Todos los caños habidos y por haber..
(En memoria del escritor
deltano Humberto Mata)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Se hace bastante comprensible que una persona, por muy buenas
intenciones y disposiciones que tenga, en toda su vida no llega a conocer o recorrer
los innumerables y vastosísimos caños de nuestro Delta del Orinoco. Por una
razón sospechada desde siempre: los deltas nunca terminan de hacerse. Cada día
aflora, con los aluviones deltaicos, una posibilidad de ser.
En el extenso espacio Delta Amacuro, a decir verdad, el escenario natural
que hoy deslumbra por su belleza, mañana se transforma en algo, quizás mucho
más maravilloso. Y así va siendo y haciéndose constante y sostenidamente. Se dibuja una ilación de sueños interminables
que nos apasionan.
Nos atrevemos a señalar que nuestro afamado escritor Humberto Mata, por
lo menos físicamente, no pudo visualizar nuestra inmensa geoespacialidad. Emprendimiento
imposible.
Tal limitación jamás constituyó, para Humberto, un óbice determinativo,
para no asir e involucrar en su narrativa la exuberancia y esplendor que
describe y caracteriza este pedazo de tierra, que nos hemos dado para vivir.
Sabemos que todo este andamiaje,
de caños enrevesados, nos confiere idiosincrasia y suficiente piso identitario;
además, refuerza la creación socio lingüística
de la Categoría existencial que denominamos
Deltanidad.
Deltanidad que definimos como: tejernos en la piel nuestras
valoraciones, motivaciones, acendradas y comunes costumbres, conocimientos,
emociones, sensibilidades, mitos, ritos, triunfos y desaciertos. Enhebrar
nuestras especificidades ónticas y culturales, con las respectivas vivencias;
sin eludir que también atravesamos carencias.
En sus relatos, Humberto recurre
con insistencia a prescribirnos que la cultura se asume en tanto vector
generador permanente de diferenciadoras posiciones ideológicas, de síntesis
axiológicas y de tensiones pulsionales.
Humberto siempre se manifestó respetuoso de la opinión contraria a la
suya, en el campo que fuera. Con-vivir
es admirable, decía. Con-vivir
comporta mucha más que llenar de personas un espacio territorial; las orillas
de los caños del Delta, por ejemplo. O asentar a una considerable porción de
gente en un lugar determinado para que satisfaga, conforme a las
circunstancias, sus necesidades existenciales.
Será por ese motivo que pesquisamos en la vertebración de sus escritos,
una justificación devocional hacia el prójimo; que se hace traducible, para él,
en lo siguiente: los seres humanos tenemos un destino inexorable, estamos
obligados a vivir juntos.
Lo que nuestro escritor Humberto Mata llegó a ser, y nosotros hemos
sido y vamos siendo, para decirlo en las
claves enunciativas existencialistas de
Heidegger, se lo debemos a la matriz epistémica que nutre la Deltanidad, con
toda su inenarrable imantación.
El idéntico Delta que le ofrece suficiente apoyatura al discurso
literario de José Balza.
Un mundo-de-vida- en el Delta que rige nuestro trasfondo vivencial; que
alimenta, entre los deltanos, el modo de conocer individual y socialmente. Que
posibilita nuestras querencias.
Es tal la influencia de la Deltanidad que hasta nos impone la manera de
hacer construcciones sígnicas de las cosas; de denominarlas de un modo muy
nuestro. Le conferimos vida, en cada acto de habla a nuestro sociolecto, para así
entendemos.
En los trabajos léxico-semánticos develamos que los vocablos desde sus
orígenes atesoran, guardan o esconden un pedazo de historia que nos obliga a
hacer una labor de arqueología social; a rebuscar, a levantar capas y
envolturas etimológicas.
Humberto Mata apeló, en reiteradas ocasiones, a nuestro regionalismo
que ya dijimos impronta con su singular
estilo, para simbolizar las realidades en sus escritos.
Reconocemos que la Deltanidad irrumpe a partir de la pléyade de brillantes deltanos que
encauzaron su desarrollo profesional, en otras latitudes. Ellos, con su
decidido esfuerzo, prohijaron la Deltanidad, asimilada también conceptualmente,
como matriz epistémica de condicionamientos inconscientes, que configuran la
vida misma de cada uno de nosotros.
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