viernes, 21 de noviembre de 2025

 

Guayana Esequiba: estrategias subrepticias de la contraparte en el litigio

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Coordinador de la Comisión Proponente de la UNAFRONT

 

 

Quienes hemos dedicado bastantes años de nuestras vidas y desempeño académico al caso controversial de la zona en conflicto por el costado este de Venezuela (que no es poca cosa,159.500 km2. Una séptima parte de nuestra Nación) estamos obligados a ocuparnos también -   determinantemente- de la considerable población que vive en ese territorio que nos fue arrebatado, con vileza, hace ya más de cien años, y que ha entrado en las respectivas etapas de discernimiento jurisdiccional por ante la Corte Internacional de Justicia.

La geografía humana que convive en esa extensión territorial debe concitar el interés y la preocupación de quienes diseñan y ejecutan Políticas Públicas, por parte del Estado venezolano, con la finalidad de corresponderles, debidamente y como se merecen, en todas las áreas pertinentes a su subsistencia.

Prestemos atención a lo que, estratégicamente con condición furtiva, han venido haciendo todos los gobiernos guyaneses, desde Forbes Burnham hasta el actual Irfaan Ali.

¿Qué han hecho en el área en pleito, con una marcada intencionalidad de reforzamiento de la ocupación?

Han rehabilitado la infraestructura de escuelas y hospitales. Han creado hoteles, balnearios; así también, han puesto en servicio medios de comunicación audiovisuales, vías carreteras, pistas de aterrizajes.

Han estructurado cuarteles militares, entre muchas otras actividades.

También prestemos atención que con todo propósito – lo más delicado, tal vez- están realizando sistemáticamente: sensibilizan a niños y jóvenes, con carácter recurrente, en   procesos de ideologización e identidad hacia Guyana.

Cuando analizamos la Constitución de la República Cooperativa de Guyana de 1980, nos conseguimos con la autoasignación y la distribución político-territorial que ellos han establecido, precisamente en la Guayana Esequiba, en flagrante violación del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966. Único documento con pleno vigor jurídico en esta contención.

La inocultable intención, que tal vez miden en perspectiva, sería la invocación de la famosa Cláusula de Prescripción Adquisitiva; para transformar actos de hecho – que cometieron los ingleses en 1814- en sentencias de derecho.

En este caso concreto no prosperará la Prescripción Adquisitiva, porque allí no ha habido posesión legítima sino una ocupación protestada, desde siempre.

Sospechamos, adicionalmente que ellos aspiran a que se produzca una decisión jurídica tomando en cuenta la libre determinación de los pueblos.

Fijémonos, con seriedad, también en lo siguiente. Ellos delimitaron, toda esa extensión en regiones: Guainía-Baruma; Poomeron-Supenam; Cuyuní-Mazaruni; Potaro-Siparuni; AltoTúkutu- Alto Esequibo.

En cada una de estas regiones eligen un gobernador; y allí conseguimos importantes ciudades, pueblos y asientos demográficos de varios tipos y clases sociales; en cuyo registro censal, más reciente, arroja una población que sobrepasa las 400.000 personas, incluyendo a las etnias Waiwai, Makushi, Waraos, Arawaks, Akawayos, Saraos, Patamonas, Caribes y Wapashi.

Al lograr la restitución de la Guayana Esequiba, con todos esos grupos humanos estamos obligados a enlazarnos como compatriotas.

Por propia experiencia puedo mencionar que los Esequibanos que viven en Tucupita, Guasipati, El Callao, Tumeremo, San Martín, Ciudad Bolívar, Santa Elena etc. aún conservan algunas tradiciones religiosas; atesoran conocimientos en asuntos medicinales; igualmente, dominan un mayor aprovechamiento en el cultivo de la tierra y la producción piscícola; en tareas manufactureras y actividades gastronómicas.

Poseen algunas distintivas y elogiadas metodologías educativas y técnicas en general.

Acaso no podemos nosotros aprovechar esos conocimientos; al tiempo que, en tal dialógica de saberes, los compatriotas Esequibanos recibirían las necesarias asistencias que refuercen el carácter identitario de la venezolanidad; que repliquen hacia sus familiares, que aún viven- propiamente- en la Guayana Esequiba.

Esa zona constituye un territorio con incalculables riquezas mineras, hídricas, forestales, energéticas, agroindustrial, edafológicas, petroleras etc. Territorio muchísimo más grande que algunos países europeos, asiáticos y centroamericanos.  Con extraordinario potencial de desarrollo sostenible.

 Este territorio nos lo arrebataron con el denominado Laudo Arbitral de París de 1899; documento que desde entonces hemos calificado de írrito y nulo.

Los reclamos que hemos intentado por vías diplomáticas, políticas y jurídicas no están sustentados en caprichos chauvinistas, reacciones intemperantes, desproporcionadas o injustas.

Hemos explicado en las instancias internacionales correspondientes las razones y argumentos sociohistóricos y jurídicos que nos asisten.

Si en el espacio terrestre de la zona del Esequibo ha habido una severa contención, la situación se ha venido complicando mucho más por el Mar Territorial y la Plataforma continental que proyecta.

Todo territorio ubicado en la costa genera espacio marítimo a partir de una línea base, conforme a las convenciones de los Derechos del Mar para las naciones.

Sucede que Guyana ha hecho bastantes intentos para extender, no sólo lo que corresponde a su pedazo de costa atlántica, sino que ha aspirado - sin consultar a Venezuela- llevar a 350 millas la plataforma continental frente a la Guayana Esequiba, exactamente la que estamos reclamando; y en flagrante violación del Acuerdo de Ginebra, el cual en ninguna parte del precitado texto les concede soberanía.

 

 

viernes, 14 de noviembre de 2025

 

La lengua es huella construida por sus hablantes

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.


Comencemos por asimilar que la Academia comprende que la lengua no es una realidad fija, inmutable, perfecta; porque, las palabras nacen, crecen, se reproducen, se ocultan y reaparecen. Además, las palabras se anidan en la lengua; entonces, al cambiar una, transforma la otra.

Los lingüistas están conscientes que en todo idioma lo más natural y legítimo que puede ocurrir son   los cambios; que van aparejados a las mutaciones intrínsecas de las sociedades; por cuanto, la lengua pertenece –insistimos-- a la comunidad o espacio social de donde proviene.

Sin embargo, asumimos que la lengua -en tanto una entidad social- posee, implícitamente, sus propias normas y desenvolvimientos. Dicho así, entonces, la persona escoge si quiere escribir o hablar al garete o acatar –relativamente-- ciertos lineamientos en sus actos de habla y en sus manifestaciones escriturales.

Queda sentenciado que el hablante decide en su libre albedrío su modo de conducirse lingüísticamente.

La consigna más cercana lo expresaría así: “Dime cómo hablas o escribes y te diré quién eres”.

Una sana advertencia. Tampoco pedimos que haya un permanente ejercicio de erudición y manejo de exquisiteces gramaticales; aunque, en honor a la verdad, la lengua coloquial --en apariencia suelta y sencilla-- también tiene su orden léxico-semántico y morfosintáctico.

Admitamos, con certeza, que la población, en sentido general, no tiene por qué hablar o escribir (obligantemente) como los Académicos.

Cada uno en su propio espacio contextual.

En lo que sí hay plena coincidencias, es que las Academias de la Lengua han sido fundadas para describir hechos lingüísticos; para prescribir el uso correcto (señalar algunas normas sin imponerlas); y en específicos casos proscribir al pesquisar las distorsiones que se susciten; o cuando estas instituciones entran en sospechas que hay alejamientos en los usos adecuados de los actos de habla o un inocultable desorden de la lengua.

La Real Academia de la Lengua y sus entes correspondientes adscritos en la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) siempre han estado puertas abiertas para admitir, analizar e incorporar neologismos.

La Academia de la Lengua jamás ha impuesto vocablos para el uso común. Por el contrario, cada cierto lapso da a conocer los términos que se suman a nuestra amplia lexicografía, que surgen del habla cotidiana, con sus respectivas acepciones; previos estudios que guardan vinculación con la realidad sociolingüística a la que aspiran darle significado.

Para la inmensa comunidad de hispanohablantes en el mundo; que sobrepasa ya quinientos millones de personas (7.6 % de la población), nuestra autoridad máxima; tal vez, algo así como el tribunal supremo del idioma lo conforma, con certeza y propiedad, la Real Academia Española.

Las (23) Academias de la Lengua Española, que se han creado en igual número de países, admiten como condición ser Correspondientes de la RAE.

La nuestra, en Venezuela, desde sus orígenes ha tenido interesantísimos momentos y eventos. No exentos de serias confrontaciones.

Precisamente, el mismo día cuando inicia sus actividades formales --10 de abril de 1883 - arranca con una polémica de forma y fondo.

El presidente Guzmán Blanco, quien a su vez   ocupaba el cargo de director, pronunció un discurso enjundioso y bastante incitador para ese momento.

El eje central de la citada pieza oratoria hurgaba y cuestionaba sobre los orígenes y definición de la lengua que se hablaba en Venezuela: ¿Era castellano o español? 

Sobre el citado eje temático, se hacía cotidiano y corriente que se tramaran   discusiones. Se cruzaban serios y violentos argumentos entre quienes defendían la tendencia   impositiva, sostenedora que en nuestro país prevalecía el español peninsular, heredado en tierras americanas.

 Frente a esa irreductible posición se levantaba otro inmenso bastión que apoyaba la insurgencia lingüística del castellano específico en este continente. Nuestro propio geolecto. Se suscitó, entonces, una disyunción suficientemente marcada; donde se deslindaron dos corrientes de intelectuales inclinados por una u otra posición teórica. ¿Hablamos el español ibérico o el castellano americano?

Para que tengamos una idea de lo bastante serio del asunto. En los sitios populares: plazas, mercados, paseos y en muchos otros lugares “nada académicos” se escenificaban encolerizadas controversias.

Unos encauzados a reconocer que el puro español peninsular era lo que hablábamos, como nuestro idioma natural; y otros favorecedores del castellano que nació y consiguió en América su especificidad lingüística

Luce banal, en el presente, trenzarnos en un pugilato similar; porque, tal polémica ha sido superada y sus términos aclarados. Vale una breve explicación.

Al momento de mencionar el idioma o la lengua común de España, como también de muchas naciones de América y que además se habla como propia en otras naciones del mundo, resultan válidos y apropiados los vocablos castellano y español, indistintamente, según la preferencia del hablante. Da lo mismo decir que habla castellano o español.

Hay quienes recomiendan que se diga que hablamos español para no caer en confusiones con la lengua histórica (el castellano) que nació en el reino de Castilla, en la Edad Media.

Asimismo, agreguemos que la propia Academia apenas sugiere una determinada forma de construir los actos de habla, atendiendo al buen empleo del idioma; jamás la RAE impone a capricho las normas.

Cuando han sido necesarios los cambios y las transformaciones, la Academia ha tomado la iniciativa; dado que, nuestra Institución señera del buen hablar y escribir señala cómo es preferible que sea, y no cómo tiene que ser.

 

lunes, 10 de noviembre de 2025

 

Guayana Esequiba: estrategias con racional optimismo.

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión de Defensa del Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

El escrito contentivo de interposición de acciones de Guyana contra nuestro país lo conocemos en su totalidad.

Ha sido leído con precisión; analizado de manera  individual, como también  en las distintas reuniones y conferencias, en sus múltiples implicaciones; así además, me  he permitido  estudiarlo académicamente, para saber de qué estamos hablando en tal asunto controversial; por lo que debo decir—para conocimiento público-- que su  elemento más resaltante, concerniente a  Pretensión Procesal, se resume en  solicitarle  a la Corte Internacional de Justicia que confirme “la validez legal y efecto vinculante del Laudo Arbitral de París, dictado el 3 de octubre de 1899”; documento que siempre ha sido considerado por Venezuela como írrito y nulo. Calificaciones con las cuales hemos improntado, desde sus orígenes, a esta vergonzosa tratativa política-diplomática.

Ese “laudo” resultó inexistente, no nacido a la vida jurídica. Por lo que no ha adquirido nunca la validez ni la eficacia jurídica; y es – impensablemente—la Causa de pedir de la contraparte. Es nulo de nulidad absoluta.

El rechazo definitivo a la precitada decisión arbitral quedó consumado cuando la propia representación del Reino Unido (Michael Stewart) y de la Guayana Británica (Forbes Burnham) admiten y suscriben, junto con nuestro excelso canciller Ignacio Iribarren Borges el Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966 (documento que arriba a sus 59 años de plena vigencia); en cuyo artículo primero destaca:

 “Se establece una Comisión Mixta con el encargo de buscar soluciones satisfactorias para el arreglo practico de la controversia entre Venezuela y el Reino Unido surgida como consecuencia de la contención venezolana de que el Laudo arbitral de 1899 sobre la frontera entre Venezuela y Guayana Británica es nulo e irrito”.

Acaso se requiere una inteligencia superior para interpretar y concluir que el aludido “laudo” quedó invalidado, a partir de ese acto jurídico; y, por lo tanto, jamás debió considerarse oponible para efectos posteriores.

 No hay Causa que se haga obligacional o compromisoria – para nosotros-- de ninguna manera y para nada.

Frente a lo anteriormente descrito, prestemos atención a este otro detalle: nuestro país permanentemente ha querido solucionar este pleito entre Estados vecinos, acudiendo a las vías pacíficas directas (autocomposición) conforme a la normativa consagrada en el Derecho Internacional Público.

Sin embargo, nos conseguimos que la excolonia británica, con la cual sostenemos la centenaria contención, jamás creyó en las gestiones de los Buenos Oficiantes: McIntyre, Jackman, Girvan y Nylander quienes tuvieron a bien desempeñarse para arreglar la controversia.

Todo el trabajo de esos funcionarios fue saboteado desde la cancillería guyanesa.

Siempre entendíamos que sus respectivos gobiernos, de cualquier signo político-ideológico, en ningún momento prestaron la debida atención a las iniciativas de los mencionados Buenos Oficiantes, designados por la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas; atendiendo al contenido, alcance e intención del artículo 33 de la Carta del precitado ente internacional:

“…Las partes en una controversia cuya continuación sea susceptible de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales tratarán de buscarle solución, ante todo, mediante la negociación, la investigación, la mediación, la conciliación, el arbitraje, el arreglo judicial, el recurso a organismos o acuerdos regionales u otros medios pacíficos de su elección…”

Nótese que hay etapas establecidas en sucesividad hasta alcanzar la resolución del caso.

He sostenido que Guyana aguardó la ocasión, en una especie de emboscada jurídica, para demandar a Venezuela ante la Corte Internacional de Justicia; yéndose, directamente al “arreglo judicial”; contrariando el orden de prelaciones establecido en la citada norma, para zanjar el litigio.

 Lo digo, porque una vez que el actual Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, remite el caso a la Corte, el día 19 de enero de 2018; ya Guyana – con bastante antelación-- tenía preparada la demanda contra Venezuela, la cual consignaron el 29 de marzo del mismo año, todo urdido con premeditación y vileza.

En las distintas plataformas, medios de comunicación y conferencias en las universidades, nos preguntan, con insistencia ¿qué hemos hecho y en cuál situación nos encontramos hoy?

Para abreviar en la explicación, digo que Venezuela consignó en la Corte una Excepción Preliminar; acto procesal al cual tenemos derecho, en condición de parte demandada; para resistir y oponernos a la acción interpuesta en nuestra contra. Toda Acción trae en consecuencia una Excepción.

Una Excepción Preliminar es un mecanismo de defensa de los Estados; la cual es legítimamente admitida por la comunidad internacional y utilizada en algunas oportunidades en la Corte Internacional de Justicia, de conformidad con el artículo 79 de su Reglamento.

Hay suficiente base doctrinal y jurisprudencial al respecto.

La Excepción Preliminar entregada (y ratificada en las audiencias públicas por nuestra honorable delegación estuvo basada en formalizar serios cuestionamientos al burdo escrito presentado –unilateralmente—por Guyana.

¿Qué perseguíamos, en lo inmediato, con una Excepción Preliminar?

Que la Corte, en sentencia adelantada –de previo pronunciamiento que esperábamos – desestimara la demanda, porque constituye un fraude legal y procesal.

Con nuestra Excepción Preliminar nos permitíamos  advertir a la Sala Juzgadora que la situación es mucho más compleja de lo que la parte demandante ha hecho saber.

Debemos ser enfáticos en pronunciar con insistencia al mundo que no le estamos quitando las dos terceras partes del territorio de Guyana, como ellos “arguyen”, ante el Cuerpo Jurisdicente y en sus vocinglerías por los medios de comunicación a nivel internacional.

Nuestra nación ha sido la víctima, hace más de un siglo, de la usurpación perpetrada con mala fe y añagaza jurídica.

Nosotros tenemos enjundiosa documentación, en tanto títulos jurídicos y respaldo histórico y cartográfico: pruebas constituidas y constituyentes para demostrar que fue el Imperio Británico que nos usurpó y despojó, de una séptima parte de la geografía venezolana, mediante trampas a finales del siglo XIX; incluso tenían la aviesa intención de arrebatarnos hasta el Delta del Orinoco y una considerable parte del estado Bolívar.

Lo que hemos descrito, de manera somera – la demanda guyanesa contra Venezuela-- es lo que vergonzosamente ellos emprendieron; que pensaron que el mandado estaba hecho; que nos quedaríamos de brazos cruzados y bocas silentes.

 Resultó que la inteligencia nuestra ha analizado y puesto en ejercicio elementos extraordinarios de defensa; que, no obstante, la hemos asimilado con racional optimismo en este asunto litigioso, sin exageradas exultaciones.

Para el trayecto subsiguiente (alegaciones preconclusivas), nos corresponde fijar otras estrategias, que informaremos en su debida oportunidad. Entiéndase que como Política de Estado no todo puede darse a conocer públicamente.

Por lo pronto, lo que sí debe saber la población venezolana en general es que nos encontramos en jornadas de investigación documental, concienciación nacional permanentes; por cuanto, el juicio jamás se ha detenido.

 

viernes, 31 de octubre de 2025

 

Guayana Esequiba: advertidas las empresas trasnacionales

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Coordinador de la Comisión Proponente de la UNAFRONT

 

La inmensa área controvertida por nuestro legítimo costado este, señaladamente, siempre ha sido considerada contentiva de un extraordinario potencial por las reservas probables y probadas de los recursos petroleros, la calidad de los mismos; los incuantificables caudales de agua; las factibilidades para desarrollar sendos planes sustentables de generación de energía eléctrica, programas agroindustriales, mineros, maderero, piscícolas etc.

 

 Por otra parte, a la extraordinaria ubicación geoestratégica añádase   su proyección atlántica e interconexión con los países de Suramérica y con el resto del mundo.

Todo lo expuesto, de modo sucinto en el párrafo anterior, ha resultado apetecible, sin recato, para muchos países y empresas que han preferido dejar a un costado nuestros vínculos de amistad para unirse en enjambre y comparsa, con la finalidad de menoscabar los recursos venezolanos en esa zona que se encuentra en conflicto jurisdiccional por ante la Corte Internacional de Justicia.

 

Aunque luzca un poco exagerada la siguiente conjetura; por cierto, repetida con insistencia en muchos escenarios –-pareciera que condensa mucha verdad: “En el concierto de las relaciones internacionales, los países no tienen amigos sino intereses”. Dicha expresión (casi que axiomáticamente) ha cobrado plena vigencia en el presente pleito interestatal, del cual me he venido ocupando – académicamente-  desde hace casi cinco décadas.

 

Nuestros Justos Títulos tienen la autoridad de ser inconcusos; vale decir, reforzados con la certeza histórica-jurídica de su procedencia.

Prior tempo, potior iure” (Primero en el tiempo, superior en el derecho)

 ¿Cómo obtuvimos esos Justos títulos?. Mediante una transparente y muy bien documentada y respaldada Cesión de Derechos de España; que la contraparte no podrá y ni tendrá nunca con qué rebatir.

 

Hemos sostenido que una vez trascendido esta difícil eventualidad de reclamo y reivindicación.  Digamos, una vez que hayamos recuperado la extensión territorial que nos han desgajado con alevosía y colusión de árbitros tramposos; procederemos, entonces, a colocar “las cosas” atinentes a las transnacionales en su verdadera dimensión.

Por distintas vías y de diversos modos se les ha avisado (para que caigan en cuenta cautelarmente) a los representantes de las empresas transnacionales que han venido recibiendo concesiones de explotación para esquilmar nuestros recursos en la extensión territorial que reivindicamos y en su respectiva proyección marítima, aún no delimitada.

 

 Se les ha avisado que están incurriendo en hechos irregulares con consecuencias sumamente graves.

 

También han sido advertidos, a través de nuestra Cancillería, que tales permisos y licitaciones serán revisados, analizados, restructurados; por cuanto, habrá una nueva recomposición operacional en el área (y en la completa zona terrestre y atlántica) que pronto será restituida a Venezuela; una vez que la Sala Juzgadora examine, en justo derecho nuestras pruebas, y proceda a sentenciar a favor de Venezuela.

 

Ya están advertidas las transnacionales que las concesiones recibidas son nulas y contrarias al derecho internacional.

 

Guyana ha irrespetado el contenido esencial del Acuerdo de Ginebra, que limita (y restringe) a las partes en la contención a atribuirse soberanía y/o explotar unilateralmente los recursos que en ese espacio se encuentren; hasta que haya una decisión sentencial de la Corte o una negociación directa, desde el punto de vista diplomático, o a través de otro medio.

 

No satisfechos con todo lo que han aprovechado hasta el presente en la Guayana Esequiba, luce vergonzosa la actitud del gobierno guyanés de seguir otorgando —recientemente-- permisos en bloques petroleros, ubicados en áreas marítimas que nos pertenecen históricamente y que no están en el pleito. Una descarada provocación.

 

Que sepan los representantes de las corporaciones que siguen operando ilegalmente en la “zona en reclamación” (nuestra Guayana Esequiba) y su correspondiente proyección atlántica que no desistiremos de denunciar los hechos irregulares que están cometiendo en connivencia con quienes le otorgan ilegítimamente esas asignaciones.

 

Atendamos también, con absoluta prioridad, que el Acuerdo de Ginebra firmado el 17 de febrero de 1966 ha sido siempre el único instrumento jurídico; plenamente vigente, con vigor jurídico donde está viva la controversia y pone en tela de juicio la supuesta “cosa juzgada” que invoca la contraparte en la demanda que nos hizo el 29 de marzo de 2018.

Guyana no ha tenido hasta la presente fecha cómo ni con qué soportar la causa de su pretensión procesal.

 

sábado, 25 de octubre de 2025

 

Guayana Esequiba: caso que debe asumirse como Asunto de Estado

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro dl Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Coordinador de la Comisión Proponente de la UNAFRONT

 

En honor a la verdad, la gente ha asimilado y entendido nuestra justa reclamación por la extensión territorial que nos desgajaron como un caso que concita a toda la Nación; por cuanto, en tal situación litigiosa nos necesitamos todos.

Nada de coartar o dividir a la gente entre patriotas o desleales (entre grupos fanáticos o sectarios); peor aún impregnar de politiquería la presente contención

Los venezolanos debemos comprender que la presente controversia (y la manera cómo ha venido escalando) es un Asunto de Estado.

Suena insistente y reiterativo; porque justamente así debe introyectarse en nuestra fibra venezolanista.

Nos perjudicaríamos, severamente, si ligamos   los problemas internos (que los tenemos, son bastantes, y no los ignoramos) al sesgar este pleito internacional hacia una particular ideología; porque   a alguien se le ocurriría o cree que con tal maniobra saldría supuestamente favorecido con una buena tajada política. Eso es dañoso para el país. Un pobre favor se le estaría haciendo a la Patria.

Quien crea que le resulta más reconfortante “pasar agachado”; y pensar que saldrá más o menos airoso adelante, está supremamente equivocado. Se engaña políticamente y traiciona y vulnera su conciencia patriótica

La cuestión reclamativa por la Guayana Esequiba debe tratarse por encima de partidos políticos. Es un Asunto de Estado, no de gobiernos.

La Patria nos está llamando, y vamos a defenderla.

Hemos tenido y exhibido, en Venezuela, ejemplos de grandeza y solidaridad.

Dimos demostraciones hermosas de unidad nacional –dentro de la natural y legítima   divergencia política—al momento de    materializarse históricamente el apoyo por parte de  las disímiles  tendencias  ideológicas; cuando, además, , logramos el involucramiento de todas las instituciones públicas y privadas; y  se conformó una  representación en conjunto de nuestra sociedad, con la finalidad de ofrecer  el apoyo determinantemente para el proceso de  negociación, firma y ratificación del Acuerdo de Ginebra, el 17 de febrero de 1966; precisamente, el documento base que nos asiste, en el presente trance  controversial.

Hemos salido perjudicados y derrotados en el plano exterior y a lo interno de la Nación cuando nos encontramos fracturados como país (no me refiero a la natural diversidad política-ideológica, que posibilita el sistema democrático); sino cuando colocamos nuestros particularismos y egos por encima   de los sagrados intereses de la Patria.

En lo que atañe a la Guayana Esequiba vivimos una compleja situación histórica; en la que nadie puede quedarse absorto, desprevenido o indiferente.

Debo señalar también, que hemos salido victoriosos cuando las Políticas de Estado se han cumplido como Asuntos de Estado. Ni más ni menos.

Podemos citar enjundiosos ejemplos a lo largo de nuestra historia republicana.

Se alcanzó la necesaria unidad nacional, por encima de partidismos -aparentemente irreconciliables- cuando el bloqueo de nuestros puertos (1902) por parte de las entonces potencias imperiales.

Así también, la determinación venezolana de   no aceptar las convenciones de la Tercera Conferencia del Mar (1982); porque, desconocía y descalificaba ( y reducía a condición de roca) a nuestra septentrional Isla se Aves, con su respectivo derecho para generar Mar Territorial y proyectar Plataforma Continental.

Agréguese allí, las defensas contundentes del Golfo de Venezuela y de Los Monjes, en distintas épocas y bajo sus respectivas circunstancias.

Deseo reiterar, tantas veces como sea preciso y oportuno que el Acuerdo de Ginebra fue un triunfo de la diplomacia venezolana –ciertamente-- con la fortaleza de saber que se contaba con toda la nación venezolana en una única expresión venezolanista.

En el pleito con la excolonia británica, caeríamos en un gravísimo error –imperdonable—si pretendiéramos manipular a la opinión pública en provecho de una determinada organización partidista.

Más grave aún, forjar señalamientos y acusaciones infundadas de quién hizo más o quién demostró menos hechos de entreguismo abierta o solapadamente.

Estamos firmes en denunciar lo que se nos asestó en mala hora; y al propio tiempo, pedir, en justicia, su restitución; con lo cual no estamos cometiendo ningún acto de deshonestidad, irrogando o perpetrando pillaje contra nadie.

En ese espacio controvertido, podemos hablar sólo de Ocupación por parte de ellos; entendida como la manifestación violenta para el control atrabiliario de lo ajeno, bajo repetidas ilegalidades y encubierta de agresiones y entrampamientos.

Ocupación que han querido “maquillar jurídicamente” al amparo del Laudo; sentencia arbitral – nula de toda nulidad-- con la que intentan, desde hace más de cien años, tenderle un manto de    impunidad.

Tal extensión territorial siempre ha sido nuestra. Somos su propietario.

Calificado y soportado tal Derecho Real en base a justos títulos traslaticios, que poseemos a buen resguardo para seguir  probando y alegando  por ante la Corte Internacional de Justicia.

jueves, 23 de octubre de 2025

 

La tarea escolar sensibiliza el proceso y refuerza aprendizajes

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Doctor en ciencias sociales

Post-doctor en epistemología

Docente universitario de pre y postgrado

 

Ha venido tomando espacio y tiempo en la opinión pública nacional la insinuación; aunque todavía no concretada en   propuesta desde el Ministerio de educación, de instruir a los docentes para que supriman la asignación de tareas escolares.

Vale la pena que reflexiones sobre el particular; por cuanto, constituye un aspecto supremamente interesante, entre muchísimos otros, en el sistema de escolarización venezolano.

Invito a que nos iniciemos con una definición muy breve de lo que significa y comporta la tarea escolar: suele apreciarse como un conjunto de actividades académicas que los maestros o profesores asignan a los estudiantes.

Con certeza, también en las universidades ocurren las citadas prácticas para ensanchar conocimientos. Lo que pasa es  que algunas veces, en las instituciones de educación universitaria,  las tareas son  señaladas por  los docentes o las asumen los estudiantes con disposición y responsabilidad; pero, siguen siendo tareas; no obstante, el nivel donde se  encuentre el cursante del proceso de enseñanza-aprendizaje

Deben completarse fuera de la escuela/universidad. Quizás en la biblioteca, en grupos de iguales o en casa (con algún pariente, lo cual vincula al hogar en el hecho pedagógico); y sirven como nexo entre el aprendizaje en el aula y la capacidad de los estudiantes para estudiar de forma independiente o intercambio de ideas y nociones de lo aprehendido (captado).

La autodisciplina y fijación de compromisos (valores esenciales para toda la vida) vienen a ser los propósitos justificadores de las tareas; así, además, la tarea ayuda a consolidar el aprendizaje de un estudiante a través de la práctica; igualmente,  desarrolla sus habilidades y hábitos de estudio y fomenta la concreción y consolidación por su aprendizaje.

Permanentemente se ha tenido en cuenta que la tarea es una herramienta clave para apoyar y guiar el proceso de aprendizaje continuo.

Nos permitimos sintetizar algunas maneras en que las tareas pueden contribuir positivamente al aprendizaje de un estudiante.

Las tareas permiten a los estudiantes reforzar el aprendizaje obtenido en el horario de clase, para luego aplicar los conceptos en otras áreas.

La repetición mediante la práctica fortalece la memoria, resuelve dudas y mejora la retención.

 Recordemos aquel tradicional axioma: “La enseñanza es masificada y el aprendizaje es individualizado”.

 Lo que quiere decir que el maestro o profesor, en el lapso del cual dispone para explicar un objetivo o tema lo hace para todos; entonces, a partir de allí, cada quien, de modo particularizado, asimila y refuerza conforme a sus capacidades cognitivas. Por eso debe estar acrecentando y reiterando los contenidos.

Diremos también que, no menos importante para apoyar la sistematización de la tarea escolar, fomenta el aprendizaje independiente.

Las tareas enseñan a los cursantes a estudiar de forma independiente; y a buscar posibles soluciones sin intervención constante.

Los hace creativos. Los sensibiliza para que afloren, desde ellos, sus respectivos aportes al proceso de búsqueda conocimientos.

Los estudiantes de cualquier grupo etario administran su tiempo para asimilar el material a su propio ritmo, sin las presiones o distracciones muchas veces generadas en el aula por distintos motivos.

Aparejada a la reflexión del párrafo anterior nos conseguimos que las tareas coadyuvan a que el estudiante desarrolle sus intrínsecas   habilidades de gestión del tiempo que dedicará a aprender.

Como consecuencia, las fechas límites trazadas para las tareas permiten a los estudiantes planificar su horario diario y administrar el tiempo eficazmente.

 Esta es una habilidad esencial que necesitarán no solo para tener éxito en la escuela; sino también para gerenciar sus compromisos de trabajo más adelante.

Desde el punto de vista psico-pedagógico (en las claves de John Dewey) la tarea   ha sido reconocida como factor preponderante para la evaluación del progreso de los estudiantes.

Digamos que Las tareas permiten a los profesores acreditar si hubo la suficiente comprensión y el compromiso de los estudiantes con el material explicitado en clase; con lo cual –recurrentemente- se pueden pesquisar e identificar las áreas de estudio con las que se tenga dificultades.

Con esta información, los educadores pueden realizar los cambios necesarios en el contenido curricular; porque, no todas las tareas son iguales en los grados de exigencias. Los educadores diseñan diferentes tipos de tareas según los resultados de aprendizaje que desean lograr; por ejemplo, las tareas creativas buscan potenciar el pensamiento crítico y la originalidad del estudiante.

Los discentes (según el neologismo de Paulo Freire) que se acostumbran a hacer sus tareas comprenden mejor el contenido, obtienen mejores calificaciones y, en definitiva, aprovechan mejor su educación.

Delta del Orinoco, septiembre de 2025

 

viernes, 17 de octubre de 2025

 

Guayana Esequiba: Nos estamos defendiendo frente a tamaña ingratitud

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Coordinador de la Comisión Proponente de la UNAFRONT

 

La ligazón oportunista y juego de intereses dinerarios con las empresas transnacionales obnubiló la perspectiva histórica a la dirigencia guyanesa; y les provocó “amnesia selectiva” que les impidió (antes de demandar a Venezuela) asumir a conciencia que fuimos nosotros los primeros en reconocerlos como nuevo Estado naciente en la comunidad internacional; exactamente, el mismo día que alcanzaron su independencia del Reino Unido, el 26 de mayo de 1966.

Desmemoria inoculada a petición y complacencia de las aprovechadoras compañías de turno, esquilmadoras de nuestros recursos.

Agreguemos, también, que cuando el militarote Forbes Burnham decidió hacerse dictador e inició de inmediato una implacable persecución contra la población civil que se oponía a sus desmanes, fuimos nosotros quienes albergamos, protegimos y prohijamos a los guyaneses que se vieron obligados – por los terribles actos inhumanos cometidos- a abandonar la llamada para entonces “zona en reclamación”.

En los peores y más aciagos eventos económicos por los que atravesó la nación vecina (que nos confronta) nosotros dispusimos de la ayuda suficiente y a tiempo para socorrerlos, para que solventaran la crisis que los golpeaba duro y recurrentemente.

Recibieron de nosotros un trato preferencial en el proceso de compra-venta de petróleo y bastantes otros rubros, con lo cual aliviaban su calamidad, de entonces.

Venezuela les permitió ingresar a la Organización de Estados Americanos; a pesar de que la Carta de la OEA los limitaba; porque había un diferendo por extensión territorial que aún no se había definido.

Al crearse Petrocaribe (por expresa iniciativa de nuestro país), las demás naciones integrantes aguardaron por la opinión de Venezuela para ver si permitía el ingreso o no de Guyana en esta corporación.

Venezuela jamás objetó su incorporación; y les ofreció recursos energéticos con amplias y cómodas posibilidades de cancelación.

 

Hemos sido respetuosos (hasta lo indecible) del Acuerdo de Ginebra que en ninguna parte le reconoce soberanía a Guyana en el espacio controvertido; pero que, sin embargo, observamos con paciencia la instalación de compañías ilegalmente autorizadas por los gobiernos guyaneses.

Frente a la acción de Guyana incoada contra nosotros, el 29 de marzo del 2018, una vez que el Secretario General de la ONU remitió el asunto controversial a la Corte Internacional de Justicia, ¿qué nos quedaba hacer?

Defendernos con las disímiles estrategias que nos sean factibles y lícitas desarrollar hasta lograr la restitución de lo que nos desgajaron.

 La primera defensa es la invocación plena y total del contenido y alcance del Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966; único documento con pleno vigor jurídico en esta controversia.

Este territorio nos lo arrebataron. Fuimos despojados de esa séptima parte de nuestra geografía nacional con el denominado Laudo Arbitral de París de 1899; adefesio jurídico que desde entonces lo hemos calificado de írrito y de nulidad absoluta. Inexistente.

Digamos también, por otra parte, que hemos estado reclamando con ímpetu para nuestra Nación la devolución de la Guayana Esequiba.

 Ha habido desde hace muchos años y gobiernos -lo reconocemos-  algunos deslices e impropiedades.

De cualquier forma, la fuerza contencional ha sido indetenible e implacable.

Los reclamos que hemos intentado por vías diplomáticas, políticas y jurídicas no están sustentados en caprichos chauvinistas, reacciones intemperantes, desproporcionadas o injustas.

Me he permitido ir explicando en todas mis conferencias por varias universidades y otras instituciones del país las razones y argumentos sociohistóricos y jurídicos que nos asisten; asumiendo, esencialmente, que este es un Asunto de Estado.

Hay un denso cúmulo de preguntas que para la contraparte han resultado difíciles de explicar por carecer de asideros.

Comencemos. ¿Sobre qué elemento obligacional o compromisorio la excolonia británica ha deducido la Causa de pedir ante el Alto Tribunal de La Haya? ¿El Laudo arbitral que nunca nació a la vida jurídica? o ¿El supuesto acuerdo de demarcación de 1905, derivado del nombrado documento ignominioso firmado en París, como ya quedó dicho?

 

 

 

Se conoce suficientemente que cuando se negoció, suscribió y ratificó el Acuerdo de Ginebra; en ese acto e instante quedó sepultado –por saecula saeculorum— el laudo tramposo, gestado mediante una tratativa perversa en contra de los legítimos derechos de Venezuela sobre la Guayana Esequiba.