Guayana Esequiba: nuestros recursos (vilmente)
esquilmados.
Dr.
Abraham Gómez R.
Miembro
de la Academia Venezolana de la Lengua.
En el mundo fluye en la actualidad una indetenible
intercomunicación en todas las áreas, ámbitos. Quizás lo que uno menos se imagina
adquiere sentido hoy mediante la interconexión planetaria (¿globalización?, tal
vez). Así entonces, frente a un fenómeno que se está viviendo con tanta
eclosión; que se ha venido mundializando; que se escapa del control de los
Estados, estamos obligados a repotenciar el talento, con la finalidad de entender
y comprender los acaecimientos, sin aislarnos.
Constituye un imperdonable error abandonar el concierto
de la Comunidad Internacional, tipo Corea del Norte, o Cuba en una época.
País que se aísle
no resuelve problemas; contrariamente, los crea para su población.
Lo anterior puede ser explicable y justificado en los siguientes
términos: ninguna nación avanza a contrapelo de los tejidos (inevadibles) que
se urden entre los Estados, que en el presente momento le sirven de plataforma
a las sociedades. Y lo peor es llevar tamaña mentalidad reduccionista a los
aspectos económicos.
Bastantes opiniones de especialistas han considerado
siempre un grave desacierto estratégico de desarrollo nacional limitar el consumo interno, casi
exclusivamente, a las importaciones en altísimas proporciones; o continuar, como
siempre, dependiendo del petróleo; sin que se vislumbren (hasta ahora)
alternativas confiables y sustentables para las necesarias y oportunas
sustituciones.
A lo largo de nuestra historia contemporánea (con la
irrupción del petróleo, como recurso aprovechable) las iniciativas
programáticas de todo tipo las hemos impulsado, con base a la propia
sostenibilidad del proceso de mono exportación petrolera. Ya sabemos en la vergonzosa situación en la
cual nos encontramos.
Recordemos cuando propalábamos, con orgullo, por todas
partes “el petróleo es de Venezuela”, ahora exclamamos “Venezuela era del
petróleo”.
No se necesita ser muy inteligente o poseer virtudes
adivinatorias para convencernos que, en casi todos los diseños y ejecutorias de las Políticas Públicas en el Estado
venezolano, se develan inaceptables cúmulos de desaciertos e impropiedades.
Los errores más protuberantes se aprecian en lo
atinente a Política Exterior; y con mayor énfasis en el asunto litigioso que
sostenemos con la excolonia británica por la Guayana Esequiba. Extensión
territorial, inmensamente rica en múltiples recursos, la cual nos despojaron, a
través de una tratativa tramposa, denominada Laudo Arbitral de París, el 03 de
octubre de 1899. Sentencia que siempre hemos calificado de írrita, nula y sin
eficacia jurídica.
Cada vez se agranda nuestra fundamentada percepción
que quienes han manejado la Política Exterior venezolana permanecen en extraviados
escenarios. Han padecido una especie de estrabismo mental.
Guyana nos descalifica en los congresos
internacionales. Declara contra Venezuela cada vez que tiene una visita de una
delegación internacional. Y la cancillería nuestra peca por omisiva ante tales
hechos. Silencios que en el Derecho Internacional Público se pagan caros. Demasiadas
permisividades. (Principio de Aquiescencia).
Hemos denunciado, con insistencia, que hay un enjambre
de empresas operando, bajo la coordinación de la Exxon-mobil, la cual fija los
procedimientos, en el área, para la
Shell holandesa, a la CGX estadounidense, a la Anadarko canadiense, a la CNOON
china; en fin, se conoce que sobrepasan las 52 compañías que allí se
instalaron, procedentes de muchos países, que se dicen amigos de Venezuela;
incluso algunas naciones que hemos estado apoyando a través de Petrocaribe.
Están aprovechando, como mejor les plazca, los
recursos madereros, acuíferos, mineros, petrolíferos y energéticos en general,
en nuestra Guayana Esequiba; no únicamente en el área territorial de los
159.500 km2 que nos arrebataron; sino además han permisado a grandes consorcios
en la proyección atlántica nuestra.
Estimaciones recientes del Fondo Monetario
Internacional revelan que Guyana tendrá, en 2020, un crecimiento de su PIB, por
el orden del 86%; incluso, se especula que sobrepasará en un 14 por ciento a la
misma China, en su incremento de riquezas.
Se habla que en los próximos meses comenzarán las “exportaciones
petroleras de Guyana” (¿?), entre 700.000 y un millón de barriles diarios.
Además, añaden que la excolonia británica puede llegar a ser el país con el
mayor caudal financiero líquido disponible y de ingreso per-cápita. Podría
llegar a ser el país, en el mundo, con el mayor número de barriles de petróleo
por habitante.
La señalada perplejidad (y las comillas que adrede
utilizamos) para relatar las cifras anteriores vienen dadas porque la Zona Esequiba
(y su proyección marítima) donde están operando las citadas empresas nunca ha
sido ni británica ni guyanesa. Tenemos una reclamación centenaria que ahora se
dirime en la Corte Internacional de Justicia. Poseemos suficientes elementos probatorios
para exponer y alegar que la Guayana Esequiba es nuestra jurídica, cartográfica
e históricamente.
Ha habido una
ocupación abusiva de las transnacionales, a partir de concesiones fraudulentas
e ilegales que recibieron de los gobiernos guyaneses. Entregas impregnadas de
añagaza económica, por cuanto contrarían el espíritu, propósito y razón del
Acuerdo de Ginebra del 17 de febrero de 1966.
Entonces, nos preguntamos: hacia dónde apuntan las
miradas de las autoridades de nuestra Cancillería.
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