viernes, 25 de mayo de 2018




  Todos los caños habidos y por haber..
     (En memoria del escritor deltano Humberto Mata)
     Dr. Abraham Gómez R.
    Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Se hace bastante comprensible que una persona, por muy buenas intenciones y disposiciones que tenga, en toda su vida no llega a conocer o recorrer los innumerables y vastosísimos caños de nuestro Delta del Orinoco. Por una razón sospechada desde siempre: los deltas nunca terminan de hacerse. Cada día aflora, con los aluviones deltaicos, una posibilidad de ser.

En el extenso espacio Delta Amacuro, a decir verdad, el escenario natural que hoy deslumbra por su belleza, mañana se transforma en algo, quizás mucho más maravilloso. Y así va siendo y haciéndose constante y sostenidamente.  Se dibuja una ilación de sueños interminables que nos apasionan.

Nos atrevemos a señalar que nuestro afamado escritor Humberto Mata, por lo menos físicamente, no pudo visualizar nuestra inmensa geoespacialidad. Emprendimiento imposible.

Tal limitación jamás constituyó, para Humberto, un óbice determinativo, para no asir e involucrar en su narrativa la exuberancia y esplendor que describe y caracteriza este pedazo de tierra, que nos hemos dado para vivir.

Sabemos que   todo este andamiaje, de caños enrevesados, nos confiere idiosincrasia y suficiente piso identitario; además, refuerza    la creación socio lingüística de la Categoría existencial que denominamos   Deltanidad.

Deltanidad que definimos como: tejernos en la piel nuestras valoraciones, motivaciones, acendradas y comunes costumbres, conocimientos, emociones, sensibilidades, mitos, ritos, triunfos y desaciertos. Enhebrar nuestras especificidades ónticas y culturales, con las respectivas vivencias; sin eludir que también atravesamos carencias.

 En sus relatos, Humberto recurre con insistencia a prescribirnos que la cultura se asume en tanto vector generador permanente de diferenciadoras posiciones ideológicas, de síntesis axiológicas y de tensiones pulsionales.

Humberto siempre se manifestó respetuoso de la opinión contraria a la suya, en el campo que fuera. Con-vivir es admirable, decía. Con-vivir comporta mucha más que llenar de personas un espacio territorial; las orillas de los caños del Delta, por ejemplo. O asentar a una considerable porción de gente en un lugar determinado para que satisfaga, conforme a las circunstancias, sus necesidades existenciales.

Será por ese motivo que pesquisamos en la vertebración de sus escritos, una justificación devocional hacia el prójimo; que se hace traducible, para él, en lo siguiente: los seres humanos tenemos un destino inexorable, estamos obligados a vivir juntos.

Lo que nuestro escritor Humberto Mata llegó a ser, y nosotros hemos sido y  vamos siendo, para decirlo en las claves enunciativas existencialistas  de Heidegger, se lo debemos a la matriz epistémica que nutre la Deltanidad, con toda su inenarrable imantación.

El idéntico Delta que le ofrece suficiente apoyatura al discurso literario de José Balza.

Un mundo-de-vida- en el Delta que rige nuestro trasfondo vivencial; que alimenta, entre los deltanos, el modo de conocer individual y socialmente. Que posibilita nuestras querencias.

Es tal la influencia de la Deltanidad que hasta nos impone la manera de hacer construcciones sígnicas de las cosas; de denominarlas de un modo muy nuestro. Le conferimos vida, en cada acto de habla a nuestro sociolecto, para así entendemos.

En los trabajos léxico-semánticos develamos que los vocablos desde sus orígenes atesoran, guardan o esconden un pedazo de historia que nos obliga a hacer una labor de arqueología social; a rebuscar, a levantar capas y envolturas etimológicas.

Humberto Mata apeló, en reiteradas ocasiones, a nuestro regionalismo que ya dijimos impronta con su   singular estilo, para simbolizar las realidades en sus escritos.

Reconocemos que la Deltanidad irrumpe a partir de   la pléyade de brillantes deltanos que encauzaron su desarrollo profesional, en otras latitudes. Ellos, con su decidido esfuerzo, prohijaron la Deltanidad, asimilada también conceptualmente, como matriz epistémica de condicionamientos inconscientes, que configuran la vida misma de cada uno de nosotros.




   Todos los caños habidos y por haber..
      (En memoria del escritor deltano Humberto Mata)
      Dr. Abraham Gómez R.
     Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Se hace bastante comprensible que una persona, por muy buenas intenciones y disposiciones que tenga, en toda su vida no llega a conocer o recorrer los innumerables y vastosísimos caños de nuestro Delta del Orinoco. Por una razón sospechada desde siempre: los deltas nunca terminan de hacerse. Cada día aflora, con los aluviones deltaicos, una posibilidad de ser.

En el extensísimo Delta Amacuro, a decir verdad, el escenario natural que hoy deslumbra por su belleza, mañana se transforma en algo, quizás mucho más maravilloso. Y así va siendo y haciéndose constante y sostenidamente.  Se dibuja una ilación de sueños interminables que nos apasionan.

Nos atrevemos a señalar que nuestro afamado escritor Humberto Mata, por lo menos físicamente, no pudo visualizar nuestra inmensa geoespacialidad. Emprendimiento imposible.

Tal limitación jamás constituyó, para Humberto, un óbice determinativo, para no asir e involucrar en su narrativa la exuberancia y esplendor que describe y caracteriza este pedazo de tierra, que nos hemos dado para vivir.

Sabemos que   todo este andamiaje, de caños enrevesados, nos confiere idiosincrasia y suficiente piso identitario; además, refuerza    la creación socio lingüística de la Categoría existencial que denominamos   Deltanidad.

Deltanidad que definimos como: tejernos en la piel nuestras valoraciones, motivaciones, acendradas y comunes costumbres, conocimientos, emociones, sensibilidades, mitos, ritos, triunfos y desaciertos. Enhebrar nuestras especificidades ónticas y culturales, con las respectivas vivencias; sin eludir que también atravesamos carencias.

 En sus relatos, Humberto recurre con insistencia a prescribirnos que la cultura se asume en tanto vector generador permanente de diferenciadoras posiciones ideológicas, de síntesis axiológicas y de tensiones pulsionales.

Humberto siempre se manifestó respetuoso de la opinión contraria a la suya, en el campo que fuera. Con-vivir es admirable, decía. Con-vivir comporta mucha más que llenar de personas un espacio territorial; las orillas de los caños del Delta, por ejemplo. O asentar a una considerable porción de gente en un lugar determinado para que satisfaga, conforme a las circunstancias, sus necesidades existenciales.

Será por ese motivo que pesquisamos en la vertebración de sus escritos, una justificación devocional hacia el prójimo; que se hace traducible, para él, en lo siguiente: los seres humanos tenemos un destino inexorable, estamos obligados a vivir juntos.  

Lo que nuestro escritor Humberto Mata llegó a ser, y nosotros hemos sido y  vamos siendo, para decirlo en las claves enunciativas existencialistas  de Heidegger, se lo debemos a la matriz epistémica que nutre la Deltanidad, con toda su inenarrable imantación.

El idéntico Delta que le ofrece suficiente apoyatura al discurso literario de José Balza.

Un mundo-de-vida- en el Delta que rige nuestro trasfondo vivencial; que alimenta, entre los deltanos, el modo de conocer individual y socialmente. Que posibilita nuestras querencias.

Es tal la influencia de la Deltanidad que hasta nos impone la manera de hacer construcciones sígnicas de las cosas; de denominarlas de un modo muy nuestro. Le conferimos vida, en cada acto de habla a nuestro sociolecto, para así entendemos.

En los trabajos léxico-semánticos develamos que los vocablos desde sus orígenes atesoran, guardan o esconden un pedazo de historia que nos obliga a hacer una labor de arqueología social; a rebuscar, a levantar capas y envolturas etimológicas.

Humberto Mata apeló, en reiteradas ocasiones, a nuestro regionalismo que ya dijimos impronta con su   singular estilo, para simbolizar las realidades en sus escritos.

Reconocemos que la Deltanidad irrumpe a partir de   la pléyade de brillantes deltanos que encauzaron su desarrollo profesional, en otras latitudes. Ellos, con su decidido esfuerzo, prohijaron la Deltanidad, asimilada también conceptualmente, como matriz epistémica de condicionamientos inconscientes, que configuran la vida misma de cada uno de nosotros.

lunes, 21 de mayo de 2018




El motín de Esquilache
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

En la actual lamentable circunstancia de nuestro país hay bastante material de estudio para los avezados investigadores de las ciencias sociales.

 Así también, afloran sin mayor esfuerzo, los insumos aprovechables para enjundiosos indagaciones de las conductas psicopáticas de mucha gente que ahora detenta cargos en la administración pública, más por su lealtad al régimen que por su meritocracia.

Material hay en abundancia,   como para escribir un sesudo tratado; cuyo contenido esencial estribará, seguro, en la miserableza en que han subsumido a la población venezolana, causada por la ineptitud en la ejecución de las Políticas públicas, de los planes y programas de gobierno. ¡ Es que son brutazos y mal intencionados..!

 A los historiadores y analistas de la sociología se les ensanchan las oportunidades para hurgar en documentos con la finalidad de establecer las concurrentes analogías entre lo que nos hemos estado calando en los últimos veinte años en Venezuela comparable con   cualquier tramo epocal de la humanidad.

Mire que hemos visto desfilar por las altas esferas del poder personajes de toda ralea y calaña; por lo menos así lo testimonian serios registros hemerográficos, y las propias vivencias y padecimientos en esta hora aciaga de la Patria.

Preste atención a esto: hay un común denominador en el preciso instante cuando los funcionarios asumen la conducción de los asuntos del Estado, de las regiones y los municipios.  Comienzan a padecer sordera selectiva, sólo escuchan lo que les conviene. Además, hacen como una especie de invocación esotérica para creerse ungidos, o cuando menos   predestinados por la “providencia” para los actos de salvación de la humanidad.

Ha quedado demostrado en recientes estudios que un complejo de superioridad pesquisado en alguna persona no es más que la armadura que cubre lo que ese alguien desea tapar, que se odia a sí mismo. Que se rechaza y por lo tanto inventa cosas para tratar de ser “alguien diferente”.

Le aterra perder el control absoluto de todo y sobre todos. Lucha por figurar como centro; y aunque en su cara y palabras refiera algún asomo de seriedad, es sólo eso: una fachada; porque en el fondo mantiene una reacción anticipada a sufrir de discriminaciones.

Los mandatarios de carácter mesiánico que se enferman tienden a negar hasta al final su grave estado de salud, y se aferran al poder hasta el fin. Ha sido un signo generalizado de descomposición socio política.

Densas investigaciones han sido científicamente adelantadas, en ese sentido, que arrojan certeros resultados. Además se devela un hecho significativo: cuántas catástrofes sociales, políticas, militares, económicas etc., han podido evitarse si la decisión del conglomerado electoral habría sido diferente.


Resulta significativa, según la historiografía, la comparación de lo que estamos padeciendo hoy en Venezuela con el motín de Esquilache (revuelta masiva), en la España del siglo XVIII, motivado a la incapacidad de Leopoldo de Gregorio, marqués de Esquilache; un siciliano traído a la corte de Carlos III, como ministro preferido del rey, para manejar los asuntos de la Hacienda y suministro del pan a la población.

Aunque se intentó apaciguar a los grupos enardecidos, se cambiaron los funcionarios, nunca más se pudo regularizar el suministro de los alimentos.

Suficientes estudiosos han señalado que “El motín de Esquilache” fue un torbellino de carácter social con escasas o nulas transformaciones políticas o económicas.  Que tras estos hechos, únicamente se alcanzó maquillar, de manera ingenua, el malestar de la sociedad para tranquilizar a la gente, que no abandonaba las calles. Que jamás hubo una seria amenaza al poder real, ni contra sus privilegios.


jueves, 17 de mayo de 2018




Ambición de Guyana en el Esequibo no tiene frenos

“Si el gobierno guyanés ya introdujo por ante la Corte Internacional de Justicia la decisión de la controversia que mantenemos, por la zona del Esequibo; lo más prudente debe ser esperar por la posición que asumirá Venezuela al respecto, o la sentencia que emitirá este alto tribunal. Y no precisamente, lo que acaba de hacer: solicitar líneas de créditos a la banca mundial, poniendo como garantía los cuantiosos recursos de todo tipo, del suelo, subsuelo y espacio marítimo en el área en litigio”

Esta es la opinión del Dr. Abraham Gómez, especialista en este asunto de interés nacional, quien nos ha dado a conocer lo siguiente: “para el próximo mes de junio, el gobierno del presidente David Granger comenzará a hacer uso de un crédito del Banco Mundial, de más de 20 millones de dólares, con el marcado propósito de ejecutar, unilateralmente, algunos proyectos de desarrollo en el sector petrolero y gasífero”

Luego expone, el Dr. Gómez la banca multilateral no somete a ningún condicionamiento para hacer las mencionadas concesiones dinerarias, al gobierno; ni les ha pedido que clarifiquen la titularidad legal y sociohistórica del espacio territorial hacia donde se destinarán los aportes crediticios que están otorgando.

“Fíjese, por ejemplo –nos señala Abraham-- el ministro de Recursos Naturales, Raphael Trotman, dijo que el gobierno accederá a un avance, en los próximos días de US $ 1,7 millones, con la finalidad de conformar una Unidad de Implementación del Proyecto; así también, conocimos que los voceros del Banco Mundial han expresado que  ese organismo financiero  ha estado trabajando con todas las empresas transnacionales que vienen  operando en el Esequibo, a través de lo que ellos denominan apoyos micro-fiscales que califican  de  extremadamente importantes para reforzar el inmenso  descubrimiento de petróleo en  Guyana"

“Pero resulta, que todo eso lo están haciendo dentro la zona de reclamación, en tierra y mar, sin importarles que haya una contención por parte de Venezuela. Debo dejar sentado que, conforme al artículo V del Acuerdo de Ginebra, quedan expresamente prohibidas algunas de las citadas iniciativas; porque serán desconocidas, una vez que se determine la soberanía de Venezuela en tales espacios”

 Y concluye exponiendo el Dr. Abraham Gómez: “Sabe qué nos preocupa tanto o más de lo que he denunciado, el silencio cómplice de la cancillería venezolana y demás entes”.


lunes, 14 de mayo de 2018




Una inteligencia diferente (II)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Hay una inquietud permanente entre quienes nos encontramos involucrados en la educación como Institución y Proceso; valga decir la actualización y transformación de la educación hacia hechos positivos.

Cada vez son mayores los desafíos que se nos presentan para indagar qué hay de nuevo en el mundo pedagógico que guarde correspondencia con los cambios metodológicos, con los contenidos curriculares y las estrategias didácticas que nos permitan acceder con idoneidad en las tareas recíprocas de enseñar y aprender, al mismo tiempo .Porque cuando usted enseña, en ese mismo acto, usted aprende.

Recordamos, perfectamente, que hasta no hace mucho, se consideraba inteligente a una persona que hablaba varios idiomas; aquélla que dominaba los ejercicios numéricos o combinaciones de fórmulas químicas.

Recibía también la calificación de inteligente el profesional de la medicina que dedicaba muchas horas a complicadísimas intervenciones quirúrgicas; o a los abogados que pronunciaban en un estrado un acertado discurso jurídico.

Déjenme señalarles que en la actualidad no bastan (no es que están demás, es que no bastan) los títulos, certificaciones, diplomas y demás acreditaciones. Tales dispositivos, otrora imprescindibles; ahora no son suficientes para determinar cuál es el grado de inteligencia de una persona.

Recientemente, ha adquirido auge La teoría de las Inteligencias Múltiples propuesta por el psicólogo estadounidense Howard Gardner, como contrapeso al paradigma de la Inteligencia Única.

Este afamado profesor de la Universidad de Harvard sostiene que la vida humana requiere del desarrollo de varios tipos de inteligencias. No entra en contradicción, Gardner, con la definición científica que sintetiza a la inteligencia, como la «capacidad de solucionar problemas”. Con la teoría de las Inteligencias Múltiples, la inteligencia asume otro sentido y semántica. ¿Inteligencia para ser y hacer?...Tal vez.

Este explícito espíritu de transformación, a través de las Inteligencias Múltiples con decidida influencia en el hecho pedagógico, ha llevado al maestro español, con alma de niño, César Bona a concretar algunas de esas ideas en el libro, de su autoría, titulado “La Nueva Educación”.  De allí extraemos esta preciosa cita: “...Encontraremos piedras en el camino, pero compartir el mundo de los niños nos ayuda a entender que nada es imposible...”.

Bona tiene la plena convicción de que otra educación es posible. Expone que se pueden recomponer las escuelas para “reingeniarlas” como espacios para la cooperación, el diálogo, la creatividad y las emociones.

Bona, quien ha sido nominado, varias veces, al Global Teacher Prize, considerado el Premio Nobel de los docentes, dice “en las escuelas nos empeñamos en enseñarles a los niños, en lugar de invitarles a aprender. Aprender para enseñar. No podemos olvidar jamás que si queremos enseñar, quienes primero tenemos que estar aprendiendo somos los maestros. Yo no hago nada tan sólo me divierto en clase. Los maestros somos unos privilegiados porque cada día tenemos la oportunidad de sumergirnos en una piscina infinita de imaginación, de ilusión y de inspiración de la cual todos y cada uno de nosotros se nutre”.

Y, modestamente, uno agrega: el verdadero aprendizaje llega al corazón de lo que significa ser humano.
A través del aprendizaje nos re-creamos. Con los aprendizajes nos capacitamos para hacer algo que antes no podíamos. Por intermedio del   aprendizaje percibimos nuevamente el mundo y nuestra relación con él.
 El aprendizaje nos ensancha la capacidad para crear, para formar parte del proceso generativo de la vida

sábado, 5 de mayo de 2018




Les da igual ser corsarios que piratas
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la lengua

Los franceses han tenido la exquisita condición de ser y aparentar finezas.
Los galos, como también se les ha reconocido en el mundo entero, se caracterizan por manifestar diligencias (e inteligencias) para crear palabras, que no lastimen sensibilidades. Tejen un discurso pleno de hermosura; pero contenido de vocablos que fracturan rocas.

Prestemos atención a lo que nos refiere esta narrativa sociohistórica: a los franceses se les atribuye la autoría de la expresión “patente de corso”, la cual ha sido suficientemente conocida para la humanidad.

El registro etimológico que uno le puede hacer al término francés course, es que procede del latín cursus; que lo hemos castellanizado como carrera, también empleada como corso, en el sentido de persecución y saqueo de naves llevado a cabo por civiles; autorizados, debidamente mediante una carta (patente) por un gobierno específico contra sus potenciales enemigos en altamar.
Al lanzarse a la navegación, los corsarios (que no eran tampoco ningunos santicos) portaban tal documento oficial para presentarlo; es decir, hacerlo patente al momento de acometer sus saqueos y tropelías contra otras embarcaciones; acciones encubiertas bajo un vergonzoso manto de presunta legalidad.

Tal vez allí radicaba la difusa diferencia teórica entre corsarios y piratas.

Los primeros tenían permisos reales concedidos; mientras que los segundos actuaban, igual de sanguinarios, robaban, saboteaban el tráfico marino; hundían naves con la misma fiereza, pero sin oficios ni licencias que los avalaran.

Corsarios y piratas cometían con ensañamiento las más crueles destrucciones, bajo el calificativo de acción de guerra, contra los enemigos.

¿Qué ganaban los gobiernos, con habilitar barcos corsarios?: protegían sus envíos por los océanos, gozaban del uso seguro de una armada sin que les costara nada la construcción de barcos, tampoco el reclutamiento de tripulación, ni gastos en armamentos. Los corsarios salían por su cuenta y riesgo; pero, el gobernante que concedía la patente tenía derecho a parte de los beneficios obtenidos.

Llegado hasta aquí el relato; uno no resiste la tentación de conectar aquellos hechos indiscriminados, protagonizados en la Edad Media y bastante entrada la Edad Moderna, con lo que en esta hora aciaga padece Venezuela.

Resulta una abominación el modo cómo el régimen, a través de empleados corsarios o funcionarios piratas, se van apoderando de los recursos, organismos, estructuras de la administración pública o privada.

Civiles y militares actúan con la misma intencionalidad y propósito.

Cuando cometen los actos de pillería exhiben, como “patente de corso”, el oficio donde los designan para tales cargos.

Se han lanzado a una especie de saqueo y rapacidad total del erario de la Nación.

Hemos escuchado con perplejidad la ominosa expresión “dando y dando” del monarca de hoy. Con lo cual se infiere, sin mayores dificultades: corsarios y piratas, desde las alturas del poder, se les permite hacerse, de cualquier manera de un botín para sí y para la revolución (Agroisleña, Banesco, Avensa, La Francia, Hotel Caracas Hilton, Aceite Diana, Lácteos Los Andes, Café Fama de América, Venetur, Teatro “Teresa Carreño” entre muchos otros ejemplos), bajo una serie de condiciones, por cuanto son ustedes instrumentos y agentes al servicio del régimen.


miércoles, 2 de mayo de 2018




Vaciamiento de criterios
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Me agrada cuando tengo la oportunidad de asistir a algún evento académico  a donde se me invita; por cuanto, participar y exponer nuestras ideas, en una actividad de tal naturaleza, implica  que  como docente uno debe asumir  y tolerar  los criterios diversos que siempre afloran.

Los demócratas sabemos que hay razonamientos  múltiples, que dan asiento al pensamiento plural, que discurren en sentidos distintos, dispares, y algunas veces coincidentes. Ello hace productivo el crecimiento personal e institucional.

 Uno se siente a regusto, con tales invitaciones para repensar cosas.

Les confieso que en las conferencias no llevo “varitas mágicas” que insinúen soluciones a problemas actuales en nuestro Delta, ni del resto del país. Menos asisto a las universidades en plan de  pontificar nada.  Apenas asomo algunas reflexiones-inquietudes aparejadas a mi deseo y propósito  de compartirlas; al propio  tiempo que recojo las posiciones que se despliegan y  se generan en la actividad; y que al metabolizar lo que se dijo ensancho mis conocimientos del mundo y de la vida.

Hemos presenciado y vivido experiencias académicas interesantes. Por ejemplo, Suele ocurrir que, como estamos en un atolladero, en una especie de  atasco socio-político, siempre aparece  alguien proponiendo que hay que constituir una comisión de reforma.   Jamás se le ocurre que de lo que se trata es de Transformar, señalamos nosotros. Porque por la vía de la reforma no vamos hacia ninguna parte. Porque la reforma se encamina a intentar los cambios cosméticos en la forma, el aspecto, la apariencia, medio retocar lo visible, dejando las estructuras interiores  intactas. Contrariamente la Transformación ahonda en las elucidaciones, profundiza en los asuntos y trastoca las racionalidades y las lógicas con las que  operan las perversas ideologías totalitarias que se han anidado  y enquistado en esta hora aciaga en Venezuela, y no permiten que se consigan vías expeditas para abatir el caos.

Con tristeza y perplejidad uno observa que quienes se dicen militantes del actual régimen, quienes hacen consignas repetitivas huyen de las tareas de autocríticas; menos aceptan que se les diga que las muy pocas diligencias practicadas para el crecimiento de las ideas  o la búsqueda de soluciones a la caotización en que nos encontramos  han tenido nulos  resultados.
Cada día retumba con más fragor la expresión hermosa: la condición natural de los seres humanos es  vivir en libertad.

Usted no va a creer, pero en las universidades también conseguimos a mucha  gente  con vaciamiento de criterios.  O porque ellos así lo quieren o porque se los imponen y aceptan sin chistar. No admiten la catástrofe que se nos vino encima, provocada por la ineptitud de los gobernantes. Ellos sostienen, empecinadamente, que la fatalidad nuestra viene de afuera.
¿Qué no toca decirles?: La convincente  lección de siempre “jamás habrá justicia social si el principio rector para tal ejercicio político provine  de la sumisión”. 

Quienes escuchamos las aludidas  intervenciones, en foros académicos, de gente que se supone formada intelectualmente, nos llenamos de estupor.

Docentes universitarios que aceptan sin discusión que cuando  asumen y pronuncian solidaridad partidaria (en esto que han dado en llamar Socialismo del siglo XXI) renuncian ipso-facto al pensamiento crítico y a sus propias consideraciones.

No son más, decimos nosotros, que sustratos de indignidades, por cuanto la dignidad se explica en buena medida por la autonomía intrínseca e inherente del ser humano. Pues, sólo el que sabe gobernarse así mismo según su racionalidad resulta poseedor pleno de sus acciones y en consecuencia, al menos parcialmente, un sujeto libre: es un ciudadano.

Cuando tú tienes  dignidad, tú toleras las diferencias para que afloren las virtudes individuales.
Entendemos que la práctica política, aunque orientada  por  la formación ideológica y para el  ejercicio del poder para la toma de decisiones, no implica, obligadamente, que quien haga política de entrada deje hipotecada su dignidad y pensamiento crítico.