jueves, 26 de julio de 2018




Guayana Esequiba: Reforzamiento de nuestro equipo.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

En el litigio que sostenemos, desde hace más de un siglo, contra el imperio inglés, primero; y luego con su causahabiente en este asunto la República Cooperativa de Guyana, las posibles alternativas de soluciones han derivado hacia aristas escabrosas.

Los intentos para alcanzar un “arreglo satisfactorio y práctico” para ambos Estados no han materializado con la diligencia que quisiéramos en Venezuela. A pesar de los múltiples intentos. Aunque reconocemos que también hemos cometido desaciertos.

A qué altura se encuentra la contención, en estos momentos: nada más y nada menos que en la Corte Internacional de Justicia(CIJ); y este Alto Tribunal, en su orden del 19 de junio del presente año, ha determinado lo siguiente: Guyana, en su condición de la Parte demandante, tendrá hasta el 19 de noviembre de 2018 para consignar, formalmente, el escrito contentivo de sus posibles alegaciones; las cuales, por cierto, ya han sido asomadas en su Pretensión Procesal del 29 de marzo, donde le solicita al mencionado órgano jurisdiccional declare, constituya e  imponga a la República Bolivariana de Venezuela una actuación de fondo conducente a observar un comportamiento jurídico  que  admita  como cosa juzgada y ejecutoriada el írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899.

Guyana solicita al Tribunal que confirme la validez legal y efecto vinculante del citado adefesio jurídico, con el cual nos arrebataron, de la manera más alevosa y vil, una séptima parte del territorio venezolano.

Aspira Guyana que la CIJ ratifique que tal tratativa, urdida para perjudicar a Venezuela, fue una “liquidación completa, perfecta y definitiva” de este asunto litigioso.

Guyana pretende que la Corte les declare el dominio soberano sobre la Guayana Esequiba; es decir sobre los 159.500 km2, denominada por nosotros: Zona en Reclamación, a partir del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966; que ellos han irrespetado a diestra y siniestra.

Guyana pide a la Corte que Venezuela retire de la Isla de Anacoco los militares nuestros que han estado allí, luego de un hecho histórico suscitado el 12 de octubre de 1966; así además, demanda Guyana ante esa instancia sentenciadora que Venezuela se abstenga de amenazar o usar la fuerza contra cualquiera persona y/o empresa autorizada por esa excolonia británica para desarrollar actividades económicas o comerciales en el área controvertida.

A Venezuela la CIJ le fijó plazo hasta el 18 de abril de 2019, para que se haga representar por sus coagentes con la exclusiva misión de argumentar el Memorial de Contestación de la demanda incoada. El país debe concitar plena solidaridad patriótica y respaldo absoluto al equipo nuestro.

El gobierno guyanés  ha realizado bastantes conciábulos con representantes diplomáticos de países que creíamos amigos, con la finalidad de procurarse solidaridades. De la Caricom y la Commonwealth han obtenido sendos pronunciamientos de apoyo.

Un hecho extraordinariamente significativo que debemos considerar es que el gobierno de David Granger y su canciller Greenidge le encomendaron la tarea a las empresas transnacionales (con intereses marcados en la Guayana Esequiba) Exxon, CGX, Shell, la china Cnooc, Anadarko etc. de recabar los recursos financieros, que sean necesarios, para cancelar los honorarios de los más prestigiosos abogados especialistas en Derecho Internacional Público.

Guyana, entonces, ha conformado el siguiente equipo que litigará en la CIJ: Sean D. Murphy (inglés), de la Facultad de Derecho de la Universidad de George Washington y asesor jurídico de la embajada de EE.UU en La Haya; Paul Reichler (estadounidense) socio y codirector del Grupo de Litigación y Arbitraje Internacional de Foley Hoag; Payam Akhavam (Iraní) profesor en la Universidad McGill en Montreal, miembro de la Corte Permanente de Arbitraje y  Shridath Ramphal ( guyanés), exministro de Relaciones Exteriores y de Justicia de ese país.

Ese equipo no nos atemoriza ni nos arredra; porque lo hemos dicho, en bastantes ocasiones, que nosotros estamos asistidos de plena razón y Justo Título traslativo; además poseemos enjundiosos elementos probatorios: históricos, jurídicos, cartográficos políticos, geográficos y morales.

Nuestra sugerencia – una vez más -- a la cancillería venezolana: tenemos muy dignos y experimentados profesionales del Derecho; suficientemente conocedores de la controversia por la Guayana Esequiba, prestos a representar a Venezuela; entonces convoque y estructure nuestro equipo que el país quiere conocer.


lunes, 23 de julio de 2018




Dijo usted, ¿Reforma curricular en las universidades?
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Hemos percibido, desde ya, que bastante gente se está embullando con este asunto del cambio de los planes de estudios universitarios, asomado por el sector oficial, a través de  personeros del gobierno que no tienen la menor noción de lo que intentan proponer.

Dejan caer este asunto de “reforma curricular” como si se tratara de algo simple o fácilmente despachable. Pero, aquí no todo el que quiere puede.

Debe llamarnos a preocupación que quienes proponen nuevas carreras universitarias, adaptadas a las exigencias productivas del país, han sido los mismos propulsores que en escenarios pasados, y bajo otras motivaciones, exhibieron su crasa ignorancia. Únicamente destilaron contagio ideológico al pergeñar unos escritos que resultaron sendos adefesios, técnicamente inaplicables, desde el punto de vista curricular.

Transformación permanente de las instituciones universitarias es exactamente lo que deseamos quienes somos hechuras de tales espacios: de su inacabable dinámica, de su dialógica y dialéctica.

Queremos de buena fe que quienes adelantan las iniciativas para las discusiones de nuevas mallas curriculares en las universidades venezolanas sepan de qué hablan cuando se atreven a proponer una cartografía completa de las ofertas académicas que calcen con la productividad del país. Que estimulen la educación superior, su pertinencia territorial en las universidades de reciente creación, a partir de los Institutos Universitarios y Politécnicos.

En nuestro indetenible recorrido por la universidades venezolanas, por diferentes motivos académicos, nos conseguimos con profesionales densamente formados en diseño curricular, que han acumulado bastantes años de experiencias en estas especialidades, que portan en sí mismos “caja de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.

Si los propósitos asomados desde el oficialismo apuntan a una recomposición seria del mapa curricular, que abarque disímiles temas, planes de estudios, programas y perfiles ocupacionales, entre muchos otros aspectos, deben ser debatidos por/para el futuro de la Universidad venezolana.

Hay esencialmente una exigencia, que no puede quedar a un costado: los actores participantes en las deliberaciones deben ser los mejores; aflorados desde las propias universidades; que posean amplísima formación en la materia y las probadas cualidades para tales fines; para evitar los innecesarios extravíos y la pérdida de tiempo.

Contrariamente, si la idea es armar un “ardid distractor” ante la crisis nacional, entonces en ese saco caben muchos; al tiempo que se estarían haciendo ejercicios vanos de demagogia, malabarismos para balbucear cualquier cosa sin arribar significativamente a algo.

¿Cómo queremos nuestra Universidad?: aspiramos poseer una Universidad donde encuentren cauces expeditos las distintas corrientes del pensamiento. Queremos y necesitamos una Universidad que se levante y proyecte en el concierto de las más prestigiosas y libres casas de Estudios Superiores del mundo.

Exactamente así la queremos y necesitamos: una Universidad dispuesta a transformarse curricularmente, de verdad, a partir de sus propios impulsos, sensibilidades e imbricada con su Sociedad.-


jueves, 19 de julio de 2018




Ginecocidio: un síndrome social (lingüísticamente) oculto.
Dr. Abraham Gómez R.-
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Aún los científicos sociales no han podido determinar con exactitud los factores causales del incremento de los índices de violencia en el mundo en la actualidad.

El argumento más recurrido, que apunta a responsabilizar del aumento de tal fenómeno, señala a los medios de comunicación social. Sin embrago, podemos decir que con datos precisos tal asomo o aseveración ha sido negada. Por ejemplo, en Japón, China, y EE.UU se hacen permanentes las transmisiones de películas con densos y prolijos contenidos de violencia, de cualquier tipo y grado; y no obstante, esos países están entre los más seguros del mundo, según el informe global de homicidios de la Organización de Naciones Unidas.

Para el Observatorio Venezolano de la Violencia:   si bien la mayor cantidad de víctimas de homicidio, en nuestro país, son hombres, los estudios hasta ahora, enfatizan el hecho de que en contextos familiares, la mayoría de las víctimas son mujeres.

Consideremos también que las cifras o datos explicitados y analizados son los conocidos; aunque estamos conscientes que hay un sub-registro en todos estos índices de violencia.

 En un interesante estudio, hecho texto luego, cuyo autor es el doctor en ciencias sociales, psicólogo y sacerdote Alejandro Moreno, titulado “Y Salimos a matar gente”, nos relata  que la violencia es multicausada, y tiene sus factores originarios en el ambiente intrafamiliar: hogares disfuncionales, familias desestructuradas, irrespeto en la convivencia, deserción escolar, ociosidad, ausencia de la figura y protagonismo de la madre-mujer en tanto responsable de la fijación de las sensibilidades en los hijos.

Señala el Dr. Moreno que nuestra sociedad se ha vuelto cada vez más violenta y las peores consecuencias las paga la mujer.

Vamos a intentar clarificar una situación que se ha venido arrastrando casi que desprevenida e ingenuamente, es la trampa semiótica de la palabra mujer; con lo cual se ha tramado una inadmisible inequidad de género, que acogota a la mujer a lo largo de la historia.

Muchísima razón tiene nuestro insigne epistemólogo venezolano Rigoberto Lanz cuando nos ofrece, en su libro “Las palabras no son neutras”, las claves para develar hechos de exclusión que vienen incorporados desde la propia forma y desde el mismo instante de construirse el significante que hará mención de las cosas. En cada vocablo hay implícito una carga valorativa.
 De tal manera que aflora con mulier (latín), mujer (español) una intención oculta de descalificación muy marcada que ellas han venido soportando injustamente.

Todo lo anterior queda referido ahora que se acaba de acuñar la palabra femicidio (feminicidio); con el cual se quiere hacer saber que se comete homicidio contra la mujer.

 Esta escogencia terminológica nos luce desacertada e impropia. Y agrego algo más; el vocablo femicidio, a mi modo de ver, resulta injusto socialmente, desconsiderado biológicamente y tramposo lingüísticamente.

Relatar que se ha perpetrado un femicidio, es intentar significar que se liquida la vida de una mujer; y no es exactamente lo que denota morfológicamente este vocablo. Femenino es el género que comporta todo lo relacionado a la mujer. Y en el asesinato no muere el género, sino que se acaba físicamente con la mujer (Gineco).

Admitir femicidio, como violencia y agresión extrema del deleznable machismo; o femicidio como el   asesinato selectivo de una mujer por razón de su género, equivale a aceptar que se cercena la vida de la hembra; palabra que por   su evolución fonética desde el latín, nos da: femina, fémina, fembra, que queda finalmente hembra (ya castellanizada); pero que no hace distinción semántica de las hembras animales. Por eso acusamos de desconsiderados y tramposos todos estos actos de habla.

Extendemos nuestra invitación para repensar (reconstruir) un nuevo étimo como Ginecocidio, del griego Gineco (mujer, en su consistencia psico-biológica) para señalar el recurrente y aborrecible fenómeno que se viene cometiendo contra las mujeres, por razones de su género.
De cualquier forma, no sólo es denominar de otra manera esta práctica maliciosa, sino evitar, a como dé lugar tales injusticias.

martes, 17 de julio de 2018




          La Academia de la Lengua no impone las palabras
                                                                                                        
Lo señala con determinación el Dr. Abraham Gómez, miembro de la Academia Venezolana  de la Lengua, institución  que el 27 de este mes estará celebrando el 135 aniversario de su fundación; evento al cual han sido invitados, en representación  del estado Delta Amacuro, el escritor José Balza, el padre julio lavandero y el Dr. Gómez.

“Nuestra Academia, que es correspondiente con la Real Academia Española inicia sus actividades, formalmente, entre los días 26 y 27 de julio de 1883, en el gobierno de Guzmán Blanco; quien ocupaba el cargo de director, a la vez que   pronuncia un discurso enjundioso y bastante polémico para esa época, cuyo eje central estuvo basado en los orígenes de la lengua española; además se acentuaban las discusiones  en torno a  la prevalencia del español peninsular en tierras americanas o la insurgencia lingüística del  castellano en este continente.
 Se suscitó entonces, una disyunción marcada. Corrientes de intelectuales se inclinaban por una u otra tendencia teórica.”

Preguntamos, al Dr. Abraham Gómez, ¿qué hablamos, por fin, en los países del continente americano, español o castellano?

“Ya tal polémica ha sido suficientemente superada y sus términos aclarados.
 Al momento de mencionar el idioma o la lengua común de España y de muchas naciones de América, y que también se habla como propia en otras partes del mundo, resultan válidos y apropiados los vocablos castellano y español, indistintamente. Según la preferencia del hablante. 
Hay quienes recomiendan decir que hablan español para no caer en confusiones con la lengua histórica que nace en el reino de Castilla, en la Edad Media”

¿Ha crecido el idioma español, en los últimos años, en el mundo?


 “el español o castellano ya es hablado por más de cuatrocientos millones de personas; también ya se han constituido 23 Academias de la Lengua; cuya Visión y Misión consiste en observar, analizar y sugerir los cambios que debe experimentar la lengua española, como ente social, en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes.
 Las Academias no imponen los vocablos, sino que persiguen que haya unidad, esplendor y transparencia en la lexicografía empleada en los actos de habla, por muy sencillos y coloquiales que puedan ser”.Concluye diciendo, quien también se se desempeña como docente universitario.



martes, 3 de julio de 2018




Guayana Esequiba: venezolanidad a toda prueba.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Nuestro común origen como nación; con idéntica lengua, multiétnico, enraizadas costumbres, respeto a la diversidad confesional, valores patrióticos, sensibilidades frente a los acaecimientos del prójimo, estructuración de sólidas instituciones; en fin, ese amalgamiento nos ha permitido engendrarnos socialmente y emparentarnos en afectos colectivos.

Ha sido, desde siempre, una hermosa configuración en un único pueblo, en permanente proceso de mejoramiento y sostenida superación de atascos y embates.

Hoy nos encontramos ante una disyuntiva inescurrible, que no podemos dejar a un costado de las cotidianas reflexiones, o hacernos los desentendidos. Tal vez, comparable a la gesta independentista librada por nuestros libertadores. Estamos en presencia, en esta ocasión, de una lucha jurídica-diplomática, por la defensa del suelo patrio.

La controversia que hemos sosteniendo desde hace más de un siglo nos coloca en el desafío histórico de trenzarnos en plenas solidaridades; porque la contención que llevamos adelante requiere del esfuerzo profesional e intelectual de nuestros mejores hombres y mujeres; y porque, además, la contraparte, en su condición de demandante va con todo en la “interposición de acciones” contra la República Bolivariana de Venezuela.

Exactamente así lo suscribe el gobierno guyanés en el documento fechado el 29 de marzo de este año, contentivo de la solicitud de procedimientos institucionales incoado contra nuestro país en la Corte Internacional de Justicia (CIJ). No tienen atenuación en el discurso.

Guyana solicita al Alto Tribunal de la Haya, en el citado escrito, que confirme “la validez legal y efecto vinculante” del Laudo Arbitral de París de 1899. A ese adefesio jurídico Venezuela siempre le ha dado la calificación de nulo e írrito; tal señalamiento responde a los suficientes e irrebatibles asideros jurídicos que poseemos.

Y por si fuera poco, la Parte guyanesa instituyó también por la CIJ que la cuestionada tratativa fue una “liquidación completa, perfecta y definitiva” de todos los asuntos pertinentes a la determinación cartográfica entre Venezuela y la excolonia británica.

Cabe aquí una inmensa pregunta; por cierto, nunca respondida hasta ahora, por ningún gobierno británico ni guyanés: ¿Por qué, entonces, suscriben y admiten en el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966, que se deben buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido ( litigio heredado por Guyana) surgida como consecuencia de la justificada  contención nuestra de que  el citado laudo fue una ardid tramposo;  y por lo tanto no posee, eo-ipso, la eficacia legal?

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) considera que es necesario que ese Tribunal esté informado de todos los motivos de hecho y de derecho, en el que las partes se basan en lo ateniente a su competencia y jurisdicción en este específico caso.

Entonces la CIJ, en su Orden del 19 de junio, ha fijado los lapsos para que las Partes conflictuadas presenten sus respectivos escritos. Guyana lo haría antes del 19 de noviembre de 2018.

Nos corresponde elaborar y consignar antes del 18 de abril de 2019 el Memorial de Contestación de la demanda.

Sin embargo, en la misma resolución de la CIJ quedan asentadas, explícitamente, algunas interesantes consideraciones; como la que describimos de seguidas: Venezuela preserva las posibilidades de hacer valer sus derechos procesales. Obviamente que así se hará con la contundencia de que   primero debe resolverse la cuestión de la jurisdicción de la Corte; lo cual es obligante que   se determine por separado antes de cualquier decisión de fondo.

En la cabal e inmarcesible defensa de nuestra Guayana Esequiba mal podrían el sector gubernamental u organismos de la Sociedad Civil venezolana fracturar la necesaria unidad de criterios en esta lucha. El bastión debe estar compacto, pétreo, siempre fortificado.

Sugerimos la conformación de una Comisión Patriótica por la Guayana Esequiba, cuyas características esenciales se asienten en el respeto a las opiniones y conjeturas; la responsabilidad en las participaciones públicas, la densidad de los estudios sobre este asunto para que obtengamos aportes significativos y la pluralidad de los sectores integrantes para que alcancemos la más amplia representación del país.