Con Caricom no contemos.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Siempre ha habido en la población venezolana,
intrínsecamente, un principio nacionalista de reivindicación, en lo
concerniente a la Guayana Esequiba; porque Fuimos vilmente arrebatados de esos
159.500 km2, a través de una maniobra artera, urdida entonces por rusos e
ingleses. Son laceraciones históricas, que no podemos sanar con paliativos,
olvidar o eludir
El soberbio Imperio Británico apeló a todo tipo de añagaza
diplomática (extorsiones incluidas) para que se conformara una Comisión
Arbitral (sin la presencia de la representación venezolana) la cual decidió despojarnos, de manera vil, descarada
y vergonzosa, de la denominada Guayana Esequiba, con la conocida sentencia laudatoria, celebrada en París, el 3
de octubre de 1899.
Hemos sostenido tal contención desde hace más de un siglo.
Nos asiste la razón; porque tenemos suficientes elementos probatorios:
históricos, jurídicos, cartográficos, sociales, políticos y morales.
Estamos dispuestos a continuar, en las instancias que sean
necesarias, hasta que se logre hacer justicia a Venezuela del daño patrimonial
territorial que se nos perpetró.
La contraparte en este asunto litigioso sabe que tenemos
Justos Títulos, que han sido traslativos, desde que nos constituimos como
Capitanía General de Venezuela, el 8 de septiembre de 1777.
No es poca cosa la que queda implícita en tal reclamo: hablamos
de una séptima parte de nuestra extensión territorial, con su respectiva
proyección atlántica; y de un conglomerado de compatriotas, Esequibanos, con
quienes debemos tejernos en absoluta identidad nacional.
Sin embargo, prestemos atención a la estrategia que ha venido
jugando la excolonia británica en este asunto.
Guyana, que rechaza la posibilidad de la figura del Buen
oficiante, introdujo una demanda contra nuestro país, en la Corte Internacional
de Justicia (CIJ); la misma fue ratificada el 19 de noviembre del año pasado.
En ese acto jurídico, ellos piden, entre otros
elementos, que la CIJ obligue a Venezuela a reconocer el
írrito y nulo Laudo Arbitral de París de 1899, como cosa juzgada.
Nuestra representación, se hizo presente el 18 de abril de este
año, para invocar una figura legítima, y plenamente válida en el Derecho
Internacional Público: No Comparecencia.
No obstante, dejamos sentado, ante la opinión pública
nacional, que por el sólo hecho de habernos decidido por la No Comparecencia ante la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), luego de la demanda que interpuso el gobierno
guyanés contra Venezuela en ese alto tribunal, todavía no obtenemos la solución definitiva en la controversia, por
el área que vilmente nos arrebataron..
Invocar la No Comparecencia, como lo hizo nuestra delegación,
resultó, ciertamente, una postura estratégica inteligente; y evitó que los
coagentes de la excolonia británica se salieran con la suya en la celada
tendida.
Es verdad que la No Comparecencia
nos da un respiro, pero no aporta un último desenlace en esta histórica
contención.
Aunque Venezuela jugó bien la carta de la No Comparecencia,
debemos ser responsables ante el país y manifestar que el mandado no está hecho, completamente. Hay
que afinar los pasos siguientes.
Por ejemplo, mostrar y demostrar en cuanto escenario
internacional tengamos oportunidad de asistir, que Venezuela desea un arreglo
práctico y pacífico, para satisfacción de ambas partes, conforme al artículo 33
de la Carta de las Naciones Unidas.
Por eso, nos resulta inapropiado e imprudente el
pronunciamiento favorable a Guyana de la Caricom al concluir, la semana pasada,
su cuadragésima Asamblea Anual; por cuanto, Venezuela también integra tal bloque
regional, como país caribeño. Lo más
sensato, quizás, pudo haber sido asumir discreción e imparcialidad.
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