sábado, 16 de julio de 2011

TRAMPAS   QUE  ENCANDILAN
                                            
                                        Dr. Abraham Gómez

A algunas personas  a veces les parece tan fastidioso e insoportable que seamos los seres humanos entes racionales en permanente fabricación, en un proceso de ilimitado llenado mental y que para alcanzar la completitud la procuramos en escenarios ocasionalmente impensables de nuestra sociedad.
Inmenso desafío tenemos hoy quienes presumimos que hacemos afinadas construcciones de conocimientos, y que además las exhibimos como una exquisita creación cognitiva. Estamos encarando un reto permanentemente. Porque la consistencia sìgnica que aspiramos darle a todo cuanto captamos y expresamos nos obliga a establecer las diferenciaciones sobretodo en la esfera política, por cuanto en este ámbito  el propósito e intención persigue sumirnos en ese  estado de cosas en las que sus propaladores se solazan. Por eso hay que “estar mosca” para no dejarnos engañar. Veamos la reflexión siguiente, que persigue dejar sentado que no todo lo que brilla es oro aunque encandile e ilusione.
Escaso o nulo recato observamos en el detentador superior del poder ( a pesar de su  diezmada condición sicofísica)y su séquito cuando apelan a la escatología, en su más desvestida forma, con tal de aproximar  ideas para sus despropósitos, aunque hundan el escrúpulo en esa abyección. Acaso no ha sido este  el comportamiento en los últimos tiempos: siembra de odios, exclusiones, manifestaciones de regresión a épocas superadas en la historia republicana, bajeza, repudio, ineptitud, inmoralidades, radicalismo, persecuciones y bastante más,  que han aparejado con justificaciones  intragables por devenir en imbecilidades. Las revoluciones  suelen estar signadas por retiradas tácticas, que no es ni búsqueda de rectificación o propósito de enmienda. Ha sido una  vieja conseja y treta manejada de modo hábil y sibilino. Cuando perciben que sus devaneos ideologizantes son deleznados, rechazados popularmente  dan en apariencia marcha atrás, hacen como si se replegaran, con ofrecimientos incluidos de no incurrir nuevamente en esa desfachatez. El peligro que siempre estuvo anidado irrumpe con recurrencia una vez que pasa la resaca del descalabro. La historia de la humanidad tiene retratada por ominosa la característica esencial de esta detestable línea de pensamiento comunista, que en la pretensión  de un igualitarismo de los seres humanos liquidan sus libertades. Cuál es la diferencia entre lo que ya sabemos de estos regímenes totalitarios de fundamentada estirpe militarista y las escenas oficiales en nuestro país actualmente.
Un funcionario con serio padecimiento del Síndrome de Tourette; enfermedad que lleva a la persona que la sufre a experimentar trastornos obsesivo-compulsivos, megalomanía, problemas perceptuales, excesiva irritabilidad, pobre tolerancia a la frustración etc. no está en condiciones de dirigir el Estado; porque constituye un descomunal entrampamiento, del cual nos es fácil librarse. Así también se le oculta al país la gravísima crisis económica en la que estamos y la que se  nos viene encima, a pesar de haber blandido inmoderadamente un tal desarrollo endógeno que  no vemos por ningún lado, mucho  menos cuando el 85 % del presupuesto nacional está destinado a importaciones en general para poder mantener activo una cuarta parte del aparato productivo. Otra trampa que por más que han intentado enmascarar con la reconversión monetaria aflora por  los diversos intersticios de la economía. La actitud revisionista asomada, con sarcasmo, debe corresponder en mayor proporción a las correcciones conductuales demoradas a lo interno de lo que denominan proceso. La insistencia a un retrogradismo de etapas ya superadas ha sido el eje teórico fundamental de los ideólogos del  presente régimen en Venezuela. La realidad del país vislumbra, una perspectiva distinta: más humana, con libertades, respetuosa de las condiciones individuales y de las posibilidades de cada quien en pleno acatamiento al Estado de derecho. La máxima aspiración de la población venezolana no es la  tramposa desaceleración de las acciones que propendan a la inconveniente imposición, a sangre y fuego, de un indescifrado y todavía inexplicado socialismo. Nuestro país anhela una legítima reinserción en los principios  rectores de una verdadera Democracia con justicia social.

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