MILITARISMO CHAPUCERO
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la
Lengua
Abrahamgom@gmail.com
Si nos atuviéramos nada
más que a la retórica vacía que a cada
rato escuchamos de los propagandistas de este esperpento sociopolítico que
ellos llaman revolución, no habría motivos para temer. Por cuanto, así como son
incongruentes con la supuesta ideología que propalan, del mismo modo transpiran
insustancialidad en las consignas que vocean.
Un día se les antoja elevar proclamas
altisonantes para acabar con todo lo que signifique pasado —cuarta república,
según sus pretensiones--- sin tener la menor noción de la verdadera estructuración histórica republicana de
nuestro país. Al día siguiente apuntan en sentido contrario.
No hay en los
incitadores de este “socialismo del siglo XXI” suficientes asideros teóricos que
le den plataforma a lo que dicen; mucho
menos un apreciable piso metódico que fortalezca el discurso con el cual
aspiran convencer. Se les abren las costuras de las engañifas por donde quiera.
El mayor señuelo o
gancho para pescar incautos, es en sí mismo una aberración. Poner, con coacción
y coerción, a una militancia clientelar a repetir “ Viviremos y Venceremos”,
“Chávez vive, la lucha sigue”, trae a la
memoria con ingrata recordación “patria o muerte” del totalitario
régimen cubano: consigna que se expresa
aún en cualquier acto oficial o privado en esa isla antillana con la finalidad
de reforzar la indoctrinación; pero al
propio tiempo, los “sapos cooperantes” están pendientes de quien calla para
mandarlo sumariamente a la picota.
Exactamente, tales estrategias
de contaminación política han introducido en los cuarteles venezolanos, con la
sumisa complacencia de la superioridad castrense.
La fuerza armada venezolana ha devenido en un
vergüenza nacional, En todo caso, a la oficialidad lo que les interesa es
seguir usufructuando las prebendas y canonjías que se provee por y a través de medios e instrumentos nada
lícitos.
Cuando los militares venezolanos balbucean, como
autómatas: “patria, socialismo o muerte”, “las fuerzas armadas son socialistas,
antiimperialistas y profundamente chavistas” contrarían el espíritu, propósito
y razón de nuestra Constitución Nacional en su artículo 328 que a la letra
señala:
“La Fuerza Armada Nacional constituye una
institución esencialmente profesional, sin militancia política, organizada por
el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la Nación y asegurar
la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la
cooperación en el mantenimiento del orden interno y la participación activa en
el desarrollo nacional, de acuerdo con esta Constitución y con la ley. En el
cumplimiento de sus funciones, está al servicio exclusivo de la Nación y en
ningún caso al de persona o parcialidad política alguna. Sus pilares
fundamentales son la disciplina, la obediencia y la subordinación. La Fuerza
Armada Nacional está integrada por el Ejército, la Armada, la Aviación y la
Guardia Nacional, que funcionan de manera integral dentro del marco de su
competencia para el cumplimiento de su misión, con un régimen de seguridad
social integral propio, según lo establezca su respectiva ley orgánica”.
Estamos seguros que una
vez que este tormento orgiástico sea derrocado los militares tendrán que
responder ante la justicia por las
múltiples tropelías cometidas, desatadas y los silencios cómplices.
Lo menos indicado, para la construcción de un
“hombre nuevo” es la destrucción y el aniquilamiento de quienes piensan
contrariamente.
Ya es bastante conocido que desde los
cuarteles venezolanos, dirigidos coactivamente por cubanos, han decretado para
la ciudadanía venezolana un pensamiento
único, adocenado, acrítico e inflexible. Alguna voz en vía contraria debe acallarse y destruirse.
Los seres humanos
resisten las tentaciones y padecimientos de los regímenes totalitarios,
militaristas. Es característica innata del ser humano soportar con estoicismo las pretensiones de
militarotes que pretenden constreñir el desarrollo de la
personalidad individual.
Los militarotes siempre han temido a las
explosivas manifestaciones de los pueblos enardecidos.-
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