Una Constitución del gobierno, pero
no para el Estado
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la
Lengua
abrahamgom@gmail.com
Hoy se hace oportuna
una severa diferenciación conceptual y estructural de algunos vocablos que
pronunciamos con descuido o tal vez, con cierta displicencia; sin atender que
éstos llevan implícitos suficientes cargas valorativas.
Si mencionamos uno de
ellos, necesariamente no estamos significando los otros; por lo que nos vemos
obligados a hacer las correcciones en esta hora aciaga que atraviesa nuestra
Venezuela.
Ha habido una costumbre
inveterada de mucha gente de repetir y admitir, como cosa natural que gobierno,
Estado, país, nación, república y patria son la misma cosa. Y que además da
igual si utilizamos a alguno de esos vocablos para mencionar, sin distinción,
la idea cualquiera de ellos. Es un grave error la utilización invariable de
estas palabras. Cada una posee sus propias consideraciones para los enunciados.
Analicemos, con sencillez, lo siguiente.
Una Nación está
conformada por una conglomerado humano que ha escogido o determinado un
específico espacio territorial para asentarse, cuya base de afinidad la tejen
los vínculos socio-históricos, las manifestaciones culturales, el usufructo de
los elementos ambientales; así también,
explicamos que únicamente señalamos como país a la conformación
demográfica, a la población, a las personas.
Admitimos que se nos habla del país cuando su referente inmediato es la
gente.
Veamos ahora, la patria siempre se hace y será
hermosa por cuanto ella nace desde las sensibilidades y motivaciones
psicoemotivas de quienes vivimos con las especificidades de la nación. La
patria se lleva en nuestro corazón, mente y voluntad.
La república queda
definida a partir del concreto modo de gobernar, entre muchos otros; según la
libre determinación de los pueblos.
Cuando se legisla para
una Nación como totalidad: su Constitución, sus leyes, sus códigos etc.; y la
población asume y legitima tal estructura jurídica para su cabal
funcionamiento, y si además cumple con los prerrequisitos (población,
territorio, sistema jurídico y reconocimiento internacional) que exige la
Organización de las Naciones Unidas para acogerlo en su seno, decimos entonces
que estamos en presencia de un Estado.
Reafirmemos, una y otra
vez: El Estado es la Nación completa, con leyes. El Estado Somos todos, con nuestras
divergencias y pluralidades. Con tendencias ideológicas disímiles. El Estado se
asienta en una creación jurídica-política que nos teje e involucra: a la nación
y al país.
Al momento de
proponerse una Constitución para el Estado; desde sus inicios debemos estar
conscientes que su proyecto, diseño, discernimientos, elaboración y texto
definitivo será para toda la población nacional, sin diferenciación.
Un gobierno es efímero.
Un gobierno es una gestión temporal, limitada para administrar los recursos del
Estado, por intermedio de las Políticas Públicas.
Si el presente régimen
insiste en su írrita, inconstitucional y tramposa propuesta de una Asamblea Nacional
Constituyente; sin lugar a dudas, la conformación será sólo de miembros de su
tendencia, monocromática, con aliados colaboracionistas, de supuesta oposición
que usufructúa canonjías oficialistas.
Auguramos corta vida a
esa Constitución gobiernera, que desaparecerá en el mismo instante en que esta
abominación que nos rige pase a ser una vergonzosa página en la historia actual
de nuestro país.-
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