Guayana
Esequiba: la Corte, nuestra última ratio iuris
Dr. Abraham
Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de
la Lengua
Asesor de la Comisión por el Esequibo
y la Soberanía Territorial
Miembro del Instituto de Estudios Fronterizos
de Venezuela
Asesor de la Fundación Venezuela
Esequiba
Ya resulta un
descomunal descaro en el que viene incurriendo Guyana, al entregar, sin
limitaciones, concesiones de todo tipo a diestra y siniestra en la que una vez
fue conocida como “Zona en Reclamación”; ahora denominada para nosotros, con
mucho orgullo, estado Guayana Esequiba; cuya controversia, en estos momentos,
se dirime por ante la Corte Internacional de Justicia; instancia que en ningún
momento, desde el 20 de diciembre de 2020, se ha paralizado para conocer forma y fondo de
este pleito.
La excolonia
británica se ha aliado a intereses plenos con bastantes empresas
transnacionales para la exploración, explotación y comercialización de las
riquezas de la región esequibana, que ellos se han auto adjudicado y ocupado,
sin el menor documento que los asista.
Los gobiernos
guyaneses no tienen recatos ni disimulos en su voracidad.
No dudamos en
calificar tales entregas de irrespetuosas del contenido y alcance del Acuerdo
de Ginebra de 1966, único documento con pleno vigor jurídico en este caso
controvertido entre Estados.
Han omitido las obligantes consultas hacia nosotros,
la Parte con la que se sostienen un litigio; y se han comportado con inaceptables
displicencias; con lo cual el gobierno de Irfaan Ali pone de manifiesto su
arrogancia y presunta seguridad de que saldrían favorecidos mediante una sentencia
del Alto Tribunal, tal vez para el próximo año.
Están
aprovechando -como mejor les plazca- los recursos madereros, acuíferos,
mineros, petrolíferos y energéticos en general en nuestra Guayana Esequiba; no
únicamente en el área territorial de los 159.500 km2 que nos arrebataron; sino
además han permisado a grandes consorcios para que operen en la proyección atlántica
que se genera en la zona por derecho del mar. Digamos propiamente, en nuestro
Mar territorial, en la Zona Contigua y en la Zona Económica Exclusiva; dentro
de las 200 millas náuticas que abarca nuestra plataforma continental, desde las
bocas del Río Esequibo hasta Punta Playa, en el estado Delta Amacuro.
Las
excolonias británicas nos han venido atropellando y vulnerando en nuestro
legítimo e histórico contexto geográfico; y aún el canciller de esa nación, hace
la desvergonzada afirmación, a través de un comunicado, que la precitada acción
de Venezuela -de reafirmación de legítima propietaria- viola la soberanía e
integridad territorial de su país “y
demuestra que Venezuela es una ‘amenaza’, con actos hostiles, agresivos e
ilegales para el desarrollo económico de Guyana”.
Dejamos
sentado lo que siempre hemos planteado en distintos escenarios, en el sentido
de que los silencios cómplices se pagan caro en el Derecho Internacional
Público.
Las facturas
por aquiescencias o permisividades de un Estado-Parte pesan en un juicio de la
naturaleza y el carácter que confrontamos.
El Acuerdo de
Ginebra constituye, en sí mismo, el documento a través del cual el Reino Unido
y su excolonia guyanesa admitieron la vileza cómo actuó el Tribunal Arbitral,
en París el 03 de octubre de 1899, cuando nos arrebataron, en una perversa tratativa
política- diplomática, una séptima parte de nuestra geografía nacional.
Reconocemos que el Acuerdo de Ginebra
contempla el arreglo judicial como alternativa de solución para la presente
controversia; y en el mismo nos encontramos por ante el honorable Cuerpo
Juzgador de la ONU; donde jugaremos nuestras cartas.
En su debida
ocasión, leímos y analizamos algunos comunicados de la cancillería de Venezuela
donde dejaban sentado que se ejercerían todas las acciones ante las instancias jurisdiccionales,
diplomáticas y políticas correspondientes, privilegiando el alto interés
nacional y la permanente reivindicación de los derechos legítimos e
irrenunciables del pueblo venezolano sobre el territorio de la Guayana
Esequiba.
Sin embargo, en
muchas ocasiones estuvimos haciendo las advertencias a las autoridades de nuestra
cancillería y a las comisiones creadas para tales fines; en el
sentido, de que quedarse callados, dar
aquiescencias o permisividades; omitir
las denuncias oportunas y contundentes; o tolerar que los gobiernos guyaneses, desde Cheddi Jagan hasta
hoy, otorgaran concesiones en la Guayana Esequiba; todas estas omisiones
inoportunas y/o las alabanzas
imprudentes e inconvenientes en favor del contendiente o ir
contra nuestros propios actos ( Principio
de Estoppel), no nos favorecen en los reclamos, que desde hace más de un
siglo hemos hecho de esa inmensa extensión territorial , que siempre ha sido
nuestra.
Llego el
momento de demostrar y reafirmar la venezolanidad con declaraciones y con
hechos concretos; precisamente la Corte nos ha citado, a comparecer en la fase
de pruebas, para el 11 de agosto del próximo año. Es la oportunidad y razón
exquisita (quizás la última) para develar todo cuanto asiste y completa nuestro
acervo de probanza.
Para quienes
hemos venido dándole seguimiento y plena defensa al caso del Esequibo, en los
escenarios académicos e institucionales, despierta nuestra preocupación que ha
amainado un poco el ímpetu de la opinión pública nacional; ya casi no se
producen pronunciamientos oficiales por parte de las autoridades que manejan la
política exterior venezolana, para rechazar y protestar las concesiones y
licencias guyanesas a las empresas trasnacionales; justamente en esta etapa del
desarrollo de un juicio internacional.
Los
Esequibanos, es decir los nacidos en la región que Venezuela reclama, y los
Esequibistas quienes nos hemos documentado y dedicado bastantes años al estudio
formal y académico, de manera prolija, a este álgido asunto de interés nacional
seguiremos defendiendo con honor y por justicia en las distintas instancias
nacionales e internacionales lo que a nuestra Nación corresponde.
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