miércoles, 29 de julio de 2020




Keith Rowley: vapuleador de la historia e ingrato en el presente

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Nos llena de congoja la forma artera y ruin cómo nuestros compatriotas son perseguidos y maltratados por las autoridades de esa isla, bajo la conducción cobarde del “sargentón Rowley”; quien en un arrebato de extrema xenofobia se ha atrevido a declarar que los venezolanos (no hizo excepciones) que se han ido para Trinidad son malandros o prostitutas.

En estos momentos son deportados casi quinientos compatriotas, sin discriminación; así posean sus respectivos registros y demás formalidades para permanecer legalmente en esa nación. Los traen en barcos, en condiciones inhumanas, en su mayoría son personas del estado Delta Amacuro.

Conforme a nuestros registros locales, el (75%) de quienes se han visto obligados a emigrar hacia la vecina isla son profesionales universitarios, que allá se desempeñan “en cargos rudimentarios” para subsistir. Esos compatriotas son hostilizados, cazados como animales, encarcelados y llevados a los buques de carga para obligarlos a regresar a Venezuela.
El mencionado ciudadano en el título de la presente reflexión, se ha venido desempeñando como primer ministro de la República de Trinidad y Tobago. Nótese que el cargo lo he escrito adrede en minúsculas; por cuanto, tal es el merecimiento, para lo que explayaré.

El señor Rowley de nula formación académica, cuya vida ha medrado en los intersticios de los partidos políticos, que llega a ese cargo luego de muchas maromas, desconoce la formación societal de ese pueblo.

Particularmente, el estado Delta Amacuro siempre ha sido un espacio amplio y generoso para las numerosas familias de Trinidad y Tobago, que permanentemente han hecho de esta entidad su lar para desarrollar potencialidades y desplegar sostenidos emprendimientos.

El ignorante Rowley olvida los estrechos lazos de confraternidad de nuestros pueblos.

Las familias deltanas tenían, como natural costumbre, enviar a sus hijos a Trinidad para cursar estudios y, consecuentemente, aprender el idioma inglés. Así también, se han logrado con los años los hermosos entrecruzamientos de valores, tradiciones, y una apreciable lexicografía, con un sociolecto distintivo que nos enorgullece.

Cuando superemos esta hora aciaga. Cuando esta crisis se convierta en una página amarga de nuestra historia contemporánea, el señor Rowley será “sepultado” como un canalla que se prestó al deleznable juego de descalificación de nuestra venezolanidad.

Todos hemos estudiado, y hoy recordamos que Trinidad y Tobago, llegaron a formar parte de la Capitanía General de Venezuela, creada mediante Cédula Real de Carlos III, el 8 de septiembre de 1777.

Los aborígenes Caribes siempre habían poblado estas vastas extensiones de tierra y mar, antes de los procesos de conquista y colonización, iniciada por los españoles en el siglo XV.

El almirante genovés Cristóbal Colón, cumpliendo la misión de los reyes católicos, descubrió la principal de las islas el 31 de julio de 1498, y la bautiza “Tierra de la Santísima Trinidad”. A los pocos días bordea una porción insular más pequeña que denominó “Bella Forma”, lo que es actualmente Tobago.

Lo que más aspiro resaltar, en el breve relato historiográfico, es que la Provincia de Trinidad fue creada en el siglo XVI por los españoles, siendo su capital San José de Oruña.

A fines del siglo XVIII la posesión la tenía España; porque Trinidad y Tobago hacían   parte de la Capitanía General de Venezuela; pero, en el transcurso de las guerras napoleónicas, en febrero de 1797, una fuerza británica inició la ocupación del territorio; por lo que, dejamos sentado que fue por una vil ocupación que no posesión, como nos arrebataron la Isla de Trinidad.

En 1802 mediante una maniobra llamada Tratado de Paz de Amiens las islas de Trinidad y Tabaco (en inglés: “Tobago”) fueron transferidas para su completa ocupación y dominio al Imperio Inglés.

La población amerindia que estuvo poblando ese territorio insular se extinguió o la aniquilaron.

Los aborígenes, como legítimos autóctonos, sufrieron de estrategias inglesas de sustitución por la población africana, llevada a la fuerza, en barcos negreros, por los británicos; con lo cual se aseguraban mano de obra esclavizada para las plantaciones de caña de azúcar y tabaco.

Prestemos atención a lo siguiente: al hacer una rápida ilación (sin h) sociohistórica de los orígenes de esas inmensas islas situadas en el noreste de Suramérica, que luego recibieron las denominaciones de Trinidad y Tobago, se aprecia, con relativa facilidad, que pertenecieron al poderoso, para entonces, Imperio Español.

De tal manera, que cuando la Comunidad Internacional escucha al señor Rowley alardear con declaraciones destempladas, de la siguiente ralea “Esta pequeña nación no puede convertirse en un campo de refugiados para la población venezolana”. Todo el mundo queda atónito, por la ignorancia que lo caracteriza y la pobrísima formación. Además, por la ingratitud de  su comportamiento.



sábado, 25 de julio de 2020




 De nuevo tu rostro

Para apreciarlo sin ocultamientos,
más allá del pánico que asusta.
Muy cerca de tu explayada sonrisa,
sin nada que acorte sentimientos;
tener tu faz a la vista; 
con la bella decisión que el impulso atiza.

Entonces nos diremos:
cuándo será el tiempo
de descubrir y vernos,
de hilvanar los preteridos sueños:
para enjugar lágrimas y remotos recuerdos.
Deseo ver tu rostro patentizado y eterno.

Dejemos a un lado, con desdén y descuido,
todo cuanto hizo sucumbir y nublar nuestras voces.
El pedazo de tela que ahogó el respiro;
que atrapó la expresión y la mantuvo encriptada,
para que no produjera ruidos.

Acaso, será tarde el día
para despojarnos de las mascarillas;
y gritar bien alto lo que todos sabían:
que en nuestros corazones también nacen flores;
que nos deslumbran los risueños parajes,
con el resplandeciente sol, que se asoma y brilla;
que hemos dejado muy lejos los rancios rencores;
que la hermosa existencia se hizo para vivirla.

 Dr. Abraham Gómez R.
Tucupita. Delta del Orinoco
24 de julio de 2020

martes, 21 de julio de 2020





La lúdica arromanzada del bardo cumanés
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Si usted dispone de tiempo, acepte nuestra invitación para releer el poema La Renuncia, cuya autoría corresponde al insigne Andrés Eloy Blanco.

Le adelantamos que debe afinar, una vez más, su imaginación para ir desenhebrando tejidos desde sus hipérboles, símiles y metáforas, ingeniosamente construidas.

Mediante su acuciosa perspectiva se conseguirá en esa preciosa textualidad todo un caudal de ideas y sueños entrecruzados; plasmados en sus rimas consonantes y asonantes para armonizar y configurar belleza plena a las citadas figuras literarias; buscadas adrede con intención expletiva del poeta.

Deje a un costado cualquier prejuicio distractor que le pueda estorbar la necesaria mirada en esta relectura.

Preste atención al brillo y exquisitez que deslumbran al leer las siguientes evocaciones, que trasladan el sentido; trocando las palabras sin desdibujar el significado y orden: “Proximidad de lejanía”, “Encinta de estrellas” y “desbaratando encajes regresaré hasta el hilo”.

Así también, haga lo posible por asir y develar el acuñamiento de las siguientes exageraciones retóricas, que nos entrega el poeta: “Manos locas”, “Amorosos bríos” y “Cuántas veces el anhelo menguante pide un pedazo”.

Nuestro admirado Andrés Eloy, creador de palabras, apela a las comparaciones, seguro de reforzar en esos menesteres, todo cuanto desea expresar. Fíjese para que aprecie y valore la profundidad de las similitudes urdidas: “como renuncia a Dios el delincuente”, “como el marino que renuncia al faro” y “como renuncia el loco a la palabra”.

Cuando nos compenetramos, una y muchas veces, en la relectura de esta obra es cuando se hace posible pesquisar que el eje temático central está dirigido a dejar atrás, preteridamente, cualquier disposición de iluso crecimiento personal insustentable, inútil, vano.

El poeta exterioriza su insatisfecho mundo interior; el cual ha estado anhelante de realizaciones; además, ávido de vivencias y desatadas experiencias.

El poeta pone en claro que él prefiere, por sus propias ocultas motivaciones, regresar a lo cotidiano para reencontrarse, tal vez, en un “eterno retorno” con la mundanidad. Volver a sus quehaceres de cada día, sin máximas aspiraciones por lo pronto, en su soñado engrandecimiento.

 La Renuncia reúne las características de la composición poética denominada soneto; por cuanto, en sus ocho estrofas: siete cuartetos y un sexteto predominan versos de arte mayor, fundamentalmente endecasílabos, con algunas combinaciones métricas que le tributan esplendor y ahondamiento al poema.

Apreciamos, al interiorizarnos con la lectura comprensiva, una variante lírica en el contenido. En honor a la verdad, más en su “trasfondo narrativo” que en su estructura formal.

Ese asomo lúdico que nos parece derivar hacia la composición lírica, se logra percibir, de modo explícito, cuando el poeta sucrense transmite sus sentimientos, emociones, sensaciones y perspectivas circunscritas a sus subjetividades.

Entonces a partir del precioso híbrido del soneto y la lira ha logrado un efecto unitario de cadencias reiterativas y acentuales que aspira la asimilación.

Ciertamente, el poeta a veces nos confunde en el texto; al instante de hacerlo aparecer como una “silva arromanzada”; únicamente que no posee versificación de arte menor, lo cual es una notoria característica del movimiento regulado de la castellanización, en el Renacimiento, para este específico género literario.

La estructura métrica del poema posibilita su lectura con suficiente comodidad.
Elegante amalgama de versos endecasílabos, dodecasílabos, tridecasílabos y alejandrinos, repartidos en sus ocho estrofas, abundantes de sinalefas, sinéresis y diéresis, que para nada complejizan la interpretación y la comprensión


sábado, 18 de julio de 2020



De nuevo tu rostro

Para apreciarlo sin ocultamientos,
más allá del pánico que asusta.
Muy cerca de tu explayada sonrisa,
sin nada que acorte sentimientos;
tener tu faz a la vista;
con la bella decisión que el impulso atiza.

Entonces nos diremos:
cuándo será el tiempo
de descurbrir y vernos,
de hilvanar los preteridos sueños:
para enjugar lágrimas y remotos recuerdos.
Deseo ver tu rostro patentizado y eterno.

Dejemos a un lado, con desdén y descuido,
todo cuanto hizo sucumbir y nublar nuestras voces.
El pedazo de tela que ahogó el respiro,
que atrapó la expresión y la mantuvo encripatada
para que no produjera ruidos.

Acaso, será tarde el día
para despojarnos de las mascarillas;
y gritar bien alto lo que todos sabían:
que en nuestros corazones también nacen flores;
que nos deslumbran los risueños parajes,
con el resplandeciente sol, que se asoma y brilla;
que hemos dejado muy lejos los rancios rencores;
que la hermosa existencia se hizo para vivirla.
Abraham Gómez R.
Tucupita. Delta del Orinoco
24 de junio de 2020

miércoles, 15 de julio de 2020



Dicho todo en apenas siete palabras
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com

Prestemos atención por un instante a lo siguiente: el cuento más corto en la narrativa contemporánea, contiene únicamente siete palabras, cuyo título “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí.” Ese es el cuento, allí está dicho todo. Ni más ni menos. Tales siete palabras abarca la extensión del discurso, que su autor el guatemalteco Augusto Monterroso quiso expresar. Es un manejo legítimo y valioso para concitar la lúdica en este género literario.
Sí, todo el texto en apenas siete vocablos. Increíble. ¿Usted se imagina la cantidad de ideas que ebullen, a partir de su lectura?...! Nace toda una constelación reflexiva para pensar y elucidar luego de asir esas pocas palabras, que encierran un ilimitado sentido.
Ese cuento siempre ha constituido una provocadora insinuación, tal vez invitación, para ahondar nuestras reflexiones, con densidad crítica y carácter diacrónico (la sucesividad a través del tiempo).
Pero, a pesar de su brevedad no por ello resulta ser un cuento simple y sencillo; por el contrario, su cortedad exige un análisis concienzudo para determinar con certeza qué fue lo que nos quiso decir este afamado cuentista.
A cuáles tareas nos conduce la lectura de este texto: a afinar el análisis; como también, a agudizar nuestra perspectiva para develar las categorías filosóficas que sirven de estribaciones a Monterroso para la construcción de este fino discurso; más aún, intentar pesquisar, en la medida de nuestras posibilidades, cuál es su eje argumentativo central.
Monterroso es uno de los máximos escritores hispanoamericanos y uno de los grandes maestros del relato corto de la época contemporánea.
Gabriel García Márquez, refiriéndose a la obra de Monterroso escribió: "Este libro hay que leerlo manos arriba: su peligrosidad se funda en la sabiduría solapada y la belleza mortífera de la falta de seriedad".
Recordemos que la expresa manifestación, plena de sentimientos y sobradas emociones, para encadenar rítmicamente las palabras no es un hecho único que distingue a la poesía de la prosa.
Hasta mediados del siglo XIX constituía la mejor forma de diferenciar ambos usos del lenguaje. Una cosa era prosa y otra poesía.
En la actualidad, en verdad, nos conseguimos siempre prosas hermosas que contienen a lo interno de su constitución un inmenso mar de poesía. Siempre vamos a hallar suficiente poesía que se puede vocear como prosa.
El cuento que aludimos de Monterroso se ha vuelto, a nuestro parecer, tan versátil que vale tanto como una hermosa poesía escrita en prosa.

lunes, 13 de julio de 2020




Balza: exquisita narrativa con apoyatura epistémica

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 En la vida de los seres humanos hay una constante incitación. Diremos que se trata de un extraordinario fenómeno recurrente, a través de las generaciones: una indetenible búsqueda de conocimientos.

Tal constelación de saberes únicamente adquiere de suyo sentido, proyección e intencionalidad a la luz de sólidos soportes culturales.

Lo que hemos sido y vamos siendo se lo debemos a la matriz epistémica que rige nuestro trasfondo vivencial; ese mundo de vida que nutre el modo de conocer individual y socialmente. Que a cada quien le impronta su singularidad, su estilo para simbolizar y decir con palabras las realidades.

Podemos seguir reforzando lo anteriormente descrito, en purísima verdad, afianzados en   las interioridades de los tejidos escriturales del laureado maestro de la narrativa contemporánea José Balza; por lo que nos atrevemos a exponer que la densidad de la obra balziana trasciende su propio discurso. Entonces comporta un desafío y nos obliga a pesquisarla en todo cuanto define su modo de ser, su alforja de imaginarios y sensibilidades. Hay una indesligable simbiosis: su vida y su narratología.

Los lectores aprehendemos escurridizas lúdicas en cada texto de Balza, siempre revisitado. Acaso constituya una hermosa estrategia, de su parte, que incita a darle completitud a las ideas que apenas insinúa.  

Sus ejercicios narrativos   nos llevan de la mano como ductores hacia la realidad esperanzadora o hacia la proliferación de preguntas sin necesarias respuestas.

“…pude haber sido otro niño —relata Balza en una entrevista que le hicimos, recientemente —pero había una energía vital que se ubicaba en mí; yo era testigo privilegiado de aquel mundo: agua, cielo inmenso, la vasta selva, montañas, lo que me hizo atrapar la realidad y convertirla en palabras…”

Los textos arquetípicos de Balza han irrumpido para provocar, para desencadenar innumerables controversias; a veces para ir contra lo establecido, para antagonizar las ideas esclerosadas por dogmatismos. Le fascina dejar sentado en sus escritos pensamientos a contracorriente, en los cuales el cinismo tiene un sitio preponderante.

Busca hacer cosas con las palabras. exactamente lo que J. Austin denomina “enunciado performativo”; que no se limita a describir un acaecimiento, sino que en el mismo instante de estar expresándolo se realiza el hecho.

Así lo vemos reflejado desde su primera novela Marzo Anterior (1965), donde la búsqueda de la identidad será el elemento esencial de la obra.

Con toda seguridad, el presente aserto tendrá bastantes coincidencias: leer no es sólo consumir signos lingüísticos sino crear, elucidar, proponer, recomponer; y a menudo somos los lectores quienes les revelamos a los autores qué fue lo que en realidad escribieron. Porque, aunque no toda lámpara tiene su genio; de lo que si estamos seguros es que lo que brota también depende del espíritu, la mentalidad y las sensibilidades de quien frota la lámpara.

Cuando nos disponemos a leer, a frotar la lámpara para desafiar al genio, abandonamos la multiplicidad de inquietudes de la mente y accedemos a concentrarnos; a seguir el curso de una idea, de una argumentación, a confrontarla con nuestras propias consideraciones.  ¡Los libros son objetos mágicos!

Balza, extraordinario manejador del lenguaje, crea, recrea y transforma cuanta idea, frase o expresión sea aprovechable morfosintácticamente en su condición de artista literario, escultor de la palabra.

Balza, quien está cumpliendo seis años de haberse incorporado como Individuo de Número de nuestra Academia Venezolana de la Lengua, se ha hecho tan versátil y prolijo, que suficientes críticos literarios han advertido: quizás ha llegado el preciso momento de ir estudiando la narrativa literaria balziana por etapas, géneros, giros estructurantes, contenidos referenciales, motivaciones o cuerpo anecdótico de los relatos; porque sus tendencias e intencionalidades expresivas se han vuelto  una cartografía multiforme.

Así también, a Balza le importa el destino de lo hecho con fervor en nuestro país. Además, le preocupan las injustas omisiones y crueldades. Esa misma pasión militante lo muestra cabalmente como discernidor de ideas, consciente de la finitud del tiempo que lo interpela.

Balza sostiene discursivamente conceptos guías que son metarrelatos para dar cuenta de lo que hemos vivido en este pedazo de geografía suramericana en constantes sustituciones. Lo que hoy admitimos – lo expone con asiduidad en sus escritos -- como interesante proyecto nacional, deslumbrante, ya mañana lo dejamos a un costado; mientras seguimos rebuscando una y otra vez, indistinguidamente, en todos los tramos epocales.

Balza concita como activo de sus conformaciones existenciales los designios oraculares de las aguas del Delta del Orinoco: “…Un enigmático amor me ata al río –nostalgia Balza-- ese tipo de pasión que nos condensa, en el pasado y en futuro. El Orinoco ha estado siempre donde lo encuentro hoy, frente a mi casa. Su presurosa inmovilidad tiene un lugar
de asiento en mi propia vida. El río fue mi más poderoso juguete en la infancia. Los días se llevaron mi infancia. Yo cambié, cambié para querer ser siempre el mismo. ¿No seríamos acaso, en 1939, los juguetes que el río usaba para fijarse en alguna memoria? Fuimos juguetes del río con el cual se cree jugar…”

lunes, 6 de julio de 2020




Guayana Esequiba: Solidaridad y diplomacia abierta

Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
abrahamgom@gmail.com


En nuestro indetenible recorrido por las universidades venezolanas y por algunas instituciones públicas y privadas para atender invitaciones académicas; nos complace reconocer e informarles que en todos estos organismos visitados (actividades limitadas, en estos meses, por la situación pandémica), se nos pide con avidez que deliberemos   con precisión pedagógica el asunto de la contención territorial que sostenemos con la excolonia británica.

Conseguimos profesionales densamente formados, lo cual nos honra y llena de profunda satisfacción venezolanista. Me nutro al escuchar, con detenimiento, sus respectivas elucidaciones, sobre este tema.  Encontramos, en muchas partes del país, gente sabia para grandeza de la Patria.

Estamos dispuestos siempre además a intercambiar criterios con los participantes, en general, centrados en tal asunto litigioso.

Hay un bastión enorme que ha acumulado muchas indagaciones documentales; lo cual les ha permitido acrisolar conocimientos. Tales compatriotas portan en sí mismos sendas “cajas de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.

Seguimos insinuando nuestra inquietud, con insistencia: si los propósitos en la Política Exterior de Venezuela apuntan, con seriedad, a sistematizar el reclamo centenario del vil despojo del cual fuimos objeto, a partir del nulo e írrito Laudo Arbitral de París, de 1899; entonces, no debemos dejar a un costado a ese inmenso conglomerado, diseminado por todos los lugares; quienes pueden aportar sus opiniones y conjeturas, con legítimo y natural derecho.

Una iniciativa con las características descritas fortalece como buena y propia la teoría de la “diplomacia abierta”; para que “la diplomacia siempre avance de manera franca y a los ojos de la opinión pública” (Woodrow Wilson)

Eso sí, debe prevalecer, fundamentalmente, una exigencia inevadible: los participantes en las deliberaciones deben ser los mejores; que afloren desde las propias universidades, las Academias, las ONG.s, las Fundaciones, Institutos dedicados a estudiar y defender nuestras fronteras, y otras entidades, cuya Visión y Misión apunten con idénticos objetivos.

Estamos conscientes que la   preferencia debe ser para   quienes posean amplísima formación en la materia y las probadas cualidades para tales fines.

Evitemos, a como dé lugar, a los interesados en aprovechar de manera sibilina estos escenarios.  Eludamos los innecesarios extravíos y la pérdida de tiempo.

Me consta que poseemos venezolanos preparados y comprometidos, en todos los sectores de nuestra sociedad.

Estemos claros también en lo siguiente:  si la idea, con lo de la Guayana Esequiba, es armar un “ardid distractor” para solapar la crisis nacional, entonces en ese saco caben muchos.

Si se pretende apelar a un asunto de tanta monta, la Reclamación de la Guayana Esequiba, como una moda o politiquería se están haciendo ejercicios de demagogia, intentos malabaristas para balbucear cualquier cosa sin arribar significativamente a algo; además, con su añadida y abundante dosis de escatología lingüística, cuyas conclusiones son fácilmente predecibles. Permítanme utilizar esta expresión criolla:  "aquí no todo el que quiere puede".

Prestemos atención a lo siguiente: en reiteradas ocasiones, y en distintos eventos  internacionales, el actual (y muy cuestionado) presidente guyanés, David Granger y desde su cancillería han sostenido determinantemente que no accederán a continuar el litigio con Venezuela a través de la figura del Buen Oficiante. No quieren Negociación directa; por cuanto, según sus palabras, eso ha constituido una perdedera de tiempo, y no ha arrojado los resultados satisfactorios para ninguna de las dos partes en controversia.  Añade, también, que el mencionado Laudo de París ya ha sido ejecutoriado como Cosa Juzgada. Sobre este último argumento basan su Pretensión Procesal en la Corte Internacional de Justicia.

El gobierno guyanés y las (52) empresas transnacionales, que han recibido concesiones para explotar (esquilmar) los recursos en la zona en reclamación y su proyección atlántica, celebran, por anticipado, los posibles resultados sentenciales del Alto tribunal de la Haya (inclusive en ausencia de Venezuela).

La Corte sabe que nuestro país ha invocado siempre el Acto procesal de No Comparecencia; por cuanto, no le reconocemos jurisdicción, como instancia idónea para dirimir la controversia; y menos  conocer forma y fondo de este asunto.

No hemos admitido la Cláusula Facultativa de Obligatoria Jurisdicción, conforme al artículo (36) del Estatuto de la Corte Internacional de Justicia.

Luego del llamado que hizo la Corte para las Audiencias Orales, el 30 de junio, a petición unilateral de Guyana, nos obligamos a reforzar las solidaridades en toda Venezuela, por encima de ubicaciones parcelarias para la defensa, con nuestro Justo Título (como causahabiente de España) y los enjundiosos elementos probatorios, de la propiedad y posesión absoluta de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.