domingo, 30 de julio de 2017



Sustrato de indignidades
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

La realidad impone cierta velocidad ante la cual debemos ubicarnos a tono. Eso sí, siempre con tus propias afirmaciones y desaciertos, porque es una condición natural de los seres humanos: vivir en libertad.
Con tristeza y perplejidad uno observa que quienes se dicen militantes del actual régimen, quienes hacen consignas repetitivas huyen de las tareas de autocríticas; menos aceptan que se les diga que las muy pocas diligencias practicadas para el crecimiento de las ideas  o la búsqueda de soluciones a la crisis  en el país han tenido nulos  resultados.
 Conseguimos a esta gente  con vaciamiento de criterios.  O porque ellos así lo quieren o porque se los imponen y aceptan sin chistar; para lo cual   se aplica esta lapidaria expresión: jamás habrá justicia social si el principio rector para tal ejercicio político provenga de la sumisión. Además,  les da lo mismo si hablan de nación y de proceso, como también son idénticas, en estas claves de bajezas y confusiones provocadas, cultura e ideología.
 Llena de estupor que quien participe en el “socialismo del siglo XXI” acepte sin discusión que cuando pronuncie solidaridad renuncia ipso-facto al pensamiento crítico y a sus propias consideraciones. No son más, decimos nosotros, que sustratos de indignidades, por cuanto la dignidad se explica en buena medida por la autonomía intrínseca e inherente del ser humano. Pues, sólo el que sabe gobernarse así mismo según su racionalidad resulta señor de sus acciones y en consecuencia, al menos parcialmente, un sujeto libre, es un ciudadano.
 La dignidad se basa en el reconocimiento a la persona de ser merecedora de respeto. La dignidad propugna tolerar las diferencias para que afloren las virtudes individuales con lo cual se refuerza la personalidad, se fomenta la sensación de plenitud y el equilibrio emocional.

 La práctica política, aunque orientada a la formación ideológica, al ejercicio del poder, para la toma de decisiones en procura de un objetivo no implica, obligadamente, que quien haga política de entrada deja hipotecada su dignidad. Menos en un sistema político que se precie ser en esencia socialista. Las definiciones y desenvolvimientos de regímenes socialistas han tenido sus variaciones y matices a lo largo de la historia. Hay quienes se atreven a apuntar que ni socialismo ni comunismo propiamente tales hemos tenido hasta ahora. Sin embargo insistimos en señalar que mientras vinculemos socialismo, conforme a su doctrina, con la búsqueda del bien común, con la distribución de la riquezas, con la igualdad social (que no igualación) y con la participación regulatoria del Estado en las actividades socio-económicas, bastan estas premisas para concederle al socialismo, como sistema de pensamiento y acción, un prominente basamento de dignidades, bien lejos de lo que atravesamos en estos tiempos aciagos en el país.

viernes, 28 de julio de 2017


Una Constitución del gobierno, pero no para el Estado
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Hoy se hace oportuna una severa diferenciación conceptual y estructural de algunos vocablos que pronunciamos con descuido o tal vez, con cierta displicencia; sin atender que éstos llevan implícitos suficientes cargas valorativas.
Si mencionamos uno de ellos, necesariamente no estamos significando los otros; por lo que nos vemos obligados a hacer las correcciones en esta hora aciaga que atraviesa nuestra Venezuela.
Ha habido una costumbre inveterada de mucha gente de repetir y admitir, como cosa natural que gobierno, Estado, país, nación, república y patria son la misma cosa. Y que además da igual si utilizamos a alguno de esos vocablos para mencionar, sin distinción, la idea cualquiera de ellos. Es un grave error la utilización invariable de estas palabras. Cada una posee sus propias consideraciones para los enunciados. Analicemos, con sencillez, lo siguiente.
Una Nación está conformada por una conglomerado humano que ha escogido o determinado un específico espacio territorial para asentarse, cuya base de afinidad la tejen los vínculos socio-históricos, las manifestaciones culturales, el usufructo de los elementos ambientales; así también,  explicamos que únicamente señalamos como país a la conformación demográfica, a la población, a las personas.  Admitimos que se nos habla del país cuando su referente inmediato es la gente.
 Veamos ahora, la patria siempre se hace y será hermosa por cuanto ella nace desde las sensibilidades y motivaciones psicoemotivas de quienes vivimos con las especificidades de la nación. La patria se lleva en nuestro corazón, mente y voluntad.
La república queda definida a partir del concreto modo de gobernar, entre muchos otros; según la libre determinación de los pueblos.
Cuando se legisla para una Nación como totalidad: su Constitución, sus leyes, sus códigos etc.; y la población asume y legitima tal estructura jurídica para su cabal funcionamiento, y si además cumple con los prerrequisitos (población, territorio, sistema jurídico y reconocimiento internacional) que exige la Organización de las Naciones Unidas para acogerlo en su seno, decimos entonces que estamos en presencia de un Estado.
Reafirmemos, una y otra vez: El Estado es la Nación completa, con leyes.  El Estado Somos todos, con nuestras divergencias y pluralidades. Con tendencias ideológicas disímiles. El Estado se asienta en una creación jurídica-política que nos teje e involucra: a la nación y al país.
Al momento de proponerse una Constitución para el Estado; desde sus inicios debemos estar conscientes que su proyecto, diseño, discernimientos, elaboración y texto definitivo será para toda la población nacional, sin diferenciación.
Un gobierno es efímero. Un gobierno es una gestión temporal, limitada para administrar los recursos del Estado, por intermedio de las Políticas Públicas.
Si el presente régimen insiste en su írrita, inconstitucional y tramposa propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente; sin lugar a dudas, la conformación será sólo de miembros de su tendencia, monocromática, con aliados colaboracionistas, de supuesta oposición que usufructúa canonjías oficialistas.

Auguramos corta vida a esa Constitución gobiernera, que desaparecerá en el mismo instante en que esta abominación que nos rige pase a ser una vergonzosa página en la historia actual de nuestro país.-

jueves, 20 de julio de 2017



Execrar al adversario: disfraz de los débiles.
  Dr. Abraham Gómez R.
  Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
  Abrahamgom@gmail.com

Sin la menor duda, alguien que  sufre de irrefrenable desequilibrio en su autoestima definitivamente requiere con carácter de urgencia de asistencia facultativa.
Un individuo  que aparenta fuerza, sobre todo si lo hace desde las prerrogativas del poder, que viva en plan de permanente ataque a sus conciudadanos, que lastima a los demás por gusto y para insuflar su pobrísimo ego, nos devela la premisa de su estropeada psiquis.
 La persona de quien estamos describiendo tales características es un enfermo; que se siente rechazado, pero que impone a sus adláteres sumisión, genuflexión y miedo.
 No es mera coincidencia que ese sujeto en su creencia de  asumir la condición  de dirigente del mundo arrastra en su perturbada personalidad una tríada, para nada envidiada: megalomanía aliñada con paranoia (por su cuestionable nacionalidad) y ambas partes coligadas con narcisismo.
 Ese sicópata cada día amanece convencido que el universo gira en torno a él y sus designios; por lo que  necesita sin demoras constantemente dosis de superioridad,  brillo e idealización de sus “gestas e ilusas épicas”.
 Ha quedado demostrado en recientes estudios que un complejo de superioridad pesquisado en alguien no es más que la armadura que cubre lo que ese alguien desea tapar, que se  odia a sí mismo; que se rechaza y por lo tanto inventa cosas para tratar de ser “alguien diferente”. Le aterra perder el control absoluto de todo y sobre todos. Lucha por figurar como centro; y aunque en su cara y palabras refiera algún  asomo de seriedad es sólo eso una fachada, disfraz para maquillar su debilidad; porque en el fondo mantiene una reacción anticipada a sufrir de discriminaciones. Para decirlo con las teorías del psicólogo clínico Adler “si indagamos en un complejo de superioridad y estudiamos su continuidad, siempre podemos encontrar un complejo de inferioridad más o menos encubierto…por medio de este proceso de huida y evasión, mantienen un sentimiento de ser mucho más fuertes y listos de lo que en realidad son…”.
Todo este relato viene a propósito de la vergonzosa declaración, rayana en sus propios deseos, del indigente mental que gobierna nuestro país  “tendrán prioridad para recibir alimentos los censados en las UBCh, quienes porten el carnet de la patria, quienes participen en su esperpento llamado Asamblea Constituyente”.
 Estas  sentencias lapidarias se  hacen equiparables con los pronunciamientos que hacía el desquiciado Hitler, también cargados de exclusión y arrogancia, así alimentaba sus discursos, a cada instante: “Para qué imitar la basura de los demás, si de mí brota la perfección".
 Pues, sépase que  La nacionalidad de la que disfrutamos los demócratas  venezolanos, con inmenso orgullo constituye un producto cultural, originado en las cualidades concurrentes por haber nacido en esta hermosa nación. Nos hemos erigido como un único pueblo con nuestra historia plena de gestos libertarios y con nuestras sensibilidades. Adquiere entonces nuestra nacionalidad, conforme al constitucionalismo  moderno que nos damos,  la condición de inarrebatable. Sospechamos la intención de conducir hacia la “nuda vida” a quienes no compartimos las satrapías que propicia el oficialismo y  padece el país.
Suficientes antecedentes hay en cuanto a la utilización de la nuda vida (el desprecio civil y político al adversario), en tanto figura jurídico-política, a través de la cual   quedaba despojado el “enemigo” de cualquier personalidad civil. Había un sistemático conculcamiento de los derechos civiles  para quienes se resistieran dentro y fuera de los campos de concentración.
 Los propaladores del actual régimen asoman la posibilidad de  apelar, sin remordimientos, a la nuda vida (execrar a quien se oponga) para dejar a una considerable parte de  la población venezolana desprovista de alguna cualificación civil, consecuentemente sus vidas valdrán poco menos que nada.
 Sin embargo, diremos siempre con bastante insistencia que la  identidad que tenemos, en esta colectividad que hemos construido a pulso cada día, no es un simple dato natural, ni un préstamo cancelable a algún  delirante civil-militaroide. La nacionalidad con la que vivimos y por la existimos los venezolanos, sin distinción, emerge y enerva a partir de nuestra consistencia socio- histórica. 

lunes, 17 de julio de 2017




n        --- Luego de la Consulta Popular ---
     “DELTA AMACURO PRESENTA BUENAS CUENTAS”

“Las estrategias para los próximo días las dictarán la MUD nivel central, atendiendo los resultados obtenido en esta consulta popular de naturaleza plebiscitaria”, así lo ha dado a conocer el Dr. Abraham Gómez, docente universitario y miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, quien ha hecho una intensa campaña en favor de la consulta y aclarando, según él, que la propuesta de constituyente  hecha por el presidente es inconstitucional.
“Fíjate, por ejemplo -- nos dice el Dr. Gómez—hasta ahora ninguno de los candidatos a la Asamblea Constituyente ha mencionado cuál de los artículos de la vigente Constitución Nacional estorba para resolver los problemas del país que han devenido en un clima crítico e insoportable para nuestro país”.
“como tampoco – continúa exponiendo, quien ha dictado  en casi todo el Delta, la conferencia La constituyente madurista: ardid tramposo para constitucionalizar una dictadura --- los candidatos para la ANC se han atrevido a hablar con claridad al pueblo, cuáles artículos aspiran reformar o enmendar; en todo caso, para esta última opción no hace falta convocar una constituyente originaria, y menos a través de un atajo de engaños como lo han pretendido”
“las más recientes declaraciones de los voceros oficialistas, en el enredo mental con el asunto de la constituyente, salen diciendo ahora que no van cambiar la Constitución de 1999, que sólo aspiran meter en la nueva constitución algunos sujetos sociales que entonces no existían. A lo que respondemos: algunos    chavistas ingenuos viven pensando en una transformación de la sociedad por vía del socialismo, lo cual se ha demostrado en la historia de la humanidad que eso es un anacronismo; otros zánganos están  aprovechando estos ambientes para sus tratativas y demás negocios y quienes trasvestidos de rojos insisten en la implantación de otra constitución para perpetuarse  en el poder, mediante una dictadura y cuidar sus intereses”

“Nos llena de orgullo, concluye diciendo el Dr. Abraham Gómez, el trabajo organizado y sistemático hecho en nuestra región, por todos los sectores de la oposición; De allí, las cifras de los participantes en la Consulta Popular que rebasa la expectativa que se tenía originalmente”. 

martes, 11 de julio de 2017


Consulta Popular: vinculante con la Democracia.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Estamos seguros que una vez que este tormento orgiástico sea derrotado (o derrocado) los militares, particularmente, y quienes con ellos formaron comparsas de corruptelas y violación de los Derechos Humanos, tendrán que responder ante la justicia por las múltiples tropelías cometidas, masacres desatadas a mansalva (sobre todo a nuestra juventud universitaria) y los silencios cómplices.
Lo menos indicado, para la construcción de un “hombre nuevo” es la destrucción y el aniquilamiento de quienes piensan contrariamente. Hay que respetar y tolerar los disensos y la pluralidad, esencia de los sistemas democráticos.
Ya es bastante conocido que desde los cuarteles venezolanos, dirigidos coactivamente por  agentes cubanos, han decretado para la ciudadanía venezolana un pensamiento único, adocenado, acrítico e inflexible. Esa detestable filosofía la aspiran constitucionalizar si se les da, la írrita propuesta de una Asamblea Nacional Constituyente. Por eso les impacta y espanta el rechazo que tiene ese esperpento llamado ANC por el orden del 90 por ciento. Las instrucciones entonces que han dado son las siguientes: alguna voz en vía contraria debe acallarse y destruirse; los votos hay que perseguirlos con las nóminas de la administración pública.
La historia nos ha enseñado que los seres humanos resisten las tentaciones y padecimientos de los regímenes totalitarios, militaristas. Hoy en Venezuela los sufrimientos sociales, políticos y económicos van llegando a su final.
 Es característica innata del ser humano soportar con estoicismo las pretensiones de militarotes que pretenden constreñir el desarrollo de la personalidad individual, vulnerar las  libertades de las sociedades.
Los militarotes siempre han temido a las explosivas manifestaciones de los pueblos enardecidos.-
Para este domingo se realizará una Consulta Popular, con suficiente asidero constitucional y legal, lo cual le confiere un piso estable para que la Asamblea Nacional, ente del Estado venezolano que ha tomado la iniciativa de promover y organizar esta Consulta Popular (que no es un plebiscito, ciertamente porque no lo contempla la Carta Magna vigente), reciba el mandato del pueblo soberano y democrático  de Venezuela, y proceda a desplegar todo lo concerniente, según el artículo 333 de nuestra Norma Suprema, para estructurar un gobierno de unión nacional.
La Consulta Popular en Venezuela tiene pleno y absoluto carácter vinculante, en esencia, con la moral de un pueblo, que no merece estar subyugado al oprobio de funcionarios ineptos.

La Consulta Popular está afianzada en el tejido discursivo constitucional que se imbrica desde el preámbulo de la Constitución y se  vertebra con sus artículos 5,63, 70, 71, 187, 333,347 y 350, a través de los cuales se consolida la condición indelegable e intransferible de la Soberanía del pueblo.

martes, 4 de julio de 2017



Pánico en la satrapía tropical
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Serias sospechas de derrumbamiento político atraviesan los intersticios de lo que hasta no hace mucho denominaban Proceso; ahora pronunciado con menos fuerza, como para que no se sepa la inmensa torta que han puesto. Nadie lo duda.
La principal característica de la histeria colectiva que padecen los copartidarios de este régimen es que no encuentran dónde meter la cabeza.  Hasta los más recalcitrantes ortodoxos del inefable “socialismo” transpiran los quejidos generalizados.
Hubo un momento en que parecían invencibles, y a la otra parte de la sociedad, la de la oposición que ya se ubica casi que en noventa por ciento de la población venezolana, que siempre ha sido antagónica de sus indigestiones ideológicas, la estuvieron considerando como parias. A las más abyectas de las humillaciones fueron sometidos quienes han tenido la legítima y natural actitud de adversar las posiciones oficialistas, no por ultrancismo, sino porque avizoramos el fraude en las ejecutorias de las políticas públicas con las que nos han pretendido encallejonar.
Se presentan, con su cara muy limpia, con una propuesta inconstitucional de Asamblea Nacional Constituyente cuyo fin último  es terminar de instaurar una oprobiosa dictadura en Venezuela de factura cubanoide. Ni lo vamos a permitir, ni no las vamos a calar.
Quién será el autor de tal orgiástica idea de una Constituyente, en  el peor clima político que atraviesa el país.
Por eso y sólo por ellos es que estamos como estamos: en las peores condiciones sociales y económicas, en la más crítica inseguridad jurídica y ciudadana, en un descrédito internacional.
Estamos imbuidos en la jamás conocida precariedad ética y moral.
Una Nación con su extraordinario potencial para el sostenible desarrollo humano integral no merece la abominación causada por parte de estos detentadores circunstanciales del poder.
La acumulación incontenible e insoportable de errores y desaciertos en todos los ámbitos, sectores y áreas ubica al actual régimen como el peor de la historia contemporánea de Venezuela.
A pesar de la fortaleza engañosa que quieren aparentar, ya se cuelan por los más variados resquicios temores que les abren troneras. Llevan en sus rostros un susto intenso y paralizador, una angustiante confusión porque saben que tienen la obligación, inescurrible, de responder jurídicamente y ante la historia por tantas tropelías y locuras cometidas. Ya saben que está trazada una fecha de caducidad.