sábado, 1 de junio de 2019




                                                    Por pura serendipia
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua.
abrahamgom@gmail.com

En nuestra vida diaria, rutinaria y doméstica estamos haciendo algo, que habíamos pensado y planificado, con relativa antelación; pero resulta que en el proceso o al concluir nos sale otra cosa.

Con seguridad a usted le ha sucedido, sin dudas, que se ha cansado de buscar algún objeto extraviado y no lo consigue. Sin embargo, en esa faena de pesquisa encuentra otro que no tenía la más remota idea que en cualquier día, circunstancialmente, podía aparecer.

 Nos ha ocurrido infinidad de veces.

Son ejemplos sencillos de lo que nos había venido ocurriendo, y no sabíamos cómo se llamaba.

Pues, bien. Hay una palabra denotativa para tales hechos fortuitos: ese término es SERENDIPIA.

Permítanme explicarles qué significa este vocablo raro y poco (jamás) utilizado.

A veces la serendipia se muestra elusiva, desapercibida; en incontables ocasiones nos deslumbran sus develamientos. Quedamos, como decimos en lenguaje coloquial “con la boca abierta”..! Sorprendidos!

Una serendipia constituye un hallazgo maravilloso, o quizás desafortunado, pero ambos son productos del azar. Eventos aleatorios, inesperados.

Digámoslo así: usted no lleva la intención de encontrar algo, y por pura casualidad o accidentalmente lo consigue.

¿De dónde surge tal étimo?

 Viene desde muy lejos y es antiquísimo.

Serendip es el nombre antiguo de Ceilán, país asiático denominado ahora Sri Lanka.

Allí, según el escritor inglés Horace Walpole, quien acuña el término, asume como basamento para su construcción lexicográfica el famoso cuento persa “Los tres príncipes de Serendip”.

En la citada narrativa se relata con fascinación las aventuras de tres príncipes, quienes poseían extravagantes y extrañas posibilidades adivinatorias con lo cual descubrían cosas inimaginables, algunas por accidente, y otras, en su mayoría, por sagacidad.

Así quedó entonces admitida la palabra SERENDIPIA, para la posteridad; y todo lo que ella deja para la imaginación.

 En nuestro país, no nos quedamos atrás en asuntos lingüísticos; por lo que aproximamos una palabra originaria nuestra, con carácter similar, un venezolanismo. Creamos el étimo “chiripa” para dar cuenta de un hecho semejante a la serendipia.

Abundemos en otros detalles. En los hallazgos científicos hay mucha serendipia de por medio.

Citemos algunos pocos: el principio de Arquímedes, La penicilina, la viagra, los rayos X, las papas fritas, el microondas.

Sí, inventos interesantes, coincidenciales, accidentales e inesperados.

Nos preguntamos, casi que con ingenuidad: ¿Acaso el “Descubrimiento de América” no se dio por casualidad, de pura “chiripa”. Un hecho sociohistórico, densamente cargado de serendipia?

Afortunadamente, ya podemos utilizar, de manera espléndida, el término serendipia para referirnos a los fenómenos que brotan de forma fortuita; porque ya sabemos de qué se trata.

Para ensanchar nuestros conocimientos al respecto, La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE) lo ha incorporado, con suficiente legitimidad, en la vigésima tercera edición de su diccionario, correspondiente al año 2014. Incluso ha admitido serendipidad, cuando se intenta aludir a un hallazgo casual y feliz de algo; como también han integrado la acepción serendípico, en función de adjetivo, para calificar el hecho en sí mismo.

Sin embargo, el vocablo serendipioso quedó por fuera.

La Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), creada en México en 1951, agrupa a las veintitrés corporaciones de América, España, Filipinas y Guinea Ecuatorial.

La ASALE, que ha celebrado catorce congresos desde su constitución a mediados de los siglos xx, tiene su sede corporativa en Madrid, en dependencias de la Real Academia Española (RAE).

Nos complace reseñar que el ilustre lexicógrafo venezolano, Francisco Javier Pérez, está al frente desde 1995, de la ASALE, quien en el hermoso acto de su incorporación, para tan elogiables responsabilidades, dejó sentado lo siguiente: “Mis tareas como secretario general, queda claro, no serán otras que las que promuevan el avance de los proyectos en la dirección señalada, que no es más, y esto no es poco, que auspiciar la hermandad hispánica gracias a la lengua”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario