo hemos hecho de la Guayana Esequiba.
A propósito de la venideras elecciones presidenciales, en el mes de noviembre en Guyana; el candidato de la oposición Irfaan Alí del partido del Progreso Popular (seriamente cuestionado por fraude académico), y el aspirante a la reelección David Granger, del Congreso Nacional del Pueblo (CNP), han coincidido en sus respectivos discursos que Guyana es única e indivisible, conformada por sus 10 regiones administrativas, incluida la Zona en Reclamación. Con lo cual mandan al cipote cualquier controversia por ese espacio.

Los candidatos mencionados insisten que en la controversia que sostiene esa nación con Venezuela, no tienen la menor duda que la Corte Internacional de Justicia sentenciará a favor de la excolonia británica; y según ellos, la citada instancia dará por terminado el pleito de la Guayana Esequiba, y decidirá tal contención como cosa juzgada. Creen que en ausencia nuestra, al invocar la No Comparecencia.

Estos términos extravagantes y pendencieros debieron haber tenido repercusión estruendosa, a lo interno de la cancillería Venezolana; pero, al parecer no suscitó nada.

La mudez sepulcral en el MRE de Venezuela continuó tan displicente y campante.

Déjenme decirles a quienes tienen esas responsabilidades por el Estado Venezolano, que en el Derecho Internacional Público los silencios cómplices se pagan, y bien caro.

Los Esequibistas, de las distintas regiones del país que nos ocupamos del trabajo de concienciación, sacamos varias conclusiones al respecto; entre otras, la siguiente: Hay una especie de expresa disposición, de esos funcionarios de la  Cancillería, para hacerse los locos; con complacencias indirectas, con involuntarias permisividades; dejar que los compromisos y responsabilidades les resbalen; como que no fuera una materia de suma trascendencia histórica del Estado venezolano ( no del gobierno, que es otra cosa). Hay una velada actitud para desentenderse.

 Vale tanto, como aquel   viejo adagio griego: sembrar sal entre las piedras. Voltear la mirada.

Todavía nos preguntamos, qué ha hecho la cancillería con un enjundioso estudio documental y cartográfico que recibió el año pasado de parte del investigador Ugo Giuliani, quien estuvo un largo período indagando, en Londres, la base jurídica por la que Venezuela reclama el área en cuestión.

Ese narrativo histórico se suma a la demostración investigacional que en su oportunidad, 1965, hicieron dos eminentes jesuitas venezolanos: Hermann González y Pablo Ojer, en los archivos británicos.


jueves, 5 de septiembre de 2019



No es poca cosa la Pretensión Procesal de Guyana.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Luce extemporáneo que nos dediquemos a analizar o seguir discutiendo en cualquier escenario, donde se vislumbre el caso de la Guayana Esequiba, la banalidad de que si el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas tenía o no facultades o competencias para remitir esta contención a la Corte Internacional de Justicia.  Ya lo hizo. Envió el caso, sin mayores dilaciones.

No perdamos más tiempo en discernir la impropiedad del Secretario General de la ONU. Algún día quedarán develados los motivos que tuvo para proceder con tan añagoza manera
 A lo anterior hay que añadirle la complicada manera como quedó redactado el numeral segundo, del artículo IV del Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966. Veamos esta acotación:  

“..Si dentro de los tres meses siguientes a la recepción del Informe final el Gobierno de Venezuela y el Gobierno de Guyana no hubieren llegado a un acuerdo con respecto la elección de uno de los medios de solución previstos en el Articule 33 de la Carta de las Naciones Unidas, referirán la decisión
sobre los medios de solución a un órgano internacional apropiado que ambos Gobiernos acuerden, o de no llegar a un acuerdo sobre este punto, al Secretario General de las Naciones Unidas. Si los medios así escogidos no conducen a una solución de la controversia, dicho órgano, o como puede ser el caso, el Secretario General de las Naciones Unidas, escogerán otro de los medios estipulados en el Articule 33 de la Carta de las Naciones Unidas, y así sucesivamente, hasta que la controversia haya sido resuelta, o hasta que todos los medios de solución pacifica contemplados en dicho artículo hayan sido agotadas…”

Ante tal galimatías o laberinto textual, qué debemos hacer: continuar con nuestra labor de concienciación, entre los compatriotas venezolanos, que este es un asunto de Estado. Además, que los bastantes reclamos intentados por vías diplomáticas, políticas y jurídicas no se sustentan en caprichos, reacciones intemperantes, desproporcionadas o injustas. No es una malcriadez o terquedad de nuestra parte.

Debemos insistir en las instancias internacionales; trátese o no de la Corte Internacional de Justicia, que poseemos los Justos Títulos que conforman, a su vez, las razones y argumentos   jurídicos, cartográficos y sociohistóricos que nos asisten.

Justo título o documento traslativo que recibió el compatriota Fermín Toro, en nombre de la naciente República de Venezuela, el 30 de marzo de 1845, de manos de la de la delegación que envió la reina Isabel II,  en un acto hermoso, celebrado, en el Puerto de La Guaira.
El citado legajo jurídico asienta en su contenido, para la posteridad, lo siguiente:
            
" Su Majestad Católica, Isabel II,  usando la facultad que le compete por decreto de las Cortes Generales del Reino de 4 de diciembre de 1836, renuncia por sí, sus herederos y sucesores, la soberanía, derechos y acciones que les corresponden sobre el territorio americano conocido bajo el antiguo nombre de Capitanía General de Venezuela, hoy República de Venezuela.
A consecuencia de esta renuncia y cesión, S.M.C. reconoce como nación libre, soberana e independiente a la República de Venezuela compuesta de las provincias y territorios expresados en su Constitución y demás leyes posteriores, a saber: Margarita, Guayana, Cumaná, Barcelona, Caracas, Carabobo, Barquisimeto, Barinas, Apure, Mérida, Trujillo, Coro y Maracaibo y otro cualquier territorios o islas que puedan corresponderle.”

Basta el citado legado histórico para invocar, por honor y en reclamo de justicia, el irrenunciable Principio de Sucesión en la Posesión (que no ocupación) de la Guayana Esequiba.

Dicho, con mayor claridad y precisión: recibimos la titularidad del dueño anterior, de lo que ahora denominamos la Zona en Reclamación; pero que tampoco fue una concesión obsequiosa ni arreglos o tratativas; sino resultado luego de duras batallas hasta alcanzar nuestra independencia.

Tal Principio de Sucesión nos confiere ipso-facto el Dominio Principal y el pleno Derecho de Soberanía sobre esta séptima parte d nuestra geografía nacional,

Guyana en la demanda incoada en la CIJ, en contra de Venezuela, aspira que tales hechos jurídicos sean execrados.  Guyana aspira que la CIJ desestime cualquier documento probatorio de nuestra parte.

Así también, la excolonia británica persigue en el Alto Tribunal de La Haya que  Venezuela admita como cosa juzgada (res judicata) la vil decisión  (generada a partir de manejos políticos-diplomáticos de los imperios ruso e inglés, de entonces) que propició el írrito y nulo Laudo Arbitral de París del 3 de octubre de 1899.

Guyana ha solicitado, expresa y contundentemente, que Venezuela renuncie a su historia y soberanía.







lunes, 2 de septiembre de 2019




¿Por qué golpean a nuestras universidades? (II)

Dr. Abraham Gómez R.                 
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Con la reciente sentencia del Tribunal Supremo de Justicia, en contra de nuestras legítimas autoridades universitarias, el régimen    ha retratado a cuerpo entero su autocracia.

Nos golpean por pensar distinto y antagonizar las calamidades provocadas por sus ineptitudes.

En las universidades nos hemos concentrado en el cumplimiento de nuestras altas funciones de producción de conocimientos y de formación de profesionales de las nuevas generaciones.

Apostolado que asumimos desde siempre.
Hace bastantes años hemos escogido el ámbito universitario para nuestro desempeño laboral, por vocación y convicción; porque siempre ha significado un inmenso orgullo convivir en estas “casas que vencen las sombras”.

Nuestra devoción hacia las instituciones de Educación Superior se incrementa cada vez que la Universidad, como espacio humano, se ve en aprietos, amenazadas o en serios atascos; y nos enorgullece que a partir de sus propios esfuerzos, ella misma aflora satisfactorias soluciones.

Cada quien tiene sus propios testimonios de las implacables tentativas en que la Academia Universitaria, y todo cuanto comporta, ha sido vilipendiada y sometida a condiciones ominosas para intentar ponerla de rodillas.

 A los regímenes totalitarios les incomodan las zonas donde se respire absoluta pluralidad, donde haya un disenso fértil.

A los detentadores de los gobiernos de talante militarista les causa escozor cuando la gente en los espacios universitarios piensa con cabeza propia.

A quienes se hacen militantes de regímenes de opresión, persecución y atrocidades les molesta la pluralidad de ideas y posiciones.

La indigencia mental que padecen y exhiben le hacen que vean en cada Docente Universitario un acérrimo enemigo; a alguien a quien hay que combatir; y si no pueden hacerlo doblegar o renegar de sus ideas y principios, lo golpean por sus medios de subsistencia.

El presente régimen en Venezuela acaba de demostrar su talante autocrático, no sólo con la imposición de tablas de salarios y sueldos de miserableza a docentes, administrativos y obreros de las universidades autónomas, experimentales y territoriales sin haberlas discutido con ningún sector gremial representativo. Mucho menos con las respectivas autoridades universitarias.

La pretensión del régimen es ir sometiendo por hambre y   acallando por necesidades de subsistencia a las voces libertarias que claman desde nuestras universidades por un nuevo modelo socio político en Venezuela.

Tal vez con la develada intención de arrodillar al personal de las universidades, a través de la precariedad de sueldos y salarios, desean cercenar La Autonomía Universitaria, la cual es condición indispensable para el desarrollo del Pensamiento Crítico.
El espíritu esencial de nuestra Universidad es seguir diciendo lo que haya que decir sin ataduras. Expresar en alta voz lo que nos dicte la  conciencia.