martes, 22 de noviembre de 2016




LA IGNORANCIA  COMO  PRETEXTO

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com


Transformación permanente de las instituciones universitarias es exactamente lo que deseamos quienes somos hechuras de tales espacios: de su inacabable dinámica, de sus dialógicas y dialécticas. Queremos con todas las fuerzas que quienes adelantan las iniciativas para las discusiones de nuevas mallas curriculares en las universidades venezolanas sepan de qué hablan cuando se atreven a proponer una cartografía completa de las ofertas académicas que calcen con la productividad del país.
Anhelamos que los propiciadores de los cambios de la currícula en Educación Superior asuman que se requiere, más que buenas intenciones, arreglos o manipulaciones políticas-ideológicas.

En nuestro indetenible recorrido por la universidades venezolanas, por diferentes motivos académicos, nos conseguimos con profesionales densamente formados en diseño curricular, que han acumulado bastantes años de experiencias en estas especialidades, que portan en sí mismos “caja de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.
Si los propósitos asomados desde el oficialismo apuntan a una recomposición seria del mapa curricular, que abarque disímiles ámbitos-temas, planes de estudios, programas y perfiles ocupacionales, entre muchos otros aspectos, deben ser debatidos por/para el futuro de la Universidad venezolana.
Hay esencialmente una exigencia, que no puede quedar a un costado: los actores participantes en las deliberaciones deben ser los mejores; aflorados desde las propias universidades; que posean amplísima formación en la materia y las probadas cualidades para tales fines; para evitar los innecesarios extravíos y la pérdida de tiempo.
Contrariamente, si la idea es armar un “ardid distractor” ante la crisis nacional, entonces en ese saco caben muchos; al tiempo que se estarían haciendo ejercicios vanos de demagogia, intentos malabaristas para balbucear cualquier cosa sin arribar significativamente a algo; además con su añadida y abundante dosis de escatología lingüística cuyas conclusiones son fácilmente predecibles.
Hemos percibido, desde ya, que bastante gente se está  embullando con este asunto del cambio de la currícula universitaria, como si se tratara de algo simple, o fácilmente despachable. Pero, aquí no todo el que quiere puede.
 Antiguamente los pretextos eran unas decoraciones que se colocaban, con orgullo, delante de la vestimenta. Después se metaforizó a palabras o epígrafes que con delicadeza de orfebres ubicaban en las líneas iniciales de los escritos con la expresa intención de decorar los hechos y las narraciones. De allí sus orígenes latinizados prae (delante) y textere (tejer). En cualquier caso, el propósito invariable consiste en asomar desde los inicios qué-se-trae-entre-manos.
 Debe llamarnos a preocupación que los proponentes por el sector oficial de una Reforma Curricular han sido los mismos propulsores que en escenarios pasados, y bajo otras motivaciones exhibieron su crasa ignorancia. Peor aún, todo cuanto pergeñan resultan sendos adefesios  técnicamente inaplicables.
Ni más ni menos, una y muchas veces, develan los pretextos que prenden de sus “ropajes”: el contagio  y la imposición ideológica.
La Universidad está comprometida permanentemente a expurgar los agentes  exógenos y ajenos a sus propios espacios. La ignorancia es atrevida, pero no creemos que llegue a tanto.
 La comunidad universitaria, sin odiosas distinciones o separaciones, está llamada en esta hora crucial en pro de su libre existencia a  protagonizar cuanta actividad propenda a concitar ideas; así también  a practicar las diligencias a que haya lugar para que los diversos sectores de la sociedad, con amplitud de miras y preparación en la materia, concurran a los ámbitos de la  Universidad a debatir y ser escuchados. Hay una aviesa intención del oficialismo de insistir con intenciones maniobreras de acuerdo a sus conveniencias políticas-ideológicas lo cual conlleva a cercenar y sacrificar  innegociables Principios intrínsecos a la vida y esencia de la Universidad: pluralidad, autonomía, confrontación fértil de posiciones, libertad en los actos generadores de conocimientos, interacción epistemológica,  vinculación dialéctica de los saberes, búsqueda de otros modos lógicos para aprender y enseñar. Exactamente así la queremos y necesitamos: Una Universidad que permita el diálogo respetuoso.
Cómo queremos la Universidad. Aspiramos poseer la Universidad donde encuentren cauces expeditos las distintas corrientes del pensamiento.
Así la queremos y necesitamos: una Universidad que se levante y proyecte en el concierto de las más prestigiosas y libres casas de estudios superiores del mundo.
Exactamente así la queremos y necesitamos: una Universidad dispuesta a transformarse curricularmente, de verdad, a partir de sus propios impulsos, sensibilidades e imbricada con la sociedad.-




domingo, 13 de noviembre de 2016

    
  GUYANA DESCARTA FIGURA DEL BUEN OFICIANTE

Tucupita (Especial). “Muchas veces nos hemos preguntado: por qué los representantes diplomáticos nuestros, que actúan desde la cancillería, evaden la vía jurídica, en tanto salida a la contención que sostenemos contra Guyana por la Zona del Esequibo”.
Quien así se expresa es Abraham Gómez, doctor en ciencias sociales y especialista en la reclamación de la Guayana Esequiba; espacio terrestre de 159.500 kilómetros cuadrados, que fue arrebatado a nuestro país, mediante el Laudo Arbitral de París, el 31 de octubre de 1899.
“El gobierno venezolano  –continúa exponiendo el Dr. Gómez— acaba de entregar  nuevamente al recién designado Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, la responsabilidad de buscar una persona que asuma la figura del Buen Oficiante, conforme al  Acuerdo de Ginebra y al artículo 33 de la Carta de las Naciones Unidas. Al respecto, me permito citar dos  extractos, bastantes precisos de dichos textos jurídicos:
Artículo IV del Acuerdo de Ginebra
“….Si dentro de un plazo de cuatro años contados a partir de la fecha de
este Acuerdo, la Comisión Mixta no hubiere llegado a un acuerdo completo
para la solución de la controversia, referirá al Gobierno de Venezuela y al
Gobierno de Guyana en su Informe final cualesquiera cuestiones pendientes. Dichos Gobiernos escogerán sin demora uno de los medios de solución pacífica previstos en el Articule 33 de la Carta de las Naciones Unidas”.
Y cuáles son los medios de solución pacífica que contempla dicha norma, veamos:
Artículo 33 (Carta de la Naciones Unidas)
“Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección.
El Consejo de Seguridad, si lo estimare necesario, instará a las partes a que arreglen sus controversias por dichos medios”.

En reiteradas ocasiones, y en distintos escenarios internacionales, el actual presidente guyanés, David Granger ha sostenido determinantemente que no accederán a continuar el litigio con Venezuela a  través de la figura del Buen Oficiante; por cuanto, según sus palabras, eso ha constituido una perdedera de tiempo y no ha arrojado los resultados satisfactorios para ninguna de las dos partes en controversia.  Añadiendo que el mencionado Laudo de París ya ha dado como cosa juzgada tal enfrentamiento.
“Si nos sabemos poseedores de las razones socio históricas, legales y  políticas ---explica el Dr. Gómez, estudioso por años de esta materia—Si tenemos los elementos probatorios del vil despojo que se nos hizo, si contamos con compatriotas suficientemente preparados en Derecho Internacional, y de manera particular en los detalles e intersticios de este litigio; pregunto, por qué evadir la vía del arreglo judicial, como nos viene encarando el gobierno guyanés.
No logramos entender una parte de la declaración emitida desde el oficialismo cuando  anuncian que, lo cito textualmente: “cualquier opción que tome el secretario general debe ser aceptada por las partes de manera amistosa y de mutuo acuerdo. Es un acuerdo sabio, que excluye la vía judicial”. (N. Maduro, 13 de noviembre de 2016)
 Nos resulta incomprensible que el gobierno refleje, ante la comunidad internacional, tamaña debilidad en este álgido asunto, donde Guyana ha concitado la solidaridad del Caricom y la Commonwealth. Concluyó


lunes, 7 de noviembre de 2016


 VIDA  DE   SERENDIPISTA

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

En seguida paso a explicarle qué significa esta palabra rara y poco utilizada; pero además deseo dejar en perspectiva el alcance que el contenido de tal vocablo tiene en nuestra cotidianidad, donde aflora con  suficientes manifestaciones.
 A veces la serendipia pasa desapercibida;  en incontables ocasiones nos deslumbran sus develamientos. Conclusión de ambos casos: no llegamos a saber por qué.
Una serendipia  constituye un hallazgo maravilloso (aunque no siempre) producto del azar.  Digámoslo así: usted no lleva la intención de encontrar algo, y por pura casualidad o accidentalmente lo consigue.
¿De dónde surge tal étimo? Viene desde muy lejos, y es antiquísimo. Serendip es el nombre antiguo de Ceilán (país asiático denominado ahora Sri Lanka). Allí, según el escritor inglés Horace Walpole (quien acuña el término)  asume como basamento para su construcción lexicográfica el famoso  cuento persa “Los tres príncipes de Serendip”, donde se relata con fascinación las aventuras de tres príncipes, quienes poseían extravagantes y extrañas  posibilidades adivinatorias  con lo cual  descubrían cosas inimaginables, algunas por accidente, y otras, en su mayoría, por sagacidad.
 Nos preguntamos, casi que con ingenuidad: ¿Acaso  el vapuleado “Descubrimiento de América” no se dio por casualidad?  ¿Ese encuentro de dos mundos lo posibilitó una vía aleatoria?
 En los hallazgos científicos hay mucha serendipia de por medio. El principio de Arquímedes, La penicilina, la viagra, los rayos X, las papas fritas, el microondas.
Sí, descubrimientos afortunados, coincidenciales, accidentales e inesperados.
Incluso Albert Einstein dijo haber sido víctima de esta cualidad en algunos de sus hallazgos.
Una palabra similar en español, propiamente un venezolanismo, sería “chiripa”.
Sin embargo, no debemos confundir la serendipia con el fenómeno eureka. En  este último caso el descubrimiento de algo se produce porque se busca con afán; hay todo un instrumental  metodológico dispuesto para lograr los objetivos propuestos con bastante anterioridad.
En nuestra vida diaria, rutinaria y  doméstica estamos haciendo algo, que habíamos pensado, y resulta que nos sale otra cosa, nada despreciable tal vez. O buscamos un objeto perdido y encontramos otro. Nos ha ocurrido infinidad de veces.
Son ejemplos sencillos de lo que nos había venido ocurriendo, y no sabíamos cómo se llamaba.
Quienes nos hemos  convertido en asiduos usuarios de internet podemos dar abundantes  testimonios de lo  que a cada rato  nos sucede: asuntos interesantísimos, con esto de la serendipia.
De  repente estamos conectados para indagar un tema específico, e inmediatamente, ipso-facto, nos perdemos en este mar de asuntos, y terminamos por encontrar o descubrir por casualidad material discursivo que deseábamos analizar y estudiar desde hacía tiempo.
La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), incluyó este vocablo en su más reciente edición del DRAE, la número 23, del año 2014.
Los seres  humanos hemos buscado, con insistencia, a lo largo de la historia diferentes modelos para tratar de explicarnos una realidad tan abstracta y compleja como es la lengua.
Una teoría que gozó de gran predicamento en el siglo XIX, con vigencia todavía, es la  que considera la lengua como si fuera un organismo vivo.
Entonces diremos que  las palabras: elementos constitutivos de la lengua, como los organismos vivos nacen, crecen, se reproducen, enferman y mueren. En qué fase orgánica se encuentra el vocablo serendipia, no lo sabemos.
Antes que de que desaparezca del todo la palabra serendipia, asumiendo la condición de unidad lingüística aún,  hace posible el funcionamiento de la lengua: comunica información, transmite valores simbólicos, coopera con el ensanchamiento de nuestra estructura cognitiva.-