Guayana
Esequiba: ¿Buena fe en el procedimiento de solución o desconcertante
ingenuidad?
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Comisión de Defensa del
Esequibo y la Soberanía Territorial
Miembro del Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela (IDEFV)
Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba
La extensión
territorial que nos desgajaron –cuyo caso en la actualidad se dirime por ante
la Corte Internacional de justicia en espera de un pronunciamiento previo de la
Excepción Preliminar introducida por nosotros--, permanentemente ha constituido
un apetecible espacio geoestratégico por su ubicación y por sus incalculables
riquezas mineras, hídricas, forestales, energéticas, faunísticas, edafológicas,
petroleras etc.
Estamos hablando de
casi 160.999 km2; ámbito muchísimo más grande que algunos países europeos,
asiáticos y centroamericanos.
Diferencialmente a lo
que ha venido exponiendo la contraparte --en distintos escenarios
internacionales--, La Excepción Preliminar que está a punto de decidirse en la
Sala Jurisdicente de la ONU no es un invento fortuito de Venezuela o un
desenlace sobrevenido para dilatar la resolución jurisdiccional de la
controversia.
Dicho lo anterior, manifestamos
al país – claramente-- la siguiente advertencia: el Proceso iniciado por la Acción
interpuesta no se ha paralizado. El juicio, como tal, está por verse. Lo que
logramos, con la Excepción Preliminar, es que la contraparte justifique
previamente ante la Corte, entre otros aspectos, en qué elementos basó el escrito
presentado contra nosotros. Hasta el día de hoy no tienen con qué ni cómo.
Nosotros estamos
convencidos que en estricto derecho debe
ser declarada inadmitida la señalada manifestación de voluntad guyanesa contra Venezuela.
En justicia así lo espera todo nuestro país.
Nos encontramos
expectantes; primero esperando la desestimación de la demanda, para estructurar
y proceder de inmediato con una expedita estrategia de solución “práctica y
satisfactoria”, conforme al contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra del 17
de febrero de 1966. Único documento base, insoslayable, sobre el que deben plantearse
las probabilidades jurisdiccionales del Ente Juzgador.
Estamos contestes –
porque es una inquietud insistente-- que si en el espacio terrestre del
Esequibo ha habido una severa contención e “inacabable” controversia; la
situación siempre ha estado complicada — tal vez mucho más– hacia el Mar
Territorial, Zona Contigua, Zona Económica Exclusiva y su extendida Plataforma
continental.
Seguros estamos que también
habrá solución (y saldremos airosos) en nuestra proyección atlántica.
Esa inmensidad de
territorio discutido, que constituye un extraordinario potencial de desarrollo sostenible,
lo vamos a reivindicar y será restituido a Venezuela.
No nos cansaremos de
denunciar que esa extensión geográfica nos la arrebataron. Fuimos vilmente
despojados de esa séptima parte con el denominado “Laudo Arbitral de París del o3 de octubre de 1899”; adefesio
jurídico que desde entonces hemos calificado de írrito y nulo, de nulidad absoluta.
Inexistente y forcluído.
Constituye una
desvergüenza y nos enardece leer y analizar el párrafo siguiente, de las
conclusiones de la recién celebrada, cuadragésima cuarta asamblea de la Comunidad
del Caribe (CARICOM), Bahamas, 17 de febrero de 2023:
”… Los Jefes de Gobierno fueron actualizados
sobre el caso que se encuentra ante la Corte Internacional de Justicia para la
solución de la controversia entre Guyana y Venezuela…Los Jefes de Gobierno
reiteraron su pleno apoyo al proceso judicial en curso y alentaron la plena
participación de Venezuela en el proceso. Los Jefes de Gobierno reafirmaron su
firme e inquebrantable apoyo al mantenimiento y preservación de la soberanía e
integridad territorial de Guyana…”
Nótese que es la fecha,
precisamente, cuando se cumple el (57) aniversario de la firma y puesta en
vigor jurídico el Acuerdo de Ginebra. Colegimos, entonces, que la excolonia
británica y sus acompañantes no asoman la menor posibilidad de zanjar de buena
fe el pleito interestatal que nos ocupa.
Determinantemente
expresamos y dejamos sentado para esos países, participantes de la citada
reunión regional y suscribientes del comunicado, in comento; también para el
resto del mundo, que no estamos haciendo otra cosa sino defendernos, con la
fuerza que nos proporciona el derecho, de la vil maniobra perpetrada contra
nosotros hace más de un siglo.
Nuestra contención
tiene suficiente validez y eficacia
jurídica (sustentada en justos títulos traslaticios); reforzada con muy
buenas fuentes, en cuanto pruebas cartográficas e históricas; además, la entereza
moral de saber que no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad contra
nadie. Tampoco nos vamos a dejar atropellar o amedrentar.
Sin pecar de ingenuos (porque
sabemos lo que está en juego y lo que se mueve) estamos librando una batalla, --
con legítimos actos procesales – contra la más descarada e inmerecida emboscada jurídica urdida el día 29 de marzo
del año 2018; cuando Guyana interpuso
acciones contra la República Bolivariana de Venezuela. Increíblemente contra
nosotros, quienes siempre hemos querido mantener un clima de paz y
entendimiento de buena vecindad; al tiempo de intentar todas las diligencias
pertinentes para buscarle una solución al conflicto arrastrado. Digamos un
arreglo que sea convenido entre ambos países; dentro del Acuerdo de Ginebra,
documento que nos mandata para esos propósitos; que impone en su artículo
primero:
“Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones
satisfactorias para el arreglo práctico de la controversia entre Venezuela y
el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que
el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica
es nulo e irrito”. (subrayado mío para resaltar los concernidos—inexorables--
en el pleito)
Argumentación aceptada
por los suscribientes del Acuerdo de Ginebra, plenamente vigente.
Por si fuera poco, hay
una consideración irrefragable bastante más explícita contemplada en el artículo V:
“Con el
fin de facilitar la mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento,
nada de lo contenido en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución
por parte de Venezuela, el Reino Unido o la Guayana Británica de
cualesquiera bases de reclamación de soberanía territorial en los Territorios
de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera derechos que se hubiesen
hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía territorial o como
prejuzgando su posición con respecto a su reconocimiento o no reconocimiento de
un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de ellos sobre tal soberanía
territorial.
Ningún
acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo
constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía
territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni
para crear derechos de soberanía en dichos Territorios…” (subrayado
mío para que se observe la intromisión imprudente de la CARICOM, ya comentada)
Se ha Dicho que el
Acuerdo de Ginebra permitió a los británicos “lavarse las manos”, y dejar a
Venezuela que se las entendiera sola con Guyana en esta controversia. Eso no es
cierto; por cuanto, el Reino Unido se comprometió, señaladamente en las
negociaciones previas de sus representantes y los nuestros y como firmante del
Acuerdo a permanecer en esta lid, para contribuir a alcanzar una conclusión
satisfactoria.
Excelente. Importante aporte pRa aquellos que siguen la controversia; ojalá todos los venezolanos os lo hagan.
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