Cancillería, estamos esperando que
digas algo!
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Un enjambre de empresas transnacionales se ha instalado en la
Guayana Esequiba con autorización del gobierno guyanés, contrariando el
contenido esencial del Acuerdo de Ginebra de 1966, sin que hayamos leído una
nota de protesta o un pronunciamiento de rechazo por parte de quienes conducen
la política exterior venezolana.
Consorcios procedentes de países que en el plano político se
dicen amigos nuestros; pero sus intereses apuntan al descarado aprovechamiento,
como mejor les plazca, de los recursos madereros, acuíferos, mineros,
petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no
únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron con el
Laudo Arbitral de París de 1899; sino además han recibido permisos para que
esquilmen en el espacio marítimo, en la proyección atlántica que genera la Zona en
Reclamación.
Recientemente se han incorporado Singapur y Catar en el reparto
ominoso.
Los Esequibistas (así
nos hemos dado a conocer quienes estudiamos este asunto litigioso y defendemos esta séptima
parte de nuestra geografía) en bastantes ocasiones formulamos las debidas advertencias
a las autoridades de la cancillería venezolana, en el sentido de que quedarse
callados, cuyo vocablo específico es dar aquiescencias o permisividades; como
también expusimos que omitir las denuncias oportunas y
contundentes, puede llegar a considerarse como silencios cómplices y/o las
alabanzas imprudentes e inconvenientes en favor de la contraparte. Una directa
interpretación del Principio de Estoppel (ir contra nuestros propios actos).
Ambas manifestaciones:
la dejadez de nuestra cancillería para denunciar ante la ONU, por extensión a
la Comunidad Internacional; y el “coqueteo” o juego imprudente que procura
solidaridades en la CARICOM, conspiran
contra nosotros en los reclamos, que desde hace más de un siglo hemos hecho de
la Guayana Esequiba.
A propósito de la
venideras elecciones presidenciales, en el mes de noviembre en Guyana; el
candidato de la oposición Irfaan Alí del partido del Progreso Popular (seriamente
cuestionado por fraude académico), y el aspirante a la reelección David Granger,
del Congreso Nacional del Pueblo (CNP), han coincidido en sus respectivos discursos
que Guyana es única e indivisible, conformada por sus 10 regiones
administrativas, incluida la Zona en Reclamación. Con lo cual mandan al cipote
cualquier controversia por ese espacio.
Los candidatos
mencionados insisten que en la controversia que sostiene esa nación con
Venezuela, no tienen la menor duda que la Corte Internacional de Justicia
sentenciará a favor de la excolonia británica; y según ellos, la citada
instancia dará por terminado el pleito de la Guayana Esequiba, y decidirá tal
contención como cosa juzgada. Creen que en ausencia nuestra, al invocar la No
Comparecencia.
Estos términos
extravagantes y pendencieros debieron haber tenido repercusión estruendosa, a
lo interno de la cancillería Venezolana; pero, al parecer no suscitó nada.
La mudez sepulcral en
el MRE de Venezuela continuó tan displicente y campante.
Déjenme decirles a
quienes tienen esas responsabilidades por el Estado Venezolano, que en el
Derecho Internacional Público los silencios cómplices se pagan, y bien caro.
Los Esequibistas, de
las distintas regiones del país que nos ocupamos del trabajo de concienciación,
sacamos varias conclusiones al respecto; entre otras, la siguiente: Hay una
especie de expresa disposición, de esos funcionarios de la Cancillería, para hacerse los locos; con
complacencias indirectas, con involuntarias permisividades; dejar que los compromisos
y responsabilidades les resbalen; como que no fuera una materia de suma
trascendencia histórica del Estado venezolano ( no del gobierno, que es otra
cosa). Hay una velada actitud para desentenderse.
Vale tanto, como aquel viejo adagio griego: sembrar sal entre las
piedras. Voltear la mirada.
Todavía nos preguntamos, qué ha hecho la cancillería con un enjundioso
estudio documental y cartográfico que recibió el año pasado de parte del
investigador Ugo Giuliani, quien estuvo un largo período indagando, en Londres,
la base jurídica por la que Venezuela reclama el área en cuestión.
Ese narrativo histórico se suma a la demostración investigacional que en
su oportunidad, 1965, hicieron dos eminentes jesuitas venezolanos: Hermann
González y Pablo Ojer, en los archivos británicos.
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