ESTOPA
EN LA GARGANTA
Dr.
Abraham Gómez R.
“Todo
el texto es esa gota de dolor que hay que colocarse en la lengua, hasta que de
tanto arder, entendamos que mientras nos creamos al margen, no tendremos las
manos limpias y que seremos culpables hasta que podamos hablar de la última
masacre del hombre contra el hombre. Esto no es literatura….”
Jaime Vàndor. Nunca Korczak llegó a Jerusalén.1984
En los tiempos que
transcurren resulta impensable que alguien, por bastante osado que llegue a
ser, pueda convocar (tal vez contaminar) a una multitud con sus ideas
totalitarias y salir ileso. Aunque la humanidad
venga de padecer los horrores del
holocausto, las conflagraciones mundiales, las excentricidades de los
“iluminados, de quienes se dicen ungidos para rescatar a la especie humana y
re-crear un “hombre nuevo”; aún persiste en cualquier latitud el germen
larvario de los regímenes atroces, sin mayores disimulos, que violentan y
persiguen hasta la aniquilación de la
condición y la dignidad humana. A pesar de las contenciones jurídicas que los
conciertos de países pactan y arreglan para someter los ímpetus deleznables,
los detentadores de la ignominia política consiguen resquicios para regustarse al
percibir que hay una “masa poblacional” que le prodiga adoración perpetua: in
extremis dispuesta a entregar su vida en aras de concretar un ente centralizador, que hegemonice la
existencia de los ciudadanos, sus actuaciones por mínimas que parezcan.
Los distintos estudios
que aproximan una taxonomía de la categoría Totalitarismo
coinciden en algunas características indispensables para que propiamente
logremos la calificación de un sistema socio-político de este tipo: cuando el
Estado tiende a regimentar todo
cuanto representen las relaciones sociales, que se suponen pertenecen más al
orden de los ciudadanos. Al punto de hacer dependiente la civilidad de modo
absoluto. Por añadidura el Estado ostenta rango preeminente tanto en el plano
axiológico (los valores sociales serán siempre en función de la preservación de
los interés estatales), como en la estructura
de la sociedad, inclusive en los designios de cada individuo en particular.
Lo que Foucault estudió en la década del setenta como el biopoder hoy en día va
haciéndose, en nuestro país más evidente. La vida y lo viviente constituyen los
retos de las luchas políticas en la Venezuela contemporánea. Ha venido este
régimen haciendo uso de los manuales de
medios típicos para el control ciudadano: acortamiento de las libertades,
abierta o sibilinamente, de expresión, de información, taponar con crudeza y
sin escrúpulos bocas y oídos para que no digan, para que no escuchen. Obturar
las conciencias. Constreñir las libertades en el ejercicio de la educación, de
la propiedad privada, de producción, de
comercio, de decisión de movilidad, de la participación social en condición de
ciudadanos independientes. Todo en nuestro país pretenden sellarlo con los
tintes de partido único, oficializado, a cuyo frente se construye la figura de
un “jefe absoluto” con poderes ilimitados, siendo él mismo el superior
jerárquico de la estructura estatal. Lo anterior anudado bajo la estricta
vigilancia de un cuerpo civil-militar con una lógica y discurso cuartelario,
aterrorizante con la finalidad de asegurar la imposición sectaria de una
ideología. Los planos trazados por regímenes de idénticos talantes en el mundo
nos permiten discernir la cartografía en
ciernes para preservarse ante cualquier contingencia. Que con seguridad vendrá.
Tan pronto como los pueblos dejen a un lado las cargas de temor y se dispongan
a hacer justicia por las muchas tropelías soportadas, por tantas actitudes
ominosas padecidas. Habíamos pensado que con el derrumbamiento del Muro de
Berlín también se hacía posible el descalabro estrepitoso de teorías
anacrónicas (comunismos, socialismos de baja ralea, fascismos, totalitarismos,
populismos, militarismos, personalismos, absolutismos, estatismos, y todo ismo
que se atreva a condicionar las libertades humanas) cuyo propósito viene dado para
escindir a los seres humanos, indoctrinarlos de manera imbécil y ubicarlos
forzosamente en posiciones dicotómicas para desatar luego las riendas a
detestables maniqueísmos irreconciliables. La realidad desde siempre ha estado
llena de contradicciones, plena de complejidades, escurridiza para pretender
encerrarla en un sistema socio-político que impone sus propios fetichismos.
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