martes, 4 de julio de 2017



Pánico en la satrapía tropical
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Serias sospechas de derrumbamiento político atraviesan los intersticios de lo que hasta no hace mucho denominaban Proceso; ahora pronunciado con menos fuerza, como para que no se sepa la inmensa torta que han puesto. Nadie lo duda.
La principal característica de la histeria colectiva que padecen los copartidarios de este régimen es que no encuentran dónde meter la cabeza.  Hasta los más recalcitrantes ortodoxos del inefable “socialismo” transpiran los quejidos generalizados.
Hubo un momento en que parecían invencibles, y a la otra parte de la sociedad, la de la oposición que ya se ubica casi que en noventa por ciento de la población venezolana, que siempre ha sido antagónica de sus indigestiones ideológicas, la estuvieron considerando como parias. A las más abyectas de las humillaciones fueron sometidos quienes han tenido la legítima y natural actitud de adversar las posiciones oficialistas, no por ultrancismo, sino porque avizoramos el fraude en las ejecutorias de las políticas públicas con las que nos han pretendido encallejonar.
Se presentan, con su cara muy limpia, con una propuesta inconstitucional de Asamblea Nacional Constituyente cuyo fin último  es terminar de instaurar una oprobiosa dictadura en Venezuela de factura cubanoide. Ni lo vamos a permitir, ni no las vamos a calar.
Quién será el autor de tal orgiástica idea de una Constituyente, en  el peor clima político que atraviesa el país.
Por eso y sólo por ellos es que estamos como estamos: en las peores condiciones sociales y económicas, en la más crítica inseguridad jurídica y ciudadana, en un descrédito internacional.
Estamos imbuidos en la jamás conocida precariedad ética y moral.
Una Nación con su extraordinario potencial para el sostenible desarrollo humano integral no merece la abominación causada por parte de estos detentadores circunstanciales del poder.
La acumulación incontenible e insoportable de errores y desaciertos en todos los ámbitos, sectores y áreas ubica al actual régimen como el peor de la historia contemporánea de Venezuela.
A pesar de la fortaleza engañosa que quieren aparentar, ya se cuelan por los más variados resquicios temores que les abren troneras. Llevan en sus rostros un susto intenso y paralizador, una angustiante confusión porque saben que tienen la obligación, inescurrible, de responder jurídicamente y ante la historia por tantas tropelías y locuras cometidas. Ya saben que está trazada una fecha de caducidad.


No hay comentarios:

Publicar un comentario