lunes, 9 de noviembre de 2015



¿POR QUÈ GOLPEAN   A NUESTRAS   UNIVERSIDADES?

Dr. Abraham  Gómez  R.                                         
Miembro de la Academia venezolana de la Lengua                                                  abrahamgom@gmail.com

Nuestras casas que “vencen las sombras” han sido víctimas de numerosas actos de terrorismo que, para no pocos, tales tropelías están cohonestadas y promovidas desde el gobierno. Se les quiere “pegar la mano” a nuestras Universidades “como sea”.  Pareciera que esta última consigna constituirá de ahora en adelante el deleznable emblema de los detentadores del poder: triste y vergonzosamente dentro de un sistema democrático, sustentado por la constitución y las leyes, en un estado de derechos.
El “como sea” que arguyen con displicencia los exégetas del presente régimen no miden  las consecuencias en sus desmanes y atropellos. Nada les importa que  develen una violación flagrante de nuestra constitucionalidad.
 De muchas maneras y con aborrecibles ardides han intentado arrodillar a nuestras Universidades: someterlas, hacerlas sumisas. Primero con un infeliz  proyecto de ley de universidades de redacción falsamente erudita. De ingrata recordación. Con un tejido discursivo-legal innecesariamente enrevesado que marca bastante distancia con el Paradigma de la Complejidad.
 Llegamos a pensar en tal ocasión  que aquel adefesio había sido también  producto de importación cubiche pero de pésima calidad y tal vez de costosa factura. Se hizo casi ininteligible y en consecuencia intragable para quienes enarbolamos en los espacios universitarios la Libertad en tanto máxima innegociable e indesligable de nuestro Ser.
Hubo que duplicar  esfuerzos en relecturas y comprensión. Pareciera que el propósito original de sancionar y promulgar aquella ley no era para regular la educación universitaria sino para contagiar una ideología. Pero en nuestro país aún hay suficientes trincheras de resistencia ante un pensamiento ominoso. Además, un hecho socio-histórico ampliamente significativo lo constituyen las universidades que  se han sido realizando y consolidando con tenacidad libertaria, con fuerza crítica en las adversidades, con irreverencia frente a las tiranías disimuladas.
 Nuestras universidades con sus voces densas que, aunque mantengan sus antagonismos, alcanzan los necesarios consensos en la sociedad y entre los ciudadanos. Añádase también como estrategia recursiva que las sociedades adquieren trascendencias desde el instante cuando sustentan sus crecimientos en las instituciones universitarias.
Desde siempre  la esencia de nuestras universidades venezolanas  ha estado signada por la pluralidad del pensamiento y la confrontación fértil de las ideas que nutren la academia.
Dejamos explícita y categóricamente sentado que las  normas sociales suelen ser calificadas y valoradas según los fines que persiguen, y en esta írrita y deslegitimada declaratoria de la Asamblea Nacional contra las Universidades, percibimos desde la primera letra, forzadamente, la búsqueda de un embozalamiento de las ideas, “un modo productivo socialista” en el marco de la “construcción de una sociedad socialista” lo que contraría seriamente el articulado de la Constitución Nacional, por lo de nuestra  absoluta pluralidad del pensamiento.
Las distintas maneras inteligentes de decir las cosas, los modos disímiles que tienen las universidades para justificar sus existencias  no se lo perdonan. A las satrapías el talento les causa escozor.
Percibimos en el oficialismo muchos émulos de aquel militarote español Millán Astray, que el olor de la universidad le causaba piquiña; que llegó a exclamar en una documentada ocasión “muerte a la inteligencia”.
Sospechamos que este es un asomo de los vientos tempestuosos y procelosas aguas que se avecinan para los comicios venideros.
La universidad: protestaria y crítica saldrá permanentemente victoriosa.


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