¿POR QUÈ GOLPEAN A
NUESTRAS UNIVERSIDADES?
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Nuestras casas que “vencen las sombras” han sido víctimas
de numerosas actos de terrorismo que, para no pocos, tales tropelías están
cohonestadas y promovidas desde el gobierno. Se les quiere “pegar la mano” a
nuestras Universidades “como sea”.
Pareciera que esta última consigna constituirá de ahora en adelante el
deleznable emblema de los detentadores del poder: triste y vergonzosamente
dentro de un sistema democrático, sustentado por la constitución y las leyes,
en un estado de derechos.
El “como sea” que arguyen con displicencia los exégetas
del presente régimen no miden las
consecuencias en sus desmanes y atropellos. Nada les importa que develen una violación flagrante de nuestra
constitucionalidad.
De muchas maneras
y con aborrecibles ardides han intentado arrodillar a nuestras Universidades:
someterlas, hacerlas sumisas. Primero con un infeliz proyecto de ley de universidades de redacción
falsamente erudita. De ingrata recordación. Con un tejido discursivo-legal
innecesariamente enrevesado que marca bastante distancia con el Paradigma de la Complejidad .
Llegamos a pensar
en tal ocasión que aquel adefesio había
sido también producto de importación
cubiche pero de pésima calidad y tal vez de costosa factura. Se hizo casi
ininteligible y en consecuencia intragable para quienes enarbolamos en los
espacios universitarios la Libertad en tanto máxima innegociable e indesligable
de nuestro Ser.
Hubo que duplicar esfuerzos en relecturas y comprensión. Pareciera
que el propósito original de sancionar y promulgar aquella ley no era para
regular la educación universitaria sino para contagiar una ideología. Pero en
nuestro país aún hay suficientes trincheras de resistencia ante un pensamiento
ominoso. Además, un hecho socio-histórico ampliamente significativo lo
constituyen las universidades que se han
sido realizando y consolidando con tenacidad libertaria, con fuerza crítica en
las adversidades, con irreverencia frente a las tiranías disimuladas.
Nuestras universidades
con sus voces densas que, aunque mantengan sus antagonismos, alcanzan los
necesarios consensos en la sociedad y entre los ciudadanos. Añádase también
como estrategia recursiva que las sociedades adquieren trascendencias desde el
instante cuando sustentan sus crecimientos en las instituciones universitarias.
Desde siempre la esencia
de nuestras universidades venezolanas ha
estado signada por la pluralidad del pensamiento y la confrontación fértil de
las ideas que nutren la academia.
Dejamos explícita y categóricamente sentado que las normas sociales suelen ser calificadas y
valoradas según los fines que persiguen, y en esta írrita y deslegitimada declaratoria
de la Asamblea Nacional contra las Universidades, percibimos desde la primera
letra, forzadamente, la búsqueda de un embozalamiento de las ideas, “un modo
productivo socialista” en el marco de la “construcción de una sociedad socialista”
lo que contraría seriamente el articulado de la Constitución Nacional,
por lo de nuestra absoluta pluralidad
del pensamiento.
Las distintas maneras inteligentes de decir las cosas,
los modos disímiles que tienen las universidades para justificar sus
existencias no se lo perdonan. A las
satrapías el talento les causa escozor.
Percibimos en el oficialismo muchos émulos de aquel
militarote español Millán Astray, que el olor de la universidad le causaba
piquiña; que llegó a exclamar en una documentada ocasión “muerte a la
inteligencia”.
Sospechamos que este es un asomo de los vientos
tempestuosos y procelosas aguas que se avecinan para los comicios venideros.
La universidad: protestaria y crítica saldrá
permanentemente victoriosa.
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