miércoles, 11 de abril de 2012


Apenas una parte de la discusión
                                                      Dr. Abraham Gómez  R.
“La esencia de la  diferencia entre la derecha y la izquierda,
es la actitud que las dos partes – pueblo de la izquierda y pueblo
 de la derecha-- muestran sistemáticamente frente a la idea
 de la  igualdad…”
Norberto Bobbio. Derecha e Izquierda. 2000
De nuevo ante  un inacabable discernimiento dilemático que, aún hoy para muchos, tiene vigencia en cuanto a dos mundos posibles, dos filosofías ante la vida que las han pretendido hacer irreconciliables en estos tiempos que transcurren. Cuando ya pensábamos que tales discusiones habían  sido clausuradas, porque ahora es posible sintetizar ambas líneas de pensamientos en un instrumento teórico-practico superador, nos retrotraemos otra vez a una cartografía de disyunción sociopolítica sin justificación aparente. Pero bueno, comencemos por volver a desanudar este asunto, que para tantos se hace deseoso y  necesario. Sin rehuir a los planteamientos y sin opacidades al momento de dar sus antecedentes. Digamos entonces que cada etapa de la humanidad tiene su específico vehículo de “emancipación”. ¿Emanciparnos de qué y cómo? Su sujeto liberador, pues. Lo que se ha dado en llamar la vanguardia. Siempre ha habido una que otra por ahí. Lo que hay es que saberla ubicar y distinguir, para contextualizar. Con la debida advertencia que “la vanguardia” puede llegar a presentarse inasible, difusa, plural. Cuando Marx y Engels determinan en el Manifiesto Comunista que el “sujeto liberador” es la clase obrera, tal vez-- duda razonable mediante—llegó a ser una interpretación correcta en su momento, por cuanto  dentro de las clases sociales que estaban  en movimiento para la “previsible revolución de 1848”  la clase trabajadora conformaba el estrato social  que padecía las mayores explotaciones. Una pregunta adelantada: ¿tiene sentido insistir con tal posición? Serias sospechas tenemos que son múltiples los sujetos liberadores que hoy recorren al mundo. A veces identificados y/o diferenciados entre ellos mismos. Cada uno aporta determinadas proporciones teóricas y prácticas para la resolución de problemas en el ámbito de que se trate: ya ideológico como económico. La cosa es resolver rápido y de la mejor manera posible (pragmatismo  le dirán no pocos). Estamos en presencia de una vanguardia multifacética, que no se contiene ni se contenta con una específica mirada. Maffesoli lo llama “el descentramiento del sujeto”; y nosotros no tenemos la intención de socavar su exquisita inspiración. Da lo mismo narrar desde el centro o aproximar ciertos criterios desde la periferia. Se vuelve una necedad plantarse en una única tesis vanguardista cuando la dinámica mundial con sus realidades nos está señalando otras cosas. Son tantos los sujetos individuales o colectivos que analizan y proponen las situaciones objetivas, que explican con aciertos las posibles vías de liberación. Exponer que sólo la izquierda asume los designios liberadores de la humanidad es hablar de modo obtuso; como también será una torpeza mayúscula arrogarse por parte de la derecha la exclusividad de redención. Hoy han aflorado grupos espontáneos por todas partes que no llevan una particular impronta ideológica y han tenido el atrevimiento de proponer y hacer cosas: Ecologistas, defensores de los derechos humanos, feministas, impulsores de la ciudadanización, preservadores de la vida de los animales, indigenistas, etnicistas, tecnologicistas, proponentes del decrecimiento sustentable (Latouche y Georgescu-Roegen dixit) como opción de futuro, en fin un gentío in-corporado socialmente a aligerar la vida sin que prele en ellos una Razón ideológica previamente. Quiénes somos nosotros para etiquetarlos de izquierda o de derecha, además luce anacrónica la reiteración de esa nomenclatura. También con la intención de formular algún contraste indirecto frente a cualquier ideología diremos que la democracia, con la que nos regustamos a pesar de sus errores e imperfecciones, no sólo queda definida como forma de organización política sino en tanto modo de convivencia y estructuración social: menos vertical, con búsquedas más igualitarias (que no igualación) de las relaciones entre sus miembros.  Que aunque  sean disimiles los planos políticos escogidos por la gente para participar (de este o de aquel lado) prevalece el respeto y la tolerancia hacia el otro. Suena habitual y extensivo para la vida el término y praxis de democratización: proceso desde donde se  hace común y corriente la aceptación del disenso que  será siempre fértil si dejamos a un lado los estigmas y sintetizamos la izquierda con la derecha.


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