Todos los caños habidos y por haber.
(En memoria del escritor deltano Humberto Mata)
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
Bastante comprensible es que una persona no llega, en toda su vida, a conocer o recorrer los innumerables y vastosísimos caños de nuestro Delta, por muy buenas intenciones y disposiciones que tenga.
Permítanme asomar una posible explicación o razón: los deltas nunca terminan de hacerse. Ha sido demostrado, geográficamente, que cada día aflora, con la irrupción de aluviones deltaicos, una posibilidad de ser.
En nuestro Delta del Orinoco, espacio vital que lo he asimilado desde hace casi medio siglo, a decir verdad, el escenario natural que hoy nos deslumbra por su belleza, mañana se transforma en algo, quizás mucho más maravilloso. Y así va siendo y haciéndose constante y sostenidamente. Ilación de sueños interminables que nos apasionan.
Nos atrevemos a señalar que nuestro afamado escritor Humberto Mata, por lo menos físicamente, no tuvo la posibilidad de visualizar, y menos recorrer nuestra inmensa geoespacialidad.
Y nos preguntamos: acaso tal limitación constituyó, para Humberto, óbice determinativo, para no asir e involucrar en su narrativa la exuberancia y esplendor que describe y caracteriza este pedazo de tierra, que nos hemos dado para vivir.
Sabemos que todo este andamiaje nos confiere idiosincrasia y suficiente piso identitario.
Vivir en esta hermosura de tierra, es estar dispuesto a reforzar la Categoría existencial que denominamos Deltanidad.
Decir Deltanidad, en un solo tiempo, implica y comporta:tejernos en la piel nuestras valoraciones como pueblo, motivaciones humanas, acendradas y comunes costumbres, conocimientos, emociones, sensibilidades, mitos, ritos, triunfos y desaciertos.
La Deltanidad involucra nuestras especificidades con las respectivas vivencias y querencias, sin eludir las carencias.
En sus relatos, Humberto recurre con insistencia a prescribirnos que la cultura se asume en tanto vector generador permanente de diferenciadoras posiciones ideológicas, de síntesis axiológicas y de tensiones pulsionales.
Humberto siempre se manifestó respetuoso de la opinión contraria a la suya, en el campo que fuera.
Será por ese motivo, tal vez, que pesquisamos en la vertebración de sus escritos, una justificación devocional hacia el prójimo; que se hace apreciable, en él, cuando apela al enunciado siguiente: "los seres humanos tenemos un destino inexorable, estamos obligados a vivir juntos".
A lo anterior podemos añadir que a muchos les resulta complicado con-vivir, cuya acepción extensa vendría a significar imbricarse en/con el otro.
Con-vivir es admirable, decía Humberto.
Con-vivir comporta mucha más que llenar de personas un espacio territorial. Las orillas de los caños del Delta, por ejemplo. O asentar a una considerable porción de gente en un lugar determinado para que satisfaga, conforme a las circunstancias, sus necesidades existenciales.
Admitamos que somos seres humanos con nuestros instintos y aprendizajes. Que estamos obligados a compartir, para reencontrarnos en un crisol lo que en realidad sabemos con anticipación es diverso. Por eso resulta exquisito, por cuanto es multívoco.
Sin lugar a dudas: un caleidoscopio de pluralidades sociales y naturales del que disfrutamos;y del que Humberto hizo casi un despliegue vicarial.
(Extracto de mi aporte escritural para el libro a publicarse pronto en homenaje a Humberto Mata)