sábado, 24 de septiembre de 2016



LA  REVOLUCIÓN DEL “COMO  SI”

Dr. Abraham  Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com  
                                             
El crítico más agudo en sus sentencias y quien anda por ahí sólo mirando pasar las cosas tienen ambos  del presente régimen venezolano una común conclusión: tamaño desbarajuste ideológico en que se han metido  los defensores de la llamada revolución.
No encuentran sustentación ideológica que les sirva de piso. Y sólo  los vemos haciendo amagos, “como si” se tratara en verdad de una revolución.
A quienes les encargaron las tareas teóricas del régimen, en el afán de acomodarle algo de soporte doctrinario, han agotado, prontamente, las canteras de ideas socio-políticas. No encuentran dónde engancharse ideológicamente, que les proporcione cierto asidero que transmita credibilidad. Hoy acuñan una idea, mañana dicen lo contrario.
En las primeras de cambio, al inicio, ningún recato tuvieron para hacer aparecer como digerible un híbrido entre Marx y Bolívar.
Este engendro teórico no les cuajó, por cuanto el mundo entero tiene pleno  conocimiento del desprecio que sentía el autor y divulgador del Materialismo Histórico por nuestro Libertador.
Una prueba de lo aquí afirmado, basta sólo esta perla,  contenida en la carta fechada el 14 de Febrero de 1858 dirigida por Marx a  su carnal  y financista Engels:

“Me hubiera pasado de la raya si presento a Bolívar como un Napoleón I. Bolívar es el verdadero Soulouque. Es un canalla, cobarde, brutal y miserable que mandó a fusilar a Piar bajo las falsas imputaciones de haber conspirado contra los blancos, atentado contra su vida y aspirado al poder supremo…”.

Cómo le echaron imaginación  los pensadores de la izquierda tarifada  para hacer creíble este betumen ideológico. Rebuscaron bastante argumentación por todas partes para que al final se vieran las costuras de un tejido que la realidad nuestra se encargó de desbaratar.
Bolívar, el Padre Libertador, no admite remiendos.
Pensar, decimos los demócratas, en la posibilidad de una “revolución bolivariana” asentada en las elucubraciones de Marx luce: intragable e incongruente, por mucha dialéctica que le pongamos.
 Marx calificaba a nuestro  Padre de la Patria con los idénticos conceptos que utilizaba para referirse al  dictador haitiano Soulouque,  quien surgió de entre los esclavos para cometer fechorías contra su propia gente.
Se vieron, entonces, obligados a seguir buscando.
Pero, “como si” de una revolución se tratara han tenido que recomponer el pretendido    disfraz ideológico   ante tamaño despropósito.
Descubierta la patraña volcaron sus miradas hacia Mariátegui, autodenominado el  “amauta”. Pero el  peruano, sacado de emergente, está demasiado impregnado de etnicidad; desde sus adentros rechaza  cualquier réplica a su modo de pensar. Leamos  esta expresión lapidaria:

 “No queremos que el socialismo sea en América calco y copia. Debe ser creación heroica. Tenemos que dar vida con nuestra realidad, en nuestro propio lenguaje al socialismo indo americano…”.

Así pues, la iconografía “como si” de una revolución se tratara, se les va apocando. Los márgenes de maniobra se les pusieron chiquitos.
¿Qué va quedando por ahí? se  preguntan en plan de corifeos.
! El Che Guevara! Responden.
Al tiempo que dilucidan ¡cuidado ¡ el Ché  resulta demasiado poroso para el pensamiento plural y concita demasiada inmoralidad para ejemplificar la  dignidad  de los seres humanos.
Como colofón del presente relato, distinguimos algunas precisas interrogantes: ¿Cuál  revolución.
Cuál  transformación. Cuál  sociedad ideal. Cuál mundo mejor?
En nuestro país únicamente ha prevalecido, en los últimos años, la detestable militarización de los espacios naturales de la sociedad civil, con el agravante de pretender hacer tolerable tal engendro “como si” admitiéramos  una circunstancia normal y rutinaria.
A fuerza de marchas y vestimentas  aspiran que la sociedad civil se trague la militarización.  Con su deleznable travestismo rojo aspiran encubrir las tropelías que cometen contra la sociedad civil.-
 Ya hay suficientes evidencias de la abominación que causan los regímenes totalitarios-militaristas de derecha o de izquierda.


lunes, 19 de septiembre de 2016



  ENTREGADOS  Y SILENTES

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com


En el Derecho Internacional Público el proceso de delimitación es una operación de suficiente importancia y, para los Estados además  de un derecho, una obligación su establecimiento; Por cuanto resulta inevadible, necesario y vital que cada uno conozca hasta dónde llega exactamente el contorno de su soberanía.
 Las imperfecciones e imprecisiones, como la que heredamos en la zona del Esequibo, derivan en conflictos y trascendentales situaciones jurídicas, políticas y legales en las que estamos imbuidos, que han dado orígenes a gestiones diplomáticas sin la contundencia de nuestra parte --que no es guerrerismo-- a pesar de sabernos asistidos de razón socio-histórica y de contar con los documentos probatorios del acto nulo e írrito consumado mediante el Laudo Arbitral celebrado  en París en 1899. 
Quedamos estupefactos, y nos enardeció la vergonzosa omisión de parte de nuestros delegados, cuando La representante de Guyana, Marilyn Cheryl Miles, indicó, en clara e inteligible voz para el mundo entero, en la recién finalizada  XVII cumbre de los países No-Alineados, que  la reclamación de Venezuela sobre la posesión del Esequibo "amenaza a su país". Y como tratando de  ponerle algo de cosmética a tan duras y directas palabras agregó que su gobierno “está comprometido con una solución pacífica, regida por los estatutos del Acuerdo de Ginebra.
"Sin embargo, entendemos el valor del diálogo y de la tolerancia como elementos para unir a las naciones", añadió.
Por una parte, sentimos cierto agrado que la autoridades invoquen el Acuerdo de Ginebra como documento base para continuar las discusiones en torno a esta controversia.
Lo decimos, porque cada vez que el canciller Carl Greenidge  o el presidente guyanés  David Granger se pronuncian al respecto, nos mandan bien largo al cipote, asegurando que no tienen  nada que dirimir con Venezuela  respecto a la Guayana Esequiba, por cuanto esa sentencia ya está dada; y se ha admitido, según ellos, como cosa juzgada.
 Aprovechemos tal contenido que emana de este aludido discurso de la embajadora guyanesa en nuestro país para reafirmarnos, invariablemente que  el Acuerdo de Ginebra firmado el 17 de febrero de 1966, que acaba de   cumplir 50 años,  viene a ser el único instrumento vigente donde está viva la controversia y pone en tela de juicio la tropelía jurídica cometida contra nuestra nación, sin consideración ni misericordia.
 Así también, debemos llamar la atención, a lo interno de Venezuela,  fundamentalmente  a quienes ahora rigen la Política Exterior, que  Lo más peligroso para nosotros en esta reclamación, a la luz del Derecho Internacional, es la Aquiescencia: la permisividad de nuestros  gobiernos. La aquiescencia o consentimiento tácito para que Guyana haga concesiones a transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de las riquezas de la región esequibana.
Ya es un hecho consumado la entrega inconsulta, displicente y descarada que hace Guyana  a más de cien compañías de distintas procedencias y nacionalidades, para que aprovechen los recursos petrolíferos, forestales, hídricos, energéticos etc. En flagrante violación de los artículos IV y V del Acuerdo de Ginebra.
Aunado al principio de Aquiescencia (dejar hacer, consentir que la otra parte ejecute) ya citado. Tal vez resulte fácil a Guyana invocar, en tribunales internacionales, el otro principio denominado Estoppel en que ha incurrido este gobierno con sus constantes loas y conductas, que reconocen y legitiman con silencios cómplices, como el que nos ocupa en este momento, el trabajo que adelanta la  parte guyanesa en conflicto con lo cual (in)directamente podría  quedar   anulada o desestimada la demanda.

La historia cobrará esta omisión permisiva, cómplice a los revolucionarios de pacotilla que no han tenido la disposición para defender nuestra soberanía, y se han arrastrado, militares incluidos, a la estrategia que está jugando Cuba en estos asuntos.

domingo, 18 de septiembre de 2016



ESA EXQUISITA PERVERSIÓN   DEL CAPITALISMO (IV)
Dr. Abraham Gómez R. 
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com  
                                  
Quienes  se autocalifican como redentores en nuestro país, y dicen tener la mejor opción histórica para salvar a la nación de una ficticia “guerra económica”, se han topado con una inevadible realidad,  han encontrado un inmenso dilema: las cosas no se transforman con retóricas vacías. Los estómagos no se llenan con artificios y palabrerías carentes de contenidos.
Los capitostes del régimen pretenden hacer entender, a fuerza de  engañifas, que ellos son “una maravilla” en el manejo y control de las variables económicas.
Con motivo de la pretendida transformación estructural del sistema socio-económico venezolano, que  aspira erradicar las relaciones de producción y de dominación que “privilegia a un sector minoritario sobre una mayoría empobrecida” se presupuso, en sus inicios, el famoso  ¿desarrollo endógeno? afincado en un modelo a partir del cual las comunidades despliegan sus propias iniciativas, donde las decisiones irrumpen desde adentro.
¿Será algo nuevo bajo el sol? Veamos: Keynes propuso también en su oportunidad, inicios del siglo XX, un modelo de desarrollo endogenista, basado en la demanda interna, específicamente en el gasto público del gobierno.
Teorizó, Keynes, que el principio multiplicador simple de la inversión del Estado sostiene, mediante los recursos fiscales, (similar a lo que nos dicen tener en nuestro país, hoy) los aparentes crecimientos -que  necesariamente no implica desarrollo. Pero es que crecimiento tampoco percibimos. Vamos a cerrar este año con un decrecimiento de 12% del Producto Interno Bruto (PIB). Y desarrollo tampoco hay. Estamos acumulando  la inflación más alta del mundo.
 En sentido contrario, podemos exponer en una síntesis que el  Capitalismo  no ha tenido nunca intenciones de ocultar sus propósitos. Que no esconde sus intereses para controlar algunas específicas esferas de la vida. Que  el Capitalismo está en todas partes.
Póngale la etiqueta que desee, el capitalismo siempre aflora. Revienta costuras y deja en pena a los maquilladores políticos.
El capitalismo es lo que es: un modelo y modo de producción que los sistemas políticos están en la libre decisión de asumirlo o dejarlo a un costado.  
 Lo que no permite el Capitalismo es que se juegue con tratativas raras: que se diga que el país se sostiene bajo un esquema socio-político-económico Socialista y en la realidad es Capitalismo lo que usted encuentra en todas partes, principalmente, el más deleznable tal vez: El Capitalismo de Estado.-
 Los ineptos  negociadores oficialistas cuando viajan por el mundo, asistiendo a conferencias internacionales para intentar, la compra-venta de nuestro petróleo,  manejan las fórmulas rancias del Capitalismo puro y duro.
Los defensores de esta caricatura de socialismo establecen sus negociados particulares dentro y  fuera de Venezuela a través de las “leyes naturales” que impone el Capitalismo, y ellos las aceptan felicísimos.
Sin embargo ,nos corresponde hacer la advertencia, coincidiendo con el afamado economista y filósofo venezolano Emeterio Gómez, quien al respecto expone en su obra La responsabilidad moral de la empresa capitalista, p.83         “….El capitalismo es la única opción que tiene un mundo tan competitivo y globalizado, pero, también es cierto, que ante las graves crisis económica y los problemas sociales que afectan a la gente, no es posible mantener un esquema que se centre sólo en la obtención de ganancias, sino que asuma un rol protagónico en la generación de mejores condiciones de vida….”
Hay que ahondar en el fondo de tales asuntos. Que no nos espanten los verdaderos desenvolvimientos de la realidad de la cual ya dijimos es mucho más grande que los conceptos reduccionistas.
 Aceptemos que el capitalismo y todas sus derivaciones y efectos: el  plustrabajo, la competitividad, la rentabilidad o ganancia al máximo sin contemplaciones, la acumulación no son invenciones nuevas. Que es difícil eludir al capitalismo en este tramo epocal contemporáneo.
 Los escasos países que se hacen denominar socialistas en el mundo por debajo de cuerda establecen pactos comerciales y arreglos basados en las categorías tradicionales del capitalismo.
 Desde el Pensamiento Liberal clásico que restringe las funciones del Estado a su mínima expresión hasta lo que se está dando a conocer como Neo institucional, cuyo asiento del éxito o fracaso de un modelo económico apunta  a la eficiencia u obsolescencia institucional, hay una inmensa trayectoria teñida de Capitalismo.
Ciertos regímenes políticos le han querido aplicar algo de cosmética para hacerlo más digerible. Pero, es Capitalismo por donde se le quiera mirar.
La macroeconomía de un país o la microeconomía que hacemos cada día para subsistir por ejemplo, resultan que están cargadas  de complejidades capitalistas: valor de cambio.
 La realidad, en el ámbito que se nos antoje,  es escurridiza, múltiple y mutable. No podemos, entonces,  encerrar caprichosamente la existencia humana en un único e invariable  pensamiento. Decir, que la producción económica será mediante un modelo socialista es falsear la realidad.

Inteligente es   buscar  soluciones a partir de la síntesis  de bastantes ideas ajenas y propias.-

viernes, 9 de septiembre de 2016



 APRENDAMOS A CON-VIVIR EN  NUESTRA CÍVITA
   
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

La edad de piedra no se acabó porque se agotaron las piedras sino porque quienes vivieron en esas sociedades sintieron el impulso arrollador de progresar.
Las sociedades avanzan o retrogradan según como piensen los ciudadanos que la componen. Así como la ciudadanía se  manifieste también generará  y difundirá  su cultura.
Por ejemplo, hoy con el inmenso caudal de tecnología que tenemos, a quién se le ocurriría regresar a la época cavernaria; porque aunque a la época del trueque parecía que no volveríamos, y ya regresamos triste y vergonzosamente.
Los seres humanos tenemos un destino inexorable: estamos obligados a vivir juntos. A muchos les resulta complicado con-vivir, cuya acepción extensa vendría a significar “tejerse a la piel del otro”.
Con-vivir es admirable. Con-vivir comporta mucha más que llenar de personas un espacio territorial, o asentar a una considerable porción de gente en un lugar determinado para que satisfaga, conforme a las circunstancias, sus necesidades existenciales.
Admitamos que somos seres humanos con nuestros instintos y aprendizajes. Que estamos obligados  a compartir. Com-partir para reencontrar en un crisol lo que en realidad sabemos con anticipación es diverso.
 Qué debemos Com-partir. Debemos  compartir espacios, motivaciones, emociones, sensibilidades, valores, conocimientos, normas.
Cuando hacemos nuestro el principio y la condición de educabilidad, en procura de una sociedad vivible, trazamos reglas, y cuidamos los desempeños porque todos los entes colectivos son seres vivos, por tanto propensos a sufrir enfermedades, a padecer de alguna sociopatología. El  cuerpo social también se  enferma.
Tal vez sea la cultura el vector de mayor importancia que nos vincula como sociedad: la cultura en tanto expresión humana con sus mitos y ritos que  a veces son cuestionados.
La cultura generadora permanente de diferenciadoras posiciones ideológicas y de tensiones y pulsiones. En fin,  todo este andamiaje nos confiere idiosincrasia y (a lo mejor) suficiente piso identitario.
Con escasa seriedad algunos sostienen que nada tiene que ver el  hombre político (el antrophos zoon politikon, como lo mencionaba Aristóteles)) con el hombre pensante: el  antrophos zoon logos echon).
 Según dicen algunos, los políticos por un lado y los intelectuales por otro.
Es decir que una cosa es arreglar los asuntos en la polis, con el zoon politikon, y otra muy distinta consiste en reflexionar, pensarcon el  zoon logos.

 Consideramos que tal tesis carece de algún asidero.
 Algunos otros detalles para seguirle entrando a esto: hoy, cuando en el mundo entero se reconocen y  constitucionalizan los Derechos Humanos como prerrogativas y principios de aceptación universal de las personas, que garantizan jurídicamente su dignidad en su dimensión individual, social, material y espiritual frente al Estado; a quién se le antojaría replicar las ideas de Hobbes, del siglo XVII, quien sostenía que la soberanía de los seres humanos, por   no alcanzar nunca la suficiente madurez, estaban obligados a delegarla indefinidamente en un ente jurídico-político llamado Estado para que tutelara los comportamientos sociales y evitar que “el hombre sea el lobo del hombre”.
 A veces tenemos más preocupación por arreglar los problemas de las urbes: calles, plazas, servicios públicos, bienes sociales de infraestructura (asientos físicos-patrimoniales de las personas), desde lo cual asumimos una especie de pacto de urbanidad, un trato anónimo, casi que indiferente, distante, consuetudinario.
Mientras que la condición de ciudadanos, originada en las cívitas, se genera cuando asumimos concientemente la civilidad al intercambiar modos de ser. Cuando damos manifestaciones afectivas, demostraciones de pertenecer y querer tal socialidad, y en consecuencia obtener los debidos reconocimientos por parte de la comunidad natural.
 Debemos  aprender y  saber leer los signos sociales de nuestra cívita.