Educación: esencia del
disenso fértil
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com
Desde siempre, la humanidad ha reconocido y valorado a la
educación como una necesidad intrínseca y natural de los seres humanos.
Ha sido suficientemente estudiado que
la educación constituye un exquisito
fenómeno subjetivo y social que se posibilita únicamente entre humanos. El
resto de los animales se adiestran, es decir: responden y se hacen sumisos a los designios de la diestra
de alguien.
La educabilidad adquiere pleno sentido sólo entre humanos; porque si
nos educamos abrimos nuestras mentes; motivamos, promovemos y alentamos las
conciencias individuales y societal.
Para crear y recrear conocimientos la
educación comporta un aliado exquisito; además, define con absoluta
determinación nuestro modo de ser, de aprehender la realidad, de buscarle
explicaciones a la vida en tanto múltiple rizoma existencial. Luce un discernimiento
filosófico, cierto, pero así exactamente es.
Van aparejadas la educación y la
libertad, son dimensiones siamesas; sin la
menor posibilidad de separación, porque una y otra se requieren, se necesitan,
se complementan vitalmente.
Un proceso educativo sin libertad vendría a
ser poco menos que una aberración.
A lo primero que le echan mano los
regímenes totalitarios, con intención de reproducirse, es a la educación; poniendo como excusas las
manoseadas reformas, que no lo son.
Determinantemente, todo proceso de
enseñanza-aprendizaje debe observar como base sustentadora la Libertad de ser, pensar, decir y actuar. Lo contrario es
adoctrinamiento (indoctrinación), contaminación ideologizante.
Las sociedades modernas abominan de
las formas dogmáticas propias de algunas estructuras políticas-partidistas, que
privilegian y exigen de sus conmilitones conductas inmutables. Les imponen predisposiciones
a callar, a volverse una nadería; a
cerrarse ante las evidentes realidades. Llegan
incluso, quienes así se comportan, a socializar idioteces.
Los practicantes de los totalitarismos aspiran hacer pasar sus
conceptos, construidos con añagazas, como grandes verdades. Y de lo que se
trata es de tramposas categorías, irrespondidas, vueltas prescripciones que se
imponen y asfixian.
Los exégetas de los totalitarismos
quienes dicen pensar la educación han utilizado el ardid que para estos casos
teoriza el filósofo de Eslovenia, Slavoj Zizek “hay que hacer pasar la experiencia ideológica, pero que nunca parezca
como ideología, que concurra con un fuerte sentido simbólico. Que la ideología
siga allí operante. Que todo esté mediado por la política, por la ideología,
hasta la Ciencia que aspira ser impoluta”
Qué nos queda por decir..? Que con
ese ímpetu depredador, poco les importa
arremeter contra todo vestigio de Democracia; de atropellar de cualquier
forma y en todo momento algún asomo de ideas antagónicas a sus despropósitos.
Aspiran al aniquilamiento progresivo
de las Universidades (no es una ingenuidad de su parte), vulnerar el espíritu natural
de las contradicciones humanas, acabar
con la autonomía y las libertades de los espacios que generan y legitiman
conocimientos.
Intentan poner de rodillas a La
universidad donde aflora el pensamiento plural y el intercambio de valores;
precisamente la dimensión axiológica de los seres humanos: la Libertad, entre
otros, exaltado como valor primigenio.
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