Emanciparnos de qué y cómo
Abraham
Gómez R.[1]
¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela
íntegra?
Fuimos siempre tan jóvenes, tan a punto de
adquirir carácter,
rasgos decisivos, nitidez que nos acecha el
riesgo de continuar
siendo una incesante acumulación de
fragmentos, de parcialidades
sin integración….”
JOSÉ BALZA. PENSAR A VENEZUELA, Pág. 6
Cada vez se hace menos pronunciable el
discurso socio-político dominante. Prevalece un clima que lo enreda todo. Las
palabras comunes con las que quisiéramos intentar definir las cosas, o por lo
menos irlas llamando por sus nombres, se han vuelto vacías. Los códigos
lingüísticos han variado y corren a contrapelo de la realidad. Acaso no nos ha
sucedido que aunque lo perceptible esté muy cerca de nosotros como para
juzgarlo, la retórica oficializada tuerce los significados y te los hace saber
distintos. Por eso los enunciados en su mayoría son falsos. Nos queda la sensación
de que hay que aprender de nuevo a pensar y a escribir. Pareciera que “las respuestas no siguen a las preguntas,
el saber no sigue a la duda y las soluciones no siguen a los problemas” (Larrosa, dixit) El
uso indiscriminado de los vocablos no sería tan grave si éstos no fueran
instrumentos para llegar a conocer, analizar e interpretar la realidad. Los
significados de las palabras son senderos abiertos para conocer el mundo. De
todos es bastante conocido que cada término tiene una curiosa historia y algunas
veces, de modo temerario, un inmenso caudal de relatos adquiere cierta síntesis
en un único étimo. Así también decimos que una palabra embadurnada, para que
diga lo que no le corresponde, constituye un camino oculto o riesgoso.
La descripción anterior viene a cuento
porque escuchamos en los disímiles escenarios que monta “el proceso” que nos
encontramos en una interesante etapa de emancipación. Que es como decir:
hay una acción para quedar liberados de un poder o procurarnos independencia
frente a algo. Prestemos atención al término mancipium que es una
herencia idiomática legada por el latín. Mancipium define toda cosa
tomada, agarrada de la mano. Sostenida con fuerza; ejerciendo sobre ella
cualquier símbolo que represente autoridad. No es necesario profundizar en
discusiones intelectuales, o académicas de alto nivel para percatarnos que las
decisiones que se vienen dando en los últimos años en nuestro país a lo que
menos apunta, precisamente, es a una emancipación: a desplazar hacia
fuera, a desligarnos de las estructuras poderosas que nos tienen
atrapados para imponer sus designios, ajenos a nuestra propia identidad.
Comencemos por destacar el hecho que nuestra cultura socio-política ha asumido una
impronta civilista, que es un irreductible sustrato de paz.
Pero, ya no resulta sorprendente para los
investigadores sociales la tipología militarista que caracteriza al actual
régimen nacional. De nuevo el poder político se encuentra una vez más en los
cuarteles. La verdadera emancipación debe comenzar por erradicar tales
despropósitos. Estamos obligados a emanciparnos de los pensamientos
alienantes; con mucho más razón cuando sabemos que en el tramo civilizacional
que transcurre se asume el conocimiento ya prácticamente como un “factor de producción”. Conocimientos que se construyen a
partir de las confrontaciones de ideas; además en las actuales y profundas
transformaciones subyace la competitividad en tanto estrategia-medio para
alcanzar los objetivos.
Emancipémonos, si, de quienes se atreven a
sostener que individuo y colectivo jamás serán convergentes-complementarios.
Que son elementos mutuamente excluyentes. De esa manera de apreciar la realidad
debemos emanciparnos. De quienes ven malas palabras en expresiones tales como:
libre albedrío, libertad de pensamiento y de acción. Porque para combatir las
injusticias sociales y los desequilibrios obscenos de ningún modo hace falta
anular al individuo y su lógica conexión con la sociedad.
Lacan les manifestaba a cada momento a los
estudiantes del mayo francés de 1968 “Ah,
ustedes ¿son revolucionarios? Muy bien. Pues sepan que la revolución siempre
está en busca de un amo. No se preocupen, lo van a encontrar”. Cómo cuesta después emanciparse de
los amos.
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