Extravagantes Dedócratas
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia venezolana de la lengua
La progresividad en beneficio de los ciudadanos, que
han adquirido hoy en el mundo los Derechos Humanos, ninguna valoración recibe
de quienes detentan el gobierno en
nuestro país.
Son recurrentes en su displicencia cuando los
escuchamos decir "porque estamos en el gobierno, hacemos los que nos da la
gana". Sin el menor recato o moderación para enaltecer la
civilidad
Los copartidarios del régimen traspiran una expresa y
espesa manifestación regresiva a lo tribal para la reimposición de mediante la
fuerza, de todos aquellos modelos políticos probados y rechazados, y de
consecuencias fatalistas para la humanidad. Sistemas ideológicos que crearon
catástrofes en el mundo.
En Venezuela todavía conseguimos a quienes, desde el
poder, regurgitan esos comportamientos totalitarios.
Se viene imponiendo a los compatriotas la obligación de renunciar a su condición individual (que no
individualista), a vestirse de rojo, a vocear consignas huecas, a perseguir a
sus propios compañeros de trabajo, a asistir en contra de su voluntad a eventos
del paquete partido-gobierno-Estado.
Fuera del grupo-masa las individualidades no son nada.
No hay singularidad que valga. Esas son las ominosas claves socio-políticas que
pretenden hacer pronunciar en nuestro país; precisamente en Venezuela que intrínsecamente tiene una cultura
democrática casi que “cromosómica”.
Hay una constante actitud desde el régimen para imponer forzosamente cosas: palabras, ideas;
en fin, le secuestran la voluntad a sus copartidarios. Disponen de los
compatriotas a su real gana. Tristemente,
nos escenifican a cada instante un redil que está dispuesto a hablar sólo cuando
se le ordene y actuar según la línea que reciba.
La invitación siempre presente es para que asumamos,
definitivamente compatriotas venezolanos, que somos seres existentes en la
medida en que nos despleguemos libremente para crear ideas, significaciones, sensibilidades,
materialidades. No somos entes cosificados.
Además, entendamos a conciencia que
lo que el “dedo rector” señala desde el oficialismo, no es socialismo conforme a la doctrina
ideológica, axiológica, política y
programática que practican en varios países, con resultados satisfactorios.
Los Estados
nórdicos nos dan enjundiosas lecciones al respecto. En Noruega, Finlandia,
Suecia etc., nos pueden instruir cómo desarrollar las implicaciones del socialismo al tiempo que se valora y respeta la
condición del ciudadano, su potencial creativo particular. Cómo aplicar
socialismo en las distintas políticas sociales (sobretodo en el reparto de la riqueza),
pero estimulando la propiedad privada, como factor generador de beneficios.
La característica de Estado democrático y social de
Derecho y de Justicia no conduce lineal y maquinalmente a un Estado socialista.
La torcida aspiración del gobierno apunta más a
conformar, como en efecto lo ha venido haciendo, un deleznable capitalismo de
Estado, a través del cual la población venezolana quede arredrada a los
caprichos de quien se arroga superioridad en todo.
Es tal el desquiciamiento que como no pudieron reformar
la Constitución optaron por ponerla a un lado, para facilitar que la figura de
un Yo Absoluto pudiera erigirse, por encima de la estructura estatal y de las
instituciones.
Con esas manifestaciones
se sigue fracturando la unidad nacional y societal.
Los continuos llamados a “repolitizar y a repolarizar”
todo tendrán como lamentable consecuencia a una sociedad resquebrajada en su esencia.
Las directrices son impartidas por el mandamás, quien
se cree ungido y predestinado por la Providencia para los actos de salvación de
la humanidad.
Tienen en la Venezuela de hoy suficiente material de
estudio los avezados investigadores de las conductas psicopáticas de los seres
humanos; y los historiadores la ocasión de hurgar en documentos para establecer
las copiosas analogías con las distintas circunstancias temporo-espaciales que
ha vivido ( y padecido) la humanidad.
En el socialismo del siglo XXI, el hombre no es mas que un carnet rojo y una franela con los ojos del hablador, comparto con usted su importante trabajo sobre la "extravagante dedocrata" , como fin y muerte de la meritocracia
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