sábado, 25 de febrero de 2023

 

Guayana Esequiba: ¿Buena fe en el procedimiento de solución o desconcertante ingenuidad?

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión de Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

La extensión territorial que nos desgajaron –cuyo caso en la actualidad se dirime por ante la Corte Internacional de justicia en espera de un pronunciamiento previo de la Excepción Preliminar introducida por nosotros--, permanentemente ha constituido un apetecible espacio geoestratégico por su ubicación y por sus incalculables riquezas mineras, hídricas, forestales, energéticas, faunísticas, edafológicas, petroleras etc.

Estamos hablando de casi 160.999 km2; ámbito muchísimo más grande que algunos países europeos, asiáticos y centroamericanos.

Diferencialmente a lo que ha venido exponiendo la contraparte --en distintos escenarios internacionales--, La Excepción Preliminar que está a punto de decidirse en la Sala Jurisdicente de la ONU no es un invento fortuito de Venezuela o un desenlace sobrevenido para dilatar la resolución jurisdiccional de la controversia.

Dicho lo anterior, manifestamos al país – claramente-- la siguiente advertencia: el Proceso iniciado por la Acción interpuesta no se ha paralizado. El juicio, como tal, está por verse. Lo que logramos, con la Excepción Preliminar, es que la contraparte justifique previamente ante la Corte, entre otros aspectos, en qué elementos basó el escrito presentado contra nosotros. Hasta el día de hoy no tienen con qué ni cómo.

Nosotros estamos convencidos que en estricto derecho debe ser declarada inadmitida la señalada manifestación de voluntad guyanesa contra Venezuela.

 En justicia así lo espera todo nuestro país.

Nos encontramos expectantes; primero esperando la desestimación de la demanda, para estructurar y proceder de inmediato con una expedita estrategia de solución “práctica y satisfactoria”, conforme al contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966. Único documento base, insoslayable, sobre el que deben plantearse las probabilidades jurisdiccionales del Ente Juzgador.

Estamos contestes – porque es una inquietud insistente-- que si en el espacio terrestre del Esequibo ha habido una severa contención e “inacabable” controversia; la situación siempre ha estado complicada — tal vez mucho más– hacia el Mar Territorial, Zona Contigua, Zona Económica Exclusiva y su extendida Plataforma continental.

Seguros estamos que también habrá solución (y saldremos airosos) en nuestra proyección atlántica.

Esa inmensidad de territorio discutido, que constituye un extraordinario potencial de desarrollo sostenible, lo vamos a reivindicar y será restituido a Venezuela.

No nos cansaremos de denunciar que esa extensión geográfica nos la arrebataron. Fuimos vilmente despojados de esa séptima parte con el denominado “Laudo Arbitral de París del o3 de octubre de 1899”; adefesio jurídico que desde entonces hemos calificado de írrito y nulo, de nulidad absoluta. Inexistente y forcluído.

Constituye una desvergüenza y nos enardece leer y analizar el párrafo siguiente, de las conclusiones de la recién celebrada, cuadragésima cuarta asamblea de la Comunidad del Caribe (CARICOM), Bahamas, 17 de febrero de 2023:

”… Los Jefes de Gobierno fueron actualizados sobre el caso que se encuentra ante la Corte Internacional de Justicia para la solución de la controversia entre Guyana y Venezuela…Los Jefes de Gobierno reiteraron su pleno apoyo al proceso judicial en curso y alentaron la plena participación de Venezuela en el proceso. Los Jefes de Gobierno reafirmaron su firme e inquebrantable apoyo al mantenimiento y preservación de la soberanía e integridad territorial de Guyana…”

Nótese que es la fecha, precisamente, cuando se cumple el (57) aniversario de la firma y puesta en vigor jurídico el Acuerdo de Ginebra. Colegimos, entonces, que la excolonia británica y sus acompañantes no asoman la menor posibilidad de zanjar de buena fe el pleito interestatal que nos ocupa.

Determinantemente expresamos y dejamos sentado para esos países, participantes de la citada reunión regional y suscribientes del comunicado, in comento; también para el resto del mundo, que no estamos haciendo otra cosa sino defendernos, con la fuerza que nos proporciona el derecho, de la vil maniobra perpetrada contra nosotros hace más de un siglo.

Nuestra contención tiene suficiente validez y eficacia   jurídica (sustentada en justos títulos traslaticios); reforzada con muy buenas fuentes, en cuanto pruebas   cartográficas e históricas; además, la entereza moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie. Tampoco nos vamos a dejar atropellar o amedrentar.

Sin pecar de ingenuos (porque sabemos lo que está en juego y lo que se mueve) estamos librando una batalla, -- con legítimos actos procesales – contra la más descarada e inmerecida   emboscada jurídica urdida el día 29 de marzo del año 2018; cuando   Guyana interpuso acciones contra la República Bolivariana de Venezuela. Increíblemente contra nosotros, quienes siempre hemos querido mantener un clima de paz y entendimiento de buena vecindad; al tiempo de intentar todas las diligencias pertinentes para buscarle una solución al conflicto arrastrado. Digamos un arreglo que sea convenido entre ambos países; dentro del Acuerdo de Ginebra, documento que nos mandata para esos propósitos; que impone en su artículo primero:

Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito”. (subrayado mío para resaltar los concernidos—inexorables-- en el pleito)

Argumentación aceptada por los suscribientes del Acuerdo de Ginebra, plenamente vigente.

Por si fuera poco, hay una consideración irrefragable bastante más explícita contemplada  en el artículo V:

 “Con el fin de facilitar la mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento, nada de lo contenido en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución por parte de Venezuela, el Reino Unido o la Guayana Británica de cualesquiera bases de reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera derechos que se hubiesen hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía territorial o como prejuzgando su posición con respecto a su reconocimiento o no reconocimiento de un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de ellos sobre tal soberanía territorial.

 Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía en dichos Territorios…” (subrayado mío para que se observe la intromisión imprudente de la CARICOM, ya comentada)

Se ha Dicho que el Acuerdo de Ginebra permitió a los británicos “lavarse las manos”, y dejar a Venezuela que se las entendiera sola con Guyana en esta controversia. Eso no es cierto; por cuanto, el Reino Unido se comprometió, señaladamente en las negociaciones previas de sus representantes y los nuestros y como firmante del Acuerdo a permanecer en esta lid, para contribuir a alcanzar una conclusión satisfactoria.

viernes, 24 de febrero de 2023

 

Guayana Esequiba: ¿Buena fe en el procedimiento de solución o desconcertante ingenuidad?

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión de Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

La extensión territorial que nos desgajaron, y que en la actualidad se dirime por ante la Corte Internacional de justicia en espera de un pronunciamiento previo de la Excepción Preliminar introducida por nosotros, permanentemente ha constituido un apetecible espacio geoestratégico por su ubicación y por sus incalculables riquezas mineras, hídricas, forestales, energéticas, edafológicas, petroleras etc. Ámbito muchísimo más grande que algunos países europeos, asiáticos y centroamericanos.

Diferencialmente a lo que ha venido exponiendo la contraparte --en distintos escenarios internacionales-- La Excepción Preliminar que está a punto de decidirse en la Sala Jurisdicente de la ONU no es un invento fortuito de Venezuela o desenlace sobrevenido para dilatar la resolución jurisdiccional de la controversia.

Dicho lo anterior, manifestamos al país – claramente-- la siguiente advertencia: el Proceso (o juicio como tal) no se ha paralizado. Lo que logramos, con la Excepción Preliminar, es que la contraparte justifique previamente ante la Corte, entre otros aspectos, en qué elementos basó la Acción interpuesta contra nosotros. No tienen con qué.

Nosotros estamos convencidos que en estricto derecho debe ser declarada inadmitida la señalada manifestación de voluntad guyanesa contra Venezuela.

 En justicia así lo espera todo nuestro país.

Nos encontramos expectantes, primero esperando la desestimación de la demanda, para estructurar y proceder de inmediato con una expedita estrategia de solución “práctica y satisfactoria”, conforme al contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966. Único documento base, insoslayable, sobre el que deben plantearse las probabilidades jurisdiccionales.

Estamos contestes – porque nos lo preguntan con insistencia-- que si en el espacio terrestre de la Zona del Esequibo ha habido una severa contención e “inacabable” controversia; la situación siempre ha estado complicada — tal vez mucho más– por el Mar Territorial, Zona Contigua, Zona Económica Exclusiva y su extendida Plataforma continental. También habrá solución en nuestra proyección atlántica.

Esa inmensidad de territorio discutido constituye un extraordinario potencial de desarrollo sostenible. Lo vamos a reivindicar y será restituido a Venezuela.

Esa extensión geográfica nos la arrebataron. Fuimos vilmente despojados de esa séptima parte con el denominado “Laudo Arbitral de París del o3 de octubre de 1899”; adefesio jurídico que desde entonces hemos calificado de írrito y nulo, de nulidad absoluta. Inexistente y forcluído.

Cuando leemos y analizamos el párrafo siguiente, de las conclusiones de la recién celebrada, cuadragésima cuarta asamblea de la Comunidad del Caribe (CARICOM), Bahamas, 17 de febrero de 2023:

”… Los Jefes de Gobierno fueron actualizados sobre el caso que se encuentra ante la Corte Internacional de Justicia para la solución de la controversia entre Guyana y Venezuela…Los Jefes de Gobierno reiteraron su pleno apoyo al proceso judicial en curso y alentaron la plena participación de Venezuela en el proceso. Los Jefes de Gobierno reafirmaron su firme e inquebrantable apoyo al mantenimiento y preservación de la soberanía e integridad territorial de Guyana…”

Nótese que es la fecha, precisamente, cuando se cumple el (57) aniversario de la firma y puesta en vigor jurídico el Acuerdo de Ginebra. Colegimos, entonces, que la excolonia británica y sus acompañantes no asoman la menor posibilidad de zanjar de buena fe el pleito interestatal que nos ocupa.

Determinantemente expresamos y dejamos sentado para esos países, participantes de la citada reunión regional y suscribientes del comunicado; como además para el resto del mundo, que no estamos haciendo otra cosa sino defendernos, con la fuerza que nos proporciona el derecho, de la vil maniobra perpetrada contra nosotros hace más de un siglo.

Nuestra contención tiene suficiente validez y eficacia   jurídica (sustentada en justos títulos traslaticios); con muy buenas fuentes, en cuanto pruebas   cartográficas e históricas; además, la fortaleza moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra nadie. Tampoco nos vamos a dejar atropellar o amedrentar.

Sin pecar de ingenuos (porque sabemos lo que está en juego y lo que se mueve) estamos librando una batalla, -- con legítimos actos procesales – contra la más descarada e inmerecida   emboscada jurídica urdida el día 29 de marzo del año 2018; cuando   Guyana interpuso acciones contra la República Bolivariana de Venezuela. Increíblemente contra nosotros, quienes siempre hemos querido mantener un clima de paz y entendimiento de buena vecindad; al tiempo de intentar todas las diligencias pertinentes para buscarle una solución al conflicto arrastrado. Digamos un arreglo que sea convenido entre ambos países; dentro del Acuerdo de Ginebra, documento que nos mandata para esos propósitos; que impone en su artículo primero:

Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito”. (subrayado mío para resaltar los concernidos—inexorables-- en el pleito)

Argumentación aceptada por los suscribientes del Acuerdo de Ginebra, plenamente vigente. Consideración irrefragable bastante más explícita lo conseguimos en el artículo V:

 “Con el fin de facilitar la mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento, nada de lo contenido en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución por parte de Venezuela, el Reino Unido o la Guayana Británica de cualesquiera bases de reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera derechos que se hubiesen hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía territorial o como prejuzgando su posición con respecto a su reconocimiento o no reconocimiento de un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de ellos sobre tal soberanía territorial.

 Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía en dichos Territorios…” (subrayado mío para que se observe la intromisión imprudente de la CARICOM, ya comentada)

Se ha Dicho que el Acuerdo de Ginebra permitió a los británicos “lavarse las manos”, y dejar a Venezuela que se las entendiera sola con Guyana en esta controversia. Eso no es cierto; por cuanto, el Reino Unido se comprometió, señaladamente en las negociaciones previas de sus representantes y como firmante del Acuerdo a permanecer en esta lid, para contribuir a alcanzar una conclusión satisfactoria.

martes, 21 de febrero de 2023

 

                          G/D (Ej) Oswaldo Sujú Raffo

           Defensor acendrado de nuestra patria

 

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión para la Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

En cada conversación con este insigne ciudadano, uno tenía la posibilidad de seguir aprendiendo; fundamentalmente, en todo lo concerniente a estrategias militares, que fue su campo disciplinar de dominio completo; y que en mi condición de civil tuve que dedicarme a asimilar nuevos conceptos y categorías. Una elogiable experiencia.

Hoy, parte al encuentro con Nuestro Señor un venezolano de extraordinaria excepción para la defensa de nuestra Nación, integralmente.

Hace ya algunos años se comunicó conmigo – telefónicamente—y me dice:

 “¿Estoy hablando con mi paisano Abraham Gómez? ¿Tú estás en Tucupita? Deseaba conocerte, aunque haya sido por esta vía. Te habla Oswaldo Sujú Raffo. Sabes que presido el Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela; y allí hemos estado analizando toda tu trayectoria y estudios sobre la Guayana Esequiba, y decidimos que pases a formar parte del nuestro Consejo Académico, al lado del ilustre constitucionalista Dr. Cesáreo Espinal Vásquez, con el coronel Lucas Vivas Morales, con el internacionalista Jorge Luis Fuguett, con el Dr. Hernández Cartens, con el Dr. Pablo Cohen, entre otros. ¿Cómo te parece?”

Le respondí que para mí significaba un gran honor, tal designación; por cuanto, me daba la ocasión de compartir criterios y vivencias con brillantes profesionales, un equipo de conocedores y expertos en la materia. densamente formados; con lo cual seguiré ensanchando mis conocimientos.

Bueno – me dijo-- en la primera oportunidad, de aquí en adelante, que vengas a Caracas, nos contactamos para proceder a tu juramentación e incorporación formal; pero quedas autorizado, de todas maneras, para que, desde ya, en todos tus escritos y conferencias puedes hacerlo en nombre del Instituto”

Así lo hicimos, y de tal manera lo he venido cumpliendo.

Todas las semanas nos comunicábamos dos y tres veces para escuchar las ideas, propuestas y conjeturas sobre algún hecho de actualidad en el caso litigioso que nos ocupa.

Recuerdo que, en más de una ocasión, cuando nuestras posiciones se volvían demasiado controversiales, me señalaba:

“lo que pasa, Abraham, es que tú eres civil, y los civiles siempre llevan los acontecimientos bajo mucha diplomacia y discursos. Nosotros los militares tenemos otras maneras de resolver los asuntos. Y si se trata de reclamos fronterizos y de límites, te podrás imaginar”

Reconocemos la absoluta autenticidad en sus palabras y hechos.

Mientras estuvo activo comandó – entre muchos otras-- la División de Selva, para lo cual rigió con cabal responsabilidad los estados Delta Amacuro, Bolívar y Amazonas. A lo largo del mencionado desempeño conoció directamente las aspiraciones de desgajamiento territorial, contra nuestra geografía, por parte de los países vecinos.

Con sus destacadas intervenciones en las reuniones del (IDEFV), aunque se daban interesantes discusiones, también había plena coincidencia, y se vertebraba el criterio de que la contención por esa séptima parte que nos han venido usurpando debemos percibirla, en nuestro país, por encima de parcialidades, sin diferenciaciones y sin mezquindades.

El General Sujú Raffo, sostuvo esta prédica constante:

“El Esequibo es tuyo, es mío, es de todos y, como la patria, hay que defenderlo. El problema con Guyana es un problema de Venezuela; eso nos obliga a verlo como un problema de Venezuela y no de ideología ni de interés políticos o grupales. El caso del Esequibo es un caso patente de cómo se irrespeta a un Estado, a una nación por el solo hecho de estar desvalido, en comparación con otros países más poderosos. Si Venezuela estuviera ahora en las mejores condiciones para un arbitraje o un juicio en la Corte estaría bien, pero no lo estamos porque no tenemos una economía sólida, tenemos una crisis económica y social, y seguimos, como hace un siglo, sin la unidad nacional necesaria para poder enfrentar el problema; porque Guyana apenas tiene 40.000 kilómetros cuadrados y están explotando en espacios que no les corresponden, que reclaman Venezuela”

Permanentemente, el General Sujú Raffo expresaba el orgullo de haber  pertenecido y cumplido una intachable misión en las  Fuerzas Armadas; así como estar  – hasta sus últimos días--  al frente  de nuestra   organización civil sin fines de lucro,  fundada en el año 1989, por destacados  y valiosos venezolanos a quienes la Patria siempre estará agradecida;  y cuya razón y causa existencial es el estudio, investigación y divulgación de todo lo atinente  a la defensa de la integridad territorial, marítima y fluvial de Venezuela.

La constancia que sostuvo en todo su emprendimiento venezolanista lo hizo acreedor de la admiración del país en general; porque su lucha en favor de la Soberanía nacional estaba basada en valiosa probanza histórica irrebatible, con suficiente documentación jurídica.

En cada escenario comunicacional que se le ofrecía, manifestaba la síntesis argumentativa de nuestro instituto, que ya habíamos discutido y aprobado:

 “Venezuela tiene todo el derecho para defender lo que ha sido de ella, que han tratado de arrebatarle con falsos argumentos y trampas, apoyados en un inicio por una potencia extranjera del pasado”.

Siempre utilizó las expresiones más acertadas y asertivas para hablar por su país.

Definió con toda claridad que no es una reclamación, sino una historia jurídica del territorio al oeste del rio Esequibo; afirmando con propiedad y conocimientos que todo lo que hay que hacer, respecto a la restitución de lo nuestro, está contenido en el Acuerdo de Ginebra, del 17 de febrero de 1966.

En nuestra última conversación, me delegó la representación del Instituto en las deliberaciones permanentes de la Comisión para la Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial; cuyo gesto me agradó y llenó de orgullo; sobre todo por la emotividad y sencillez como me lo dijo:

Abraham, para que te encargues de llevar la opinión del IDEFV, en los asuntos que se están discutiendo en la Comisión que preside el Dr. Hermann Escarrá; él es un venezolano valioso y muy inteligente. Nos mantienes al tanto de todo lo que allí vayan aprobando. Nosotros confiamos en lo que tú expongas…”

Mi eterno agradecimiento por la deferencia y credibilidad entregada, General Sujú Raffo.

Dios le conceda el merecido descanso a su alma.

Nos corresponde, en su honor y memoria, seguir llevando – junto a su elogiable equipo-- las banderas de la lucha de reivindicación por la Guayana Esequiba.

 

sábado, 18 de febrero de 2023

 

Guayana Esequiba: un caso de Forclusión en el sistema jurídico internacional

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión de Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

Los reclamos que hemos intentado por vías diplomáticas, políticas y jurídicas no están sustentados en caprichos chauvinistas, reacciones intemperantes, desproporcionadas o injustas.

En esta controversia centenaria nos respaldan razones irrefragables.

Teniendo como   base esencial lo dicho anteriormente, y en nombre de las instituciones que dignamente represento, me he permitido ir explicando en todas mis conferencias por varias universidades y otros organismos públicos y privados del país – por las redes en sus distintas plataformas-- los argumentos sociohistóricos, las irrebatibles demostraciones cartográficas y los justos títulos jurídicos, en cuanto pruebas constituyentes que nos asisten.

 Ha sido nuestra tarea por más de (45) años; asumida por la restitución para nuestra patria, de lo que le desgajaron en su configuración geográfica.

 

Como es bien sabido, en noviembre pasado nuestra honorable delegación acudió a la Corte Internacional de Justicia a las celebradas Audiencias Públicas, por la Excepción Preliminar que introdujimos el 07 de junio. Nos sentimos orgullosos de la representación que expuso las densas e incuestionables consideraciones por Venezuela. Cada palabra expresada—en el precitado escenario— la pronunciaba nuestro país, íntegramente.

Como parte demanda, ya habíamos asumido el denominado Acto Concluyente –conferimiento de competencia a la mencionada Sala juzgadora— al designar nuestro Agente, el Dr. Samuel Moncada y los Coagentes, Dr. Félix Plasencia y Dra. Elsys Rosario; quienes asumirían la representación directa de nuestro país en todo el juicio, juntamente y en coordinación con el cuerpo de asesores que acompañaremos en este asunto litigioso; además, nuestro país nombró su juez ad-hoc, Philippe Couvreur, conforme al artículo  (31) del Estatuto de ese Ente Jurisdicente.

 

El contenido esencial de la Excepción Preliminar persigue que la Sala no admita la demanda de Guyana contra nosotros; por cuanto, la consideramos una temeridad procesal y no reúne los más mínimos elementos asimilables para un juicio de esta naturaleza.

 

Se conoce suficientemente que cuando se negoció, suscribió  y ratificó el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966, ( acaba de cumplirse el cincuenta y siete aniversario de tan trascendental evento) por   la representación del Reino Unido (Sr. Michael  Stewart); así también admitido por el Sr. Forbes Burnham (para entonces, primer ministro de la Guayana Británica) y por nuestro país el  excelso canciller Ignacio Iribarren Borges; en ese acto jurídico-diplomático e instante histórico quedó  sepultado –in saecula saeculorum— el laudo tramposo, gestado mediante una tratativa perversa en contra de los legítimos derechos de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.

Digamos entonces, toda la dinámica y desarrollo contencional por la Guayana Esequiba debe circunscribirse exclusivamente dentro del texto del Acuerdo de Ginebra, documento que causó estado en la Organización de las Naciones Unidas.

 

Hay un denso cúmulo de interrogantes que para la contraparte han resultado difíciles de explicar; porque la excolonia británica carece de asideros en este pleito. Nunca han tenido respuestas ni acertadas ni asertivas.

 

Comencemos: ¿sobre qué elemento obligacional o compromisorio Guyana ha deducido la Causa de pedir ante el Alto Tribunal de La Haya? ¿El Laudo arbitral que nunca nació a la vida jurídica? o ¿El supuesto acuerdo de demarcación de 1905, derivado de la nombrada decisión ignominiosa firmada en París el 03 de octubre de 1899?

Tal adefesio vergonzoso e infeliz está desprovisto de consistencias para que pueda ser considerado jurídicamente válido.

 

Cada vez que profundizamos - una y otra vez- en examinaciones al inexistente y forcluído “laudo”, nos preguntamos, en purísima realidad, sobre qué elementos objetivos y de convicción se atrevería a preparar la Corte la   motivación y fundamentación para una hipotética sentencia; en caso de que vayamos a juicio.

 

Jamás podemos imaginarnos; resulta impensable en estricto derecho, que ese “laudo” –como pide la contraparte guyanesa—pueda producir Cosa Juzgada (res Judicata), cuya “fuerza” pretenden hacerla oponible a Venezuela.

 

Cabe aquí desempolvar una antiquísima máxima del Derecho Romano, que cobra validez y vigencia en el Derecho Internacional Público: “Lo que ha resultado nulo desde su inicio, no puede ser convalidado por el transcurso del tiempo”.

 

A propósito, tomamos en préstamo –para reinterpretar-- la categoría Forclusión, en cuanto concepto superior epistemológico, construido por el psicoanalista francés Jacques Lacan, quien menciona que cuando un significante no nace o ha dejado de existir en el campo o disciplina que sea, se extingue absolutamente su universo simbólico. Queda nula y rechazada   toda posibilidad de mención o referencia. Ese significante está forcluído.

 

¿Cómo hemos hipertextualizado la Forclusión para todos los efectos del caso controversial, litigioso que nos ocupa?

 

Veamos. Al no existir el significante fundamental (“Laudo Arbitral de París del 03 de octubre de 1899”), sobre el que se constituiría toda la estructura simbólica: pronunciamientos, enunciados, normas, discursos, peticiones, demandas elementos culturales, cualquier significado que se pueda derivar de lo forcluído carece de sentido. Se encuentra vacío. No surte efectos de ningún tipo.

 Si la contraparte insiste en el forcluído” laudo”; entonces, no hay nada qué conseguir en el “inconsciente jurídico internacional”.

 

El significante “Laudo Arbitral de París del 03 de octubre de 1899” no existe, está forcluído; por lo tanto, permea idénticas consecuencias hacia normativas de significaciones concretas, en un supuesto Proceso.

 ¿De qué hablar, contradecir, discutir o dirimir?, si su significante se encuentra forcluído; ha quedado inhabilitada la posibilidad de irrupción o aparición de algo nuevo en el Proceso, por ante la Sala Juzgadora de La Haya.  Advertencia que hacemos—con el debido respeto—en espera de resolución, de pronunciamiento previo para la Excepción Preliminar.

 

Hay que visualizar, procesalmente, que resultarían incongruentes, incoherentes y vacíos todos los significados asociados a un posible juicio, que tenga como causa de pedir “el Laudo Arbitral de París del 03 de octubre de 1899” que devino en un significante inexistente, forcluído; y, por tanto, nulo de nulidad absoluta.

 

Con un significante forcluído se hace imposible discernir jurisdiccionalmente, y menos crear un código de significaciones jurídicas concretas; porque no hay sentido en los discursos e imposibilidad de aprehender la verdadera realidad.

El mencionado “laudo” desapareció —hace 57 años-- del campo simbólico y del sistema jurídico Internacional.

jueves, 16 de febrero de 2023

El Delta en todos los corazones de Julio

 Dr. Abraham Gómez R.

 Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.

 

 

La cultura guarao (guarao con g en memoria del padre Julio) se ha destacado por su pacificidad. Familias enteras, una especie de nación --en término socio-antropológico--, buscaron refugios en los intersticios y recovecos de la multitud de los ríos y caños del Delta del Orinoco.

Admitimos, como razón incontrovertible, que únicamente los Misioneros Capuchinos lograron   establecerse, en actos de convivencia y cooperación, en territorio de esta etnia, por muy invivibles que fueran esos lugares.

Para los misioneros, por su incansable labor pastoral de legar amor a sus semejantes, nunca hubo ni encontraron parajes inhóspitos ni momentos escabrosos. Su corazón marcaba la pauta devocional, y Julio obedecía en inmarcesible acto reverencial.

Por imposición de su cultura ancestral y milenaria, tradicionalmente, nuestros aborígenes vivían, en estos espacios naturales de la recolección de frutas y del múltiple aprovechamiento del moriche: árbol de la vida. Y ciertamente que siempre ha sido así.

La agricultura, tal vez, constituyó la primera “estrategia” comunal introducida por los evangelizadores.

Otra actividad que les confiere suficiente arraigo en un sitio específico es la pesca, mientras que la caza siempre ha sido muy reducida.

Los Capuchinos animaron a la etnia a conformarse en núcleos poblacionales, de cierta consistencia demográfica; con la finalidad de que entre todos –mediante un hermoso esfuerzo conjunto-- pudieran resolver y satisfacer sus necesidades existenciales, con sentido comunal.

El Padre Julio fue un promotor y fundador de bastantes conformaciones poblacionales en nuestro Bajo Delta. Mencionemos a propósito a la comunidad de Ajotejana:  su creatura predilecta y quizás la preferida.

Deseo afincarme para los efectos de este breve relato, en homenaje al padre Julio Lavandero Pérez, en lo que siempre resultó una pasión inescurrible: la estructura morfosintáctica, fonética-fonológica y léxico-semántica del idioma de los guaraos.

 ! Cuántas horas dedicadas a escucharlos, a intercambiar signos lingüísticos, a asimilar los vocablos que denotan específicamente unas cosas; pero que al tiempo connotan otras.

Con seguridad, una muy buena parte de su intelecto y de su corazón lo ocupó la indagación detallista de cómo los Guaraos construían los actos de habla; así también, la utilización versátil de la lengua para decir y hacer; su manera de designar la realidad y   comunicarla.

El padre Julio fue un estudioso incansable de que los Guaraos poseen su particular modo de objetivar las cosas, de aprehenderlas y darles significados.

En bastantes ocasiones me señaló, con autoridad de quien sabe lo que dice: el idioma Guarao no es contradictorio con el castellano o español. Sentenció algo más: ambas lenguas guardan algunos elementos de entroncamientos filológicos.

El Guarao ha sido --por milenios- una hermosa cultura que se expresa, esencialmente, desde la oralidad.

El padre Julio rechazó la tesis peregrina que califica a los recursos expresivos de nuestros guaraos, como una derivación dialectal para aproximar una comunicación –más a o menos apreciable—de este grupo humano. Tal teoría lingüística no resiste el menor análisis.

Quienes disfrutamos los asuntos idiomáticos fundamentalmente de los actos de habla, reconocemos los enjundiosos trabajos de investigación de arqueología social de nuestro Reverendo Julio Lavandero Pérez. 

A los resultados de sus disciplinados y aquilatados estudios nos sometemos

El Padre Julio, toda una vida en estas tierras, nos ha enseñado a partir de sus indagaciones gramaticales que el Uarao y el Castellano responden y provienen de sistemas culturales diferentes; no obstante, complementarios entre sí.

El admirado padre Julio, quien se desempeñó como miembro correspondiente por el Delta del Orinoco en la Academia Venezolana de la Lengua, había nacido el 14 de agosto de 1930, en Casar de Periedo, en la Cantabria de entonces.

 El insigne el escritor deltano, d. José Balza, Individuo de Número de nuestra Academia y el reconocido d. Horacio Biord Castillo, presidente de esta institución y quien escribe continuamos tributando respeto absoluto a la obra imperecedera del padre Julio.

Su otro corazón, la vocación para el sacerdocio pudo haber sido estimulada por la condición de disciplinados practicantes del catolicismo de sus padres, Julio y Joaquina, quienes conformaron una prolija familia de 12 hijos.

Fijémonos en este detalle destinal: sin haber terminado su carrera sacerdotal; le faltaban, según nos relató, dos años denominados de Elocuencia Sagrada;  por urgencia fundacional vino al Delta, a cumplir su misión pastoral en el recién creado Vicariato de Tucupita.

Se le abría, con motivo de tan espléndida circunstancia, un abanico de posibilidades para sus diversas manifestaciones. 

Hacía de todo. Oficiaba misa; promocionaba   las fiestas patronales. Se desempeñaba como  marinero de las curiaras de la parroquia, de vez en cuando  enfermero, organista de la Iglesia San José; así también,  fundador de varias instituciones escolares, escritor e investigador cultural.

 En el Concejo Municipal de esta entidad ofreció aclamados recitales de música venezolana, como cantante lírico. 

Agreguemos a su tesonera labor por la Deltanidad un larguísimo etcétera. Varios corazones repartidos en tantas tareas.

El padre Julio, en amena conversación, tuvo la ocasión de re-crearme una extensa parte de su vida; dedicada, plena y absolutamente, al Delta y su gente.

 

Nos detalló, casi que como una expresión premonitoria: “deseo que me recuerden, como un misionero que Dios envió para acá, por intermedio de sus superiores. Yo me entregué a este apostolado con obediencia. Sabes por qué. Porque los que obedecen no se equivocan, si los que mandan lo hacen obedeciendo la Ley de Dios.”

La vocación es un proceso, que comenzó en mí desde que era niño, y que ha ido creciendo; y como proceso continúa todavía. Pues, aún estoy en ese proceso vocacional. Porque uno es una persona humana, siempre hay amenazas, peligros, tentaciones, luchas…

Ya dije, mi vocación viene desde niño, entregada de por vida. Nunca pensé en retirarme; y cuando yo vine al Delta, vine de por vida. He recorrido todos los caños. En todas las comunidades me conocen. He prestado mis servicios como misionero…

Toda mi vida me he apoyado en Dios y en mi Fe, y en algunas cosas que he aprendido. Dios es el único guía y destino que tiene uno el misionero. Dios es el compañero continuo en la vida del misionero".

Gracias a Dios, por haberme dado la honra de mantener, muchos exquisitos diálogos con el padre Julio. 

 La mayoría de estas conversaciones las entablábamos, simultáneamente a sus labores de cada día, en la Casa parroquial.

Recuerdo que ya cuando estábamos concluyendo, una de esas tertulias, le expuse: padre Julio, los reconocidos escritores siempre tienen una palabra que los identifica; que adquieren mayor uso en su particular constelación vocabular, que parecen una carta de presentación; otros términos, por el contrario, quedan a un costado, jamás los pronuncian, permanecen escurridos, nunca mencionados.

En tal sentido, le habíamos   solicitado al padre Julio pensar en la palabra más difícil en su vida, y la que le ha sido, relativamente, más fácil.

Nos dijo, esa vez, con firmeza y marcada determinación: “la palabra más difícil para pronunciar es la fidelidad. Ser fiel durante toda la vida; y la más fácil, ir por la vida, como los pajaritos., como lo decía y hacía San Francisco”.

Padre Julio, entonces me atreví a insistir: qué parte de su vida ocupa el Delta.

El Delta del Orinoco está en todo mi corazón

domingo, 12 de febrero de 2023

 

Guayana Esequiba: una excepción preliminar consignada con racional optimismo.

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión de Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

El escrito contentivo de interposición de acciones de Guyana contra nuestro país lo conocemos en su totalidad.

Ha sido leído con precisión; analizado de manera  individual, como también  en las distintas reuniones y conferencias, en sus múltiples implicaciones; así además, me  he permitido  estudiarlo académicamente, para saber de qué estamos hablando en tal asunto controversial; por lo que debo decir—para conocimiento público-- que su  elemento más resaltante, concerniente a  Pretensión Procesal, se resume en  solicitarle  a la Corte Internacional de Justicia que confirme “la validez legal y efecto vinculante del Laudo Arbitral de París, dictado el 3 de octubre de 1899”; documento que siempre ha sido considerado por Venezuela como írrito y nulo. Calificaciones con las cuales hemos improntado, desde sus orígenes, a esta vergonzosa tratativa política-diplomática.

Ese “laudo” resultó inexistente, no nacido a la vida jurídica. Por lo que no ha adquirido nunca la validez ni la eficacia jurídica; y es – impensablemente—la causa de pedir de la contraparte. Es nulo de nulidad absoluta.

El rechazo definitivo a la precitada decisión arbitral quedó consumado cuando la propia representación del Reino Unido (Michael Stewart) y de la Guayana Británica (Forbes Burnham) admiten y suscriben, junto con nuestro excelso canciller Ignacio Iribarren Borges, el Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966 (documento que arriba a sus 57 años de plena vigencia); en cuyo artículo primero destaca:

 “Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo practico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito”.

Acaso se requiere una inteligencia superior para interpretar y concluir que el aludido “laudo” quedó invalidado, a partir de ese acto jurídico; y, por lo tanto, jamás debió considerarse oponible para efectos posteriores.

 No hay causa que se haga obligacional o compromisoria – para nosotros-- de ninguna manera y para nada.

Frente a lo anteriormente descrito, prestemos atención a este otro detalle: nuestro país permanentemente ha querido solucionar este pleito entre Estados vecinos, acudiendo a las vías pacíficas directas (autocomposición) conforme a la normativa consagrada en el Derecho Internacional Público.

Sin embargo, nos conseguimos que la excolonia británica, con la cual sostenemos la centenaria contención, jamás creyó en las gestiones de los Buenos Oficiantes: McIntyre, Jackman, Girvan y Nylander quienes tuvieron a bien desempeñarse para arreglar la controversia.

Todo el trabajo de esos funcionarios fue saboteado desde la cancillería guyanesa.

Siempre entendíamos que sus respectivos gobiernos, de cualquier signo político-ideológico, en ningún momento prestaron la debida atención a las iniciativas de los mencionados Buenos Oficiantes, designados por la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas; atendiendo al contenido, alcance e intención del artículo 33 de la Carta del precitado ente internacional:

“…Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección…”

Nótese que hay etapas establecidas en sucesividad hasta alcanzar la resolución del caso.

He sostenido que Guyana aguardó la ocasión, en una especie de emboscada jurídica, para demandar a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia; yéndose, directamente al “arreglo judicial”; contrariando el orden de prelaciones establecido en la citada norma, para zanjar el litigio.

 Lo digo, porque una vez que el actual Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, remite el caso a la Corte, el día 19 de enero de 2018; ya Guyana – con bastante antelación-- tenía preparada la demanda contra Venezuela, la cual consignaron el 29 de marzo del mismo año, todo urdido con premeditación y vileza.

En las distintas plataformas, medios de comunicación y conferencias en las universidades, nos preguntan, con insistencia ¿qué hemos hecho y en cuál situación nos encontramos hoy?

Para abreviar en la explicación, digo que el 07 de junio del año pasado Venezuela consignó en la Corte una Excepción Preliminar; acto procesal al cual tenemos derecho, en condición de parte demandada; para resistir y oponernos a la acción interpuesta en nuestra contra. Toda Acción trae en consecuencia una Excepción.

Una Excepción Preliminar es un mecanismo de defensa de los Estados; la cual es legítimamente admitida por la comunidad internacional y utilizada en algunas oportunidades en la Corte Internacional de Justicia, de conformidad con el artículo 79 de su Reglamento.

Hay suficiente base doctrinal y jurisprudencial al respecto.

La Excepción Preliminar entregada (y ratificada en las audiencias públicas en noviembre pasado) por nuestra honorable delegación está basada en formalizar serios cuestionamientos al burdo escrito presentado –unilateralmente—por Guyana.

¿Qué perseguimos, en lo inmediato, con una Excepción Preliminar?

Que la Corte, en sentencia adelantada –de previo pronunciamiento que esperamos prontamente– desestime la demanda, porque constituye un fraude legal y procesal.

Con nuestra Excepción Preliminar nos permitimos advertir a la Sala Juzgadora que la situación es mucho más compleja de lo que la parte demandante ha hecho saber.

Debemos ser enfáticos en pronunciar con insistencia al mundo que no le estamos quitando las dos terceras partes del territorio de Guyana, como ellos “arguyen”, ante el Cuerpo Jurisdicente y en sus vocinglerías por los medios de comunicación a nivel internacional.

Nuestra nación ha sido la víctima, hace más de un siglo, de la usurpación perpetrada con mala fe y añagaza jurídica.

Nosotros tenemos enjundiosa documentación, en tanto títulos jurídicos y respaldo histórico y cartográfico: pruebas constituidas y constituyentes para demostrar que fue el Imperio Británico que nos usurpó y despojó, de una séptima parte de la geografía venezolana, mediante trampas a finales del siglo XIX; incluso tenían la aviesa intención de arrebatarnos hasta el Delta del Orinoco y una considerable parte del estado Bolívar.

Lo que hemos descrito, de manera somera – la demanda guyanesa contra Venezuela-- es lo que vergonzosamente ellos emprendieron; que pensaron que el mandado estaba hecho; que nos quedaríamos de brazos cruzados y bocas silentes.

 Resultó que la inteligencia nuestra analizó y puso en ejercicio la Excepción Preliminar como elemento extraordinario de defensa; que, no obstante, la hemos asimilado con racional optimismo en este asunto litigioso, sin exageradas exultaciones.

Si la Corte no admite la demanda de Guyana, nos corresponde fijar otras estrategias, que informaremos en su debida oportunidad. Entiéndase que como Política de Estado no todo puede darse a conocer públicamente.

Por lo pronto, lo que sí debe saber la población venezolana en general es que nos encontramos en espera de la sentencia de la Sala, --en una u otra probabilidad decisoria-- para lo cual nos hemos declarado en jornadas de investigación documental, concienciación nacional y trabajo permanentes, con el objetivo de afinar el posible Memorial de Contestación o de nombrar nuestros delegados, en caso de que haya que renegociar directamente.

 

 

jueves, 9 de febrero de 2023

 

                ¿Por qué acabar con la Educación?

Dr. Abraham Gómez R.

Docente universitario

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 

El más hermoso instrumento y expedito camino para formalizar y sistematizar todo cuanto pensamos y deseamos ponerlo en práctica es a través de la educación.

 La educación se prioriza en la existencia humana, ante todo.

 La Edad de piedra no se terminó porque se acabaran las piedras, sino porque el ser humano procuró superarse; escalar y complejizar sus conocimientos y saberes, para ser mejor cada día.

Con tan   exquisita dimensión de enseñanza-aprendizaje uno abre horizontes y construye sus propios sueños.

Con la Educación los países hacen maravillas.

 Hemos ocupado bastantes horas teorizando cómo acceder y consolidar un proceso educativo exactamente para los tiempos que nos toca vivir y que trace una línea auspiciosa a futuro.

limitadas e implacables han sido las ocasiones en que la Educación, y todo cuanto comporta, ha sido vilipendiada y sometida a condiciones ominosas para intentar ponerla de rodillas.

A los regímenes totalitarios – desde siempre-- les incomodan los ámbitos donde se respire absoluta pluralidad, donde haya un disenso fértil.

A los detentadores de los gobiernos de talante militarista les causa escozor cuando la gente en los espacios educativos piensa con cabeza propia; de allí que vean en cada educador un acérrimo enemigo, a alguien a quien hay que combatir; y si no pueden hacerlo doblegar por sus ideas, lo golpean por sus medios de subsistencia.

Estamos padeciendo   un tiempo de extremos vergonzosos; atribuibles, precisamente, a quienes se creen dueños del Estado; que han hecho dado muestras de perpetradores de crimen a la civilidad, en Venezuela.

Por muy extensas e intensas que sean las dificultades y las abominaciones confrontadas, debemos redoblar nuestra mística para que prevalezca, entre nosotros, la concepción humanista y libertaria; característica esencial de los demócratas.

Debemos cerrar filas al lado del verdadero educador, de la educación y su perspectiva esperanzadora.

 Dicho otra vez, para quienes somos humanistas y demócratas los seres humanos deben ocupar el centro de las significaciones y realizaciones educativas; sin artificiosas imposiciones, mediante un fetichismo de ley, que pretende embadurnar las escuelas de analfabetas funcionales y colocarlos en las aulas de clases, en su doble condición de caricatura de “maestro” y marioneta ideologizada.

El ser humano y la educación primero antes que el Estado.

Nos costará una enormidad la recomposición moral del país; porque el aniquilamiento a la que se somete a una población: maestros, médicos, funcionariado en general no se restringe, únicamente, a acabar a la gente en su condición física, por hambre; también hay el despropósito de arrodillada moralmente, hasta la humillación; para hacer a los habitantes – por cierto, de todas tendencias-- sumisos, sometidos y   dependientes.

Que nadie tenga dudas o confusiones: la intención, marcada con saña por quienes detentan la conducción del Estado, consiste en quebrar cualquier resistencia de los oponentes, al precio que sea y sin medir consecuencias.

Poco valoran si convierten a inermes y dignos ciudadanos (educadores incluidos) en estropajos. Si acaban con enfermos crónicos o incrementan la desnutrición infantil, si dejan en la calle a humildes padres y madres de familia; para alcanzar sus objetivos ignominiosos, de permanecer en el poder a cualquier precio, se trazan la meta permanente de derrumbar a la educación y  las fortalezas morales, que constituyen el refugio de la gente pensante.

Si nos atuviéramos nada más que a la retórica vacía que a cada rato escuchamos de los propagandistas de este régimen sociopolítico que ellos llaman revolución, no habría motivos para temer; por cuanto, así como son incongruentes con la supuesta ideología que propalan, del mismo modo transpiran insustancialidad en las consignas que vocean.

Un día se les antoja elevar proclamas altisonantes para acabar con todo lo que signifique pasado —Cuarta República, según sus pretensiones--- sin tener la menor noción del verdadero modo cómo se ha construido la Historia Republicana de nuestro país.

No hay en los incitadores de este vergonzoso “socialismo del siglo XXI” suficientes asideros teóricos que le den plataforma a lo que dicen. No poseen, incluyendo a militarotes, apreciable piso argumentativo que fortalezca el discurso con el cual aspiran convencer.

Se les abren las costuras por donde quiera y dejan al descubierto las engañifas de su cansona retórica.

Hoy balbucean babosadas, mañana regurgitan en sentido contrario.

Hoy nos traen una ley para posicionar a sus seguidores en las aulas de clases, con el avieso atrevimiento de sustituir a quienes se han profesionalizado – con esfuerzos, dedicación y estudios—en la dimensión más sensible de cualquier sociedad: la educación.

 La historia tarde o temprano cobrará, con creces, tamaña vergüenza y afrenta internacional.

Delta del Orinoco, 09 de febrero de 2023