Esequibo: deuda por desidia.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la
Lengua
abrahamgom@gmail.com
Haber decidido por la no
comparecencia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ), luego de la
demanda que interpuso el gobierno guyanés contra Venezuela en ese alto
tribunal, todavía no hemos obtenido solución definitiva en la contención que
seguimos sosteniendo.
Invocar la no comparecencia, como
lo hizo nuestra delegación, resultó, ciertamente, una postura estratégica
inteligente; y evitó que los coagentes de la excolonia británica se salieran
con la suya en la celada tendida.
Es verdad que la no comparecencia nos da un
respiro, pero no aporta un último desenlace en esta histórica controversia.
Los enviados por el presidente
Granger y el canciller Greennedge imaginaron que la representación nuestra iba
a optar por la figura jurídica denominada fórum prorogatum; es decir, admitir
de pleno derecho la competencia de la CIJ para conocer la causa y sentenciar.
Aunque Venezuela jugó bien la
carta de la no comparecencia, debemos ser responsables ante el país y
manifestar que el mandado no está hecho, completamente. Hay
que afinar los pasos siguientes.
Debemos estar conscientes de la
importancia y alcance de haber optado por la no comparecencia.
Un aspecto bastante
significativo y destacable, en la aproximación tuvieron las partes en litigio en
al CIJ, es que quedó en evidencia que ellos están asesorados por abogados con experiencias en controversias entre
Estados, y financiados por todas compañías, estadounidenses, canadienses,
holandesas, chinas que explotan nuestros recursos petroleros, energéticos,
hídricos, mineros, madereros, de flora y fauna en general.
Así también, la delegación
guyanesa demostró que está dispuesta a jugársela completa; inclusive hasta con una
extraña y tramposa manipulación del propio estatuto de la Corte.
Reiteramos que en muchas
ocasiones estuvimos haciendo las advertencias a las autoridades de la
cancillería venezolana; en el sentido, de que quedarse callados, dar aquiescencias o
permisividades; omitir las denuncias
oportunas y contundentes; o tolerar que los gobiernos guyaneses, desde Cheddi Jagan hasta
hoy, otorgaran concesiones a más de (39) empresas transnacionales para la
exploración, explotación y comercialización de los vastos recursos que tiene la
Guayana Esequiba ( violatorio del Acuerdo de Ginebra de 1966); todos estos silencios
cómplices y/o las alabanzas imprudentes
e inconvenientes en favor de la contraparte ( Principio de Estoppel), iban a conspirar contra nosotros en los reclamos,
que desde hace más de un siglo hemos hecho de esa zona, que siempre ha sido
nuestra.
Si decimos con propiedad que
siempre ha sido nuestra, nos basamos en el Justo Título que nos confiere la
Cédula Real de Carlos III, cuando crea la Capitanía General de Venezuela, el 8
de septiembre de 1777; Justo Título que lo hemos hecho traslativo en cada una
de nuestras Constituciones; desde la promulgada el 5 de julio de 1811 hasta la
Carta Magna vigente.
Sin embargo, reconozcamos, con
carácter de autocrítica generalizada, que hemos tenido demasiada desidia para mantener
altivo el interés en la opinión pública nacional por la Guayana Esequiba.
No exageramos si decimos que
hay compatriotas que se pierden en el mapa, y no logran precisar dónde les
queda la séptima parte de nuestra geografía que vilmente nos arrebataron.
Aparejado a esta crítica, nos
complace saber del impulso de tantas organizaciones no gubernamentales (Mi Mapa
de Venezuela, y Venezuela Esequiba, entre otras) que han desarrollado un elogiable
trabajo informativo, actividades de concienciación nacional sobre nuestra
Guayana Esequiba. Así también, del Instituto de Estudios Fronterizos de
Venezuela (IDEFV), del Consejo Venezolano de la Relaciones Internacionales (COVRI),
del Comité Pro Defensa del Esequibo y de
muchos intelectuales que nos hemos
tejido en este hermoso apostolado.
Asumamos, modestamente, que todo
lo hecho hasta ahora parece que resulta poco para tamaño emprendimiento.
¿Acaso no estamos a tiempo de seguir haciendo
más labor de reivindicación venezolanista, por
nuestra Guayana Esequiba, dejando
a un costado cualquier sesgo ideológico o partidista que intente diferenciarnos
en este noble propósito?
Excelente, articulo.
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