miércoles, 26 de diciembre de 2018




Guayana Esequiba: no basta lo declarativo.

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

A propósito de los recientes incidentes suscitados en la costa atlántica venezolana, motivado a la descarada incursión de los buques Ramform Thetheys y Delta Monarch, de banderas bahameña y trinitaria, respectivamente; parece que al fin, se produjo una ligera disposición defensiva por parte del Ejecutivo Nacional de nuestro país.
 Elemento que seguimos lamentando: las actitudes reactivas ante un caso litigioso que se dirime en la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Debemos ser más proactivos.

Aportamos esta otra información adicional: ambas embarcaciones cuya propietaria es la empresa noruega Petroleum Geo-Services (PGS), fueron contratadas por la corporación petrolera Exxon Mobil y algunos de sus filiales, se encontraban realizando trabajos de exploración sísmica en el bloque Stabroek; precisamente frente a nuestra fachada marítima, en el estado Delta Amacuro, lo cual no se encuentra sometido a ninguna controversia internacional.

Guyana, luego de introducir una demanda contra nuestro país, y ratificarla el 19 de noviembre de este año, para que la CIJ obligue a Venezuela a reconocer el írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899, como cosa juzgada, parece  que viene dispuesta a   arreciar, ya no únicamente en la proyección atlántica que genera la parte continental de la Guayana Esequiba, en contención; sino que, imprudentemente, ha dado instrucciones, y hasta órdenes escritas, a las empresas transnacionales para que operen en cualquier coordenada marítima hacia su costado oeste, irrespetando la soberanía venezolana en esa área.  Burlando, como le da gana, el Acuerdo de Ginebra de 1966.

La excolonia británica nos han venido atropellando y vulnerando en nuestro legítimo e histórico contexto geográfico; y aún el canciller de esa nación, Carl Greenidge hace la desvergonzada afirmación, a través de un comunicado, que la acción de Venezuela viola la soberanía e integridad territorial de su país “y demuestra que Venezuela es una ‘amenaza’, con actos hostiles, agresivos e ilegales para el desarrollo económico de Guyana”.

 Debe llamarnos la atención que inmediatamente, en una especie de reacción en cadena, se pronunció en favor de los guyaneses la Comunidad del Caribe (CARICOM), integrada por (15) países, y cuya sede y secretaría general se activa desde Georgetown; así también hizo lo propio el gobierno de los EE.UU, en los siguientes términos: “Estamos supervisando los reportes de que la Armada Venezolana pudo haber interferido con los buques que operan en nombre de Exxon Mobil. Subrayamos que Guyana tiene el derecho soberano de explorar y explotar recursos en sus aguas territoriales y zona económica exclusiva”, dijo en un Twitter uno de los portavoces de la diplomacia estadounidense, Robert Palladino.

Hemos denunciado, con insistencia, que hay un enjambre de empresas operando, bajo la coordinación de la Exxon-mobil, la cual fija los procedimientos, en el área, para   la Shell holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON china; en fin, se conoce que sobrepasan las 52 compañías que allí se instalaron, procedentes de muchos países, que se dicen amigos de Venezuela; incluso algunas naciones que hemos estado apoyando a través de Petrocaribe.

Están aprovechando, como mejor les plazca, los recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron; sino además han permisado a grandes consorcios para que ESQUILMEN en el espacio marítimo que genera la Zona en Reclamación; justamente donde se produjo el referido conflicto, que pudo pasar a mayores.

La Armada Venezolana está obligada al patrullaje constante y sistemático en nuestra costa atlántica propiamente; a defender nuestro Mar territorial, Zona Contigua y Zona Económica Exclusiva; dentro de las 200 millas náuticas que genera nuestra plataforma continental. En espera de la decisión de la Corte Internacional de Justicia.

Reiteramos que en muchas ocasiones estuvimos haciendo las advertencias a las autoridades de la cancillería venezolana; en el sentido,  de que quedarse callados, dar aquiescencias o permisividades;  omitir las denuncias oportunas y contundentes; o tolerar que los  gobiernos guyaneses, desde Cheddi Jagan hasta hoy, otorgaran concesiones en la Guayana Esequiba; todos estos silencios cómplices  y/o las alabanzas imprudentes e inconvenientes en favor de la contraparte (  Principio de Estoppel),  conspiran contra nosotros en los reclamos, que desde hace más de un siglo hemos hecho de la Guayana Esequiba , que siempre ha sido nuestra. Llego el momento de demostrar y reafirmar la venezolanidad con declaraciones y con hechos concretos.


jueves, 13 de diciembre de 2018




Guayana Esequiba: ¿ingenuidad o entreguismo?
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Ya resulta un descomunal descaro en el que viene incurriendo Guyana, al entregar, sin limitaciones, concesiones de todo tipo, a diestra y siniestra en la Zona en Reclamación, cuya controversia, en estos momentos, se dirime por ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ).

 No tienen recatos ni disimulos en su voracidad.

La excolonia británica se ha aliado en intereses plenos con bastantes empresas transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de las riquezas de la región esequibana, que ellos se han auto adjudicado.

No dudamos en calificar tales entregas de: irrespetuosas del contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra de 1966; de inconsultas hacia la Parte con la que se sostiene un litigio y displicentes con lo cual el gobierno de Granger pone de manifiesto su arrogancia y presunta seguridad de que saldrán favorecidos mediante una próxima sentencia de la CIJ.


Hay un enjambre de empresas operando, bajo la coordinación de la Exxon-mobil, la cual gira las instrucciones a la Shell holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON china; en fin, se conoce que superan las 52 compañías que allí se instalaron; procedentes de muchos países, que se dicen amigos de Venezuela.

Están  aprovechando, como mejor les plazca, los recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron; sino además han permisado a grandes consorcios para que operen en el espacio marítimo que genera la Zona en Reclamación: la costa atlántica  propiamente, nuestro Mar territorial, Zona Contigua y Zona Económica Exclusiva; dentro de las 200 millas náuticas que genera nuestra plataforma continental: desde las bocas del Río Esequibo hasta Punta Playa, en el estado Delta Amacuro.

Nos preguntamos, con inmensa preocupación venezolanista: qué tratativa rara u oscura habrá entre ambos gobiernos, para que  no se produzca desde nuestra cancillería un serio pronunciamiento, que conteste y denuncie el ardid de esquilmación de nuestros recursos,  que se viene cometiendo,  inclusive en la proyección marítima de nuestra soberanía.

Al no generarse aunque sea una nota de protesta por parte de la cancillería venezolana, uno llega a pensar que prácticamente hay un consentimiento tácito. ¿ Entreguismo?

Y lo más grave, a nuestro modo de ver es que para el 18 de abril del venidero año, debe la delegación diplomática de Venezuela asistir a la CIJ a consignar un memorial de contestación de la demanda incoada por Guyana.

En todo caso, dejamos sentado lo que siempre hemos planteado en distintos escenarios, en el sentido de que los silencios cómplices se pagan caro en el Derecho Internacional Público. Las facturas por aquiescencias o permisividades de un Estado-Parte pesan en un juicio de tal naturaleza.

Los Esequibanos, es decir los nacidos en la región que Venezuela reclama porque siempre ha sido nuestra, y los Esequibistas quienes nos hemos documentado y dedicado bastantes años al estudio formal y académico, de manera prolija, a este álgido asunto de interés nacional seguiremos defendiendo por honor y justicia en las distintas instancias nacionales e internacionales lo que a nuestra Nación corresponde.

Destacamos también la lucha incansable e indetenible por parte de elogiosas entidades no gubernamentales que se han dedicado con suprema dignidad, absolutamente, a esta reclamación centenaria.


lunes, 10 de diciembre de 2018




Guayana Esequiba: sembrando sal entre las piedras.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Para quienes hemos venido dándole seguimiento y plena defensa al caso del Esequibo, en los escenarios académicos e institucionales, despierta nuestra preocupación que desde el 5 de junio del presente año, no ha habido más pronunciamientos oficiales por parte de las autoridades que manejan la política exterior venezolana.

En tal comunicado la cancillería venezolana deja sentada la posición que, con certeza y aparente buena intención, invita a la unidad nacional.

Esa búsqueda de solidaridad nos luce interesante, y es el llamado que siempre hemos formulado.

También, con idéntico sentido, el gobierno de la República Bolivariana de Venezuela expone que “reitera su firme disposición de defender la integridad territorial de nuestra Patria con base en el Acuerdo de Ginebra de 1966, marco legal que rige la controversia territorial sobre el Esequibo”.

Precisamente, el Acuerdo de Ginebra constituye, en sí mismo, el documento a través del cual el Reino Unido y su excolonia guyanesa admiten la vileza cómo actuó el Tribunal Arbitral, en París, el 03 de octubre de 1899, cuando nos arrebataron, en una tratativa política- diplomática, una séptima parte de nuestra soberana extensión territorial.

En su debida ocasión, en el citado comunicado de la Cancillería de Venezuela leímos y analizamos que se  ejercerán todas las acciones ante las instancias legales, diplomáticas y políticas correspondientes, privilegiando el alto interés nacional y la permanente reivindicación de los derechos legítimos e irrenunciables del Pueblo venezolano sobre el territorio de la Guayana Esequiba.

Si esas aseveraciones oficiales han sido aceptadas como legítimas y válidas; además han recibido absoluta concordancia por parte de los entes no-gubernamentales; cabe entonces una interrogante enorme: Por qué tanta actitud silente frente a las reiteradas declaraciones del canciller de Guyana.

En cualquier evento internacional donde se presenta, donde se alude la contención sobre el Esequibo, nos expone al escarnio como un país avaro, potencialmente rico que pretende despojarlos de su Nación.

No nos causa extrañeza el modo cómo el canciller tuerce los elementos históricos y jurídicos que favorecen a Venezuela.

Por ejemplo se atreve a decir que España dejó de tener soberanía sobre el área en discusión, luego de concederles a los holandeses todo ese territorio. Sin especificar, a qué se refiere con “todo ese territorio”.

 La argumentación del Sr. Greenidge es falsa y mal intencionada; por cuanto, una vez que España otorga la independencia a las Provincias Unidas de los Países Bajos, después del Tratado de Münster de 1648, le reconoce las posesiones coloniales, denominadas: Berbice y Demerara, conformadas por una franja territorial, bien delimitada, que va desde la margen derecha del río Esequibo hasta el borde izquierdo del río Corentyne. Testimonios escritos y registrados dan cuenta de lo que aquí exponemos.

 Posteriormente, en el año 1814, Holanda le vende, traspasa o arregla con Gran Bretaña esa parte; pero, los ingleses se apoderaron de todo, y trazaron las conocidas Líneas Schomburgk, en 1841, con la aviesa disposición de arrebatarnos, inclusive hasta el Delta del Orinoco y parte del estado Bolívar.

Los funcionarios del gobierno guyanés, conjuntamente con los representantes de las empresas transnacionales han tenido el atrevimiento de divulgar que el Acuerdo de Ginebra, no los limita a ellos para explorar, explotar y comercializar, directa o indirectamente, con los múltiples recursos de las áreas





terrestres y marítimas correspondientes al Esequibo, porque ellos han permanecido en esa zona.

El presidente Granger, ahora en su condición de aspirante a la reelección también insiste que en la controversia que sostiene esa nación con Venezuela, no tiene la menor duda que la Corte Internacional de Justicia sentenciará a favor de la excolonia británica; y según él, la citada instancia dará por terminado el pleito de la Guayana Esequiba, y decidirá este litigioso asunto como cosa juzgada.

Tres momentos y eventos que suponíamos iban a tener repercusión estruendosa, a lo interno de la cancillería Venezolana; pero, al parecer no suscitó nada. Las cosas continuaron tan rampantes y campantes. Hay una especie de expresa disposición para hacerse los locos, con involuntarias permisividades; dejar que los compromisos y responsabilidades te resbalen; como que no fuera contigo el asunto, desentenderse. Vale tanto, como aquel   viejo adagio griego: sembrar sal entre las piedras. Voltear la mirada.

En el Derecho Internacional Público los silencios cómplices se pagan, y bien caro.

Por eso, hay que estar denunciando, incansablemente, toda descarada manipulación de la otra Parte. Salir al paso a las maniobras y componendas internacionales; porque, de lo contrario caeríamos en Aquiescencia; cuyo principio fue instituido con la finalidad de admitir los hechos, de ofrecer consentimiento implícito.


miércoles, 5 de diciembre de 2018




¿Por qué golpean a nuestras universidades?
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua


Si desde hace bastantes años hemos escogido el ámbito universitario para nuestro desempeño laboral, por vocación y convicción, es porque siempre ha significado un inmenso orgullo convivir en estas “casas que vencen las sombras”.

Nuestra devoción hacia las instituciones de Educación Superior se incrementa cada vez que la Universidad, como espacio humano, se ve en aprietos, amenazas o serios atascos; y nos enorgullece que desde ella misma afloran satisfactorias soluciones.

Cada quien tiene sus propios testimonios de las implacables ocasiones en que la Academia Universitaria, y todo cuanto comporta, ha sido vilipendiada y sometida a condiciones ominosas para intentar ponerla de rodillas.

 A los regímenes totalitarios les incomodan las zonas donde se respire absoluta pluralidad, donde haya un disenso fértil.

A los detentadores de los gobiernos de talante militarista les causa escozor cuando la gente, los docentes en los espacios universitarios piensa con cabeza propia.

A quienes se hacen militantes de regímenes de opresión, persecución y atrocidades les molesta la pluralidad de ideas y posiciones.

Algunas personas cuando padecen de   indigencia mental ven en cada Docente Universitario un acérrimo enemigo; a alguien a quien hay que combatir; y si no pueden hacerlo doblegar o renegar de sus ideas y principios, lo golpean por sus medios de subsistencia.

Lo padecimientos y demás brutalidades afines perpetradas contra los profesores universitarios han sido calamidades de vieja data.   Esta específica “gestión de gobierno” adquiere modalidades y circunstancias peculiares; con lo cual ya alcanza nefasta distinción en la manera de hacerse atroz contra nuestras universidades.

El presente régimen en Venezuela acaba de demostrar su talante autocrático con la imposición de tablas de salarios y sueldos de miserableza a docentes, administrativos y obreros de las universidades autónomas, experimentales y territoriales sin haberlas discutido con ningún sector gremial representativo. Mucho menos con las respectivas autoridades universitarias.

La pretensión del régimen es ir sometiendo por hambre y   acallando por necesidades de subsistencia a las voces libertarias que claman desde nuestras universidades por un nuevo modelo socio político en Venezuela.

Nos golpean por pensar distinto y antagonizar las calamidades provocadas por sus ineptitudes.

La comunidad académica ha asumido a conciencia el cumplimiento de sus altas funciones de producción de conocimientos y de formación de profesionales de las nuevas generaciones.

Tal vez con la develada intención de arrodillar al personal de las universidades, a través de la precariedad de sueldos y salarios, desean cercenar La autonomía universitaria, la cual es condición indispensable para el desarrollo del Pensamiento Crítico.
El espíritu esencial de nuestra Universidad es seguir diciendo lo que haya que decir sin ataduras: expresar en alta voz lo que nos dicte la  conciencia.