ENTREGADOS Y SILENTES
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
En el Derecho Internacional Público el proceso de delimitación es una
operación de suficiente importancia y, para los Estados además de un derecho, una obligación su
establecimiento; Por cuanto resulta inevadible, necesario y vital que cada uno
conozca hasta dónde llega exactamente el contorno de su soberanía.
Las imperfecciones e
imprecisiones, como la que heredamos en la zona del Esequibo, derivan en
conflictos y trascendentales situaciones jurídicas, políticas y legales en las
que estamos imbuidos, que han dado orígenes a gestiones diplomáticas sin la
contundencia de nuestra parte --que no es guerrerismo-- a pesar de sabernos
asistidos de razón socio-histórica y de contar con los documentos probatorios
del acto nulo e írrito consumado mediante el Laudo Arbitral celebrado en París en 1899.
Quedamos estupefactos, y nos enardeció la vergonzosa omisión de parte de
nuestros delegados, cuando La representante de Guyana, Marilyn Cheryl Miles,
indicó, en clara e inteligible voz para el mundo entero, en la recién finalizada
XVII cumbre de los países No-Alineados,
que la reclamación de Venezuela sobre la
posesión del Esequibo "amenaza a su país". Y como tratando de ponerle algo de cosmética a tan duras y
directas palabras agregó que su gobierno “está comprometido con una solución
pacífica, regida por los estatutos del Acuerdo de Ginebra.
"Sin embargo, entendemos el valor del diálogo y de la tolerancia
como elementos para unir a las naciones", añadió.
Por una parte, sentimos cierto agrado que la autoridades invoquen el
Acuerdo de Ginebra como documento base para continuar las discusiones en torno
a esta controversia.
Lo decimos, porque cada vez que el canciller Carl Greenidge o el presidente guyanés David Granger se pronuncian al respecto, nos
mandan bien largo al cipote, asegurando que no tienen nada que dirimir con Venezuela respecto a la Guayana Esequiba, por cuanto esa
sentencia ya está dada; y se ha admitido, según ellos, como cosa juzgada.
Aprovechemos tal contenido que
emana de este aludido discurso de la embajadora guyanesa en nuestro país para
reafirmarnos, invariablemente que el
Acuerdo de Ginebra firmado el 17 de febrero de 1966, que acaba de cumplir 50 años, viene a ser el único instrumento vigente
donde está viva la controversia y pone en tela de juicio la tropelía jurídica
cometida contra nuestra nación, sin consideración ni misericordia.
Así también, debemos llamar la
atención, a lo interno de Venezuela,
fundamentalmente a quienes ahora rigen
la Política Exterior, que Lo más
peligroso para nosotros en esta reclamación, a la luz del Derecho
Internacional, es la Aquiescencia: la permisividad de nuestros gobiernos. La aquiescencia o consentimiento
tácito para que Guyana haga concesiones a transnacionales para la exploración,
explotación y comercialización de las riquezas de la región esequibana.
Ya es un hecho consumado la entrega inconsulta, displicente y descarada
que hace Guyana a más de cien compañías de
distintas procedencias y nacionalidades, para que aprovechen los recursos
petrolíferos, forestales, hídricos, energéticos etc. En flagrante violación de
los artículos IV y V del Acuerdo de Ginebra.
Aunado al principio de Aquiescencia (dejar hacer, consentir que la otra
parte ejecute) ya citado. Tal vez resulte fácil a Guyana invocar, en tribunales
internacionales, el otro principio denominado Estoppel en que ha incurrido este
gobierno con sus constantes loas y conductas, que reconocen y legitiman con
silencios cómplices, como el que nos ocupa en este momento, el trabajo que
adelanta la parte guyanesa en conflicto
con lo cual (in)directamente podría
quedar anulada o desestimada la
demanda.
La historia cobrará esta omisión permisiva, cómplice a los
revolucionarios de pacotilla que no han tenido la disposición para defender
nuestra soberanía, y se han arrastrado, militares incluidos, a la estrategia
que está jugando Cuba en estos asuntos.
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