Educar en libertad para Transformar
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Quiero referir de entrada que producto de un estudio
investigacional del doctor Steven Shepherd, de la Universidad de Ontario
Canadá, auspiciado por la Asociación de Psicología de los Estados Unidos,
arrojó dos aspectos suficientemente llamativos: el primero destaca la felicidad
y el placer que dice sentir mucha gente al saberse que son ignorantes en muchas
áreas donde les corresponde hacer sus respectivas aportaciones para resolver
casos; prefieren transferir a otros las soluciones.
La segunda conclusión que refleja esta indagación es la
asimetría que manifiestan las personas, en los modos de captar los fenómenos de
la realidad.
Dice el estudio, para este último aspecto, que varias
personas pueden estar percibiendo algún fenómeno, el que sea a su alrededor, y
al momento de expresar, de narrar lo que está viendo (percibiendo) lo hacen de manera
dispar, y hasta contradictoriamente. Cada quien echa el cuento a su manera.
Así, entonces, surgen
los desequilibrios y hasta la inequidad entre las personas para asimilar las
cosas, sus problemas y aportar soluciones. Por su puesto que tales disparidades
también repercuten en los cuerpos sociales.
Preguntémonos:¿Cómo podemos diseñar una estrategia seria,
concreta, con objetivos alcanzables; para la educación, por ejemplo, si de
antemano estamos conscientes que cada quien diseñará sus propias estrategias, si
cada uno va a fijar sus particulares
objetivos, armará su específico tejido
discursivo. Si cada quien va a tener su propia mirada de las cosas, si cada
equipo humano, por sus propios intereses y circunstancias, va a apuntar
aparentes soluciones en sentido contrario a las verdaderas realidades.
Suele ocurrir que cada vez que nos encontramos en algún
atolladero, en un atasco social, alguien sale proponiendo que hay que designar una
“Comisión de Reforma”; y jamás se les ocurre que de lo que se trata es de Transformar.
Porque por la vía de la reforma, y menos en el aspecto
educativo, no vamos hacia ninguna parte; por cuanto sólo con reformas intentaremos
reacomodar la cosmética, revisar los esquemas, el aspecto, las apariencias.
Mientras que la transformación va al fondo de los asuntos.
Con la transformación se hurga en lo verdaderamente profundo.
Se trastoca y desmonta. Y para decirlo en las claves de Jaques Derrida: una
transformación deconstruye las lógicas; es decir, el modo tradicional que
escogemos para arreglar los pensamientos, para alojar las
ideas.,
Muchas veces, por pereza mental no nos atrevemos a revisar
las racionalidades que han soportado y anidado a los movimientos sociales, que
se han enquistado y no han permitido que éstos avancen.
Desde siempre, la humanidad ha reconocido y valorado a la Educación
como una necesidad intrínseca y natural de/para los seres humanos.
Ha sido suficientemente estudiado que la educación constituye
un exquisito fenómeno subjetivo y social que se posibilita únicamente entre
humanos. La Educación es el vehículo
esencial para transformar todo.
El resto de los animales se adiestran, es decir: responden y
se hacen sumisos a los designios de la diestra de alguien.
La educabilidad adquiere pleno sentido sólo entre humanos;
porque si nos educamos abrimos nuestras mentes; motivamos, promovemos y alentamos
los espíritus de superación individuales y societal.
Asumamos a conciencia, que hay una pareja unívoca
indesligable: la educación y la libertad. Conforman dimensiones siamesas, sin
la menor posibilidad de separación. Saben por qué. Porque una y otra se
requieren, se necesitan, se complementan vitalmente. Educación y libertad es un
binomio humano.
Un proceso educativo sin libertad vendría a ser poco menos
que una aberración.
Determinantemente, todo proceso de enseñanza-aprendizaje debe
observar como base sustentadora la Libertad de ser, de pensar, de decir y
actuar. Lo contrario es adoctrinamiento (indoctrinación), contaminación
ideologizante.
Para que la Educación, como la hemos concebido, sea un instrumento-fundamento
para la transformación de las sociedades en libertad, debe ser Política de
Estado y no programa de gobierno.
La educación en un sistema democrático, plenamente
constitucionalizado, jamás debe responder a una exclusiva parcialidad política
o ideológica.
Con esa intención el Estado, la Familia y la Sociedad se interconectan
para la formación y educación de los ciudadanos y la sociedad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario