Guayana Esequiba: estrategias inteligentes
y criterios unánimes.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
Había tardado demasiado el gobierno guyanés en iniciar una
descomunal campaña en los medios, cuyo contenido apunta a manipular la decisión
de Venezuela de invocar la No comparecencia ante la Corte Internacional de
Justicia (CIJ).
Según la sibilina y machacona programación no poseemos los recursos
argumentativos probatorios de nuestra contención; por eso rehuimos el Arreglo Jurídico,
en tan Alto Tribunal.
La torcida información que difunden los coagentes guyaneses, en
su condición de contraparte en este litigio, deja entrever que los venezolanos
no poseemos suficientes elementos para desmontar lo que Venezuela califica de
írrito, nulo, sin eficacia y efecto legal: el Laudo Arbitral de París de 1899;
y que, contrariamente, ellos lo consideran res judicata (cosa juzgada), con
validez plena.
Estamos observando y analizando el despliegue inusitado en
los canales internacionales, en los diarios de mayor circulación: de credibilidad
y prestigio y los más leídos en el mundo la incansable propaganda que la
excolonia británica se está haciendo en torno al histórico caso del Esequibo.
Se están tratando de diseñar una matriz opinática favorable.
No quedan dudas que todo la detestable parafernalia mediática,
que estamos denunciando, recibe cuantioso financiamiento de las casi cincuenta
compañías, de distintas procedencias, con lo cual pretenden resguardar
sus intereses en la exploración, explotación y comercialización de los inmensos
recursos de la Zona en Controversia.
Debemos ser enfáticos en pronunciar con insistencia ante el
mundo que no le estamos quitando las dos terceras partes del territorio de
Guyana, como ellos arguyen.
Nosotros tenemos enjundiosa documentación para demostrar que
fue el Imperio Británico que nos invadió y despojó, mediante las trampas y
demás tratativas políticas-diplomáticas urdidas a finales del siglo XIX, de una
séptima proporción de la geografía venezolana, (con la aviesa
disposición de arrebatarnos, inclusive hasta el Delta del Orinoco y parte del
estado Bolívar) que luego la cede (por las presiones de descolonización) para
que se forme la República Cooperativa de Guyana, el 26 de mayo de 1966.
Después de conocer
nuestra incomparecencia para dirimir en la CIJ, el gobierno guyanés se ha desatado con ferocidad, en dos
vertientes: a lo interno con la utilización de la televisión mañana, tarde y
noche contra Venezuela; haciéndonos pasar como avaros en la reclamación o
imbéciles e ignorantes del Derecho Internacional Público; también las sistemáticas visitas diarias a la Guayana
Esequiba (a sus cinco regiones administrativas, según ellos) del presidente
Granger, ministros, miembros de la Fuerzas Armada, empresarios, representantes
de todas las organizaciones políticas e iglesias.
La opinión pública venezolana debe saber y asumir a concierna
que no estábamos obligados a admitir la competencia de la Corte Internacional
de Justicia para que conociera de nuestra centenaria reclamación, y menos
sentenciar al respecto.
Venezuela no es signataria del Pacto de Bogotá de 1948,
también denominado Tratado Americano de Soluciones Pacíficas.
Lo que hemos descrito, de manera somera, es lo que vergonzosamente
ha emprendido Guyana; preguntémonos, asimismo, qué debemos hacer nosotros para ponderar
y proyectar nuestras verdades sobre este litigioso caso.
Hemos leído y escuchado conjeturas y opiniones infundadas y dispares
de compatriotas.
Eventualmente percibimos reacciones esporádicas de los
voceros oficiales, con cierto sesgo ideológico o partidista. Casi no hay cabida
sostenida en los medios de comunicación para los expertos.
En fin, estamos obligados a concitarnos como País para que la
comunidad internacional, aprecie en su justo valor que conocemos,
integrativamente, lo que estamos reivindicando.
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