lunes, 7 de noviembre de 2016


 VIDA  DE   SERENDIPISTA

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

En seguida paso a explicarle qué significa esta palabra rara y poco utilizada; pero además deseo dejar en perspectiva el alcance que el contenido de tal vocablo tiene en nuestra cotidianidad, donde aflora con  suficientes manifestaciones.
 A veces la serendipia pasa desapercibida;  en incontables ocasiones nos deslumbran sus develamientos. Conclusión de ambos casos: no llegamos a saber por qué.
Una serendipia  constituye un hallazgo maravilloso (aunque no siempre) producto del azar.  Digámoslo así: usted no lleva la intención de encontrar algo, y por pura casualidad o accidentalmente lo consigue.
¿De dónde surge tal étimo? Viene desde muy lejos, y es antiquísimo. Serendip es el nombre antiguo de Ceilán (país asiático denominado ahora Sri Lanka). Allí, según el escritor inglés Horace Walpole (quien acuña el término)  asume como basamento para su construcción lexicográfica el famoso  cuento persa “Los tres príncipes de Serendip”, donde se relata con fascinación las aventuras de tres príncipes, quienes poseían extravagantes y extrañas  posibilidades adivinatorias  con lo cual  descubrían cosas inimaginables, algunas por accidente, y otras, en su mayoría, por sagacidad.
 Nos preguntamos, casi que con ingenuidad: ¿Acaso  el vapuleado “Descubrimiento de América” no se dio por casualidad?  ¿Ese encuentro de dos mundos lo posibilitó una vía aleatoria?
 En los hallazgos científicos hay mucha serendipia de por medio. El principio de Arquímedes, La penicilina, la viagra, los rayos X, las papas fritas, el microondas.
Sí, descubrimientos afortunados, coincidenciales, accidentales e inesperados.
Incluso Albert Einstein dijo haber sido víctima de esta cualidad en algunos de sus hallazgos.
Una palabra similar en español, propiamente un venezolanismo, sería “chiripa”.
Sin embargo, no debemos confundir la serendipia con el fenómeno eureka. En  este último caso el descubrimiento de algo se produce porque se busca con afán; hay todo un instrumental  metodológico dispuesto para lograr los objetivos propuestos con bastante anterioridad.
En nuestra vida diaria, rutinaria y  doméstica estamos haciendo algo, que habíamos pensado, y resulta que nos sale otra cosa, nada despreciable tal vez. O buscamos un objeto perdido y encontramos otro. Nos ha ocurrido infinidad de veces.
Son ejemplos sencillos de lo que nos había venido ocurriendo, y no sabíamos cómo se llamaba.
Quienes nos hemos  convertido en asiduos usuarios de internet podemos dar abundantes  testimonios de lo  que a cada rato  nos sucede: asuntos interesantísimos, con esto de la serendipia.
De  repente estamos conectados para indagar un tema específico, e inmediatamente, ipso-facto, nos perdemos en este mar de asuntos, y terminamos por encontrar o descubrir por casualidad material discursivo que deseábamos analizar y estudiar desde hacía tiempo.
La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), incluyó este vocablo en su más reciente edición del DRAE, la número 23, del año 2014.
Los seres  humanos hemos buscado, con insistencia, a lo largo de la historia diferentes modelos para tratar de explicarnos una realidad tan abstracta y compleja como es la lengua.
Una teoría que gozó de gran predicamento en el siglo XIX, con vigencia todavía, es la  que considera la lengua como si fuera un organismo vivo.
Entonces diremos que  las palabras: elementos constitutivos de la lengua, como los organismos vivos nacen, crecen, se reproducen, enferman y mueren. En qué fase orgánica se encuentra el vocablo serendipia, no lo sabemos.
Antes que de que desaparezca del todo la palabra serendipia, asumiendo la condición de unidad lingüística aún,  hace posible el funcionamiento de la lengua: comunica información, transmite valores simbólicos, coopera con el ensanchamiento de nuestra estructura cognitiva.-


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