A los docentes universitarios…
Un 5 de diciembre del año 1958, se sancionó y promulgó una nueva ley de universidades que venía sustituir la que para entonces estaba en vigencia desde 1953. A partir de ese hito socio histórico ha quedada instituida esa fecha, como Día del Profesor Universitario. Sin embargo, en 1970 se reforma, sustancialmente, hasta obtener una norma para el sistema universitario venezolano que nos rige ahora. Pero que ha venido significando tal gesta educativa en nuestro país con el devenir del tiempo y a través de las circunstancias.
Que ante las crisis cíclicas que hemos atravesado, un número considerable de Instituciones de educación Superior y una apreciada facción de docentes universitarios han adoptado una respuesta mimética y a adaptativas a los embates, proponiendo muy pocos cambios.
La excepción la constituyen Las Universidades plurales, libres y siempre irreverentes y Los docentes que han asumido los desafíos para desarrollar alternativas académicas, con perspectivas hacia la sociedad, que han sido emprendedoras.
A pesar de haber nacido la Universidad en la edad media, como una entidad donde, para entonces concurren los maestros y discípulos en la búsqueda de la verdad, hoy las múltiples conexiones tecnológicas han transformado los modos de generar el conocimiento, de preservarlo, de rehacerlo y transmitirlo, con otros principios y valores, los cuales los docentes universitarios están obligados a incorporarlos en su caja de herramientas intelectuales.
La Educación Superior en el presente siglo XXI debe asumir el cambio para el futuro como consustanciales de su ser y quehacer. Dicha transformación exige de las instituciones de educación superior una predisposición a la reforma constante de sus estructuras y métodos de trabajo
Esto implica asumir la flexibilidad epistemológica: admitir que hay muchas y hasta contradictorias visiones del mundo y la vida, y las diversas propuestas teóricas para comprenderla, en lugar de la rigidez y el apego a tradiciones inmutables. Hoy, hacemos propia la reflexión que apunta por la incorporación prospectiva del docente universitario en su labor diaria. Que diga y aporte soluciones. Para que el profesor de la educación superior participe de manera activa en la elaboración de los proyectos futuros de la sociedad que queremos y necesitamos. Inspirados en la solidaridad, en la superación de las desigualdades y el respeto a los fines democráticos, a la meritocracia y a la pluralidad del pensamiento conforme a nuestros preceptos constitucionales.
Dr. Abraham Gómez R.
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