Vaciamiento de criterios
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la
Lengua
abrahamgom@gmail.com
Me agrada cuando tengo la oportunidad de asistir a algún evento
académico a donde se me invita; por
cuanto, participar y exponer nuestras ideas, en una actividad de tal naturaleza,
implica que como docente uno debe asumir y tolerar
los criterios diversos que siempre afloran.
Uno se siente a regusto, con tales
invitaciones para repensar cosas.
Les confieso que en las conferencias no llevo “varitas mágicas” que
insinúen soluciones a problemas actuales en nuestro Delta, ni del resto del
país. Menos asisto a las universidades en plan de pontificar nada. Apenas asomo algunas reflexiones-inquietudes aparejadas
a mi deseo y propósito de compartirlas;
al propio tiempo que recojo las posiciones
que se despliegan y se generan en la
actividad; y que al metabolizar lo que se dijo ensancho mis conocimientos del
mundo y de la vida.
Hemos presenciado y vivido experiencias académicas interesantes. Por
ejemplo, Suele ocurrir que, como estamos en un atolladero, en una especie de atasco socio-político, siempre aparece alguien proponiendo que hay que constituir una
comisión de reforma. Jamás se le ocurre
que de lo que se trata es de Transformar, señalamos nosotros. Porque por la vía
de la reforma no vamos hacia ninguna parte. Porque la reforma se encamina a intentar
los cambios cosméticos en la forma, el aspecto, la apariencia, medio retocar lo
visible, dejando las estructuras interiores
intactas. Contrariamente la Transformación ahonda en las elucidaciones,
profundiza en los asuntos y trastoca las racionalidades y las lógicas con las
que operan las perversas ideologías
totalitarias que se han anidado y
enquistado en esta hora aciaga en Venezuela, y no permiten que se consigan vías
expeditas para abatir el caos.
Con tristeza y perplejidad uno observa que quienes se dicen militantes
del actual régimen, quienes hacen consignas repetitivas huyen de las tareas de
autocríticas; menos aceptan que se les diga que las muy pocas diligencias
practicadas para el crecimiento de las ideas
o la búsqueda de soluciones a la caotización en que nos encontramos han tenido nulos resultados.
Cada día retumba con más fragor la expresión hermosa: la condición
natural de los seres humanos es vivir en
libertad.
Usted no va a creer, pero en las universidades también conseguimos a
mucha gente con vaciamiento de criterios. O porque ellos así lo quieren o porque se los
imponen y aceptan sin chistar. No admiten la catástrofe que se nos vino encima,
provocada por la ineptitud de los gobernantes. Ellos sostienen,
empecinadamente, que la fatalidad nuestra viene de afuera.
¿Qué no toca decirles?: La convincente
lección de siempre “jamás habrá justicia social si el principio rector
para tal ejercicio político provine de
la sumisión”.
Docentes universitarios que aceptan sin discusión que cuando asumen y pronuncian solidaridad partidaria (en
esto que han dado en llamar Socialismo del siglo XXI) renuncian ipso-facto al pensamiento crítico y a sus propias
consideraciones.
No son más, decimos nosotros, que sustratos de indignidades, por cuanto
la dignidad se explica en buena medida por la autonomía intrínseca e inherente
del ser humano. Pues, sólo el que sabe gobernarse así mismo según su
racionalidad resulta poseedor pleno de sus acciones y en consecuencia, al menos
parcialmente, un sujeto libre: es un ciudadano.
Cuando tú tienes dignidad, tú
toleras las diferencias para que afloren las virtudes individuales.
Entendemos que la práctica política, aunque orientada por la
formación ideológica y para el ejercicio
del poder para la toma de decisiones, no implica, obligadamente, que quien haga
política de entrada deje hipotecada su dignidad y pensamiento crítico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario