lunes, 30 de agosto de 2021

 

Resolvamos sin etiquetas ideologizantes

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

Hay algunas individualidades y grupos muy reducidos (afortunadamente) que insisten en señalar – sin suficientes asideros, en la actualidad-- que sólo la izquierda asume los designios liberadores de la humanidad.

Tal aseveración significa hablar de modo obtuso; como también será una torpeza mayúscula arrogarse por parte de la derecha la exclusividad de la redención de los pueblos.

Hoy han aflorado grupos espontáneos por todas partes, que no llevan una particular impronta ideológica, y han tenido la inteligencia y el atrevimiento de proponer y hacer cosas.

En bastantes países del mundo se han estructurado equipos extraordinarios y elogiados de  ecologistas; así también de  defensores de los derechos humanos, feministas, impulsores de la ciudadanización, preservadores de la vida de los animales, indigenistas, etnicistas, tecnologicistas.

Caso llamativo ha resultado quienes  han sido  proponentes del “Decrecimiento Sustentable” (Latouche y Georgescu-Roegen, dixit) como opción de futuro.

Digamos, entonces,   un gentío in-corporado socialmente a aligerar la vida sin que prele en ellos una Razón ideológica previamente. Ninguno de ellos abraza banderas de izquierda o de derecha.

Hagámonos la siguiente interrogante: si ellos no se lo adjudican,  quiénes somos nosotros para etiquetar  de izquierda o de derecha a los equipos de voluntariados que han surgido espontáneamente en las distintas latitudes.

Además luce anacrónica la reiteración de esa nomenclatura. Las categorías de izquierda y derecha quedaron superadas   en el tiempo y por las propias realidades.

También con la intención de formular algún contraste indirecto, frente a cualquier ideología, diremos que la Democracia, a pesar de sus errores e imperfecciones, no sólo queda definida como modo de convivencia y estructuración social: menos verticalización. Búsquedas más igualitarias --que no igualación-- de las relaciones entre sus miembros. 

En la Democracia, por  disímiles que puedan presentarse  los escenarios para  participar prevalece el respeto y la tolerancia hacia el otro.

Suena habitual y extensivo para la vida el concepto y praxis de democratización: proceso desde donde se  hace común y corriente la aceptación del disenso que  será siempre fértil, si dejamos a un lado los estigmas.

En la Democracia únicamente se hace posible sintetizar   la izquierda con la derecha. Síntesis productiva para resolver los problemas de la sociedad.

Cuando ya pensábamos que tales discusiones habían  sido clausuradas; porque ahora en los tiempos contemporáneos ambas líneas de pensamientos son conectables en un instrumento teórico-práctico superador.

Hay quienes persisten en   retrotraemos otra vez a una cartografía de disyunción sociopolítica sin justificación aparente.

 No nos queda otra que   volver a desanudar este asunto, que para tantos se hace deseoso y  necesario.

Digamos, entonces, que cada etapa de la humanidad tiene su específico vehículo de “emancipación”. Su sujeto liberador. Lo que se ha dado en llamar la vanguardia.

Siempre ha habido una que otra” vanguardia” por ahí. Lo que hay es que saberla ubicar y distinguir, para contextualizarla socialmente. Sin embargo, tengamos la debida advertencia que “la vanguardia” puede llegar a presentarse inasible, difusa, plural.

Veamos.  Cuando Marx y Engels determinaron  en el Manifiesto Comunista que el “sujeto liberador” se daba a partir de  la clase obrera;  tal vez-- duda razonable mediante—llegó a ser una interpretación correcta en su momento; por cuanto,  dentro de las clases sociales, que estaban  en movimiento para la “previsible revolución de 1848”,  la clase trabajadora conformaba el estrato social  que padecía las mayores explotaciones.

Frente a tal descripción de ese retazo histórico, formulemos una pregunta con asidero: ¿tiene sentido insistir con tal posición?

 No  tenemos ningún tipo de dudas  que son múltiples los sujetos liberadores que hoy recorren al mundo. A veces identificados y/o diferenciados entre ellos mismos. Que jamás nos atreveríamos de etiquetarlos de izquierda o de derecha.

Cada uno aporta determinadas proporciones teóricas y prácticas para la resolución de problemas en el ámbito de que se trate; que es lo que quiere la gente. Soluciones.

La cosa es resolver rápido y de la mejor manera posible (pragmatismo  le dirán no pocos). Estamos en presencia de una vanguardia multifacética; que no se contiene ni se contenta con una específica mirada. Maffesoli lo llama “el descentramiento del sujeto”.

 Da lo mismo narrar desde el centro o aproximar ciertos criterios desde la periferia.

Son tantos los sujetos individuales o colectivos que analizan y proponen las situaciones objetivas, que explican con aciertos las posibles vías de liberación y soluciones societales.

Aparejado hay otro grueso que aspira  hacer inacabable el discernimiento dilemático en cuanto a dos mundos posibles, dos filosofías ante la vida que las han pretendido de talante irreconciliables en estos tiempos que transcurren.

Cada día estamos más convencidos que es a través de la educación plural, universalizada, democrática como podemos  avenir mecanismos idóneos que nos posibiliten las  soluciones a la infinita cantidad de cosas que padecemos.  Señalar que es de izquierda o de derecha no basta para resolver; por el contrario entorpece.

En torno a ello, entonces diremos que es una abominación insistir en un  pensamiento único, direccionado a preservar una exclusiva parcela de poder. Como también se hace deleznable la vil utilización de los procesos educativos para inocular sibilinamente  determinados contenidos ideologizantes.

 

 

 

 

 

sábado, 21 de agosto de 2021

 

Guayana Esequiba: ¿desistimiento o demanda de reconvención?

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

No tienen recatos ni disimulos en su voracidad. Viene resultando un vergonzoso y  descomunal descaro en el que incurre Guyana, al entregar -- sin limitaciones-- concesiones de todo tipo, a diestra y siniestra en la Zona en Reclamación; cuya controversia, en estos momentos, se dirime por ante la Corte Internacional de Justicia.

El vicepresidente guyanés Bharrat Jagdeo acaba de regresar de Estados Unidos, donde se suscribieron nuevos acuerdos bilaterales, teniendo como marco operativo la Zona en Reclamación. Tamaño irrespeto en pleno proceso contencioso en la Corte.

 

La excolonia británica se ha aliado, en connivencia de  intereses plenos, con bastantes empresas transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de las riquezas de la región esequibana, que ellos se han auto adjudicado.

Extensión territorial que nos la  arrebataron con añagaza jurídica y vileza, mediante el írrito y nulo Laudo Arbitral de París, el 03 de octubre de 1899. 

Por cierto, la  citada decisión no fue más que una componenda política y diplomática de ingleses y rusos; y jamás  atendiendo a los preacuerdos arbitrales establecidos en el Tratado de Washington  1897, por donde debió haber discurrido la mediación  y resolución.

 

En concreto, al día de hoy nos encontramos con  un enjambre de empresas operando bajo la coordinación de la Exxon-mobil, la cual gira las instrucciones a la Shell holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON china; en fin, se conoce que la cifra supera las 52 compañías que allí se instalaron; procedentes de muchos países, que se dicen amigos de Venezuela.

 

No dudamos en calificar tales entregas de: irrespetuosas del contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra de 1966; de inconsultas hacia nosotros,  la Parte con la que se sostiene un litigio en la Corte, además son   arbitrarios y displicentes; con lo cual el gobierno guyanés de Irfaan Ali  pone de manifiesto su arrogancia y presunta seguridad de que saldrán favorecidos en una  próxima sentencia de ese Tribunal; instancia jurisdiccional que ha citado a las Partes  conflictuadas: el 08 de marzo del 2022 a Guyana para que ratifique el recurso interpuesto en contra nuestra,  y para el 08 de marzo del año 2023 a la  delegación venezolana  para que consigne –mediante  escrito-- el Memorial de Contestación de la Demanda, con todas nuestras alegaciones  y probanzas.

Mientras tanto ( y desde hace muchos años) Guyana está  aprovechando, como mejor le plazca, los recursos madereros, hídricos, agroindustrial, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron; sino además han permisado a grandes consorcios para que operen en el espacio marítimo que genera la Zona en Reclamación: la costa atlántica  propiamente, nuestro Mar territorial, Zona Contigua y Zona Económica Exclusiva; dentro de las 200 millas náuticas que  proyecta nuestra plataforma continental: desde las bocas del Río Esequibo hasta Punta Playa, en el estado Delta Amacuro.

Nos preguntamos, con inmensa preocupación venezolanista: qué tratativa rara u oscura habrá entre ambos gobiernos, para que  no se produzca desde nuestra cancillería un serio pronunciamiento, que conteste y denuncie la descarada  esquilmación de nuestros recursos; hechos bochornosos   que se vienen cometiendo,  inclusive en el ámbito marítimo de nuestra soberanía.

 

Nos sentimos consternados que no se haya publicado aunque sea una nota de protesta por parte de la cancillería venezolana. Uno llega a pensar que prácticamente nos embarga  un desistimiento de la contención que hemos sostenido por más de cien años o tal vez un consentimiento tácito.  Nos resistimos a pensar que haya entreguismo en este litigio.

Dónde se han metido y qué han hecho todas aquellas comisiones que se nombraron desde el sector oficial para elaborar los documentos pertinentes a nuestra posición, para cuando –como se ha dicho—nos corresponda comparecer ante el Alto Tribunal de La Haya.

Por qué han decaído  o desaparecieron  los programas y demás  actividades de concienciación nacional. Ya los medios de comunicación ni mencionan nuestra reclamación por la Guayana Esequiba. No basta decir: “El sol de Venezuela nace por el Esequibo”.

Dejamos sentado lo que siempre hemos planteado en distintos escenarios. Los silencios por dejadez, incompetencia o  cómplices se pagan caro en el Derecho Internacional Público. Las facturas por aquiescencias,  permisividades o estoppel en la que incurra  un Estado-Parte pesan en un juicio internacional, como en el que estamos concernidos.

Hay que tener bastante cuidado en continuar dando expresas manifestaciones de desistimiento; por cuanto, el mismo produce efectos equivalentes a los de la Cosa Juzgada.

Del mismo modo, nos encontramos en la precisa (y mejor) ocasión para ir estructurando una contrademanda o proceso de reconvención, por todo el daño que  Guyana ha venido perpetrando a Venezuela.

Los agentes venezolanos que comparecerán ante la Corte, en la fecha arriba señalada, tienen todo el derecho, en nombre de nuestro país, de formular una demanda o instaurar un juicio en paralelo contra quien nos ha demandado. Todo, relacionadamente,   con y en  el mismo proceso.

Precisamente, el Jurado sentenciador, conforme en pleno y justo derecho, debe admitir la solicitud reconvencional nuestra; porque existe absoluta  conexión entre las  pretensiones en litis y las que han sido identificadas  objeto de la demanda principal.

 

domingo, 15 de agosto de 2021

 

Ginecocidio: más que una nueva palabra, una reivindicación humana

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

He vendido justificando argumentativamente e insistiendo ante nuestra Real Academia   Española (RAE) que hay una trampa léxico-semántica urdida en la construcción y en el significado del término femicidio; con el cual se ha pretendido atenuar y ocultar lingüísticamente una verdad: la muerte de las mujeres.

En el escrito que consigné ante la Real Academia Española –que fue admitido y referido a su sala de observación– sostenemos que es un desacierto lingüístico expresar femicidio para hacer saber que se comete “homicidio” contra la mujer.

Esta escogencia terminológica (que además confunde) nos luce impropia. Les digo porqué. Por cuanto, un homicidio se comete contra un hombre. Así entonces, aniquilar físicamente a una mujer no puede ser homicidio, sino Ginecocidio; del griego: Gyné, Gynaikos, Gineco que denota con exactitud: mujer; más el sufijo –cidio, cid, que se forma por apofonía de caedere: matar, cortar.

 

Como todos saben, la mencionada  indagación lingüística, contentiva de mi propuesta, la entregué a  la Real Academia Española, para que – según apruebe los estudios que le hagan- se cree un nuevo vocablo: Ginecocidio.  Este trabajo de  inmediato entró en un proceso complejo y exhaustivo, para evaluarlo integralmente.

 

Debo manifestarles la inmensa alegría que sentí, en mi condición de proponente del citado neologismo, cuando a este nuevo término -- como paso introductorio para su posible admisión--  le abrieron un expediente (registro).

Procedieron nuestros honorables académicos, acto seguido, a nombrar  una comisión de lexicógrafos, para que iniciaran el trabajo de disección morfo-sintáctica;  de examinar si cumplía con los requerimientos de válida   construcción léxico-semántica; así además,  su articulación fonética, la  posible   función fonológica que se le atribuye, su semiótica (significado preciso), la  aplicación pragmática ( uso práctico en una circunstancia determinada), o de cualquier otra consideración que ellos crean conveniente para el análisis.

Exigente e interesante labor a la que ha sido sometido el vocablo Ginecocidio, por parte de nuestra máxima autoridad de la lengua española en el mundo; precisamente porque tal rigor comporta una de sus específicas funciones, según lo contempla el artículo primero de sus Estatutos: “[...tiene como misión principal velar por que los cambios que experimente la Lengua Española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico. Debe cuidar igualmente de que esta evolución conserve el genio propio de la lengua, tal como ha ido consolidándose con el correr de los siglos, así como de establecer y difundir los criterios de propiedad y corrección, y de contribuir a su esplendor….”

Hemos  entregado a tiempo, a la RAE,  todos los elementos justificadores de Ginecocidio, como  palabra que nace y reclama, más temprano que tarde, su justo  espacio en el olimpo del léxico de nuestro idioma.

Debo dejar dicho también que, a veces, se producen   decepciones y críticas al  Alma Mater de las Letras  por incorporar al Diccionario de la Lengua española (DLE) palabras que no se usan o que nadie conoce, dejando atrás otras cuya notoriedad y merecimientos son evidentes.

 Estoy consciente de todos esos riesgos; sin embargo, tengo la inmensa satisfacción que  asumo, como tarea, un modesto aporte lingüístico para develar, con la mayor exactitud, los crímenes atroces que contra las mujeres  se cometen; y que la mayoría de las veces, algunos medios de comunicación, además  en la RED o en conversaciones cotidianas, se pretende disimular el Ginecocidio: liquidación física de un ser humano, nombrándolo como femicidio o feminicidio (muerte por razones de género).

Prestemos atención a lo siguiente: el horrendo caso de las dos jovencitas asesinadas por el monstruo de Turén (Portuguesa), en marzo de este año, jamás puede ser calificado de femicidio; dado que el mismo perpetrador del crimen señaló que él no conocía a sus víctimas (ni ellas entre sí); que no supo por qué lo hizo, y que Dios no le perdonaría.  No fueron  feminicidios (muertes por el solo hecho de ser mujeres). Fueron Ginecocidios.

Entre muchos casos que se han registrado este año, analicemos este más reciente, ocurrido en las inmediaciones de la Autopista Regional del Centro (ARC), estado Carabobo; cuando los cuerpos de seguridad se encontraron, el 10 de agosto, con los cadáveres  de dos  mujeres –madre e hija--, identificadas como Rosa Angélica Jaime de 23 años y Ángela Jaime de 42; presentaban múltiples golpes a nivel del cráneo y que habrían sido despojadas de una suma de dinero. Existe una investigación en curso para determinar lo sucedido.

Tamaña abominación  jamás  puede ser calificada como  femicidio o feminicidio. Hay que denunciarlo como lo que realmente se cometió: Ginecocidio.

 A ese absurdo, de no querer decir las cosas por su nombre, nos oponemos. Y como hay insistencias para presentar y maquillar públicamente la muerte de una mujer como un homicidio, estamos obligados a aclarar y refutar que   homicidios, únicamente, se perpetran contra los hombres.

Entendamos, en solidaridad humana, que cuando liquidan físicamente a una mujer, no están matando al género femenino; están matando a la mujer, al ser humano.

La RAE nos hace, a cada momento,  la severa advertencia con respecto al   vocablo propuesto, Ginecocidio: debe tener plena acogida en todos los ámbitos comunicativos. Ellos denominan esta práctica, Frecuencia de Uso. Así entonces, solicito la cooperación para que le demos Frecuencia de Uso al vocablo propuesto, en nuestros diarios y constantes actos de habla; incluso  cuando nos toque, lamentablemente, referirnos a este citado fenómeno de socio patología.

 

 

viernes, 13 de agosto de 2021


 

 Me permito narrar un hecho significativo, que me ocurrió en una comunicación simultánea( vía skype), que sostenía con el apreciado deltano Johan Óbdola, quien se desempeña como Director Ejecutivo de la Organización para la Inteligencia y la Seguridad en los Emiratos Árabes Unidos ( me hacía la traducción al respecto) y el señor Fajed Bin Al Sheikn Vice Presidente de Autism Trust Foundation.

De repente se fue " la luz" en Tucupita; y desde allá se impresionaron por la forma abrupta como yo me había retirado de la conversación .
Cuando se supo lo sucedido, el ciudadano de Dubai señaló que en toda su vida, jamás ha tenido conocimiento que en esa nación se haya interrumpido --por ningún motivo-- la energía eléctrica; añadió, además, con justificada perplejidad, cómo se hace en una situación así, para atender: hospitales, ascensores, tránsito vehicular, suministro de agua potable,llamadas de emergencias. estaciones de servicio....etc. etc.
Y nos preguntamos, en este pedazo de tierra nuestra, cuánto hemos resistido.
De qué estamos hechos en Venezuela y ( particularmente) en el Delta.

jueves, 12 de agosto de 2021

 

 

La ciudadanía no se compra en paquete cerrado

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

Una   cordial advertencia, en el inicio de esta reflexión, que quizás abone un poco para dirimir y ampliar un interesante tópico que, por encontrarnos dentro de éste, no nos percatamos de su existencia.

Entendamos de una vez por todas que la ciudadanía no está hecha.

La ciudadanía no viene prefabricada de ninguna parte.

La ciudadanía no es un artefacto de moda para uso eventual y luego desechar a capricho.

A la ciudadanía hay que estarla haciendo a cada instante, y por más que la ejercitemos   no se agota; al contrario, se ensancha. La práctica de la ciudadanía “vive” en un constante devenir: siendo y haciéndose.

Dónde encontrar, aunque sea un pedazo aprovechable de ciudadanía, puede llegar a preguntarse alguien. Responderíamos: la ciudadanía   aflora en múltiples ámbitos. Allí, exactamente donde los seres humanos hacemos factibles nuestras existencias: la familia, la escuela, la vecindad, la calle, los centros comerciales, las iglesias en sus distintas confesiones, las buenas conversaciones, en los espacios laborales. Además, desde los medios de comunicación, las Redes sociales, en la espontánea socialidad que nace en el transporte público; en fin, en el constante relacionamiento vivencial.

En ese mismo orden, La cultura constituye el factor más importante (que asume la condición necesaria y suficiente) que nos vincula como sociedad.

Luce válido admitir que comunidad, sociedad y cultura crean un tejido indisoluble. Un sistema donde esos tres elementos están perfectamente imbricados. Ese sistema hace posible la ciudadanía.

Un sistema, completo. Si alguno de sus componentes se deteriora, obviamente repercute y afecta de modo severo a los otros dos, que también construyen esa interesante tríada. Dicho más claro y directo: cultura-sociedad-comunidad están en una amalgama interesante, de tal manera que se hace imposible su desanudamiento.

La ciudadanía debe hacerse con autorregulación, con carácter pacífico y muy responsablemente. A la dimensión legal (sus leyes y todas las normas) de la ciudadanía debemos sumar la visión filosófica que nos indica qué tipo de sociedad aspiramos construir y modelar; es decir, el fin último que deseamos alcanzar en la integración social que perseguimos, como seres humanos.

Añádase allí también la dimensión socio-política la cual es el basamento de las prácticas consideradas cotidianas: cooperación en el diseño de las políticas públicas; solicitar que se agranden los Derechos Humanos; exigir que se cumpla el “Contrato Social” que nos damos. Estamos obligados, para sostener la ciudadanía, a participar-dialogar en los eventos de la esfera pública y en sus diferentes instancias; asumir que disfrutar de las libertades y de los beneficios estatales no deriva de una concesión graciosa de nadie en particular; sino que la ciudadanía la debemos construir nosotros cada día.

(Fotos: cortesía de Oscar Cedeño)

domingo, 8 de agosto de 2021

 

Hacia una educación amable y de calidad

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

 

Las distintas consideraciones que diremos de aquí en adelante; tal vez, para algunos, no les resulte difíciles, ni extrañas y menos polémicas. ¡Alabado sea! Porque concluirán que es un fenómeno obvio y muy difundido; aunque no lo suficientemente debatido.

Comienzo por develar con crudeza que presumimos de la mejor educación en el mundo hasta que nos toca compararnos. Hasta el preciso momento en que tenemos que contrastar nuestras metas de educación y escolaridad --dos conceptos muy distintos—frente a otros países.

Si, tristemente, esa es nuestra realidad. Se nos ven las costuras por las limitaciones y demás falencias al momento cuando los indicadores de Calidad Educativa quedan patentizados en las Pruebas Pisa: Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos, la cual se aplica en estos momentos en 79 países.

No hay excusa que valga para, quienes somos hechuras y estamos comprometidos con la academia, pretender escurrir el obligado debate y la plural confrontación que abra horizontes y despliegue nuevas miradas por el futuro de la educación en Venezuela. Parece un atrevimiento teñido de audacia que escrutemos a la educación desde sus interioridades. Eso es lo hermoso. Aunque produzca vértigos. Quiénes más sino nosotros, en sentido genérico para reconocer, luego del diagnóstico más descarnado,  que la educación nuestra, en sus distintos niveles y modalidades  ha devenido ( y empeorado con la situación pandémica) en  una estructura metodológica  ambigua; con contenidos programáticos imprecisos y mediocres, que poco o nada ha hecho para ir adaptando sus mecanismos,  y procedimientos conforme a  las exigencias de los tiempos actuales; por lo que debemos  admitir que otras poblaciones en el mundo se han sobrepuesto a las cuarentenas, en el ámbito educativo ; y hoy ya arrojan indicadores   con un ritmo de aceleración superior, en todo, valga decir hasta para la construcción de conocimientos.

La actitud plañidera quedó desterrada. Esas naciones se han visto obligadas a avanzar, a partir de los procesos educacionales.

La idea de nuestro presente planteamiento viene dada por la problematización que siempre deseamos despertar para cooperar al proceso de enseñanza-aprendizaje en Venezuela.

La invitación insistente –al respecto-- es para que develemos cosas, para que digamos con pertinencia lo apropiado a las circunstancias. Por ejemplo, el atascamiento en que se encuentra la educación nuestra. No debemos callar; por cuanto, estaríamos cohonestando por omisión el daño que se perpetra contra el presente y el futuro del país, a través de un sistema escolar que requiere y pide una exhaustiva evaluación y transformación. Porque orgánica y funcionalmente ya colapsó.

 Durante bastante tiempo se ha presupuesto que la función de un enunciado está limitada a describir un estado de cosas o hechos; con afirmación o negación y como que todo llegaba hasta allí. Muy pocos, o casi nadie tenía la osadía de irrumpir con fuerza para poner en cuestión las frases lapidarias que se pronunciaban con reverencial acento; del tipo: “tenemos la mejor educación universitaria del mundo” o esta otra “Venezuela libre de analfabetismo”. Así se construyeron mitos y medias verdades.

Pobre de aquél que intente hurgar en los registros y demás documentos para ver y comprobar si es verdad tanta belleza.

 Ya basta de mantenernos en una escasa y muda resistencia ante los desmanes que de rutina se cometen. Acongoja que nadie niegue nada.

En apariencia, unos resultados –conscientes de sus despropósitos-- son asumidos y aceptados sin objeciones, con infortunado dogmatismo. Tal herencia no es nueva, la jalonamos desde muy atrás.

Una de las premisas que hemos sostenido quienes abrigamos, por razón y emoción, a la Educación viene dada en que no basta enseñar, aunque sea rápidamente, hay que hacerlo también sólidamente.

 En vez de recurrir, casi sin escapatoria a los “libros muertos”; a los niños, jóvenes y adultos deben presentárseles las vivencias. Tanto lo dijo, en diversos escenarios académicos Félix Adam “Sólo haciendo se puede aprender a hacer”.

En vez de palabras: sombras de las cosas, nos atrevemos a añadir, que lo que hace falta en las escuelas es el conocimiento de las cosas mismas. Debe ser nuestro reto educativo pospandemia.

Las sociedades humanas han procurado desde siempre la plena superación, no exentas de tropiezos. Sin embargo, por muy insalvable que aparente ser el obstáculo a vencer irrumpe desde sus cimientes espirituales una fuerza, que algunos osados califican de telúrica, que impele al hombre o mujer a avanzar. De hecho, tal vez con placer o con dolor, todo en la sociedad humana tiene una intencionalidad pedagógica. No le añada usted ningún ápice de dudas, porque así exactamente es. Haga algo, por curiosidad, y al rato conseguirá espontáneos imitadores que desean replicar. Todos aprendemos de todos.

La educación, primero pedagógica y luego andragògica, transcurre toda la vida, en sus diversas etapas, porque siempre estamos aprendiendo.

Cuántas veces el docente puede ahorrarle al estudiante, de cualquier grupo etario, años de sufrimiento y frustración sólo con una palabra amable, un gesto de identificación, la ubicación en su mismo plano de aprendizaje. Pero, un educador con la autoestima baja, poco remunerado, como el nuestro, tanto en dinero como aliciente vocacional, jamás podrá dar a los otros lo que él mismo está necesitando como el aire que respira.

En este tramo epocal venezolano, cada vez que se ha intentado abrir los ojos para ver en el atolladero en que se encuentra la educación, a alguien se le ocurre que hay que nombrar una comisión de reforma curricular.

 Esa salida la hemos antagonizado siempre; porque, pensamos que por el camino de la reforma no vamos para ninguna parte. La re-forma lleva implícita la intención de analizar únicamente las formas, los aspectos, los bordes, los esquemas, las apariencias. Y de lo que se trata es llegar a la raíz del asunto, trastocar y desmontar las lógicas, desanudar las racionalidades con las cuales se han tejido los errados y desacreditados pensamientos en y desde las instituciones dispensadoras de educación.

La tarea inicial para que operen esos elementos transformacionales deben y tienen que partir de un cambio actitudinal de nosotros. Una iniciativa de transformación para ensanchar la cognoscibilidad en nuestra educación se obliga a conectar todas las dimensiones inmanentes y trascendentes de los seres humanos.

 

 

domingo, 1 de agosto de 2021

 

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Guayana Esequiba: a la Corte con irrebatibles pruebas cogentes

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Miembro de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

 

 

Tengo la seguridad que una inmensa porción de compatriotas venezolanos coincide conmigo cuando expreso que lo peor que podemos hacer es abrir una innecesaria e inconveniente confrontación política-partidista interna en nuestro país, en este momento apremiante cuando nos encontramos concernidos en una muy seria confrontación jurídica por la séptima parte de la geografía venezolana, que nos arrebataron de manera alevosa y vil.

 

Hoy, más que nunca, se hace imprescindible la absoluta y sólida unidad de todos los sectores, sin excepciones.

 

Construyamos sin recelos ni mezquindades un bloque de defensa compacto y pétreo, para contrarrestar las acechanzas de la Parte que nos rivaliza en el pleito unilateral que ellos interpusieron en la Corte. Si nos peleamos internamente o nos ausentamos de la Corte, de todas maneras, el juicio sigue su curso. No hay vuelta atrás.

 

Nos encontramos ante un hito histórico disyuntivo. Estamos obligados a demostrar distantes de posiciones elusivas o reticentes, un hecho de vital trascendencia para la vida de la nación: la Guayana Esequiba siempre nos ha pertenecido.

 

La séptima parte de nuestra geografía territorial, 159.500 km2, la que nos arrebataron con vileza, no es poca cosa. Puede corresponderse, en extensión, a mucho más que todo el occidente de Venezuela y parte de algunos estados del centro del país.

 

Nuestra contención tiene suficiente asidero jurídico e histórico, y la fortaleza moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie.

 

Los reclamos que hemos sostenido, hace más de un siglo, no están anclados en una malcriadez diplomática, capricho nacional o un empecinamiento sin asidero.

 

La Contraparte en el litigio sabe que poseemos bastantes documentos. Conocen además que nos encontramos apertrechados con los Justos Títulos (con determinación cogente) que avalan la histórica propiedad, incuestionable, de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.

 

Para el 8 de marzo del año 2023, cuando el Jefe de Estado –por cuanto es su atribución constitucional-- determine la comparecencia de Venezuela en el Alto Tribunal de La Haya, será densa y de pleno derecho la alforja de Títulos (que no admiten pruebas en contrario) que presentaremos para la examinación e investigación por parte del Jurado sentenciador de la Corte Internacional de Justicia.

 

En el caso litigioso que nos ocupa frente a la pretensión guyanesa, en la actualidad; el cual ha escalado hasta la Corte Internacional de Justicia, nos atrevemos a exponer el carácter de cogencia de nuestros Justos Títulos —iuris et de iure-- que acompañan a la enjundiosa cartografía que nos respalda. Títulos y mapas en una alforja compacta de probanzas.

Por lo pronto, atendamos a la siguiente observación/pregunta: ¿cómo observa el Derecho Internacional el denominado Principio de la   Efectividad en el establecimiento de las fronteras?

 

Como concepto jurídico, el Principio de la Efectividad ha sido discutido en relación a la preminencia del título sobre un territorio; donde el Derecho Internacional insiste en favorecer la preferencia del título jurídico por encima de la ocupación circunstancial o la posesión ilegítima.

 

La Corte ha decidido en una serie de sentencias, que han creado jurisprudencias, que un título jurídico preexistente (como nuestro caso con la Cédula Real de Carlos III, de 1777) prevalece sobre una administración del territorio en controversia, por parte de otro Estado.

 

Un Estado puede completar, pero no contradecir el título jurídico preestablecido.

Una expresión clara de esta afirmación, lo ha dicho el Alto Tribunal en el pleito entre Camerún y Nigeria. Como también, cuando la CIJ falló –aunque discutida la sentencia- -en la controversia fronteriza territorial, insular y marítima entre El Salvador y Honduras.

 

Las fronteras han tenido, por su propio ámbito de aplicación, una relación estrecha con la cartografía. Este es otro punto de aprendizaje, y para nuestro favorecimiento.

 

Prestemos mucha atención a lo siguiente. La propia Sala sentenciadora de la ONU, ha dictaminado siempre que las cartografías constituyen – apenas– elementos auxiliares en una controversia interestatal.

 

Los mapas suelen jugar un rol importante, ya sea como integrante del tratado que se aplica al caso concreto, o porque muestran una forma de interpretar la intención real de las Partes, y pueden servir de prueba auxiliar o confirmatoria de aquélla.

 

Esta conclusión fue expuesta en la sentencia de la CIJ en el asunto Burkina Faso/Mali; donde se planteó el valor de los mapas y su relación con el título sobre un territorio.

 

En este caso, por ejemplo, se dictaminó que un mapa anexo a un título jurídico es un elemento complementario del cual forma parte integral. El título es más importante que el mapa.

 

La Corte sentó la jurisprudencia que la cartografía alegada por un Estado Parte, en un proceso de litigación, constituye, ciertamente, una expresión física de la voluntad del Estado concernido; pero no es suficiente como elemento de probanza definitiva.

 

La Sala decidió que, en las delimitaciones fronterizas, los mapas condensan (representatividad geoespacial) simplemente información, y nunca títulos territoriales por sí solos. Son meramente pruebas extrínsecas, que pueden usarse, junto con otras, para determinar los hechos reales. Su valor depende de su fiabilidad técnica y de su neutralidad en relación con la controversia y las Partes.

 

A partir de los mapas presentados no se puede efectuar una inversión de la carga de la prueba. Conforme a la Corte, los mapas no poseen –eo ipso– fuerza probatoria en una confrontación.

 

 En el caso litigioso que nos ocupa frente a la pretensión guyanesa, en la actualidad; el cual ha escalado hasta la Corte Internacional de Justicia, nos atrevemos a exponer el carácter de cogencia de nuestros justos títulos –juris et de jure—que acompañan a la densa cartografía que nos respalda. Los Justos Títulos y los mapas nos han dado siempre la razón.

 

 Decimos que hay suficiente cogencia; porque, los argumentos jurídicos, históricos, cartográficos que aportamos confirman nuestra propiedad sobre esa extensión territorial en contención. Todos señalan afirmativamente que la Guayana Esequiba siempre ha sido nuestra; así entonces, las conclusiones a tales premisas inductivas deben darnos un aporte deductivo a nuestro favor.

Me permito explicar. Nuestro portafolio cartográfico ha adquirido la condición de argumento cogente; porque sus elementos constituyentes (los mapas que lo componen) resultan, en sí mismas, premisas de reiteración histórica hacia nosotros. Los mapas han develado en su conclusión: la Guayana Esequiba ha estado siempre en cualquier cartografía venezolana.

 

Si todos los mapas inductivamente dicen que sí, entonces la conclusión deductiva es sí. Así se construye y comporta un argumento cogente irrebatible.

 

Vamos por partes. Conforma un legajo incuestionable todo el mapeado del reconocido geógrafo y académico Juan de la Cruz Cano y Olmedilla del año 1775. Un mural realizado con ocho planchas de cobre, valorado como el más completo mapa que se haya hecho de América del Sur hasta la utilización de métodos cartográficos contemporáneos.

 

Apreciemos otra otro elemento inductivo que coopera para consolidar la cogencia de la conclusión argumentativa: la obra cartográfica del inglés Joseph Hadfield, de 1839; la cual fue hallada en Londres, en el año 2018, por el abogado Ugo Giuliani, quien donó al Estado venezolano esos mapas legítimos y auténticos, que demuestran la inclusión de la Guayana Esequiba en el contexto geográfico venezolano.

 

Más pruebas al respecto. El mapa político y atlas de las provincias venezolanas, realizado por Agustín Codazzi, en 1840; el cual ha sido considerado un elemento de cogencia (respaldado por investigaciones geográficas, sobre todo en la provincia de Guayana).

Añadamos, también, el elogiable aporte cartográfico, plasmado en el elogiable trabajo del ingeniero y exrector de la UCV, Muñoz Tébar, en 1887, fundamentalmente hacia la parte oriental de nuestro país.

En la Corte Internacional de Justicia, hasta este momento, al día de hoy, Guyana en su Pretensión Procesal, no ha consignado el más mínimo documento que demuestre la propiedad de esa nación sobre la extensión de la Guayana Esequiba. Ni títulos ni mapas.

 

Ellos solo se han limitado a exponer (sin motivación y ninguna fundamentación) la condición de válido y vinculante al írrito y nulo Laudo Arbitral de París, y piden que la Corte, en las audiencias venideras y en la decisión sentencial esperada le dé carácter de Cosa Juzgada (Res Judicata), al mencionado documento, generado bajo un ardid tramposo.

 

En el Recurso interpuesto por Guyana contra Venezuela no hay en sus anexos documentos históricos que demuestren o prueben nada

 


En un estudio aleatorio  de opinión de la Empresa Especializada  Auténtica, mediante   una muestra de la  población electoral, en el estado Delta Amacuro, realizado en varias etapas, a través de ( 300) consultas telefónicas, en el lapso de una semana, coordinado por expertos en sondeos y encuestas; se obtuvieron los siguientes resultados ( coincidentes con otras firmas de trabajos similares) : 84,1% de la población cree necesario un cambio de gobierno y 81,8% piensa que la oposición debe participar en los comicios del 21 de noviembre.

 Más de la mitad de los consultados están  dispuestos a sufragar en las elecciones regionales y municipales si todos los actores políticos llaman a participar..

Este trabajo, junto con los que se adelantan en otras regiones del país, sirve para  proyectar  probables   escenarios posibles a futuro en el área económica, social e internacional:.

 La toma muestral se llevó a cabo en la circunscripción del municipio Tucupita en la última semana de julio mediante entrevistas a mayores de edad.  De este segmento representativo, 25,3% se auto identificó con el chavismo, 35,9% con la oposición y 38,8% con ninguna tendencia política.

Aunque, curiosamente, 52% ha escuchado sobre la designación de nuevos rectores del CNE y 48% lo desconocía, la encuesta revela que 53% está muy seguro de ir a votar el 21 de noviembre, versus un 12,3% que manifestó que seguramente se abstendrá; sin embargo, la disposición a participar en los comicios regionales aumenta a 60% si todos los actores políticos llaman a votar. Por el contrario, si Guaidó y el G4 (AD, Voluntad Popular, Primero Justicia y UNT) piden no hacerlo, la intención de participación cae a 44%.

Regionalmente, ante  las  supuestas candidaturas a la gobernación del estado Delta Amacuro; por parte de la  Dra. Lizeta Hernández, en representación del gobierno, a la reelección y la del Dr. Abraham Gómez, por la oposición; los números señalan que Gómez obtendría la victoria con  51,6% de apoyo, mientras que la Dra. Hernández cuenta con 23,4%, el grupo restante no votaría 10% o no sabe 15%.

Al consultar sobre los tres principales problemas que confronta hoy la población deltana destacan: los servicios públicos, ( 30,19) la inseguridad (25,8%),aunado a los altos costos de la comida   (23,3%).

 En los análisis e interpretación de la data, la población electoral de la región consultada aspira cambios consistentes  en la conducción ejecutiva del estado.