Dijo usted, ¿Reforma
curricular en las universidades?
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia
Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Hemos percibido, desde ya, que bastante
gente se está embullando con este asunto del cambio de los planes de estudios
universitarios, asomado por el sector oficial, a través de personeros del gobierno que no tienen la menor
noción de lo que intentan proponer.
Dejan caer este asunto de “reforma
curricular” como si se tratara de algo simple o fácilmente despachable. Pero,
aquí no todo el que quiere puede.
Debe llamarnos a preocupación que quienes
proponen nuevas carreras universitarias, adaptadas a las exigencias productivas
del país, han sido los mismos propulsores que en escenarios pasados, y bajo
otras motivaciones, exhibieron su crasa ignorancia. Únicamente destilaron
contagio ideológico al pergeñar unos escritos que resultaron sendos adefesios,
técnicamente inaplicables, desde el punto de vista curricular.
Transformación permanente de las
instituciones universitarias es exactamente lo que deseamos quienes somos
hechuras de tales espacios: de su inacabable dinámica, de su dialógica y
dialéctica.
Queremos de buena fe que quienes adelantan
las iniciativas para las discusiones de nuevas mallas curriculares en las
universidades venezolanas sepan de qué hablan cuando se atreven a proponer una
cartografía completa de las ofertas académicas que calcen con la productividad
del país. Que estimulen la educación superior, su pertinencia territorial en
las universidades de reciente creación, a partir de los Institutos
Universitarios y Politécnicos.
En nuestro indetenible recorrido por la
universidades venezolanas, por diferentes motivos académicos, nos conseguimos
con profesionales densamente formados en diseño curricular, que han acumulado
bastantes años de experiencias en estas especialidades, que portan en sí mismos
“caja de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.
Si los propósitos asomados desde el
oficialismo apuntan a una recomposición seria del mapa curricular, que abarque
disímiles temas, planes de estudios, programas y perfiles ocupacionales, entre
muchos otros aspectos, deben ser debatidos por/para el futuro de la Universidad
venezolana.
Hay esencialmente una exigencia, que no
puede quedar a un costado: los actores participantes en las deliberaciones
deben ser los mejores; aflorados desde las propias universidades; que posean
amplísima formación en la materia y las probadas cualidades para tales fines;
para evitar los innecesarios extravíos y la pérdida de tiempo.
Contrariamente, si la idea es armar un
“ardid distractor” ante la crisis nacional, entonces en ese saco caben muchos;
al tiempo que se estarían haciendo ejercicios vanos de demagogia, malabarismos
para balbucear cualquier cosa sin arribar significativamente a algo.
¿Cómo queremos nuestra Universidad?: aspiramos
poseer una Universidad donde encuentren cauces expeditos las distintas
corrientes del pensamiento. Queremos y necesitamos una Universidad que se
levante y proyecte en el concierto de las más prestigiosas y libres casas de
Estudios Superiores del mundo.
Exactamente así la queremos y necesitamos:
una Universidad dispuesta a transformarse curricularmente, de verdad, a partir
de sus propios impulsos, sensibilidades e imbricada con su Sociedad.-
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