Guayana
Esequiba: caso que debe asumirse como Asunto de Estado
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Fundación Venezuela
Esequiba
Miembro dl Instituto de Estudios
Fronterizos de Venezuela
Coordinador de la Comisión Proponente
de la UNAFRONT
En honor a la verdad, la gente ha asimilado y entendido nuestra justa
reclamación por la extensión territorial que nos desgajaron como un caso que
concita a toda la Nación; por cuanto, en tal situación litigiosa nos necesitamos
todos.
Nada de coartar o dividir a la gente entre patriotas o desleales (entre
grupos fanáticos o sectarios); peor aún impregnar de politiquería la presente
contención
Los venezolanos debemos comprender que la presente controversia (y la
manera cómo ha venido escalando) es un Asunto de Estado.
Suena insistente y reiterativo; porque justamente así debe introyectarse
en nuestra fibra venezolanista.
Nos perjudicaríamos, severamente, si ligamos los problemas internos (que los tenemos, son
bastantes, y no los ignoramos) al sesgar este pleito internacional hacia una
particular ideología; porque a alguien
se le ocurriría o cree que con tal maniobra saldría supuestamente favorecido
con una buena tajada política. Eso es dañoso para el país. Un pobre favor se le
estaría haciendo a la Patria.
Quien crea que le resulta más reconfortante “pasar agachado”; y pensar
que saldrá más o menos airoso adelante, está supremamente equivocado. Se engaña
políticamente y traiciona y vulnera su conciencia patriótica
La cuestión reclamativa por la Guayana Esequiba debe tratarse por encima
de partidos políticos. Es un Asunto de Estado, no de gobiernos.
La Patria nos está llamando, y vamos a defenderla.
Hemos tenido y exhibido, en Venezuela, ejemplos de grandeza y
solidaridad.
Dimos demostraciones hermosas de unidad nacional –dentro de la natural y
legítima divergencia política—al
momento de materializarse históricamente el apoyo por
parte de las disímiles tendencias
ideológicas; cuando, además, , logramos el involucramiento de todas las
instituciones públicas y privadas; y se
conformó una representación en conjunto
de nuestra sociedad, con la finalidad de ofrecer el apoyo determinantemente para el proceso de negociación, firma y ratificación del Acuerdo
de Ginebra, el 17 de febrero de 1966; precisamente, el documento base que nos
asiste, en el presente trance
controversial.
Hemos salido perjudicados y derrotados en el plano exterior y a lo
interno de la Nación cuando nos encontramos fracturados como país (no me
refiero a la natural diversidad política-ideológica, que posibilita el sistema
democrático); sino cuando colocamos nuestros particularismos y egos por
encima de los sagrados intereses de la
Patria.
En lo que atañe a la Guayana Esequiba vivimos una compleja situación
histórica; en la que nadie puede quedarse absorto, desprevenido o indiferente.
Debo señalar también, que hemos salido victoriosos cuando las Políticas
de Estado se han cumplido como Asuntos de Estado. Ni más ni menos.
Podemos citar enjundiosos ejemplos a lo largo de nuestra historia
republicana.
Se alcanzó la necesaria unidad nacional, por encima de partidismos -aparentemente
irreconciliables- cuando el bloqueo de nuestros puertos (1902) por parte de las
entonces potencias imperiales.
Así también, la determinación venezolana de no aceptar las convenciones de la Tercera
Conferencia del Mar (1982); porque, desconocía y descalificaba ( y reducía a
condición de roca) a nuestra septentrional Isla se Aves, con su respectivo
derecho para generar Mar Territorial y proyectar Plataforma Continental.
Agréguese allí, las defensas contundentes del Golfo de Venezuela y de
Los Monjes, en distintas épocas y bajo sus respectivas circunstancias.
Deseo reiterar, tantas veces como sea preciso y oportuno que el Acuerdo
de Ginebra fue un triunfo de la diplomacia venezolana –ciertamente-- con la
fortaleza de saber que se contaba con toda la nación venezolana en una única
expresión venezolanista.
En el pleito con la excolonia británica, caeríamos en un gravísimo error
–imperdonable—si pretendiéramos manipular a la opinión pública en provecho de
una determinada organización partidista.
Más grave aún, forjar señalamientos y acusaciones infundadas de quién
hizo más o quién demostró menos hechos de entreguismo abierta o solapadamente.
Estamos firmes en denunciar lo que se nos asestó en mala hora; y al
propio tiempo, pedir, en justicia, su restitución; con lo cual no estamos
cometiendo ningún acto de deshonestidad, irrogando o perpetrando pillaje contra
nadie.
En ese espacio controvertido, podemos hablar sólo de Ocupación por parte
de ellos; entendida como la manifestación violenta para el control atrabiliario
de lo ajeno, bajo repetidas ilegalidades y encubierta de agresiones y
entrampamientos.
Ocupación que han querido “maquillar jurídicamente” al amparo del Laudo;
sentencia arbitral – nula de toda nulidad-- con la que intentan, desde hace más
de cien años, tenderle un manto de
impunidad.
Tal extensión territorial siempre ha sido nuestra. Somos su propietario.
Calificado y soportado tal Derecho Real en base a justos títulos
traslaticios, que poseemos a buen resguardo para seguir probando y alegando por ante la Corte Internacional de Justicia.