CONDICIÓN DE RARA MITAD (III)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Estamos padeciendo el vulgar arreglo y distorsión de la
Constitución Nacional y demás leyes según caprichos del régimen. La Norma es la que impone el
gobierno, y la Sociedad Civil debe calársela sin chistar, contestar o replicar.
Esto no es socialismo; por cuanto, precisamente, el Socialismo delezna de los gobiernos estatistas
(allí donde el Estado asfixia al ciudadano). Hay estatismo, como ahora en Venezuela, allí
donde se imponen las decisiones desde
arriba, sin críticas de los ciudadanos; donde toda iniciativa es potestad de incapaces
funcionarios del gobierno o de los llamados cuadros de vanguardias que se autoreproducen. El
Socialismo rechaza los populismos o los
gorilismos de militares. Además socialismo no es totalitarismo: la supresión
radical por parte del poder de las actividades de los ciudadanos, quienes deben
ser libres para mirar y valorar al mundo.
Hoy constituye una grandísima imbecilidad desempolvar rancias
nomenclaturas con la intención de reetiquetar las corrientes del pensamiento:
te califican de derecha o de izquierda.
Esa detestable manera de calificar a la gente hace rato que se superó, por
cuanto constituye experiencia de lamentable recordación.
Actualmente, en Venezuela a la Constitución Constitucional y a las leyes intentan acomodarlas a los caprichos del oficialismo, con el mayor
descaro, con la aviesa y sibilina complicidad del TSJ, del CNE y el resto de la
comparsa de organismos que se prestan a las tropelías que comete el oficialismo
contra la sociedad civil y la
Democracia. Tamaña sinvergüenzura se hace indigerible.
La torsión descarada que viene dándole el oficialismo a toda norma jurídica es común
y corriente, y “legitimada” con la mayor naturalidad, con displicencias, tan
rampantes.
Nuestra Carta Magna es vapuleada como les da la gana. Las
leyes son acomodadas para complacer la permanencia de un hatajo (con h) de
ineptos en el gobierno.
Con rabulismo,
charlatanería y vocinglería en la interesada interpretación de la Constitución
Nacional y las leyes pretenden arrancarle
a la gente todo sentido ciudadano,
vulnerar la cultural vocación democrática, y encuadrar a las personas en un
redil militaroide.
Con cualquier añagaza jurídica aspiran taparlo todo. Aspiran que los contenidos constitucionales,
que tuercen a sus antojos, le legitimen sus despropósitos.
En cualquier
intersticio social y particular está la lupa oficialista
Estamos viviendo en una especie de Estado de excepción
permanente. Lo cual tarde o temprano cobrará sus deplorables consecuencias,
tanto para las complicidades activas como para los silencios cobardes. Extensivo también a muchos colaboracionistas
de la oposición, que juegan con el gobierno tal lúdica por debajo de la mesa.
Hay que higienizar la política.
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