DEVELEMOS EL GINECIDIO
Dr. Abraham Gómez R.-
Aún los científicos sociales no han podido determinar con
exactitud los factores causales del incremento de los índices de violencia en
el mundo en la actualidad. El argumento más recurrido, que los responsabiliza del aumento de tal fenómeno,
apunta hacia los medios de comunicación social. Con datos precisos tal
asomo o aseveración ha sido negada: por ejemplo, en Japón, China, y EE.UU se
hace permanente la transmisión de películas con densos y prolijos contenidos de violencia, de
cualquier tipo y grado; y sin embargo, las cifras siguientes dan cuenta:
Japón es uno de los países más seguros del mundo, según el
informe global de Homicidios 2013 de la Organización de Naciones Unidas, cuyos
resultados publica BBC Mundo. El estudio de la ONU está basado en cifras
oficiales de 2012.Japón es el cuarto país con la menor tasa de homicidios del
planeta (0,3 por cada 100.000 habitantes, equivalente a 442 muertos).La tasa de
homicidios en China, que se situó en 2010 en el 1,00 por cada cien mil
habitantes, ha caído respecto a 2009, en el que fue del 1,10. .Solo lo superan
Mónaco y Liechtenstein, que comparten el primer puesto gracias a su tasa de 0,0
por cada 100.000 habitantes (0 muertos) y Singapur, que tiene una tasa de 0,2
(11 muertos).Estados Unidos tiene una tasa de apenas 4,7 por cada 100.000
habitantes.
A nivel mundial, la tasa promedio de homicidios es de 6,2
por cada 100.000 habitantes, pero el sur de África y América Central tienen
tasas cuatro veces más altas, es decir de más de 24 víctimas por cada 100.000
habitantes, seguidas por América del Sur, África Central y el Caribe, con entre
16 y 23.Los cinco países con la mayor tasa de homicidios son americanos. El
peor calificado es Honduras, con una tasa de 90,4 por cada 100.000 habitantes.
Lo siguen Venezuela, Belice, El Salvador y Guatemala. Dentro de esta Región,
Chile ocupa el último puesto en la lista.
La organización no-gubernamental Observatorio Venezolano de
la Violencia señaló que el 2014 culminó con una cifra estimada de 24.980
muertes violentas. De acuerdo con el estudio, la tasa de homicidios cerró en (82)
por cada 100.000 habitantes, lo que representa un aumento con respecto al
índice de 2013 que había sido de 79 por cada 100.000 personas
Si bien la mayor cantidad de víctimas de homicidio son
hombres, el estudio enfatiza el hecho de que en contextos familiares, la
mayoría de víctimas son mujeres.
Debemos considerar también que las cifras o datos
explicitados y analizados son los conocidos; estamos conscientes que hay un
sub-registro en todos estos índices de violencia, de cualquier tipo y magnitud.
Un interesante estudio, hecho texto luego, del Padre
Alejandro Moreno titulado “Y Salimos a
matar gente”, nos refiere que la violencia es multicausada, y tiene sus
factores originarios en el ambiente intrafamiliar: hogares disfuncionales,
familias desestructuradas, irrespeto en
la convivencia, deserción escolar, ociosidad, ausencia de la figura y
protagonismo de la madre-mujer en tanto responsable de la fijación de las
sensibilidades en los hijos.
Señala el Dr. Moreno que nuestra sociedad se ha vuelto cada
vez más violenta y las peores consecuencias las paga la mujer.
Vamos a intentar clarificar una situación que se ha venido
arrastrando casi que desprevenida e ingenuamente, es la trampa semiótica de la
palabra mujer. . Hagamos una “tomografía” de
bastantes cortes a la palabra mujer Es una palabra muy antigua y con tantísima
densidad socio-cultural y emocional, que desde que se formó ha ido evolucionando su estructura y en
significado hasta llegar a su valor actual. El término latino original es
mulier, que deviene al español como mujer. La primera pregunta que destaca es
si este nombre nació para llamar exclusivamente a la representación femenina
del género humano, o sirvió ya desde que fue acuñado para denominar a las
hembras en general. También nos sorprende y plantea algunas interrogantes en
esa dirección, la proximidad con mulcere, que significa palpar, tocar
suavemente, acariciar... y mulgere, que quiere decir ordeñar: la evidencia del
parentesco entre estas dos expresiones lexicales no amerita mayores comentarios.
Por otra parte, Debemos apuntar la inequidad de género, que se plantea hacia la
mujer a lo largo de la historia.
Como posición nuestra
y en principio categórico rechazamos la trampa semántica urdida a partir de la palabra mulier de donde proviene el
étimo mujer. ¿Saben por qué? Porque ésta
traduce, blando, floja, aguada, falta de juicio, envuelta en el ámbito doméstico,
laxa, pura emoción. Muchísima razón tiene nuestro insigne epistemólogo
venezolano Rigoberto Lanz cuando nos ofrece, en su libro “Las palabras no son
neutras”, las claves para develar hechos de exclusión que vienen incorporados
desde la propia forma y desde el mismo instante de construirse el significante que hará mención
de las cosas. En cada vocablo hay implícito una carga valorativa. De tal manera
que aflora con mulier-mujer una intención oculta de descalificación muy
marcada que ellas han venido soportando injustamente.
Todo lo anterior queda referido ahora que se acaba de acuñar
un término, a mi modo de ver injusto socialmente, desconsiderado biológicamente
y tramposo lingüísticamente). Hablar de Femicidio, es intentar significar que
se liquida físicamente a la mujer. Y no es exactamente lo que denota y comporta
morfológicamente este vocablo, por cuanto admitir Femicidio, equivale a aceptar
que se cercena la vida de la hembra. Por su evolución fonética del latín:
femina, fémina, fémbra que nos da finalmente hembra (ya castellanizada) sin
distinguirlas de las hembras animalizadas. Por qué no pensar en un nuevo étimo como Ginecidio,
del griego Gine: mujer para señalar el
recurrente y deleznable fenómeno actual.
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