Conferencia:
“Apoyaturas epistémicas en la praxis discursiva de José Balza”
Autor: Dr. Abraham Gómez R.
Ha habido una constante incitación en la vida de los seres
humanos, en recurrentes generaciones, cuyo propósito es la indetenible búsqueda
de conocimientos. Saberes que únicamente adquieren de suyo sentido, proyección
e intencionalidad a la luz de sólidos
constituyentes epistémicos.
Lo que hemos sido y vamos siendo, para decirlo en las claves
enunciativas existencialistas de
Heidegger, se lo debemos a la matriz epistémica que rige nuestro trasfondo
vivencial, ese mundo de vida, que nutre el modo
de conocer individual y socialmente. Que
nos impone la manera de hacer
construcciones sígnicas de las cosas; Que nos impronta el estilo para
simbolizar las realidades.
La matriz epistémica es un sistema de condicionamientos
prelógicos, preconceptuales, inconscientes, que constituyen la vida misma de
cada uno de nosotros:
“pude haber sido otro niño—relata Balza en una entrevista que le hicimos,
recientemente—pero había una energía vital que se ubicaba en mí; yo era testigo
privilegiado de aquel mundo: agua, cielo inmenso, la vasta selva, montañas, lo
que me hizo atrapar la realidad y convertirla en palabras.”
Conforme con lo anteriormente descrito por este laureado
escritor contemporáneo, nos corresponde reafirmar que la purísima verdad en las
interioridades de sus tejidos
escriturales, aunque tal prolífica narrativa
ha trascendido bastante por el mundo: la verdad balziana no debemos
pesquisarla en el discurso sino en la
episteme que define su óntica: su modo de ser, su alforja de imaginarios y sus
sensibilidades.
Los ejercicios narrativos de Balza nos llevan de la mano como
ductores hacia la realidad esperanzadora o hacia la proliferación de preguntas
sin necesarias respuestas. Los lectores
aprehendemos escurridizas lúdicas en cada párrafo textualizado.
Constituye una hermosa estrategia que impulsa a darle completitud a las ideas apenas
insinuadas. En el campo léxico balziano no hay fatalismos ni nihilismos
consumados como en Nietzsche o el catastrofismo incurable de Cioran. Balza aporta, aún en los intersticios
de su narrativa suficiente dialéctica, para desenhebrar historias y experiencias. Sus
textos, en tanto entidades vivas nos guían;
inclusive aquellos escritos de su
época juvenil que tuvo el atrevimiento de lanzarlos a las aguas de su
avecindado Caño Manamo, en un acto inconsciente
de metafórico esparcimiento y de exquisita proyección universal de sus letras. Y esto tal vez no
haya sido un gesto ingenuo, gratis
o desprevenido. Les diré ¿por qué?
A través de
conocimientos documentados hemos llegado a saber que era costumbre en la
mitología celta/griega arrojar joyas y
otros objetos de valor a los cuerpos de agua. Que tal práctica tenía intención
de proporcionarse prosperidad quien lanzaba algo, aunque gozara de salud; o
aquéllos que buscando la transfiguración un poco más dichosa tenían sus equipajes listos para la eternidad,
y que a duras penas lanzaban una que otra cosita.
Acaso no lo hizo el
Rey Arturo, cuando ya en plan de
moribundo, envía a un súbdito para que hiciera desaparecer su espada en las
profundidades del Lago de Mneme, Madre de las Musas, deidad de la creación, de las ideas,
pensamientos, y que por lo demás controlaba la esencia misma de la vida.
Nos imaginamos que siempre hubo deidades inspiracionales en este brazo del
Orinoco, el Caño Manamo; porque, de qué otra manera podemos explicar que este niño que
quiso ser músico y pintor haya podido fracturar su propia genética social, sin
desprenderse jamás de su cordón epistémico, y que con aquilatadas herramientas
literarias, cultivados méritos y elogiada estilística hoy sea reconocido
mundialmente.
Los textos arquetípicos de Balza han irrumpido para provocar,
para desencadenar innumerables
controversias; a veces para ir contra lo establecido, para antagonizar las
ideas esclerosadas por dogmatismos. Le fascina dejar sentado en sus escritos pensamientos a contracorriente, en los cuales el cinismo tiene un sitio preponderante.
Busca hacer cosas con las palabras; exactamente lo que Austin
denomina “enunciado performativo” que no se limita a describir un acaecimiento
sino que en el mismo instante de estar
expresándolo se realiza el hecho.
Así lo vemos reflejado desde su primera novela Marzo
Anterior, donde la búsqueda de la identidad será el elemento esencial de la
obra. En ésta se encuentran presentes muchas de las características de lo que
se ha dado en llamar la antinovela. Los hechos, las cosas y hasta los seres
dejan de ser lo que son para mostrar
todo un mundo interior: el mundo de la conciencia. Este texto de 1965 está
construido a través de la introspección, de dos historias paralelas
entretejidas de los personajes, rediseñando constantemente los planos
temporales sin caer en la categoría de novela psicologista.
Balza aporta su propia y amplísima concepción de la novela cuando
expone en “Narrativa Instrumental y Observaciones” año 1969, lo siguiente:
“construir una novela para expresar la
multiplicidad psicológica de un sujeto, significa realizar la descomposición
dimensional de la personalidad de ese sujeto; dándole igual jerarquía de
realidad a sus actos, a su pensamiento, a su imaginario y, hasta donde sea
posible a la vida ajena a su propia conciencia”
Hemos aprendido que los libros son objetos mágicos.
Leer no es sólo consumir signos lingüísticos sino crear,
elucidar, proponer, recomponer; y a menudo somos los lectores quienes les
revelamos a los autores qué fue lo que en
realidad escribieron. Porque, aunque no toda lámpara tiene su genio, de
lo que si estamos seguros es que lo que brota también depende del espíritu, la
mentalidad y las sensibilidades de quien frota la lámpara.
Cuando nos disponemos a leer, a frotar la lámpara para
desafiar al genio; abandonamos la multiplicidad de inquietudes de la mente y
accedemos a concentrarnos, a seguir el curso de una idea, de una argumentación,
a confrontarla con nuestras propias consideraciones.
Hay libros que ayudan a acrisolar miradas de los hechos que es mucho
más que ver; textos que cooperan para que comprendamos situaciones y obras literarias que nacen para
ser vividas.
Cervantes podía creer
que estaba contando apenas la fábula divertida de un hombre que enloquece
después de leer muchos libros y que se lanza a vivir aventuras que sólo ocurren
en su imaginación; sin embargo, cada vez que hagamos una relectura de El Ingenioso
Hidalgo Don quijote de la Mancha
encontraremos en sus páginas toda clase de enseñanzas, redescubriendo en
la literatura renacentista española del siglo XVII, uno de los más complejos
retratos de la humanidad.
Escritores y lectores
nos estaremos haciendo siempre esta pregunta…. ¿Quién decide lo que hay que
leer, y quién lee lo que conviene decidir?
Dice Balza, en Observaciones y Aforismos, año 2005:
“El crítico es un lector natural superior. No todo lector es crítico,
porque para serlo necesita saberse como tal. El lector natural incorpora las
escenas de una novela, las imágenes de un poema o ciertas ideas de un ensayo a su vida, como el pan o el café de todos los
días. Ese alimento puede resultar a veces saludable o perturbador: pero el
lector lo considera parte de su filosofía….El crítico comienza por ser un
lector natural (es más necesita serlo durante un largo período o
intermitentemente durante su vida. De esa forma la escritura de los otros se
vuelve parte de su metabolismo. No hay crítico sin un vasto pasado literario”
En el libro de mi autoría “Hombres en la historia
contemporánea del Delta” de reciente edición, Balza nos relata que siempre ha sido muy disciplinado, que
escribir para él es como un grado de sacerdocio con la vida y la belleza. Enjuicia
de este modo: el lenguaje no perdona, o te hace decir tonterías o te lleva a lo
más hondo de la realidad y de las personas. Él escribe, según nos ha dicho, en
las mañanas, pero puede sentir el eco de algo; un suceso, cosas que comentan y
entonces obedece de inmediato al llamado. Se pone a trabajar donde quiera que
esté: en una servilleta, un cuaderno, la tableta. Todavía dibuja y viaja con
lápices, pinceles y una acuarela.
Para aproximarnos a Bergson diremos que la esencia de la vida
es inasible, inatrapable, que apenas abocetamos
el mundo con palabras; Supremamente aún en
Balza, que posee ilimitada imaginación para juntar palabras y colores; párrafo
que abreviamos en la descripción siguiente:
“Somos un pueblo
inclinado altamente a la percepción, al goce, a la exploración y la expresión
imaginaria de lo visual, traducido todo esto en el uso del color, la línea, el
espacio, las formas, las materias….lo palpable es que en la obra de Juan Lovera, artista
formado en la práctica misma de la pintura, los matices lumínicos llegaban a su clímax en el retrato de Lino
Gallardo. Blancos apenas sombreados, un vibrante amarillo de bordes
anaranjados, forman una mancha autónoma en la que, a
primera vista, los matices se funden y revelan una ola de color enérgico que
oculta los detalles del lazo, el cuello los botones…”
Importante es reconocer que Balza ha aceptado, como su
apostolado, los axiomas de la libertad a partir de los cuales explica los
procederes políticos, culturales, religiosos y económicos en nuestro país. Tales ámbitos afloran transversalizados,
directa o indirectamente en sus textos, en ebullición reiterada.
Crea Categorías para explicar lo que hemos sido como nación:
nuestros orígenes sociohistóricos, indecisiones prospectivas, irrupciones
societales y las interrupciones de movimientos
levantiscos.
Las categorías balzianas construidas a pulso de la
venezolanidad tejida en su piel nacen mediante
una interrogante pendular, que él se
formula:
“¿Llegaremos, alcanzaremos a ser una Venezuela integral?”
En sus hechuras
categoriales urde e imbrica Balza ahondadas reflexiones sobre la
problematización nuestra. La Sustitución
viene a ser una categoría superior. La sustitución de nuestro perfil
humano, la sombra que nos ha arropado
siempre.
Balza sostiene discursivamente conceptos guías que son
metarrelatos para dar cuenta de lo que
hemos vivido en este pedazo de geografía suramericana en constantes sustituciones. Lo que hoy
admitimos como interesante proyecto nacional, deslumbrante, ya mañana lo dejamos a un
costado; mientras seguimos rebuscando una y otra vez, indistinguidamente, en
todos los tramos epocales. Así ha sido.
En tal inercia se nos ha ido la vida desde la colonización hasta el
presente. Exactamente, La Sustitución es una recurrente Categoría en su
narratología.
De su texto “Pensar a Venezuela”, de 2008, extraemos:
“nos acecha el riesgo
de continuar siendo una incesante acumulación de fragmentos, de parcialidades,
sin integración… Nos ha impulsado una permanente sustitución: planes educativos,
instituciones públicas, ideas para el desarrollo de numerosos productos, la
utilización del petróleo etc. Conducen
siempre a un punto donde tales proyectos se frustran porque son sustituidos por
novedosas planificaciones que, a la vez, desembocarán en otras”.
Balza, no sólo apela a la primera persona para explayar sus
inquietudes por la vida nacional, también hace uso de figuras de la retórica
dialogal entre personajes centrales o secundarios en su textos.
Balza, extraordinario manejador del lenguaje crea,
recrea y transforma cuanta idea, frase o
expresión sea aprovechable
morfosintácticamente en su condición de artista literario. Escultor de la
palabra.
Construye elogiables efectos dialógicos, descripción de
escenas, el uso de voz pasiva o voz activa, la
distribución y extensión de las oraciones, la utilización de registros
dialectales, las figuras de dicción y de
pensamiento, el predominio y uso de los símiles o comparaciones, la selección o
reiteración de unos determinados tropos, metáforas o imágenes. Él intelectualiza
todo esto. Esplendor de la estilística balziana, heredad tal vez de su densidad
como profesional de la psicología. Expresiones
particulares para socializar la producción y recepción de significados. Balza ejemplifica un tipo de escritor
completo, que no ha sido frecuente en Venezuela.
En la fábula, “Un hombre de Aceite, de 2008, aunque
constituye un ejercicio de imaginación, conseguimos a Balza desdoblado en el renunciante ingeniero Luís Samán, en el locuaz periodista Cristóbal
Ochoa y en el invocado filósofo Ostarga. Precisemos cuándo, cómo y de qué manera
encontrar a Balza:
“Luís ha permanecido de
pie ante la gran mesa, donde la directiva de la compañía le hará el acto de despedida. Han entrado
otras personas, y el presidente dice unas palabras…
--No hay casa elegante,
teatro, universidad, autopista, televisora, hipódromo y línea aérea que no
tenga sus raíces y su explicación en la producción petrolera. Un orgullo. El
petróleo es lo obvio entre nosotros, no como Dios, pero casi. Tanto que hasta
nuestras palabras están hechas con él.
Luís siente la
tentación de interrumpir, de mostrar que también la más terrible y duradera
cara del país, la de la pobreza, la violencia y la estupidez ha sido agrandada
y creada por el líquido demonio. Podría decirle asimismo que quizás están
viviendo los estertores de una empresa que ya se agota, después de casi ciento
cincuenta años. Y con su esterilidad de siempre arrastró al país.
El licenciado Ochoa
esperaba el instante. Hay en él una contradicción visible: nadie parece verlo
ni recordarlo. Y en ese momento levanta su cuello, siempre un poco más alto que
el de los demás; carraspea suavemente y con voz baja dirigiéndose a Luís.
---Nunca es malo un momento de reflexión. Usted se
retira, nos deja con esta labor ya tradicional. Yo no sabría si envidiar su
decisión. Ya sé que usted no es amante de la lectura, de pesados libros
ensayísticos quiero decir y menos de sermones y discursos. Pero si usted me lo
permite.
--Adelante Licenciado.
Por algo ha sido usted jefe de prensa.
Seguramente tiene algo importante que decir.
--Gracias, ingeniero.
Sé que no le quito tiempo. Es que he estado leyendo a un joven filósofo, de
apellido Ostarga, y he quedado intranquilo con sus ideas. El hombre ha partido
de la idea de disgregación, como hemos vivido siempre políticamente, una
separación; entre los modelos sociales europeos y nuestra vida real; entre las constituciones
y su falsa aplicación. Hay una
fragmentación y un dualismo. Como si el país fuese uno pero se dejara vivir por
otro.
-- Ese filósofo, como
que tiene razón, ¿no? , exclama Luís.
-- Él dice
—continúa Ochoa-- que nuestra historia
moderna es la historia de la intervención del Estado. Esto significa que
nuestra sociedad nunca ha vivido según sus leyes y su aplicación correcta. En
todo interviene el Estado, es decir, el petróleo, sus bajas y subidas. Una
incoherencia, una cosa ilegítima. La vida política actual se funda y se
legitima en una tradición de servidumbre.”
Balza se ha hecho tan
versátil y prolijo, que suficientes
críticos literarios han advertido: quizás ha llegado el preciso
momento de ir estudiando la narrativa literaria balziana por etapas, géneros,
giros estructurantes, contenidos referenciales, motivaciones o cuerpo
anecdótico de los relatos.
Sus tendencias e intencionalidades expresivas se han vuelto
cartografía multiforme.
Etnicidad, socioantropología, enjundiosa investigación a
la musicología venezolana, crítica al
desenvolvimiento en las artes plásticas, educación, ontología, epistemología;
en fin, ámbitos ensanchados de su talento, que
dan carne y disciplina a los propósitos estéticos, dentro de una
especificidad semiótica.
Él también ha optado por reconocerse en su individualidad
interactuante, que se identifica, le afecta y se involucra con lo colectivo,
desde siempre. Digamos con Balza, en “Los siglos imaginantes”
del año 2014:
“En Venezuela después
de la llegada de Colón debimos esperar más de tres siglos para que se
comenzaran a considerar las lenguas autóctonas. Porque despreciado y perseguido
por el español, el indígena se vio obligado a esconder, destruir o disimular
sus expresiones espirituales. Y esperar a la mitad del siglo XX para que esa
cultura y la del negro comenzaran a ser objeto de auténtico rescate, valoración
y difusión”
A decir de Josefina Punceles de Benedetti, en su obra “La estética postmoderna
en la música venezolana”, Balza es uno de los pocos autores que ha hablado
sobre la composición y el discurso musical en el país, y por extensión de los hechizos de
las sonoridades hacia Latinoamérica.
Hasta el presente, resulta paradójico que con tantas
manifestaciones musicales no tengamos una fortísima corriente crítica;
entendida ésta como una reflexión sobre lo que se hace, cómo se hace y qué
futuro tiene, que guíe a la opinión pública y permita a la gente formarse
juicios sentenciadores sobre las
creaciones musicales y sus creadores.
En su texto, “El Bolero: Canto de Cuna y Cama” de 2002, Balza
explora con finura perspectiva de
reivindicación y admiración hacia este antiquísimo género musical:
“¿Qué edad podemos dar
al bolero? Como para tantos fenómenos de la cultura popular no hay una fecha de
nacimiento exacta. Los boleros son Los primeros avances de las expresiones
amorosas en público. Se escribe, se
canta, se baila un bolero como prólogo o epílogo al momento de la fusión
amorosa. Toda persona que hable de amor a su amor lo hace con letra de bolero.
Hubo una época en la que no existía el bolero, y creo que entonces la gente
estaba incompleta. No todo el mundo
puede cantar boleros. La misma particularidad oral del bolero es lo que define
el destino de sus intérpretes. Se canta al amor, es cierto pero también la voz
debe ser expuesta como un instrumento extraordinario”
Ha tenido Balza un impulso medular para ir mucho más lejos,
de explorar en las profundidades de los
piélagos imbricantes donde se hacen
consortes la literatura y la música.
Hermosa parejita. Que también constituye devenir humano. Él devela las intrincadas y a veces
imperceptibles conectividades entre la música y la literatura, y le construye a ese amorío un denso pensamiento
proyectado hacia perspicaces horizontes.
En él subyace inmutable su memoria epistémica de adoración a
la música; y ante cada oportunidad de depurada y acendrada elaboración
discursiva aporta su propia dimensionalidad.
El 14 de julio del año pasado, desde el Paraninfo de la
Academia Venezolana de la Lengua ,en el
acto de su incorporación como Individuo de Número, despliega una límpida pieza
oratoria titulada, “Nuestra Música: Elaboraciones Literarias”, en ese texto
expone:
“como no soy capaz de
analizar e interpretar la historia de nuestra música, sólo pretendo asomarme a
la manera en que la misma ha sido percibida y pensada por los escritores
venezolanos…busco pensamiento y testimonio. Pruebas materiales de una
concepción unitaria o diversa acerca del hecho musical acaecido en estas
latitudes.
Comenzaré por revisar
imágenes: escenas o sucesos ficticios que, sin embargo, poseen hondas raíces en
la realidad y que, desde ella, han permitido a los autores pensar, calibrar y
revelarnos algunos rasgos de ese arte.
Haré después un
recorrido de otro nivel: la posición consciente, analítica, de los ensayistas y
musicólogos que tratan el tema y sobre él proponen causas, efectos y hasta
clasificaciones.
Intentaré mostrar
ciertas constantes o continuidades que, a mi entender, unifican el cuerpo
poderoso de lo musical entre nosotros….”
A Balza le importa el destino de lo hecho con fervor en
nuestro país; así además, le preocupan
las injustas omisiones. Esa misma pasión militante lo muestra cabalmente
como discernidor de ideas, consciente de
la finitud del tiempo que lo interpela.
En su obra “Ensayos Crudos”
aunque formalizada en texto en el año
2006, recoge eventos y circunstancias que marcaron, decisionalmente, la vida de
Venezuela. Por ejemplo éste, que leo a continuación, desarrollado una madrugada
de marzo de 1989,
“Poco después recibí la
invitación del presidente para acudir a Miraflores donde había una reunión con
escritores. Ya la prensa lo había mostrado, una decena de intelectuales
participó en ese primer encuentro. La inicial actitud presidencial del anfitrión, dio paso a la
conducta de un ser humano atento, preocupado y abierto. Guardo vivamente la
impresión que me causó el discurso de Adriano González León. También la
vehemente participación de Marta Sosa. No dejó de sorprenderme la oratoria de
Cabrujas: valiente, lúcida, admirable y teatral. Puede estar seguro cualquier
venezolano de que el grupo de escritores dijo al mandatario todas las cosas que
cualquier ciudadano hubiese querido decirle: sobre la corrupción, el precio de
la gasolina, las universidades, los jueces pervertidos, los diputados sin
oficios, las medicinas, la educación. Hice al presidente una diversa pregunta,
hacia la medianoche – estoy seguro, usted está hablándonos en este instante con
transparencia y angustia. Pero cuando nosotros abandonemos el Palacio, después
de que usted haya escuchado tantas cosas francas, serias, honestas, ¿a quién
acude?, ¿qué escucha?, ¿cómo lo arropa la sombra de su partido?, ¿por qué
cambia?, ¿qué queda de lo escuchado?
Yo no podía evitar una
sensación de irrealidad: los escritores en Miraflores diciéndole al Presidente,
que escuchaba con atención, todo lo que la guerrilla de los años sesenta
gritaba clandestinamente, y aún cosas nuevas y peores..”
Los Seres humanos estamos equipados genéticamente con
mecanismos finitos de conocimientos que a través de los cuales construimos e
interpretamos un mundo infinito de realidades y palabras.
Noam Chomsky nos ha legado esta teorización, así llamada:
Gramática Generativa y Transformacional. Conforme a este influyente lingüista
contemporáneo: en los niños hay conocimientos morfosintácticos formales
previos a las experiencias, sin instrucciones explícitas, en una especie de estructura profunda.
Hoy, cuando estamos revisitando la narrativa balziana,
decimos: Y por si fuera poco, a lo intrínseco
humano que teorizó Chomsky para los
actos de habla; Balza concita como activo de sus conformaciones existenciales los designios oraculares de las aguas del
Delta del Orinoco:
“Un enigmático amor me
ata al río –nostalgia Balza-- ese tipo
de pasión que nos condensa, en el pasado y en futuro .El Orinoco ha estado
siempre donde lo encuentro hoy, frente a mi casa. Su presurosa inmovilidad
tiene un lugar de asiento en mi propia vida. El río fue mi más poderoso juguete
en la infancia. Los días se llevaron mi infancia. Yo cambié, cambié para querer
ser siempre el mismo. ¿No seríamos acaso, en 1939, los juguetes que el río usaba
para fijarse en alguna memoria? Fuimos juguetes del río con el cual se cree
jugar”
Muchísimas Gracias.
Tucupita, septiembre de
2015
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