viernes, 15 de noviembre de 2024

 

 Propongo la creación de la Universidad Nacional de Asuntos Fronterizos (I)

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

 

Aspectos de la realidad   impensables hace apenas algunos decenios atrás, en la actualidad resultan completa y suficientemente cotidianos.

Los seres humanos buscan por encima de lo que sea y a cualquier riesgo y precio abrirse horizontes para captar sus satisfacciones vivenciales.

Coincidimos con mucha gente que expresa que las sociedades no se liquidan a sí mismas.

Las disímiles perspectivas de superación siguen abiertas como el primer día.

Vivimos pensando – y elucidando-  cualquier cantidad de alternativas para resolver nuestros problemas existenciales.

Lo dicho en el párrafo anterior no constituye ninguna novedad; por cuanto, a lo largo de la historia los seres humanos han tenido siempre la acuciosa disposición de procurarse cada vez más cosas. Ha sido una carrera desenfrenada, sin límites. Ante cualquier obstáculo procuramos estudiarlo para sobrepasarlo

Se han discernido desde siempre ideas increíbles.

 

Sin dudas o perplejidades, es la Educación (en su más amplia y pura acepción) el instrumento expedito y esencial para formalizar y sistematizar todo cuanto pensamos y deseamos ejercitarlo, ponerlo en práctica; porque con este exquisito vehículo de enseñanza-aprendizaje hemos hecho maravillas; sí, pero también cometemos bastantes desaciertos cuando se hace uso inapropiado de sus respectivos elementos metodológicos.

Sin embargo, nos hemos ocupado suficientes horas teorizando cómo acceder y consolidar un proceso educativo exactamente para los tiempos que nos toca vivir y que trace una línea auspiciosa para el futuro.

En casi todos los lugares de nuestro país que hemos visitado, por expresas invitaciones de los organizadores de respectivos eventos académicos, conseguimos profesionales densamente formados en el álgido eje temático de las fronteras; lo cual nos honra y llena de profunda satisfacción venezolanista.

 

Me nutro de conocimientos al escuchar, con detenimiento, sus respectivas reflexiones, sobre esta controversia.  Encontramos, en muchas partes, gente sabia para grandeza de la Patria.

Estamos dispuestos siempre, además, a intercambiar criterios con los participantes, en general, centrados en tal acaso litigioso.

Hay un bastión enorme que ha acumulado muchas indagaciones documentales; lo cual les ha permitido acrisolar vivencias y experiencias. Tales compatriotas portan en sí mismos sendas “cajas de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.

 

 

 

En nuestro indetenible recorrido por las universidades venezolanas y por algunas instituciones públicas y privadas; así, también, por las distintas plataformas digitales, se nos pide con avidez que deliberemos   con precisión pedagógica el asunto de la contención territorial que sostenemos con la excolonia británica.

 Nos asomaron, una vez, la opción de crear en Venezuela una Casa de Estudios Universitarios exclusivamente para los temas fronterizos de nuestro país y del mundo. Nos lució interesantísimo.

 

No hace mucho tiempo se mencionaba, en discursos reiterativos, que había que mejorar la Educación; en consecuencia, uno que otro remiendo se hizo. Luego, se insistió en señalar la urgencia de   darnos una “Educación de calidad”; lo cual no fue más a allá de replantearse una planificación curricular con objetivos diseñados de manera rígida, cuya esencia apuntó casi que únicamente en términos economicistas; es decir, la consecución de profesionales universitarios que egresaran con la misión principal de producir. No está mal, pero falta todavía incorporar, en los contenidos programáticos, otras muchas dimensiones humanas, que han quedado rezagadas.

 

Acaso se puede desconocer que en casi todos los planes educativos universitarios   han quedado por fuera: vivencias enriquecedoras, realidades de los espacios humanos, experiencias, miradas aportativas, emociones, intercambio de sensibilidades, anécdotas, subjetividades puras, querencias, singularidades. Muchos de estos enfoques resultaban ajenos a la Academia, porque no eran medibles.

 

Si la propuesta (como la que aquí presento, sucintamente) de integralidad de la Educación aspira a obtener fuerza y consistencia epistemológica, entonces, se obliga a estructurarse y sostenerse   en un concepto serio y teoría creíble.  Respondo que sí, ciertamente, las tiene. Por lo tanto, todo cuanto se piense, sume y comporte por un proceso de enseñanza-aprendizaje con tales características debe involucrar: conocimientos, actitudes, valores, la equidad en/para la vinculación social, la coherencia en ser y hacer, involucramiento de lo humano, la eficiencia, la tecnología al servicio de los seres humanos y un larguísimo etcétera.

 

Más de (45) años de mi vida académica se los he dedicado a estudiar los muchísimos aspectos pertinentes a las fronteras y los límites interestatales; con lo cual, modestamente, he acaudalado una amplia experiencia puesta siempre y sin reparo al servicio y disposición de la patria.

 

En esta oportunidad, me permito proponer a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades (CNU), la creación académica-administrativa de una Universidad, cuyos componentes curriculares exclusivamente estriben en los Asuntos Fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo.

 

Aspiramos que a través de estrategias metodológicas apoyadas en seminarios se haga posible desarrollar análisis, discernimientos, oportunas conferencias magistrales; visitas a los sitios de estudios, exposiciones e indagaciones documentales de demarcaciones nacionales. Aprehender las realidades de las áreas concernidas. Establecer, claramente, la diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar las reclamaciones vigentes entre Estados que integran la comunidad internacional. Los medios violentos y pacíficos de solución de los conflictos.  El Estatuto y – obviamente- la jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. En fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental y de aprendizaje horizontalizado. Todos aprendemos de todos.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones e implicaciones. Valga decir, la conformación y nuestra herencia histórica; pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios y registros cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica en general que habitan nuestra poligonal fronteriza. Los procesos productivos agroindustriales factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. Son bastantes aristas a estudiar y problematizar, en su justa medida, en cuatro años aproximadamente.

 

Aspiramos que, una vez que se hayan  cumplido con los respectivos planes, programas y sus contenidos,  egrese un profesional densamente formado, con un extraordinario perfil ocupacional en los Asuntos Fronterizos de Venezuela y del resto del mundo; con posibilidad de desempeñarse en la Cancillería, en las embajadas y consulados , entidades federales (sobre todo las fronterizas), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías, en otros países,  entre muchas opciones laborales.

 

Al consolidarse esta propuesta --encontrándose ahora en fase de proyecto-- ofrecerá ilimitadas posibilidades para que dicten cátedras en esta casa de Estudios Universitarios:   juristas, historiadores, cartógrafos, internacionalistas, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, militares de los distintos componentes de nuestra Fuerza Armada Bolivariana, especialmente de la Marina.

 

La integralidad del estudio y desarrollo de nuestros espacios fronterizos - y los de otras naciones- debe considerarse de manera cabal; y – obviamente- despertar el interés nacional para que se fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes estructuran y ejecutan Políticas Públicas, a nombre del Estado venezolano.

miércoles, 13 de noviembre de 2024

 

 Propongo la creación de la Universidad Nacional de Asuntos Fronterizos

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

 

Aspectos de la realidad   impensables hace apenas dos decenios atrás, en la actualidad resultan completa y suficientemente cotidianos.

 Los seres humanos buscan por encima de lo que sea y a cualquier riesgo y precio abrirse horizontes; y admitamos que todavía esa perspectiva sigue abierta como el primer día.

Vivimos pensando-elucidando cualquier cantidad de alternativas existenciales.

A lo largo de la historia los seres humanos han tenido siempre la acuciosa disposición de procurarse cada vez más cosas. Ha sido una carrera desenfrenada, sin límites.

Se han discernido desde la Edad de Piedra hasta hoy las ideas más increíbles.

 

Sin lugar a dudas uno de los instrumentos expeditos para formalizar y sistematizar todo cuanto pensamos y deseamos ponerlo en práctica es la Educación; porque con este exquisito vehículo de enseñanza-aprendizaje hemos hecho maravillas; sí, pero también cometemos bastantes desaciertos.

Sin embargo, ocupamos suficientes horas teorizando cómo acceder y consolidar un proceso educativo exactamente para los tiempos que nos toca vivir y que trace una línea auspiciosa a futuro.

 

No hace mucho tiempo se mencionaba, en discursos reiterativos, que había que hay que mejorar la educación; en consecuencia, uno que otro remiendo se hizo. Luego, se insistió en señalar la urgencia de   darnos una educación de calidad; lo cual no fue más a allá de replantearse una planificación curricular con objetivos diseñados de manera rígida, cuya esencia apuntó casi que únicamente en términos economicistas; es decir, la consecución de profesionales universitarios que egresaran con la misión principal de producir.

 

A partir de lo anterior, la experiencia devenida entonces consistió en objetivar la calidad de la educación por lo tangible, lo medible.

 

La inmediata consecuencia del diagnóstico reseñado era que muchos aspectos que corresponden a las otras dimensiones de los seres humanos no eran incorporados en los currículos.

Así entonces, quedaban por fuera: vivencias, realidades de los espacios humanos, experiencias, miradas, emociones, intercambio de sensibilidades, anécdotas, subjetividades puras, querencias, singularidades. Muchos de estos enfoques resultaban ajenos a la Academia; porque casi no eran medibles.

Alguien diría -con abundantes razones, quizás- que, con ninguno de los últimos ítems asomados, en el párrafo anterior se va al mercado.

Una batalla que parece que la ganan (todavía) los propiciadores de la llamada, tradicionalmente, educación de calidad. Digámosles defensores    de la teoría economicista dura.

 

Si la propuesta (como la que aquí presento, sucintamente) de integralidad de la educación aspira a obtener fuerza y consistencia epistemológica, entonces, se obliga a estructurarse y sostenerse   en una teoría seria y  creíble. La tiene. Por lo tanto, todo cuanto se piense, aporte y comporte por un proceso de enseñanza-aprendizaje con tales características debe involucrar: conocimientos, actitudes, valores, la equidad en/para la vinculación social, la coherencia, involucramiento de lo humano, la eficiencia, la tecnología al servicio de los seres humanos y un larguísimo etcétera.

 

Más de (45) años de mi vida académica se los he dedicado a estudiar los muchísimos aspectos pertinentes a las fronteras y los límites interestatales; con lo cual, modestamente, he acaudalado una amplia experiencia puesta siempre y sin reparo al servicio y disposición de la patria.

 

En esta oportunidad, me permito proponer a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades, la creación académica-administrativa de una Universidad, cuyos componentes curriculares exclusivamente estriben en los Asuntos Fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo.

 

A través de estrategias metodológicas por seminarios se haría posible abarcar los análisis, discernimientos, conferencias magistrales, visitas a los sitios de estudios, exposiciones e indagaciones documentales de demarcaciones. Establecer la diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar las reclamaciones vigentes entre Estados. Los medios violentos y pacíficos de solución de los conflictos.  El Estatuto, jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. En fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones. Valga decir, la conformación y nuestra herencia histórica; pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica en general que habitan esas áreas. Los procesos productivos agroindustriales factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. Son bastantes aristas a estudiar en su justa medida.

 

Aspiraríamos que, cumplido con los respectivos planes, programas y sus contenidos,  egrese un profesional densamente formado, con un extraordinario perfil ocupacional en los Asuntos Fronterizos de Venezuela y del resto del mundo; con posibilidad de desempeñarse en la Cancillería, embajadas, entidades federales (sobre todo las fronterizas), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías, en otros países y  entre muchas otras opciones laborales.

 

Al consolidarse esta propuesta --encontrándose ahora en fase de proyecto-- ofrecería ilimitadas posibilidades para que dicten cátedras en esta casa de Estudios Universitarios:   juristas, historiadores, cartógrafos, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, militares de sus distintos componentes, especialmente de nuestra Armada.

 

La integralidad del estudio y desarrollo de nuestros espacios fronterizos debe considerarse de manera cabal; y – obviamente- despertar el interés nacional para que se fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes estructuran y ejecutan Políticas Públicas, a nombre parte del Estado venezolano.

 

martes, 12 de noviembre de 2024

 

 Propongo la creación de la Universidad Nacional de Asuntos Fronterizos

 Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

 

Aspectos de la realidad   impensables hace apenas dos decenios atrás, en la actualidad resultan completa y suficientemente cotidianos.

 Los seres humanos buscan por encima de lo que sea y a cualquier riesgo y precio abrirse horizontes; y admitamos que todavía esa perspectiva sigue abierta como el primer día.

Vivimos pensando-elucidando- cualquier cantidad de alternativas existenciales.

A lo largo de la historia los seres humanos han tenido siempre la acuciosa disposición de procurarse cada vez más cosas. Ha sido una carrera desenfrenada…sin límites.

Se han discernido desde la Edad de Piedra hasta hoy las ideas más increíbles.

 

Sin lugar a dudas uno de los instrumentos expeditos para formalizar y sistematizar todo cuanto pensamos y deseamos ponerlo en práctica es la Educación; porque con  este exquisito vehículo de enseñanza-aprendizaje hemos hecho maravillas; sí pero también hemos cometido bastantes desaciertos.

Sin embargo, hemos ocupado suficientes horas teorizando cómo acceder y consolidar un “proceso” educativo exactamente para los tiempos que nos toca vivir y que trace una línea auspiciosa a futuro.

 

No hace mucho tiempo se mencionaba, en discursos reiterativos, que había que hay que mejorar la educación; en consecuencia, uno que otro remiendo se hizo. Luego, se insistió en señalar la urgencia de   darnos una educación de calidad; lo cual no fue más a allá de replantearse una planificación curricular con objetivos diseñados de manera rígida, cuya esencia apuntó casi que únicamente en términos economicistas: la consecución de profesionales universitarios que egresaran con la misión principal de producir.

 

La experiencia devenida entonces consistió en objetivar la calidad de la educación por lo tangible, lo medible.

 

La inmediata consecuencia del diagnóstico anterior era que muchos aspectos que corresponden a las otras dimensiones de los seres humanos no eran incorporados en la currìcula. Así entonces, quedaban por fuera: vivencias, realidades de los espacios humanos, experiencias, miradas, emociones, intercambio de sensibilidades, anécdotas, subjetividades puras, querencias, singularidades. Muchos de estos enfoques resultaban ajenos a la Academia.

Alguien diría -con abundantes razones, quizás- que, con ninguno de los últimos ítems asomados, en el párrafo anterior se va al mercado.

Una batalla que parece que la ganan los propiciadores de la llamada, tradicionalmente, educación de calidad. Digámosles alabarderos   de la teoría economicista dura.

Si la propuesta (como la que aquí presento, sucintamente) de integralidad de la educación aspira a obtener fuerza y consistencia epistemológica; entonces, se obliga a estructurarse y sostenerse   en una teoría seria y  creíble; por lo tanto,  todo cuanto  se piense, aporte y comporte por un proceso de enseñanza-aprendizaje con tales características  debe involucrar: conocimientos,  actitudes,  valores, la equidad en/para  la vinculación social, la coherencia, involucramiento de lo humano,  la eficiencia, la tecnología y un larguísimo etcétera.

 

Más de (45) años de mi vida académica se los he dedicado a estudiar los muchísimos aspectos pertinentes a las fronteras y los límites interestatales; con lo cual, modestamente, he acaudalado una amplia experiencia puesta siempre y sin reparo al servicio y disposición de la patria.

En esta oportunidad, me permito proponer a las autoridades competentes, caso concreto al Consejo Nacional de Universidades, la creación académica-administrativa de una Universidad, cuyos componentes curriculares estriben en los Asuntos Fronterizos de nuestra nación y de otros países del mundo.

 

A través de estrategias metodológicas por seminarios se harían posible abarcar los análisis, discernimientos, exposiciones e indagaciones documentales de demarcaciones; diferenciación conceptual-estructural entre límites y fronteras. Examinar convenios, pactos, acuerdos, tratados. Así, además, estudiar las reclamaciones vigentes entre Estados. Medios violentos y  pacíficos de solución de los conflictos.  El Estatuto, jurisdicción y competencia de la Corte Internacional de Justicia y sus más importantes jurisprudencias. El contenido y alcance del Derecho Internacional Público. En fin, habrá un abanico inmenso de elementos a incorporar en la malla y diseño curricular, siempre con sentido experimental.

Particular interés y énfasis, por supuesto, lo tendremos en nuestros espacios fronterizos, en todas sus consideraciones. Valga decir, la conformación y herencia histórica, pactos suscritos. Los elementos jurídicos que asisten a Venezuela. Nuestros estudios cartográficos. Las diversas reclamaciones y confrontaciones que hemos tenido. La dimensión étnica y demográfica que habitan esas áreas; los procesos productivos factibles en esas franjas colindantes. Los despojos territoriales que nos han perpetrado. Nuestra proyección caribeña y atlántica. Los costados amazónico, andino y guayanés. Son bastantes aristas a estudiar en su justa medida.

 

Aspiraríamos que egrese un profesional densamente formado, con un extraordinario perfil ocupacional en los Asuntos Fronterizos de Venezuela y del resto del mundo; con posibilidad de desempeñarse en la Cancillería, embajadas, entidades federales (sobre todo las fronterizas), en el Ministerio de la Defensa; asimismo, como docentes en las universidades, en el Ministerio de Planificación, como asesores en la Asamblea Nacional, en los Consejos Legislativos, en las alcaldías entre muchas otras opciones laborales.

 

Al consolidarse esta propuesta, como ahora se proyecta, ofrecería posibilidades para que dicten cátedras en esa casa de Estudios Universitarios:   juristas, historiadores, cartógrafos, metodólogos, ingenieros, geógrafos, antropólogos, tecnólogos, urbanistas, sociólogos, militares de sus distintos componentes, especialmente de la Armada.

 

La integralidad de nuestros espacios fronterizos debe considerarse de manera cabal, y despertar el interés para que fije, de una vez por todas, la preocupación de quienes ejecutan Políticas Públicas, por parte del Estado venezolano.

 

viernes, 8 de noviembre de 2024

 

Guayana Esequiba: Oponibilidad y persecución de lo nuestro

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

 

La ligazón oportunista y juego de intereses dinerarios con las empresas transnacionales obnubiló la perspectiva histórica a la dirigencia guyanesa; y les provocó “amnesia selectiva” que les impidió ( antes de accionar contra Venezuela, por ante la Corte Internacional de Justicia) ) asumir a conciencia que fuimos nosotros los primeros en reconocerlos como nuevo Estado naciente en la comunidad internacional; exactamente, el mismo día que alcanzaron su independencia del Reino Unido, el 26 de mayo de 1966.

 

Desmemoria inoculada a petición y complacencia de las aprovechadoras compañías de turno, esquilmadoras de nuestros recursos. Ya habrá ocasión de arreglar cuentas sobre el particular.

Frente a la acción de Guyana interpuesta contra nosotros, el 29 de marzo del 2018, una vez que el Secretario General de la ONU remitió el asunto controversial al Alto Tribunal de La Haya, ¿qué nos quedaba hacer?

 

Defendernos con las disímiles estrategias que nos sean factibles y lícitas desarrollar hasta lograr la restitución de lo que nos desgajaron.

 

Veamos.  Producto de los resultados obtenidos del referendo consultivo, celebrado en diciembre pasado, concretamos la Ley Orgánica para la Defensa de la Guayana Esequiba, dentro de lo contemplado en el Acuerdo de Ginebra, del 17 de febrero de 1966, único documento con pleno vigor jurídico para encarar este pleito.

 

Con el precitado instrumento normativo se procedió, bajo la promulgación del jefe de Estado, a la creación de una nueva entidad federal de la República:

 

 Se crea el estado Guayana Esequiba dentro de la organización político territorial de la República Bolivariana de Venezuela. El estado Guayana Esequiba es una entidad autónoma en lo político, con personalidad jurídica plena y patrimonio propio e independiente” (Artículo 9).

 

Así, además, con la representación de importantes organismos se conformó un cuerpo institucional extraordinario; para que a través de su rectoría se implementen las políticas de consolidación integral del naciente estado.

El artículo (27) de la señalada normativa   reviste capital importancia, al conferirle al presidente de República la expresa prohibición (capacidad de veto) para la celebración de contratos o acuerdos con personas jurídicas que se encuentren operando o colaboren con actividades conexas en el territorio de la Guayana Esequiba o en su proyección atlántica (aguas pendientes por delimitar).

 

Sabemos de las licencias, concesiones y autorizaciones que ha recibido un enjambre de (59) empresas transnacionales, procedentes de diferentes países.

 

Considero que el jefe de Estado, por intermedio de la Alta Comisión, debe comenzar a fijar las responsabilidades, en el sentido restrictivo que le faculta esta ley, para con las compañías norteamericanas, chinas, rusas, noruegas, brasileñas, mexicanas, entre muchas otras que se encuentran instaladas, operando en Venezuela y simultáneamente prestan allá también cuantiosos servicios extractivos de nuestros recursos en favor de los gobiernos guyaneses.

Apliquemos la ley, justamente, como ella mandata. ¿Cómo la daremos vigor a esta ley? Prestemos atención.

Estamos invocando – en lo inmediato- dos Principios jurídicos para resguardar lo que siempre ha sido nuestro desde el punto de vista jurídico, histórico y cartográfico; no precisamente por una malcriadez diplomática o deseo sobrevenido; sino porque poseemos los Justos Títulos Traslaticios que nos han asistido - permanentemente- en la presente controversia que ha sido revestida con carácter de juicio; al cual estamos en disposición de encarar y comparecer el próximo 11 de agosto de 2025, cuando se inicia la fase de pruebas, en el  subsiguiente trayecto del  Proceso.

Mientras tanto nada nos limita o impide a invocar y proceder con el denominado Principio y Derecho de Persecución, que consiste en:

 

 El atributo que permite a su titular perseguir la cosa objeto de su derecho, sin importar quién la tenga en su posesión, quien lo retenga, u ocupe, en manos de quien lo detente o en qué lugar se encuentre.

Además, comporta una característica que cobra especial importancia en el Derecho Internacional; por cuanto, es un poder jurídico del Estado propietario, con dominio demostrable sobre un bien, que lo puede ejercer directamente sobre su objeto”

 

Acaso no hemos expresado y explicado de muchísimas maneras, y a través de bastantes vías y medios, que poseemos un enjundioso acervo de probanza que demuestran la vileza cómo se le perpetró a Venezuela el arrebato de la controvertida extensión territorial, que constituye una séptima parte de nuestra geografía nacional, por el costado este.

 Todo lo referido en el párrafo anterior tiene fuerza y fundamentación en la Real Cédula de Carlos III, fechada el 8 de septiembre de 1777, cuando procede, dentro de las Reformas Borbónicas, a crear la Capitanía General de Venezuela, soportada en las Capitulaciones de Santa Fe de 1492.

 

“ (…) He tenido a bien resolver la absoluta separación de las mencionadas Provincias de Cumaná, Guayana y Maracaibo, é islas de Trinidad y Margarita, del Vireynato y la Capitanía General del Nuevo Reyno de Granada, y agregarlas en lo gubernativo y militar a la Capitanía General de Venezuela, del mismo modo que lo están, por lo respectivo al manejo de mi Real Hacienda, a la nueva Intendencia erigida en dicha Provincia, y ciudad de Caracas, su capital... que obedezcan, como a su Capitán General, al que hoy es y en adelante lo fuere de la Provincia de Venezuela, y cumplan las órdenes que en asuntos de mi Real Servicio les comunicare en todo lo gubernativo y militar… que así es mi voluntad.

 Dada en San Ildefonso a ocho de septiembre de mil setecientos setenta y siete. -

Yo El Rey”

 

Con igual propósito, hemos hecho saber, ante el mundo, que soportamos nuestro pedido de restitución ante la honorable Sala Jurisdicente en el “Tratado de Paz y Amistad entre España y Venezuela”, suscrito el 30 de marzo de 1845, en el preciso momento y evento de reconocimiento de nuestra independencia, por parte de Su Majestad Católica:

 

“Artículo 1°. S.M.C., usando de la facultad que le compete por decreto de las Cortes generales del Reino de 4 de diciembre de 1836, renuncia por sí, sus herederos y sucesores, la soberanía, derechos y acciones que le corresponde sobre el territorio americano, conocido bajo el antiguo nombre de Capitanía General de Venezuela, hoy República de Venezuela.

Artículo 2°. A consecuencia de esta renuncia y cesión S.M.C. reconoce como Nación libre, soberana e independiente la República de Venezuela compuesta de las provincias y territorios expresados en su Constitución: y demás leyes posteriores a saber: Margarita, Guayana, Cumaná, Barcelona, Caracas, Carabobo, Barquisimeto, Barinas, Apure, Mérida, Trujillo, Coro y Maracaibo y otros cualesquiera territorios e islas que puedan corresponderle.

Artículo 3°. Habrá total olvido de lo pasado y una amnistía general y completa para todos los ciudadanos de la República de Venezuela, y los españoles, sin excepción alguna, cualesquiera que haya sido el partido que hubiesen seguido durante las guerras y disensiones felizmente terminadas por el presente Tratado…” (Omissis).

Ambos documentos los hacemos valer con pleno carácter jurídico en nuestro derecho de  oponibilidad interpartes y frente a todos aquellas personas y entes que, aunque no estén directamente concernidas, deben mantenerse en conocimiento de lo que estamos reivindicando desde hace más de cien años.

domingo, 3 de noviembre de 2024

 

La densidad de la obra de Balza desborda su propio discurso

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

 

Ha quedado, suficiente y explícitamente, admitido en todo tramo epocal que lo que hemos sido y vamos siendo se lo debemos a la matriz epistémica que rige nuestro trasfondo vivencial; es decir, heredamos ese mundo de vida que nutre nuestro modo de conocer individual y socialmente.

Son las condiciones primigenias de nuestra existencia las que dan origen a una cosmovisión, a moldear una mentalidad; diseñar y trazar una ideología y espíritu del tiempo para expresar lo que sentimos.

Nadie escapa de su propia naturaleza.

Se trata de un conjunto de estructuras que resultan inatrapables lógicamente, con anterioridad; por cuanto, son por lo general inconscientes; que legitiman todo cuanto nos disponemos a saber.

Digamos es la base para las formas auténticas de conocer, transformar cosas y significar la realidad; y que a cada quien le impronta (le pone un sello) de singularidad, su estilo para simbolizar y decir con palabras sus circunstancias y subjetividades.

Nuestra constelación de experiencias y aprendizajes únicamente adquieren de suyo sentido, proyección e intencionalidad a la luz de sólidos soportes culturales. Ni más ni menos.

Reforzamos lo anteriormente descrito - en purísima verdad- afianzados en   los intersticios de los tejidos escriturales del laureado José Balza, maestro contemporáneo de nuestro idioma.

Nos atrevemos a exponer (luego de leerlo y releerlo) que la textura y complejidad de la narrativa balziana está por encima sus propios relatos.

Entonces comporta un desafío y nos obliga a pesquisarla en todo cuanto define su manera de ser, su alforja de imaginarios y sensibilidades.

Hay una indesligable simbiosis entre su vida y su narratología.

Los lectores aprehendemos escurridizas lúdicas en cada texto de Balza, siempre revisitado. Acaso constituya una hermosa estrategia, de su parte; que incita, a cada quien, a darle completitud a las ideas que apenas insinúa. 

Sus ejercicios narrativos   nos llevan de la mano como ductores hacia la realidad esperanzadora o hacia la proliferación de preguntas sin necesarias respuestas.

“…pude haber sido otro niño —relata Balza en una entrevista que le hicimos, recientemente —pero había una energía vital que se ubicaba en mí; yo era testigo privilegiado de aquel mundo: agua, cielo inmenso, la vasta selva, montañas, lo que me hizo atrapar la realidad y convertirla en palabras…”

Los textos arquetípicos de Balza han irrumpido para provocar, para desencadenar innumerables controversias; a veces para ir contra lo establecido, para antagonizar las ideas esclerosadas por dogmatismos.

 Le fascina dejar sentado en sus escritos pensamientos a contracorriente, en los cuales el cinismo tiene un sitio preponderante.

Busca hacer cosas con las palabras. exactamente lo que J. Austin denomina “enunciado performativo”; que no se limita a describir un acaecimiento, sino que en el mismo instante de estar expresándolo se realiza el hecho.

Así lo vemos reflejado desde su primera novela Marzo Anterior (1965), donde la búsqueda de la identidad será el elemento esencial de la obra.

Con toda seguridad, con el siguiente aserto tendré bastantes opiniones coincidentes.

Leer no es sólo consumir signos lingüísticos; sino crear, elucidar, proponer, recomponer; y a menudo somos los lectores quienes les revelamos a los autores qué fue lo que en realidad escribieron. Porque, aunque no toda lámpara tiene su genio; de lo que sí estamos seguros es que lo que brota también depende del espíritu, la mentalidad y las sensibilidades de quien frota la lámpara.

Cuando nos disponemos a leer, a frotar la lámpara para desafiar al genio, abandonamos la multiplicidad de inquietudes de la mente y accedemos a concentrarnos; a seguir el curso de una idea, de una argumentación, a confrontarla con nuestras propias consideraciones.

 ¡Los libros son objetos mágicos!

Balza, extraordinario manejador de los múltiples elementos de la lengua, crea, recrea y transforma cuanta idea, frase o expresión sea aprovechable semántica y morfosintácticamente en su condición de artista literario, escultor de la palabra.

Balza se ha hecho tan versátil y prolijo que bastantes críticos literarios han advertido que quizás ha llegado el preciso momento de ir estudiando la producción literaria balziana por etapas, géneros, giros estructurantes, contenidos referenciales, motivaciones o cuerpo anecdótico de los relatos; porque sus tendencias e intencionalidades expresivas se han vuelto una cartografía multiforme.

Balza concita como activo de sus designios oraculares  las aguas del Delta del Orinoco:

“…Un enigmático amor me ata al río –nostalgia Balza– ese tipo de pasión que nos condensa, en el pasado y en futuro. El Orinoco ha estado siempre donde lo encuentro hoy, frente a mi casa. Su presurosa inmovilidad tiene un lugar de asiento en mi propia vida. El río fue mi más poderoso juguete en la infancia. Los días se llevaron mi infancia. Yo cambié, cambié para querer ser siempre el mismo. ¿No seríamos acaso, en 1939, los juguetes que el río usaba para fijarse en alguna memoria? Fuimos juguetes del río con el cual se cree jugar…”

Así también, a Balza le importa el destino de Venezuela; de todo cuanto ha sucedido y ha dejado de acaecer en nuestro país.

Además, le preocupan las injustas omisiones y crueldades.

Esa misma pasión militante lo muestra cabalmente como discernidor de ideas; aunque consciente de la finitud del tiempo que lo interpela.

Balza sostiene discursivamente conceptos guías que son metarrelatos para dar cuenta de lo que hemos vivido en este pedazo de geografía suramericana en constantes sustituciones.

Lo que hoy admitimos - sostiene nuestro insigne escritor-  como deslumbrante e interesante proyecto nacional, ya mañana lo dejamos a un costado; mientras seguimos rebuscando una y otra vez, indistinguidamente, en todos los contextos históricos.

 

sábado, 26 de octubre de 2024

 

Guayana Esequiba: Pedimos lo nuestro por justo derecho

Dr. Abraham Gómez R.

Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua

Asesor de la Comisión por el Esequibo y la Soberanía Territorial

Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos de Venezuela (IDEFV)

Asesor de la Fundación Venezuela Esequiba

 

La excolonia británica viene asumiendo una actitud envalentonada; no obstante, haber introducido una demanda contra nuestro país, y ratificarla en todas sus comparecencias procesales, en cuyo escrito solicitan   que la Corte Internacional de Justicia obligue a Venezuela a reconocer el írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899, como cosa juzgada.

Inmenso despropósito que desmontaremos en su   debida oportunidad.

 

Ellos han arreciado con sus actitudes abusivas; ya no únicamente en la proyección atlántica que genera la parte continental de la Guayana Esequiba, en contención; sino que, imprudentemente, han dado instrucciones y hasta órdenes escritas a las empresas transnacionales para que operen en cualquier coordenada marítima por su costado oeste ( con exactitud, penetrar más hacia el este de  Venezuela), irrespetando nuestra  soberanía  en esa área; propiamente en la proyección del estado Delta Amacuro; por lo que  hemos insistido en denunciar que tal zona, abarcada por buena parte  del azimut 0.70 hasta Punta  Playa, no se encuentra en controversia.

Con esas manifestaciones irregulares burlan, como les da gana, el Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966, el único documento válido, con pleno vigor jurídico en este juicio que la contraparte trabó unilateralmente, ante la Instancia Jurisdicente citada; y que ya recibieron de nosotros, allí mismo, el respectivo memorial de contestación de la demanda que nos hicieron ingratamente.

¿Por qué decimos que esas licencias contrarían el Acuerdo de Ginebra?

 Porque este extraordinario documento – plenamente ratificado por las partes suscribientes- contempla en su artículo V lo siguiente, para el absoluto acatamiento de los concernidos:

“Con el fin de facilitar la mayor medida posible de cooperación y mutuo entendimiento, nada de lo contenido en este Acuerdo será interpretado como una renuncia o disminución por parte de Venezuela, el Reine Unido o la Guayana Británica de cualesquiera bases de reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o Guayana Británica o de cualesquiera derechos que se hubiesen hecho valer previamente, o de reclamaciones de tal soberanía territorial o como prejuzgando su posición con respecto su reconocimiento o no reconocimiento de un derecho a, reclamo o base de reclamo por cualquiera de ellos sobre tal soberanía territorial.

Ningún acto o actividad que se lleve a cabo mientras se halle en vigencia este Acuerdo constituirá fundamento para hacer valer, apoyar o negar una reclamación de soberanía territorial en los Territorios de Venezuela o la Guayana Británica, ni para crear derechos de soberanía…”

 

Sin embargo, Los gobiernos que ha tenido Guyana de cualquier signo político, ya sea del partido Indoguyanés el Partido del Progreso Popular (PPP), o el afroguyanés el Congreso Nacional Popular (CNP); aunque se antagonizan entre ellos para muchas cosas, pero coinciden en asumir  la deleznable posición de desconocimiento y desacato al contenido y aplicación del Acuerdo de Ginebra, al cual han mandado bien largo al cipote;  y continúan  otorgando concesiones, a cada momento,  a transnacionales para que exploren, exploten y comercialicen con los inmensos recursos auríferos, madereros, energéticos, petroleros, faunísticos, mineros de todo tipo.

 

El Acuerdo de Ginebra fue publicado en la Gaceta Oficial de Venezuela N.º 28.008 del 15 de abril de 1966 y posteriormente registrado por nuestro país el 5 de mayo de 1966 en la Secretaría General de la Organización de las Naciones Unidas bajo el N.º I-8192.

El Acuerdo de Ginebra causó estado en la ONU. Jamás ha sido susceptible de ningún recurso jurisdiccional. Ha agotado cualquier posibilidad de que se interpongan actos en su contra. Se volvió absolutamente inatacable.  Ni más ni menos.

 

Las empresas que han recibido, de los distintos gobiernos de Guyana, concesiones ilegales para operar en el área señalada nos han venido perpetrando hechos dañosos y vulnerando nuestros derechos legítimos e históricos en tal contexto geográfico.

Con todo lo que han venido haciendo; aún así, la cancillería de esa nación hace la temeraria afirmación, a través de reiterados comunicados, de que Venezuela viola la soberanía e integridad territorial de su país al calificarnos de que somos “una amenaza, con actos hostiles, agresivos e ilegales para el desarrollo económico de Guyana”.

¡Qué desvergonzados!

 

Los Esequibanos ( nacidos en esa hermosa zona) y los  Esequibistas quienes  hemos venido defendiendo por honor y justicia en las distintas instancias nacionales e internacionales lo que es nuestro de pleno justo derecho, desde la estructuración de la Capitanía General de Venezuela de 1777, debemos dejar sentado que lo más peligroso para nosotros en esta reclamación -a la luz del Derecho Internacional- es la Aquiescencia; vale decir,  la permisividad en que puedan incurrir, por dejadez u otros motivos y circunstancias, nuestros  gobiernos.

El juicio por La extensión territorial que nos desgajaron, y que en la actualidad se dirime por ante la Corte Internacional de justicia, no se ha paralizado. Estamos en espera del cumplimiento de los trayectos procesales subsiguientes.

 En nuestro caso, nos corresponde comparecer el 11 de agosto del próximo año para consignar las incontrovertibles pruebas respectivas.